domingo, 26 de enero de 2020

texto diario del lunes 27 de enero al 2 de febrero 2020

Lunes 27 de enero

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre (Mat. 6:9).
La razón más importante para predicar es porque así glorificamos a Jehová y santificamos su nombre (Juan 15:1, 8). Es verdad que no podemos hacerlo más sagrado, pues ya lo es en sentido absoluto. Pero veamos lo que dijo el profeta Isaías: “Jehová de los ejércitos... es a él a Quien ustedes deben tratar como santo” (Is. 8:13). Así pues, una de las maneras de santificar el nombre de Dios es considerándolo o tratándolo como especial, separado de todo otro nombre, y ayudando a otras personas a comprender que es santo. Por ejemplo, cuando hablamos sobre las maravillosas cualidades de Jehová y sus fieles promesas para la humanidad, defendemos el nombre de Dios de las mentiras y calumnias de Satanás (Gén. 3:1-5). También santificamos su nombre cuando tratamos de ayudar a las personas del territorio a ver que Jehová merece “recibir la gloria y la honra y el poder” (Rev. 4:11). w18.05 18 párrs. 3, 4

Martes 28 de enero

Es bueno dar gracias a Jehová. Porque me has regocijado, oh Jehová, a causa de tu actividad; a causa de las obras de tus manos clamo gozosamente (Sal. 92:1, 4).
Joven, la razón más importante por la que debes ponerte metas espirituales es para demostrarle a Jehová cuánto le agradeces su amor y todo lo que ha hecho por ti. Piensa en todo lo que Jehová te ha dado: la vida, la oportunidad de conocerlo a él y su verdad, la Biblia, la congregación y una maravillosa esperanza para el futuro. Si pones las cosas espirituales en primer lugar, no solo le mostrarás a Jehová que estás agradecido, sino que te harás mejor amigo de él. Cuando trabajas para alcanzar metas espirituales, haces buenas obras que Jehová ve. Y esto también fortalece tu amistad con él. El apóstol Pablo aseguró lo siguiente: “Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre” (Heb. 6:10). Nadie es demasiado joven para ponerse metas. ¿Qué tal si piensas en metas que te parezcan importantes y empiezas a trabajar para alcanzarlas? (Filip. 1:10, 11). w18.04 26 párrs. 5, 6

Miércoles 29 de enero

Donde está el espíritu de Jehová, hay libertad (2 Cor. 3:17).
Los habitantes del Imperio romano estaban orgullosos de ser defensores de la ley, la justicia y la libertad. Sin embargo, el poder y la gloria de este imperio se lograron en gran medida a costa del trabajo de los esclavos. Hubo un momento en que alrededor del 30% de la población estaba esclavizada. No hay duda de que la esclavitud y la libertad eran temas que preocupaban a la gente común, incluidos los cristianos que allí vivían. El apóstol Pablo escribió mucho sobre la libertad. Pero su objetivo no era el mismo que el de la gente de su tiempo, a saber, lograr reformas sociales o políticas. Al contrario, Pablo y los demás cristianos se esforzaban por ayudar a la gente a conocer el mensaje del Reino de Dios y el incomparable valor del rescate de Jesús. El apóstol señaló a sus hermanos cuál es la Fuente de la verdadera libertad. w18.04 8 párrs. 1, 2

Jueves 30 de enero

Simón, Simón, ¡mira! Satanás ha demandado tenerlos para zarandearlos como a trigo. Mas yo he hecho ruego a favor de ti para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos (Luc. 22:31, 32).
La noche antes de morir, Jesús le dijo al apóstol Pedro las palabras del texto de hoy. Pedro llegó a ser una columna de la congregación cristiana del siglo primero (Gál. 2:9). El valor que demostró en Pentecostés y en ocasiones posteriores les sirvió de ánimo a sus hermanos. Hacia el final de su larga vida de servicio a Dios, les escribió y les dijo: “Les he escrito en pocas palabras, para dar estímulo y un testimonio sincero de que esta es la verdadera bondad inmerecida de Dios; en la cual, estén firmes” (1 Ped. 5:12). Las cartas de Pedro han sido una fuente de estímulo para los cristianos a lo largo de los siglos. Y hoy día seguimos necesitando ese ánimo mientras esperamos que se cumplan las promesas de Jehová (2 Ped. 3:13). w18.04 17 párrs. 12, 13

Viernes 31 de enero

El que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, será feliz al hacerla (Sant. 1:25).
Todo el mundo quiere libertad. Para conseguirla, se organizan protestas, manifestaciones y hasta rebeliones y revoluciones. Pero, en lugar de alcanzar los objetivos, a menudo las consecuencias son solo sufrimiento e incluso muertes. Una vez más se confirma lo que el rey Salomón escribió por inspiración divina: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Ecl. 8:9). En el texto de hoy, el discípulo Santiago indicó cuál es la clave para vivir realmente felices y satisfechos. Jehová es quien dio esa ley perfecta, y por eso sabe mejor que nadie lo que necesitamos para disfrutar de felicidad y satisfacción completas. Les dio a Adán y Eva todo lo que necesitaban para ser felices, incluida la verdadera libertad. w18.04 3 párrs. 1-3

Febrero

Sábado 1 de febrero

Efectúa tu ministerio plenamente (2 Tim. 4:5).
Jesús se compadecía de las personas, y muchas de ellas percibieron su amor y aceptaron el mensaje del Reino. Mientras más imitemos a Jesús, mejores resultados obtendremos en el ministerio. A fin de mostrarles empatía a quienes predicamos, tenemos que hacernos una idea de lo que piensan y sienten, y tratarlos como nos gustaría que nos trataran (Mat. 7:12). Pensemos en lo que necesita cada persona. No les decimos lo mismo a todas las personas a las que predicamos, sino que nos adaptamos a las circunstancias y puntos de vista de cada una. Tratemos de conocerlas haciéndoles preguntas con tacto (Prov. 20:5). De esta manera, ellas mismas nos dirán por qué necesitan el mensaje del Reino. Una vez que lo sepamos, podremos interesarnos en sus necesidades y adaptarnos a ellas, tal como hizo Jesús (compare con 1 Corintios 9:19-23).w19.03 20 párr. 2; 22 párrs. 8, 9

Domingo 2 de febrero

Haz rodar sobre Jehová mismo tus obras, y tus planes serán firmemente establecidos (Prov. 16:3).
Adán y Eva mostraron una descarada falta de gratitud por todo lo que Jehová había hecho por ellos. Todos tenemos la oportunidad de demostrar cuánto nos desagrada la decisión que ellos tomaron. Al bautizarnos, le mostramos a Jehová que creemos que él tiene la autoridad de decidir lo que está bien y lo que está mal. También le demostramos que lo amamos y que confiamos en él. Después de bautizarnos, debemos seguir a diario las normas de Jehová, no las nuestras. Es cierto que no es fácil, pero millones de personas lo hacen todos los años. Nosotros podemos ser como ellas. Para lograrlo, sigamos profundizando nuestra comprensión de la Biblia, tengamos la costumbre de pasar tiempo con los hermanos y hablemos a los demás con entusiasmo de lo que hemos aprendido sobre nuestro cariñoso Padre celestial (Heb. 10:24, 25). Y, cuando tomemos decisiones, escuchemos los consejos que Jehová nos da mediante su Palabra y su organización (Is. 30:21). Entonces, nos irá bien en la vida (Prov. 16:20). w19.03 7 párrs. 17, 18

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