domingo, 12 de enero de 2020

¿Está en buen estado nuestro “escudo grande de la fe”? “Agarren el escudo grande de la fe” (EFES. 6:16).

¿Está en buen estado nuestro “escudo grande de la fe”?

“Agarren el escudo grande de la fe” (EFES. 6:16).
CANCIÓN 119 Necesitamos una fe fuerte

1, 2. a) Según Efesios 6:16, ¿por qué necesitamos el “escudo grande de la fe”? b) ¿Qué preguntas vamos a analizar?
¿TENEMOS un “escudo grande de la fe”? (Lea Efesios 6:16). Seguro que sí. Igual que un escudo grande protege la mayor parte del cuerpo, la fe nos protege de las cosas malas de este mundo, como la inmoralidad, la violencia o cualquier otra cosa que no esté de acuerdo con las normas de Dios.
No obstante, vivimos en “los últimos días”, y nuestra fe va a seguir pasando por muchas pruebas (2 Tim. 3:1). Por tanto, ¿cómo podemos saber si nuestro escudo de la fe está fuerte? Y ¿qué debemos hacer para llevarlo agarrado con fuerza? Analicemos las respuestas a estas preguntas.

EXAMINEMOS NUESTRO ESCUDO CON ATENCIÓN

Unos soldados de la antigüedad usan sus escudos en la batalla; un soldado y su sirviente reparan los escudos
Unos soldados se aseguran de reparar sus escudos después de la batalla. (Vea el párrafo 3).
3. ¿Cómo cuidaban los soldados su escudo, y por qué?
Los escudos de tiempos bíblicos estaban cubiertos de cuero. Los soldados los engrasaban para conservar el cuero y para que las partes metálicas no se oxidaran. Si un soldado se daba cuenta de que su escudo estaba dañado, se aseguraba de repararlo, y así estaba listo para la siguiente batalla. ¿Qué tiene que ver esto con nuestra fe?
4. a) ¿Por qué debemos examinar nuestro escudo de la fe? b) ¿Cómo debemos hacerlo?
Como hacían los soldados de la antigüedad, debemos examinar con frecuencia nuestro escudo de la fe y mantenerlo en buen estado. Nadie puede hacerlo por nosotros. Así siempre estaremos listos para la batalla, pues los cristianos tenemos que luchar contra los espíritus malvados (Efes. 6:10-12). ¿Cómo nos aseguramos de estar preparados para afrontar las pruebas? Primero, pidiéndole ayuda a Dios. Luego, tenemos que acudir a su Palabra a fin de vernos como él nos ve (Heb. 4:12). La Biblia dice: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento” (Prov. 3:5, 6). Con esta idea presente, ¿por qué no analizamos algunas de nuestras últimas decisiones? Por ejemplo, si tuvimos un problema económico grave, ¿nos acordamos de la promesa de Jehová de Hebreos 13:5? Allí dice: “Nunca te dejaré y jamás te abandonaré”. ¿Nos hizo confiar esta promesa en que Jehová nos ayudaría? Si así fue, entonces nuestro escudo de la fe está en buen estado.
5. ¿Qué puede revelarnos el examen de nuestra fe?
El resultado del examen de nuestra fe puede sorprendernos. Tal vez descubramos algunas debilidades que no sabíamos que teníamos. Por ejemplo, quizás nos demos cuenta de que las preocupaciones excesivas, las mentiras o el desánimo han dañado nuestra fe. Si ese es el caso, ¿qué podemos hacer para evitar daños mayores?

CUIDÉMONOS DE LAS PREOCUPACIONES EXCESIVAS, LAS MENTIRAS Y EL DESÁNIMO

6. ¿Por qué cosas es normal que nos preocupemos?
Es normal que nos preocupemos por ciertas cosas, como por ejemplo agradar a Jehová y a Jesús (1 Cor. 7:32). Si hemos cometido un pecado grave, nos importa mucho recuperar nuestra amistad con Dios (Sal. 38:18). También es normal que los casados quieran agradar a su cónyuge, y a todos nos preocupa el bienestar de nuestra familia y de los hermanos (1 Cor. 7:33; 2 Cor. 11:28).
7. a) ¿Cómo pueden dañar nuestra fe las preocupaciones excesivas? b) Teniendo en cuenta lo que dice Proverbios 29:25, ¿por qué no debemos temer a los hombres?
Por otro lado, las preocupaciones excesivas pueden dañar nuestra fe. Una de ellas es pensar demasiado en tener ropa y comida suficiente (Mat. 6:31, 32). Esa inquietud podría hacer que nos centráramos en conseguir cosas materiales y hasta que llegáramos a amar el dinero. Entonces, nuestra fe en Jehová se debilitaría y sufriríamos graves daños espirituales (Mar. 4:19; 1 Tim. 6:10). También podría preocuparnos demasiado lograr la aprobación de los demás. Eso podría resultar en que llegáramos a temer más las burlas o la persecución que desagradar a Dios. ¿Cómo nos protegeremos de este peligro? Rogándole a Jehová que nos dé la fe y la valentía que necesitamos (lea Proverbios 29:25;Luc. 17:5).

