domingo, 7 de junio de 2020

¿Cómo vemos “los campos”? “Levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha” (JUAN 4:35).

¿Cómo vemos “los campos”?

“Levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha” (JUAN 4:35).
CANCIÓN 64 Participemos con gozo en la cosecha
AVANCE*
1, 2. Al parecer, ¿por qué dijo Jesús las palabras que leemos en Juan 4:35, 36?
EN SU viaje a Galilea, Jesús pasa por varios campos, quizás campos verdes de cebada que empieza a brotar (Juan 4:3-6). Aún quedan unos cuatro meses para la cosecha. Entonces, Jesús les dice a sus discípulos algo que debe parecerles extraño: “Levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha” (lea Juan 4:35, 36). ¿A qué se refiere?
Al parecer, Jesús está hablando de una cosecha espiritual, es decir, una recolección de personas. Pensemos en lo que acaba de ocurrir. Aunque los judíos normalmente evitan a los samaritanos, Jesús le ha predicado a una mujer samaritana, y ella le ha prestado atención. De hecho, mientras Jesús dice que los campos están “blancos, listos para la cosecha”, un buen grupo de samaritanos a los que la mujer les ha hablado de Jesús se acercan para saber más de él (Juan 4:9, 39-42). Una obra especializada comenta lo siguiente sobre este relato: “La buena disposición de estas personas [...] mostró que eran como el grano que está listo para la cosecha”.
Jesús conversa con algunos de sus discípulos junto a un campo de cebada.
¿Qué deberíamos hacer si vemos que nuestros campos están “blancos, listos para la cosecha”? (Vea el párrafo 3).
3. ¿Por qué mejorará nuestra predicación si vemos a las personas como las veía Jesús?
¿Y nosotros? ¿Cómo vemos a las personas a quienes les llevamos las buenas noticias? ¿Pensamos que son como el grano que está listo para la cosecha? En ese caso, sucederán tres cosas. Primero, predicaremos con más sentido de urgencia. Como la época de la cosecha tiene una duración limitada, no hay tiempo que perder. Segundo, nos sentiremos felices al participar con empeño en esta labor. La Biblia dice: “La gente se alegra en el tiempo de la cosecha” (Is. 9:3). Y, tercero, veremos a cada persona como un futuro discípulo, así que adaptaremos nuestra presentación al tema que le interese.
4. ¿Qué aprenderemos del apóstol Pablo en este artículo?
Jesús no pensó que los samaritanos fueran un caso perdido, como quizás habrían pensado sus seguidores. Más bien, los vio como futuros discípulos. Así es como debemos ver a las personas de nuestro territorio. El apóstol Pablo nos puso un excelente ejemplo a este respecto. En este artículo, analizaremos tres cosas que podemos aprender de él. Primero, que conocía un poco las creencias de quienes lo escuchaban. Segundo, que comprendía lo que les interesaba. Y, tercero, que los veía como futuros discípulos de Jesús.

¿QUÉ CREEN LAS PERSONAS?

