Algunos tips históricos
1 La palabra «Mesopotamia» procede del griego y significa «entre ríos», o apurando la etimología, «tierra entre ríos »; pues propiamente conforma la llanura entre dos grandes cursos...
2 Las diferencias geológicas y climáticas entre la Baja y la Alta Mesopotamia favorecieron el estallido de rivalidades entre las culturas del norte y del sur. El norte fue, con el tiempo, el corazón de Asiria, mientras el sur fue germen de Sumer y Acad, y más adelante de Babilonia. El curso de la historia contempló, como veremos, los conflictos entre ambos tipos culturales y señaló diferencias en el estilo de vida. Sin embargo, entre la Alta y la Baja Mesopotamia existían buenas comunicaciones; las rutas terrestres favorecían el tráfico de caravanas, mientras los tramos navegables del Tigris y del Éufrates alentaban el comercio y la relación cultural...
3 los griegos denominaron a la región, Mesopotamia, «tierra entre ríos»; no obstante, los pobladores más antiguos utilizaron otros nombres. La Baja Mesopotamia comenzó llamándose Kingir o Sumer, el bíblico País de Senaar (Gn 10,10; 11,2)...
4 El aspecto llano de la zona meridional por donde fluían los dos grandes ríos en el último tramo favorecía la frecuente alteración del cauce fluvial; acontecía, con relativa frecuencia, que el desplazamiento de un cauce destruía extensas zonas de cultivo, y convertía en estéril el trabajo de una aldea durante generaciones. Por si fuera poco, los ríos tendían a desbordarse en algunos tramos, anegaban en exceso el terreno y arruinaban las cosechas. La frecuencia de las inundaciones provocadas por el desbordamiento de los ríos alentó el nacimiento de leyendas sobre grandes diluvios, que recogió la literatura mesopotámica y más tarde asimiló la Biblia (Gn 6– 7)...
5 El aspecto llano de la zona meridional por donde fluían los dos grandes ríos en el último tramo favorecía la frecuente alteración del cauce fluvial; acontecía, con relativa frecuencia, que el desplazamiento de un cauce destruía extensas zonas de cultivo, y convertía en estéril el trabajo de una aldea durante generaciones. Por si fuera poco, los ríos tendían a desbordarse en algunos tramos, anegaban en exceso el terreno y arruinaban las cosechas. La frecuencia de las inundaciones provocadas por el desbordamiento de los ríos alentó el nacimiento de leyendas sobre grandes diluvios, que recogió la literatura mesopotámica y más tarde asimiló la Biblia (Gn 6–7). Con intención de sacar rédito al caudal fluvial, las culturas mesopotámicas desarrollaron una intensa política hidráulica para aprovechar el valor ecológico de la región. Así la zona se llenó de presas, acueductos, embalses y canales de agua, con los que sus moradores controlaron el caudal de los ríos, habilitaron para el cultivo las zonas pantanosas, y drenaron las abundantes lagunas. Sin duda, el pretendido paraíso terrenal que percibían los antiguos en tierras mesopotámicas no fue algo espontáneo, requirió el gran esfuerzo de sus habitantes para engendrar la civilización humana...
6 La región mesopotámica requirió el ímprobo esfuerzo humano para convertirse en un lugar próspero, pero fue precisamente la intensidad y necesidad de tal esfuerzo el agente que engendró la civilización. Los sumerios, acadios, asirios, babilonios, casitas, caldeos, y persas constituyeron las principales culturas que guiaron la civilización mesopotámica. Cada cultura fundamentó su liderazgo, aún con matices propios, sobre siete pilares básicos, plasmados por escrito gracias a la invención de la escritura...
7 La confección de una rica literatura, enraizada también en el ámbito religioso, que daba cuenta de la esencia de los dioses, la estructura y origen del universo, la naturaleza del ser humano, el curso de la historia, y la organización social. Sin duda, el aura paradisíaca que envolvió, en ciertas épocas, la región mesopotámica influyó, como veremos a continuación, en la percepción bíblica del Edén...
8 Una de las etapas más florecientes de la civilización mesopotámica entendió, desde el prisma religioso, que la región era una especie de jardín protegido por los reyes, lugartenientes de los dioses, para propiciar la felicidad hombre. Así lo certificó Hammurabi , rey de Babilonia (siglo XVIIIa. C.), en el prólogo del código que lleva su nombre: «Los dioses Anum y Enlil me eligieron [...] para proclamar el derecho en el País [ ...] y para que pudiera iluminar el País para asegurar el bienestar de la gente» (Código de Hammurabi I, 30-40)...
Mesopotamia y el antiguo testamento
carlos adrian gomez burgara
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