Lunes 24 de febrero
Rabí, come (Juan 4:31).
Jesús estaba tan absorto en la conversación que no le importaba si comía o no. Para él, su alimento era hacer la voluntad de su Padre y predicar, incluso a una samaritana (Juan 4:31-34). Santiago y Juan no comprendieron lo que Jesús quiso enseñarles. Mientras los discípulos viajaban por Samaria con él, buscaron alojamiento en una aldea para pasar la noche. Los samaritanos se negaron a recibirlos, así que Santiago y Juan sugirieron pedir que bajara fuego del cielo y destruyera la aldea. Pero Jesús los reprendió seriamente (Luc. 9:51-56). ¿Se habrían enojado tanto Santiago y Juan si esto hubiera pasado en Galilea, que era su región de origen? Es probable que hayan reaccionado así por los prejuicios. Tiempo después, el apóstol Juan fue a predicar a los samaritanos, y muchos lo escucharon. Puede que se haya sentido avergonzado al recordar cómo reaccionó la vez anterior (Hech. 8:14, 25). w18.06 10, 11 párrs. 12, 13
Martes 25 de febrero
Estén firmes teniendo los lomos ceñidos con la verdad (Efes. 6:14).
Si estamos bien “ceñidos con la verdad” de la Biblia, viviremos según sus enseñanzas y diremos la verdad siempre. ¿Por qué rechazaremos la mentira? Porque es una de las armas más eficaces de Satanás. Quien miente se perjudica a sí mismo y les hace daño a los demás (Juan 8:44). Por eso, aunque somos imperfectos, hacemos todo lo posible por no mentir nunca (Efes. 4:25). Claro, a veces puede ser difícil. Abigail, que tiene 18 años, dice: “Quizás no siempre parezca que vale la pena decir la verdad, sobre todo cuando mentir te puede sacar de un apuro”. Entonces, ¿por qué esforzarnos por no mentir? Una chica de 23 años llamada Victoria explica: “Cuando dices la verdad y defiendes tus creencias, puedes sufrir bullying. Pero los beneficios son siempre enormes: tendrás más confianza en ti misma, te sentirás más cerca de Jehová y te ganarás el respeto de la gente que te quiere”. Sin duda, vale la pena que mantengamos bien ceñido el cinturón de la verdad. w18.05 28 párrs. 3, 5
Miércoles 26 de febrero
Manténganse alerta (Mat. 24:42).
A medida que empeoren estos tiempos críticos en los que vivimos, tendremos que estar más y más vigilantes. Dios va a actuar en el momento apropiado (Mat. 24:42-44). Mientras tanto, tenemos que ser pacientes y mantenernos alerta en todo momento. Leamos la Palabra de Dios a diario y seamos vigilantes “en cuanto a oraciones” (1 Ped. 4:7). Fijémonos en el valioso ejemplo de los hermanos que están alerta y hacen brillar su luz. Mantengámonos ocupados en el servicio de Jehová, hagamos cosas buenas por otros y pasemos tiempo con nuestros hermanos. Así seremos más felices y nos parecerá que el tiempo pasa más rápido (Efes. 5:16). Aunque cometemos muchos errores, Jehová nos permite seguir sirviéndole. Y, para ayudarnos a permanecer vigilantes y activos, nos da “dádivas en hombres”, es decir, los ancianos de la congregación (Efes. 4:8, 11, 12). Por eso, la próxima vez que nos visite un anciano, aprovechemos la oportunidad para beneficiarnos de sus sabios consejos. w18.06 24, 25 párrs. 15-18
Jueves 27 de febrero
Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor (Juan 15:10).
Jesús no les dijo a sus discípulos simplemente que estuvieran en su amor, sino que permanecieran en él. ¿Por qué? Porque es necesario tener aguante para ser un verdadero cristiano año tras año. Jesús destacó la necesidad del aguante al utilizar el verbo permanecer una y otra vez en el breve pasaje de Juan 15:4-10. ¿Cómo demostramos que deseamos permanecer en el amor de Cristo y conservar su aprobación? Observando sus mandamientos. En otras palabras, Jesús nos pide que lo obedezcamos. En realidad, no nos pide más de lo que él mismo hace, pues añadió: “Así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor”. Está claro que él mismo dio el ejemplo (Juan 13:15). Cuando cumplimos con el mandato de Jesús de ir y predicar, también mostramos nuestro amor a Dios. ¿Por qué? Porque lo que Cristo nos manda está de acuerdo con lo que piensa su Padre (Mat. 17:5; Juan 8:28). En respuesta a nuestro amor, Jehová y Jesús siguen amándonos a nosotros. w18.05 18 párrs. 5-7
Viernes 28 de febrero
Los planes del diligente propenden de seguro a ventaja (Prov. 21:5).
Cuando eres joven, tienes que decidir qué vas a estudiar, dónde vas a trabajar y cosas parecidas. Si tienes claras tus metas en la vida, se te hará más fácil tomar decisiones. Mientras más pronto hagas planes y te pongas buenas metas, más pronto recibirás los beneficios. En las congregaciones de todo el mundo, hay miles de jóvenes que merecen que los felicitemos porque le sirven a Jehová de corazón y están centrados en sus metas espirituales. Por supuesto, disfrutan de la vida. Pero a la vez aprenden a seguir la guía de Jehová en todo, como por ejemplo en la familia. El rey Salomón aconsejó que confiemos en Jehová con todo el corazón. Y también dijo: “En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas” (Prov. 3:5, 6). Para Jehová, los jóvenes cristianos son muy valiosos. Él los quiere muchísimo, y por eso los protege, los guía y los bendice. w18.04 26 párr. 7; 27 párr. 9
Sábado 29 de febrero
Que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros (Juan 13:34).
El apóstol Juan fue una columna de la congregación cristiana del siglo primero. Su fascinante relato del ministerio de Jesús ha animado a los cristianos a lo largo de los siglos y nos sigue animando hoy día. Por ejemplo, su evangelio es el único donde se registra que Jesús dijo que el amor identifica a sus verdaderos discípulos (Juan 13:35). Sus tres cartas contienen muchas otras enseñanzas valiosas. Por ejemplo, cuando nos sentimos hundidos por nuestros errores, ¿verdad que nos alivia leer que la sangre de Jesús “nos limpia de todo pecado”? (1 Juan 1:7). Y, si nuestro corazón no deja de condenarnos, ¿verdad que nos conmovemos al leer que “Dios es mayor que nuestro corazón”? (1 Juan 3:20). Juan fue el único que escribió que “Dios es amor” (1 Juan 4:8, 16). Y, en su segunda y tercera cartas, felicita a los cristianos que siguen “andando en la verdad” (2 Juan 4; 3 Juan 3, 4). w18.04 18 párrs. 14, 15
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