5. ¿Por qué podía entender Pablo a quienes lo escuchaban en la sinagoga?
Pablo predicaba a menudo en las sinagogas judías. Por ejemplo, en la de Tesalónica, habló con los judíos y “durante tres sábados razonó con ellos usando las Escrituras” (Hech. 17:1, 2). Seguro que se sentía cómodo en la sinagoga, pues se había criado como judío (Hech. 26:4, 5). Entendía a los judíos y por eso podía predicarles con confianza (Filip. 3:4, 5).
6. ¿Cuál era la diferencia entre quienes escucharon a Pablo en la sinagoga y los que estaban en el mercado de Atenas?
Cuando los enemigos de Pablo lo obligaron a huir de Tesalónica y más tarde de Berea, se fue a Atenas. Una vez allí, de nuevo “se puso a razonar en la sinagoga con los judíos y con otras personas que adoraban a Dios” (Hech. 17:17). En cambio, cuando predicó en la plaza de mercado, se encontró con otro tipo de personas. Entre ellas había filósofos y otros gentiles para los que el mensaje de Pablo era una “nueva enseñanza”. Le dijeron: “Estás hablando de cosas que nos suenan extrañas” (Hech. 17:18-20).
7. Según Hechos 17:22, 23, ¿cómo adaptó Pablo su forma de predicar?
(Lea Hechos 17:22, 23). Pablo no les predicó a los gentiles de Atenas de la misma manera que a los judíos de la sinagoga. Probablemente se preguntó qué creían los habitantes de Atenas. Observó con cuidado a su alrededor y se fijó en sus costumbres religiosas. Después, buscó un terreno común entre lo que creían ellos y la verdad de las Escrituras. Un comentarista bíblico explica lo siguiente sobre Pablo: “Como judeocristiano, se da cuenta de que los griegos paganos no dan culto al ‘verdadero’ Dios de judíos y cristianos, y trata de demostrar [...] que el Dios a quien él proclama no es en realidad extraño a los atenienses”. Así que el apóstol estuvo dispuesto a adaptar su forma de predicar. Le dijo a la gente de Atenas que su mensaje venía del “Dios Desconocido” a quien ellos intentaban adorar. Aunque los gentiles no conocían las Escrituras, Pablo no los dio por perdidos. Al contrario, los vio como el grano que está listo para la cosecha y adaptó su manera de presentar las buenas noticias.
Serie de imágenes: un matrimonio se fija en los detalles del territorio mientras predica. 1. El matrimonio está a la puerta de una casa bien cuidada y decorada con flores. 2. Un padre juega con su hijita dentro de su casa. Afuera hay una bicicleta de niños. 3. Una casa descuidada. Las persianas están rotas, los depósitos de la basura están repletos y hay basura en el suelo. 4. Una casa con una cruz en la puerta y una imagen de María en un nicho. 5. Una mujer pasea un perro por la acera.
Sigamos el ejemplo del apóstol Pablo y seamos observadores, adaptemos nuestra presentación y veamos a las personas como futuros discípulos. (Vea los párrafos 8, 12 y 18).*
8. a) ¿Qué nos puede ayudar a saber lo que creen las personas del territorio? b) ¿Qué podríamos contestar si alguien nos dice que tiene su propia religión?
Como Pablo, seamos observadores. Estemos atentos a detalles que indiquen lo que creen las personas de nuestro territorio. ¿Hay algún adorno en su casa o en su vehículo? ¿Nos indica su nombre, su manera de vestir y arreglarse o hasta su vocabulario de qué religión son? O puede que incluso nos hayan dicho directamente que tienen su propia religión. Cuando eso le pasa a cierta precursora especial, ella dice: “No lo visito para que cambie de religión. Solo deseo hablar con usted sobre...”.
9. ¿Qué creencias podemos tener en común con una persona religiosa?
¿De qué temas podríamos hablar con una persona religiosa? Intentemos buscar un terreno común. Quizás ella adore a un solo Dios, reconozca que Jesús es el Salvador de la humanidad o crea que la maldad que vemos hoy pronto acabará. Usemos las creencias que tengamos en común para presentar el mensaje de la Biblia de manera atractiva.
10. ¿Qué debemos intentar hacer, y por qué?
10 Tengamos en cuenta que tal vez la persona no crea todo lo que enseña su religión. Así que, una vez que sepamos a qué religión pertenece, tratemos de averiguar lo que ella cree. Un precursor especial de Australia llamado David dice: “Hoy día, muchos mezclan su religión con ideas filosóficas”. Una hermana de Albania llamada Donalta cuenta: “A veces hablamos con gente que dice que tiene su religión, pero después admiten que no creen en Dios”. Y un misionerode Argentina explica que algunos que afirman creer en la trinidad en realidad no creen que el Padre, el Hijo y el espíritu santo sean un solo Dios. Y añade: “Saber esto te facilita mucho encontrar un terreno común con la persona”. Por tanto, intentemos averiguar lo que la gente cree en realidad. Entonces, como Pablo, llegaremos a ser “de todo con gente de todo tipo” (1 Cor. 9:19-23).

¿QUÉ LES INTERESA?

