domingo, 6 de noviembre de 2022

CODIGO DE ESHNUNNA

CODIGO DE ESHNUNNA
Esta ciudad estado terminó cuando Hammurabi, rey de Babilonia, arrebató Eshnunna a su último rey, Ibal-pî-El II (ca. 1770 a. C.), y la incorporó a su imperio.
Las excavaciones de Tel-Harmal descubrieron la ciudad de Shaduppum, cerca de Bagdad, donde aparecieron las llamadas «Leyes de Eshnunna». El código, redactado en acadio (ca. 1880 a. C.), presenta analogías con el «Código de Hammurabi»; sin duda, testimonia el interés de la dinastía amorrea por vertebrar la Cuando los amorreos penetraron en Mesopotamia, quedaron deslumbrados por la tradición sumerio-acadia. Admirados, integraron la tradición en su propia cultura y consiguieron expandirla por Oriente. Más tarde, los autores bíblicos, empapados en la cultura oriental, enraizada en el mundo sumerio-acadio y difundida por los amorreos, tomaron sus trazos fundamentales para componer, después de afinar el contenido teológico, muchos relatos de la Escritura. Centraremos el estudio en la cosmología sumerio-acadia que, enriquecida por los amorreos, fue recogida por los autores bíblicos, con relevantes matices, para describir el origen y la estructura del cosmos.
La Escritura ensalza la personalidad de Salomón como eminente científico, amante de la botánica y la zoología: «Trató sobre las plantas, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que brota en el muro; disertó también acerca de cuadrúpedos, aves, peces y reptiles». Además, también le atribuye conocimientos musicales, literarios y filosóficos: «Compuso tres mil proverbios y su cancionero contenía mil cinco poemas» (1 Re 5,9-14). La sabiduría de Salomón refleja el tesón de las escuelas de Jerusalén; el ámbito donde los estudiosos escudriñaban el movimiento de los astros, el orden de la naturaleza y, sobre todo, el sentido de la existencia humana. Ahora bien, los sabios de Jerusalén, como acontecía en Oriente, participaban de la tradición científica nacida en Mesopotamia. ¿Cómo era la ciencia del país del Éufrates?
La tradición sumerio-acadia no ha legado ningún tratado de cosmología; por eso la noción del cosmos debe extraerse de los múltiples mitos. El cosmos sumerio era un «cosmos encantado», pues cualquier cosa, ya fuera la luz del sol o el movimiento de un azadón, manifestaba el latido de un dios que provocaba la luz o el cavar de la azada. Además, el cosmos reflejaba la «estructura de la sociedad sumeria»; de la misma manera que la palabra del rey determinaba la conducta de los súbditos , la palabra de los dioses orientaba el cauce de los ríos o el origen de las montañas. Así, la estabilidad de la sociedad sumeria estaba destinada a ser el reflejo de la voluntad de los dioses y la inmutabilidad del cosmos.
La parte inferior del cosmos estaba constituida por la «tierra»; el disco sólido, formado por montañas y valles, surcado por ríos, y acotado por mares y lagos, ámbito de la existencia humana. La parte superior conformaba el «cielo»; el espacio en forma de bóveda que contenía una enorme masa de agua dulce. Quizá la bóveda celeste podría ser de estaño, pues los sumerios llamaban al estaño «metal del cielo». La bóveda también disponía de compuertas que al abrirse por orden de los dioses propiciaban la lluvia, la caída del agua almacenada en la bóveda de estaño. El nombre sumerio de la «tierra» era «An» y el del «cielo»«Ki», de ahí que el cosmos se llamara «An-Ki». Entre el «cielo» y la «tierra» estaba el «aire», en sumerio «Lil», el equivalente de nuestra atmósfera. La denominación de cielo, tierra y aire constituyen también el nombre del dios que representan; no en vano, el mundo sumerio es, como hemos dicho , un cosmos encantado, identificado con los dioses y movido por ellos.
Al decir de los sumerios, el sol, la luna y las estrellas estaban formadas por concentraciones de «aire» y dotadas de luminosidad. Las estrellas fijas permanecían ancladas en la parte inferior de la bóveda celeste, mientras los astros móviles (sol, luna, planetas) se desplazaban por las estrías de la bóveda. Además, existían los «mares superiores» que bañaban las costas. Los «mares superiores », incógnitos y bravíos, representaban una amenaza para los sumerios, asentados en tierra firme. Bajo la superficie terrestre , había un gran depósito, el Kur, que albergaba las sombras de los difuntos después de la muerte. El conjunto del cosmos yacía suspendido en el seno de un «mar primigenio» que lo envolvía. Constituía una amenaza ; pues, por voluntad de los dioses podía encabritarse y engullir el cosmos hasta destruirlo.
Al decir de la ciencia sumeria, el «mar primigenio» existía desde siempre. El «mar primigenio» engendró la «tierra (An)» y el «cielo (Ki)». Cuando «cielo» y «tierra» comenzaron a separarse, surgió entre ambos el « aire (Lil)». Varias porciones de «aire» fueron concentrándose hasta conformar el sol, la luna, los planetas y las estrellas. Cuando los astros, emisores de luz y calor, quedaron anclados en la parte inferior de la bóveda celeste, apreció, por obra de los dioses, el ser humano sobre la tierra junto a los animales y vegetales.
Mesopotamia y el Antiguo Testamento

carlos adrian gomez burgara
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