8. ¿Qué debemos hacer si alguien difunde mentiras sobre Jehová y sobre nuestros hermanos?
Satanás, “el padre de la mentira”, utiliza a quienes tiene bajo su control para difundir mentiras sobre Jehová y sobre nuestros hermanos (Juan 8:44). Por ejemplo, los apóstatas mienten y distorsionan la verdad sobre la organización de Jehová en Internet, la televisión u otros medios de comunicación. Estas mentiras forman parte de las “flechas encendidas” que emplea Satanás (Efes. 6:16). ¿Qué debemos hacer si alguien nos habla de esas mentiras? Rechazarlas. ¿Por qué? Porque tenemos fe en Jehová y confiamos en nuestros hermanos. De hecho, evitamos todo contacto con los apóstatas. No permitimos que nada ni nadie nos lleve a discutir con ellos, ni siquiera la curiosidad.
9. ¿Cómo puede afectarnos el desánimo?
El desánimo puede debilitar nuestra fe. En ocasiones, los problemas nos desaniman. Claro, no podemos pasarlos por alto. Eso sería irresponsable por nuestra parte. Lo que no debemos hacer es pensar constantemente en ellos, pues podríamos perder de vista la maravillosa esperanza que nos ha dado Jehová (Apoc. 21:3, 4). El desánimo puede agotarnos tanto que dejemos de servir a Dios (Prov. 24:10). Pero eso no tiene por qué ocurrirnos a nosotros.
10. ¿Qué aprendemos de lo que escribió una hermana?
10 Veamos lo que hace una hermana de Estados Unidos para conservar su fe en buen estado mientras cuida de su esposo, que está muy enfermo. Escribió una carta a la central mundial en la que decía: “A veces, la situación nos ha causado mucho estrés y nos ha desanimado, pero nuestra esperanza es fuerte. Me impresiona mucho la información que recibimos para fortalecer la fe y mantener el ánimo. Necesitamos de verdad esos consejos. Nos ayudan a seguir adelante y a aguantar las pruebas de Satanás”. Las palabras de esta hermana nos enseñan que podemos vencer el desánimo. ¿Cómo? Viendo lo que nos sucede como una prueba de Satanás, confiando en que Jehová nos consolará y valorando el alimento espiritual que nos da.

11. ¿Qué preguntas debemos hacernos para ver si nuestra fe está en buen estado?
11 ¿Necesita nuestro escudo de la fe alguna reparación? Pensemos en lo que hemos hecho durante los pasados meses: “¿He evitado preocuparme demasiado?, ¿me he negado a escuchar las mentiras de los apóstatas y a discutir con ellos? y ¿he logrado sobrellevar el desánimo?”. Si la respuesta es afirmativa, nuestra fe está en buen estado. Ahora bien, debemos mantener la guardia, porque Satanás tiene otras armas contra nosotros. Veamos una de ellas.

