Lunes 13 de enero
Sigan andando en la verdad (3 Juan 4).
En el siglo primero, hubo algunos que al principio aceptaron las enseñanzas de Jesús pero luego dejaron de andar en la verdad. Por ejemplo, en cierta ocasión, Jesús hizo un milagro para alimentar a una multitud que lo seguía. Más tarde, la gente cruzó con él a la otra orilla del mar de Galilea. Pero allí Jesús les dijo algo que los dejó perplejos: “A menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes”. En vez de pedirle que les explicara sus palabras, dijeron: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. Como resultado, “muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6:53-66). Por desgracia, hoy día ha habido quienes han dejado la verdad. Algunos han tropezado por algo que hizo o dijo un hermano conocido. Otros se han ofendido porque recibieron algún consejo bíblico o tuvieron un choque de personalidad con un hermano. w18.11 9 párrs. 3-5
Martes 14 de enero
Su Caudillo es uno, el Cristo (Mat. 23:10).
Cuando no entendemos del todo por qué la organización hace algunos cambios, es bueno que pensemos en cómo ha dirigido Cristo a los siervos de Dios en el pasado. Tanto en los días de Josué como en el siglo primero, en todo momento los ha guiado bien para protegerlos, reforzar su fe y mantenerlos unidos (Heb. 13:8). “El esclavo fiel y discreto” nos da guía al tiempo apropiado (Mat. 24:45). Esto demuestra el amor de Jesús y su interés por nuestro bienestar espiritual. Al percibir la guía de Cristo, nos damos cuenta de que desea ayudarnos a tener una fe fuerte. Cristo no solo atiende nuestras necesidades espirituales. También nos ayuda a estar centrados en la obra más importante de nuestros días, la predicación (Mar. 13:10). w18.10 25 párrs. 13-16
Miércoles 15 de enero
Anden de una manera digna del llamamiento con el cual fueron llamados, con completa humildad mental (Efes. 4:1, 2).
Un ejemplo notable de cómo controlarnos cuando otros nos provocan lo encontramos en 2 Samuel 16:5-13. David y sus servidores aguantaron insultos y ataques por parte de Simeí, un pariente del rey Saúl. David tenía el poder para acabar con esa situación, pero decidió soportarla. ¿De dónde sacó las fuerzas para controlarse? Según indica su encabezamiento, el Salmo 3 fue compuesto cuando David “huía a causa de Absalón su hijo”. Los versículos 1 y 2 encajan muy bien con lo que se narra en el capítulo 16 de 2 Samuel. Salmo 3:4 destaca la confianza que David tenía. Él dijo: “Con mi voz clamaré a Jehová mismo, y él me responderá”. Nosotros también podemos orar cuando nos atacan. Entonces, Jehová nos dará su espíritu santo para que podamos aguantar. ¿Se nos ocurre alguna situación en la que debamos controlarnos o perdonar a alguien que nos trata mal sin motivo? ¿Confiamos en que Jehová ve nuestro sufrimiento y nos ayudará? w18.09 6 párrs. 16, 17
Jueves 16 de enero
Somos colaboradores de Dios (1 Cor. 3:9).
Al predicar, siempre debemos ser considerados y respetuosos, y para ello es necesario tener claro cómo son las personas de nuestra zona. Tengamos presente que cuando predicamos de casa en casa, las personas no nos esperan porque no nos han invitado. Así que es muy importante que vayamos a horas en las que es más probable que estén dispuestas a hablar (Mat. 7:12). Por ejemplo, ¿se levantan las personas de nuestro territorio más tarde los fines de semana? Si es así, tal vez podamos empezar predicando en las calles o con los carritos, o revisitando a quienes sabemos que ya están despiertos. La gente está muy ocupada, así que tal vez convenga que nuestras visitas sean breves, al menos las primeras (1 Cor. 9:20-23). Cuando la persona ve que tomamos en cuenta sus circunstancias o su apretado horario, es más probable que nos reciba de nuevo. Si tenemos las cualidades que proceden del espíritu santo, seremos auténticos “colaboradores de Dios”. Hasta puede que Jehová nos utilice para atraer a alguien a la verdad (1 Cor. 3:6, 7). w18.09 32 párrs. 15-17
Viernes 17 de enero
Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra (Mat. 5:5).
¿Por qué contribuye a la felicidad ser de genio apacible? Algunas personas eran duras, problemáticas y agresivas en el pasado. Pero llegaron a tener un conocimiento exacto de la verdad de la Biblia, cambiaron y se vistieron de “la nueva personalidad”. Ahora son cariñosas, compasivas, amables, humildes, apacibles y pacientes (Col. 3:9-12). Como consecuencia, se llevan bien con los demás y son felices. Lo que es más, la Palabra de Dios promete que estas personas “heredarán la tierra” (Sal. 37:8-10, 29). ¿En qué sentido “heredarán la tierra” los de genio apacible? Los discípulos ungidos de Jesús la heredarán cuando sean sacerdotes y la gobiernen como reyes (Rev. 20:6). Y los millones de personas que no esperan ir al cielo heredarán la Tierra cuando vivan para siempre en ella en perfección, paz y felicidad. w18.09 19 párrs. 8, 9
Sábado 18 de enero
Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír (Sant. 1:19).
El mejor ejemplo de esto es Jehová (Gén. 18:32; Jos. 10:14). Veamos lo que nos enseña Éxodo 32:11-14. Jehová no necesitaba para nada la opinión de Moisés, pero dejó que le expresara sus sentimientos. ¿Quién de nosotros escucharía con paciencia a alguien que se ha equivocado y seguiría sus sugerencias? Pues bien, Jehová escucha con paciencia a los seres humanos que le oran con fe. Cada uno de nosotros debería preguntarse: “Si Jehová escucha con humildad a seres humanos como hizo con Abrahán, Raquel, Moisés, Josué, Manóah, Elías y Ezequías, ¿no debería hacer yo lo mismo? ¿Puedo honrar más a los hermanos tratándolos con dignidad, escuchando sus sugerencias e incluso siguiendo sus buenas ideas? ¿Hay alguien en la congregación o en mi familia que necesite que lo escuche con atención? ¿Haré algo al respecto?” (Gén. 30:6; Juec. 13:9; 1 Rey. 17:22; 2 Crón. 30:20). w18.09 6 párrs. 14, 15
Domingo 19 de enero
El alma generosa será engordada ella misma; y el que liberalmente riega a otros, él mismo también será liberalmente regado (Prov. 11:25).
Vivir rodeados de personas egoístas puede hacer difícil mantener un espíritu generoso. Sin embargo, Jesús dijo que los dos mandamientos más importantes son amar a Jehová con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y amar al prójimo como a nosotros mismos (Mar. 12:28-31). Los que aman a Dios procuran imitarlo. Tanto él como su Hijo son generosos, y los dos nos recomiendan serlo porque nos hará felices de verdad. Nuestros esfuerzos por ser generosos con Dios y el prójimo traerán honra a Jehová y beneficios para nosotros y para los demás. Seguro que ya estamos tratando de ayudar al prójimo, sobre todo a nuestros hermanos (Gál. 6:10). Si no nos cansamos, es muy probable que otras personas nos lo agradezcan y nos amen por ello, y nosotros seremos felices. w18.08 22 párrs. 19, 20
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