domingo, 31 de mayo de 2020

texto diario del 1 junio al 7 de junio

Junio

Lunes 1 de junio

Sin importar qué le pidan al Padre en mi nombre, él se lo dará a ustedes (Juan 15:16).
Esta promesa debió fortalecer mucho a los apóstoles. Es verdad que Jesús iba a morir pronto, algo que ellos aún no comprendían bien. Pero no dejarían de recibir ayuda. Cuando le pidieran a Jehová que los ayudara a predicar el mensaje del Reino, él contestaría sus ruegos. De hecho, poco tiempo después, vieron cómo les respondía (Hech. 4:29, 31). Lo mismo ocurre hoy. Mientras sigamos dando fruto, seguiremos siendo amigos de Jesús. Además, tendremos la seguridad de que Jehová nos responderá cuando le pidamos ayuda para superar los obstáculos que nos encontremos en la predicación (Filip. 4:13). Qué agradecidos estamos de que Jehová responda nuestras oraciones y de que Jesús sea nuestro amigo. Estas cosas nos dan fuerzas para continuar produciendo fruto (Sant. 1:17). w18.05 21 párrs. 17, 18

Martes 2 de junio

Animémonos unos a otros, y tanto más al contemplar ustedes que el día se acerca (Heb. 10:25).
En solo cinco años, los cristianos de origen judío que vivían en Jerusalén verían acercarse el “día de Jehová” sobre la ciudad. Comprenderían que la señal que Jesús profetizó se estaba cumpliendo y que debían huir (Hech. 2:19, 20; Luc. 21:20-22). Aquel día de Jehová llegó en el año 70, cuando los romanos ejecutaron el castigo divino sobre Jerusalén. En nuestros días, tenemos razones de sobra para creer que está cerca el día de Jehová, que será “grande y muy inspirador de temor” (Joel 2:11). Y las palabras de Sofonías 1:14 se cumplen también en la actualidad: “El gran día de Jehová está cerca. Está cerca, y hay un apresurarse muchísimo de él”. Por eso, Pablo nos dice: “Considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes” (Heb. 10:24). En otras palabras, debemos estar cada vez más pendientes de nuestros hermanos para que podamos animarlos cuando lo necesiten. w18.04 20 párrs. 1, 2

Miércoles 3 de junio

Sé animoso y fuerte. No sufras sobresalto ni te aterrorices, porque Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas (Jos. 1:9).
Qué mensaje tan fortalecedor recibió Josué de parte de Jehová antes de llevar a los israelitas hasta la Tierra Prometida. Jehová no solo dio ánimos a algunos de sus siervos, sino también a todos ellos en conjunto. Por ejemplo, como sabía que el pueblo judío necesitaría consuelo cuando estuviera cautivo en Babilonia, le hizo esta promesa: “No tengas miedo, porque estoy contigo. No mires por todos lados, porque soy tu Dios. Yo ciertamente te fortificaré. Yo cierta y verdaderamente te ayudaré. Sí, yo verdaderamente te mantendré firmemente asido con mi diestra de justicia” (Is. 41:10). Los primeros cristianos tenían esa misma seguridad, y también la tenemos nosotros hoy (2 Cor. 1:3, 4). Jehová también le dio ánimos a su Hijo, Jesús. Cuando este se bautizó, oyó una voz decir desde el cielo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado” (Mat. 3:17). De seguro, estas palabras lo fortalecieron durante su ministerio. w18.04 16 párrs. 3-5

