Lunes 6 de julio
Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes (Heb. 10:24).
Quizás haya circunstancias que hagan difícil que asistamos con regularidad a las reuniones. Si ese es el caso, necesitamos valor. Algunos hermanos sufren problemas de salud, una profunda tristeza o desánimo. Otros soportan fuerte oposición de parte de sus familiares o de los gobiernos. Meditemos por un momento en los hermanos que están presos debido a sus creencias. ¿Habíamos pensado alguna vez en que nuestro ejemplo puede ayudarlos? (Heb. 13:3). Cuando se enteran de que seguimos sirviendo a Jehová pese a los problemas, sienten las fuerzas necesarias para mantener su fe, valor e integridad. Cuando Pablo estaba preso en Roma, se alegraba cada vez que oía que sus hermanos servían fielmente a Dios (Filip. 1:3-5, 12-14). Poco antes de su liberación o inmediatamente después, escribió la carta a los Hebreos. En ella, mandó a sus fieles hermanos que no dejaran de reunirse (Heb. 10: 25). w19.01 28 párr. 9
Martes 7 de julio
El mundo entero yace en el poder del inicuo (1 Juan 5:19).
Satanás es un rebelde egoísta que desobedece las normas de Jehová y quiere conseguir que pensemos y actuemos como él. Nos rodea de personas a las que ya ha logrado corromper, pues espera que estas echen a perder o corrompan nuestra manera de pensar y actuar (1 Cor. 15:33; nota). También trata de contaminarnos el corazón haciendo que confiemos en la sabiduría humana y no en la de Dios (Col. 2:8). Por ejemplo, fomenta la idea de que lo más importante en la vida es hacerse rico. ¿Por qué es peligrosa esta idea? Porque, sea que lo logren o no, los que piensan así se pueden centrar tanto en ganar dinero que sacrifiquen su salud, su familia y hasta su amistad con Dios (1 Tim. 6:10). Qué agradecidos estamos de que nuestro sabio Padre celestial nos ayude a tener un criterio equilibrado sobre el dinero (Ecl. 7:12; Luc. 12:15). w19.01 15 párr. 6; 17 párr. 9
Miércoles 8 de julio
¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel! Fuiste fiel sobre unas cuantas cosas. Te nombraré sobre muchas cosas. Entra en el gozo de tu amo (Mat. 25:21).
Antes de que Jesús viniera a la Tierra y diera un ejemplo perfecto, los siervos fieles de Dios ya comprendían muy bien la importancia de animar a los demás. Veamos lo que hizo el rey Ezequías. Cuando los asirios amenazaban Judá, reunió a los jefes militares y al pueblo, y les dirigió unas palabras que los fortalecieron (2 Crón. 32:6-8). Hablemos ahora de lo que le ocurrió a Job. Él estaba deprimido, pero quienes fueron a darle ánimos resultaron ser “consoladores molestos” y solo le dijeron palabras hirientes. Aun así, él mismo les enseñó a animar a los demás. Les dijo que, si él estuviera en su lugar, les diría cosas que los fortalecieran y los hicieran sentirse mejor (Job 16:1-5). Al final, fueron Elihú y Jehová mismo quienes animaron a Job (Job 33:24, 25; 36:1, 11; 42:7, 10). w18.0416 párr. 6; 17 párrs. 8, 9
Jueves 9 de julio
Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré (Is. 41:10).
Isaías ya había explicado cómo fortalecería Jehová a su pueblo. Dijo: “Jehová mismo vendrá aun como un fuerte, y su brazo estará gobernando para él” (Is. 40:10). La Biblia utiliza a menudo la palabra brazo como símbolo de poder. Así que las palabras de Isaías nos recuerdan que Jehová es un Rey poderoso. En el pasado, Dios utilizó su poder invencible para apoyar y defender a sus siervos. Hoy día, sigue fortaleciendo y protegiendo a los que confían en él (Deut. 1:30, 31; Is. 43:10). Jehová cumple su promesa de darnos fuerzas sobre todo cuando nos persiguen nuestros enemigos. En algunas partes del mundo, están haciendo todo lo posible por detener la predicación o prohibir nuestra organización. Pero sus ataques no nos causan una preocupación excesiva. Jehová nos da una garantía que nos fortalece y nos llena de confianza. Dice: “Sea cual sea el arma que se forme contra ti, no tendrá éxito” (Is. 54:17). w19.01 5, 6 párrs. 12, 13
Viernes 10 de julio
Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual (Mat. 5:3).
A diferencia de los animales, nosotros tenemos necesidades espirituales, que solo el Creador puede satisfacer (Mat. 4:4). Cuando escuchamos lo que nos dice, conseguimos entendimiento, sabiduría y felicidad. Jehová satisface nuestras necesidades espirituales mediante su Palabra y la enorme variedad de alimento espiritual nutritivo que suministra a través del “esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45; Is. 65:13, 14). El alimento espiritual que Jehová suministra nos dará sabiduría y capacidad de pensar, que nos protegerán de muchas maneras (Prov. 2:10-14). Por ejemplo, nos ayudarán a reconocer mentiras como que Dios no existe o que para ser feliz hay que tener mucho dinero y cosas materiales. Además, nos ayudarán a resistir los malos deseos y a no caer en vicios que nos perjudican. Por lo tanto, hagamos todo lo que podamos por tener la sabiduría de Dios y capacidad de pensar. w18.12 20 párrs. 6, 7
Sábado 11 de julio
Como los días de un árbol serán los días de mi pueblo (Is. 65:22).
Nuestros días serán “como los días de un árbol”. Algunos árboles viven miles de años. Los hombres necesitaríamos una salud extraordinaria para vivir tanto tiempo. Una vida tan larga en las condiciones predichas por Isaías podría parecer un sueño. Pero no lo es. Esta profecía se cumplirá. Pensemos en cómo las promesas indican que en el futuro habrá un paraíso. Dios bendecirá a personas de toda la Tierra. Nadie sufrirá ataques de animales o personas violentas. Los ciegos, los sordos y los cojos serán curados. La gente construirá sus propias casas y cultivará alimentos ricos y saludables. Las personas vivirán más años que los árboles. Así es: en la Biblia encontramos pruebas de que ese es el futuro que nos espera. Ahora bien, ¿qué responderíamos si alguien nos dijera que estamos yendo más allá de lo que realmente dicen esas profecías? ¿Por qué podemos creer que habrá un paraíso en la Tierra? El hombre más importante de la historia nos dio una poderosa razón (Luc. 23:43). w18.12 5 párrs. 13-15.
Domingo 12 de julio
Transfórmense rehaciendo su mente (Rom. 12:2).
La mente es flexible y puede seguir cambiando. Los cambios dependerán en buena medida de lo que dejemos que entre y permanezca en ella. Si centramos nuestros pensamientos en lo que Dios desea, comprobaremos que su forma de ver las cosas es la correcta. El resultado será que sentiremos el deseo natural de pensar como él. Fijémonos en que para rehacer la mente tenemos que dejar de permitir que el mundo la moldee. En otras palabras, debemos cerrarla a las ideas y opiniones opuestas a las de Dios. Este primer paso es muy importante. Para entender por qué, pongamos un ejemplo. Supongamos que una persona que quiere mejorar su salud empieza a tomar alimentos saludables. ¿De qué le servirá si sigue comiendo de manera regular alimentos contaminados? Del mismo modo, alimentar la mente con lo que Dios piensa no nos servirá de mucho si seguimos contaminándola con las ideas del mundo. w18.11 21 párrs. 14, 15
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