EL MITO DEL NINGYO JAPONÉS.
Se trata de una versión mucho más oscura y grotesca de la leyenda que hemos escuchado a menudo sobre las sirenas. En lugar de una hermosa mujer con cola de pez, en el folclore japonés, las sirenas son las ningyo, cuya traducción vendría a ser "pez humano".
Es descrita como un pez gigante, con rostro humano y la boca de un mono, pero dientes pequeños y afilados como los de un pez. Sus escamas son doradas y los sonidos que emite son suaves y aflautados y se comparan con el canto de una alondra.
Esta criatura representa un serio conflicto de intereses: cualquiera que coma el Ningyo tendrá juventud y belleza eterna, pero atraparlo a menudo trae terribles tormentas y desgracias a aldeas enteras. ¿Y si no eras tu quien lo atrapaba, sino que el mar dejaba a uno de estos seres en las costas de tus playas? Era una señal inequívoca de que una catástrofe o una guerra estaban a punto de suceder en el lugar.
Entre las leyendas de sirenas que involucran el Ningyo, una de las más populares es el mito de Yao Bikuni, que quiere decir- " La sacerdotisa de 800 años". La historia que ha pasado de generación en generación, cuenta que un día un pescador encontró entre sus redes un pez muy extraño que nunca antes había visto. Aunque él no lo sabía, se trataba de un Ningyo. Orgulloso de su captura, invitó a sus amigos a cenar a su casa para disfrutar juntos de un festín con la carne del animal. Mientras el pescador cocinaba, uno de sus invitados entró en la cocina y se fijó en el extraño aspecto del pescado: ¡tenía una cara humana! Sin decir nada, aunque horrorizado por su descubrimiento, el amigo del pescador volvió con el resto de los invitados y les recomendó que no probaran la comida. Todos ellos le obedecieron y fingieron devorar la cena, pero simplemente ocultaron la carne, envolviéndola en papel.
Uno de ellos estaba muy ebrio, tras haber abusado del sake y, cuando llegó a casa, olvidó la advertencia del fisgón, dejando a su hija probar el pescado envuelto en papel. Para cuando recuperó el sentido común, su pequeña ya había probado aquella carne sospechosa. Aunque esperaba, angustiado, que le ocurriera algo malo a su hija, la niña permanecía sana. Los años pasaron y creció para convertirse en una bella muchacha que contrajo matrimonio. Todo parecía normal, pero lo que marcó la historia de esta muchacha es que, a partir de ese momento, la joven no envejeció. Ella mantenía su aspecto, mientras a su lado su esposo envejecía progresivamente, hasta que falleció. Desolada, lo enterró y más tarde volvió a casarse, enviudando otra vez. Y otra vez y otra vez.
Quizás incapaz de soportar más muertes de personas amadas, la mujer, todavía joven, se hizo sacerdotisa y se dedicó a viajar por el mundo. Al fin, tras mucho tiempo vagando, vuelve a su pueblo natal: allí muere, a los 800 años.
Como ves, la carne de Ningyo no sólo es tradicionalmente deliciosa, sino que supuestamente otorga a quien la come, una increíble longevidad.
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