Jueves 4 de junio

En cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él (Gén. 2:17).
Muchas personas hoy opinan que el mandato que Dios le dio a Adán implicaba negarle la libertad de hacer lo que quisiera. Pero no es cierto. No es lo mismo tener el derecho a decidir lo que uno quiere hacer que tener el derecho a decidir lo que está bien y lo que está mal. Adán y Eva tenían libertad para decidir si obedecían a Dios o no. Sin embargo, solo Jehová tiene el derecho a decidir lo que está bien y lo que está mal. Esto es lo que simbolizaba “el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” que había en el jardín de Edén (Gén. 2:9). Con el mandato que Jehová les dio a Adán y Eva, les estaba enseñando que debían obedecerlo para ser realmente libres. Por desgracia, Adán y Eva escogieron desobedecer. Pero ¿llegaron a ser más libres? No. Como querían vivir a su manera, perdieron la verdadera libertad. w18.04 5, 6 párrs. 9-12

Viernes 5 de junio

Durante el tiempo de toda la angustia de ellos le fue angustioso a él (Is. 63:9).
Cuando los siervos de Dios sufren, él no solo se compadece de ellos, sino que actúa para ayudarlos. Veamos un caso. Mientras los israelitas eran esclavos en Egipto, Jehová sintió su dolor, y eso lo motivó a liberarlos. Le dijo a Moisés: “Indisputablemente he visto la aflicción de mi pueblo [...] y he oído el clamor de ellos [...]; porque conozco bien los dolores que sufren. Y estoy procediendo a bajar para librarlos de la mano de los egipcios” (Éx. 3:7, 8). Como sentía compasión por ellos, los rescató de la esclavitud. Siglos más tarde, cuando estaban en la Tierra Prometida, los atacaron las naciones enemigas. ¿Cómo reaccionó Dios? La Biblia dice que “sentía pesar por el gemido de ellos” por culpa de quienes los oprimían y maltrataban. Una vez más, la empatía lo motivó a ayudarlos, y envió jueces para librarlos de sus enemigos (Juec. 2:16, 18).w19.03 15 párrs. 4, 5

Sábado 6 de junio

¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres pueden olvidar; no obstante, yo mismo no me olvidaré de ti (Is. 49:15).
Los dos primeros mandamientos ordenaban a los israelitas adorar solo a Dios y les prohibían adorar ídolos (Éx. 20:3-6). En realidad, estos mandatos no beneficiaban a Jehová, sino a los propios israelitas. A estos les iba mal cuando adoraban a los dioses de otras naciones. En cambio, Jehová los bendijo cuando fueron leales y actuaron con justicia (1 Rey. 10:4-9). Jehová no tiene la culpa de que quienes dicen servirle desobedezcan sus normas y hagan daño a sus siervos. Aun así, nos ama y sabe cuándo padecemos injusticias. Le duele vernos sufrir más que a una madre ver sufrir a su bebé. Puede que Dios no dé su merecido de inmediato a quienes cometen injusticias y no se arrepienten, pero lo hará a su debido tiempo. w19.02 22 párrs. 13-15

Domingo 7 de junio

Que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya (Luc. 22:42).
En las semanas anteriores a la Conmemoración, las reuniones se centran en analizar el ejemplo de Jesús y la humildad que demostró al sacrificar su vida por nosotros. Como consecuencia, nos sentimos motivados a imitar su humildad y a hacer la voluntad de Dios, incluso cuando resulta difícil. Pensemos en cómo demostró valentía en los días que precedieron a su muerte. Sabía muy bien que pronto sus enemigos lo humillarían, le darían latigazos y lo ejecutarían (Mat. 20:17-19). Aun así, estuvo dispuesto a afrontar la muerte. Cuando llegó ese momento, les dijo a los apóstoles fieles, que estaban con él en el jardín de Getsemaní: “Levántense, vámonos. ¡Miren! El que me traiciona se ha acercado” (Mat. 26:36, 46). Y, cuando una muchedumbre armada fue a detenerlo, dio un paso adelante, dijo quién era y mandó a los soldados que dejaran que se fueran los apóstoles (Juan 18:3-8). ¿Verdad que demostró que era muy valiente? Hoy día, tanto los cristianos ungidos como las otras ovejas nos esforzamos por imitar su valor. w19.01 27, 28 párrs. 7, 8

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