PROTEJÁMONOS DEL MATERIALISMO

12. ¿En qué puede resultar el materialismo?
12 El materialismo puede resultar en que nos distraigamos y descuidemos el escudo de la fe. El apóstol Pablo dijo: “Ningún soldado se envuelve en los asuntos comerciales de la vida si quiere agradar a quien lo reclutó” (2 Tim. 2:4). De hecho, a los soldados romanos no se les permitía tener negocios. ¿Qué podía ocurrir si un soldado pasaba por alto aquella norma?
13. ¿Por qué no tenían negocios los soldados?
13 Imaginemos la siguiente situación. Todos los soldados de una compañía pasan la mañana practicando con la espada, menos uno de ellos, que está en la ciudad abriendo una tienda de alimentación. Esa tarde, los soldados examinan la armadura y afilan las espadas. Sin embargo, el que tiene la tienda se dedica a preparar los alimentos que venderá al día siguiente. Por la mañana, el enemigo lanza un ataque por sorpresa. ¿Qué soldado actuará como debe y ganará la aprobación de su comandante? Y ¿a quién nos gustaría tener al lado? ¿A uno de los que estuvieron preparándose para la batalla, o al que se distrajo con su negocio?
14. ¿Qué consideramos valioso los soldados de Cristo?
14 Al igual que un buen soldado, nosotros no nos dejamos distraer de nuestro objetivo principal: ganar la aprobación de nuestros comandantes, Jehová y Cristo. Lo consideramos más valioso que cualquier cosa que el mundo de Satanás nos ofrezca. Nos aseguramos de tener el tiempo y las energías que necesitamos para servir a Jehová y mantener en buen estado el escudo de la fe y el resto de nuestra armadura espiritual.
15. ¿Qué advertencia nos dio Pablo, y por qué?
15 Jamás debemos bajar la guardia. ¿Por qué? El apóstol Pablo advirtió que “los que están decididos a ser ricos” serán “desviados de la fe” (1 Tim. 6:9, 10). La expresión “desviados” indica que podemos distraernos si tratamos de conseguir posesiones innecesarias. Nuestro corazón podría quedar expuesto a “muchos deseos insensatos y dañinos”. Así que no permitamos que esos deseos entren en nuestro corazón. Debemos verlos como lo que son: armas que pueden dañar nuestra fe.
16. Tras leer el relato de Marcos 10:17-22, ¿en qué preguntas debemos meditar?
16 Pero supongamos que tenemos el dinero para comprar muchas cosas materiales. ¿Hacemos algo malo si adquirimos cosas que deseamos pero que en realidad no nos hacen falta? No necesariamente. Sin embargo, meditemos en estas preguntas: Aun si podemos comprar algo, ¿tenemos el tiempo y las energías necesarios para usarlo y mantenerlo? Además, ¿podríamos llegar a encariñarnos demasiado con nuestras posesiones? ¿Podría ese sentimiento llevarnos a actuar como el joven que rechazó la invitación de Jesús de hacer más en el servicio a Dios? (Lea Marcos 10:17-22). Es mucho mejor que llevemos una vida sencilla y dediquemos nuestro valioso tiempo y energías a hacer la voluntad de Jehová.

LLEVEMOS AGARRADO CON FUERZA EL ESCUDO DE LA FE

17. ¿Qué no debemos olvidar nunca?
17 Nunca debemos olvidar que estamos en guerra y que tenemos que estar preparados para la batalla todos los días (Apoc. 12:17). Los hermanos no pueden llevarnos nuestro escudo de la fe. Somos nosotros los que debemos llevarlo agarrado con fuerza.
18. ¿Por qué agarraban el escudo con fuerza los soldados de la antigüedad?
18 En la antigüedad, se honraba al soldado que demostraba valor en la batalla. Pero era una humillación regresar sin el escudo. El historiador romano Tácito escribió: “Dejar abandonado el escudo es su mayor vergüenza”. Esta era una razón por la que los soldados procuraban llevarlo agarrado con fuerza.
Una hermana lee la Biblia, comenta en la reunión, sale a predicar y sostiene un escudo grande delante de ella para repeler las flechas de Satanás
Una hermana lleva bien agarrado su escudo de la fe leyendo la Biblia, asistiendo con regularidad a las reuniones y saliendo a predicar todo lo que puede. (Vea el párrafo 19).
19. ¿Qué tenemos que hacer para agarrar con fuerza el escudo de la fe?
19 Para llevar agarrado con fuerza el escudo de la fe, debemos asistir con regularidad a las reuniones y hablar a la gente sobre el nombre de Jehová y sobre su Reino (Heb. 10:23-25). Además, tenemos que leer la Biblia a diario y pedirle en oración a Jehová que nos ayude a poner en práctica su guía y sus consejos en todo lo que hacemos (2 Tim. 3:16, 17). Así, ningún arma de Satanás nos causará daño permanente (Is. 54:17). El “escudo grande de la fe” nos protegerá. Estaremos firmes, sirviendo a Jehová hombro a hombro con nuestros hermanos. Y no solo ganaremos las batallas diarias, sino que tendremos el honor de estar del lado de Jesús cuando consiga la victoria sobre Satanás y los suyos (Apoc. 17:14; 20:10).

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