11. De acuerdo con Hechos 14:14-17, ¿cómo predicó Pablo de manera atrayente a los habitantes de Listra?
11 (Lea Hechos 14:14-17). Pablo se fijaba en lo que les interesaba a sus oyentes y adaptaba su presentación. Por ejemplo, la multitud a la que predicó en Listra sabía poco o nada de las Escrituras. Así que Pablo habló de cosas que les resultaban familiares, como las cosechas abundantes y la alegría de vivir. Usó palabras y ejemplos fáciles de entender.
12. ¿Qué podemos hacer para averiguar lo que le interesa a una persona y adaptar nuestra presentación?
12 Tratemos de saber lo que les interesa a las personas de nuestro territorio yadaptemos nuestra presentación. ¿Cómo podemos averiguar lo que le interesa a una persona al acercarnos a ella o a su casa? De nuevo, seamos observadores. Quizás esté trabajando en el jardín, leyendo un libro, reparando un vehículo o haciendo cualquier otra cosa. Si lo vemos apropiado, podemos empezar la conversación hablando de lo que está haciendo (Juan 4:7). Hasta la ropa de la persona nos puede decir algo sobre ella: su nacionalidad, a qué se dedica o su equipo deportivo favorito. Un hermano llamado Gustavo dice: “Empecé una conversación con un joven de 19 años que llevaba en la camiseta la imagen de un cantante famoso. Le pregunté algo sobre su camiseta, y me dijo por qué le gustaba ese cantante. Aquella conversación resultó en un curso bíblico, y el joven es ahora uno de nuestros hermanos”.
13. ¿Cómo podemos ofrecer un curso bíblico de forma atrayente?
13 Cuando le ofrezcamos a alguien un curso de la Biblia, hagámoslo de manera atractiva. Expliquémosle cómo le beneficiará personalmente (Juan 4:13-15). Por ejemplo, una mujer que mostró interés hizo pasar a su casa a una hermana llamada Hester. Cuando la hermana vio en la pared un diploma que indicaba que la mujer era profesora de Pedagogía, destacó que nosotros también enseñamos mediante cursos bíblicos y nuestras reuniones. La mujer aceptó estudiar la Biblia, fue a una reunión al día siguiente y poco después asistió a una asamblea de circuito. Al cabo de un año, se bautizó. Preguntémonos: “¿Qué les interesa a las personas a las que revisito? ¿Puedo explicarles de una forma atrayente en qué consiste nuestro programa de cursos bíblicos?”.
14. ¿Cómo podemos adaptar el curso bíblico a cada estudiante?
14 Si hemos empezado un curso bíblico, preparémonos bien para cada sesión de estudio, teniendo en cuenta las circunstancias del estudiante y lo que le interesa. Pensemos en los textos que leeremos, los videos que le enseñaremos y los ejemplos que usaremos para explicar las verdades bíblicas. Preguntémonos qué llamará la atención del estudiante y le llegará al corazón (Prov. 16:23). En Albania, una mujer que estaba estudiando con una precursora llamada Flora afirmó: “No puedo aceptar la enseñanza de la resurrección”. Flora no insistió en el asunto. Dice: “Me di cuenta de que ella primero necesitaba conocer al Dios que promete la resurrección”. A partir de entonces, en cada sesión de estudio, Flora destacaba el amor, la sabiduría y el poder de Jehová. Con el tiempo, la mujer aceptó de buena gana esta enseñanza. Ahora sirve a Jehová con entusiasmo.

VEÁMOSLAS COMO FUTUROS DISCÍPULOS

15. Según Hechos 17:16-18, ¿qué costumbres de los atenienses molestaban a Pablo, pero por qué no los consideró un caso perdido?
15 (Lea Hechos 17:16-18). Es cierto que los atenienses adoraban a dioses falsos, llevaban una vida inmoral y creían en filosofías paganas. Pero Pablo no los consideró un caso perdido ni dejó que sus insultos lo desanimaran. Él mismo se hizo cristiano aunque había sido “blasfemo, perseguidor e insolente” (1 Tim. 1:13). Tal como Jesús vio a Pablo como un futuro discípulo, así vio Pablo a la gente de Atenas. Y no se equivocó (Hech. 9:13-15; 17:34).
16, 17. ¿Qué ejemplos demuestran que personas de toda clase pueden llegar a ser discípulos de Cristo?
16 En el siglo primero, personas de toda clase llegaron a ser discípulos de Jesús. Cuando Pablo escribió a los cristianos que vivían en la ciudad griega de Corinto, dijo que algunos de ellos habían sido delincuentes y habían llevado vidas muy inmorales. Y luego añadió: “Pero han sido lavados” (1 Cor. 6:9-11). ¿Habríamos pensado que aquellas personas podían cambiar y hacerse discípulos?
17 Hoy día, muchos están dispuestos a hacer los cambios necesarios para llegar a ser discípulos de Jesús. Por ejemplo, una precursora especial de Australia llamada Yukina pudo comprobar que cualquier persona puede aceptar el mensaje de la Biblia. Un día, estaba en una agencia inmobiliaria y vio a una joven llena de tatuajes y con ropa muy holgada. Yukina recuerda: “Dudé por un momento en hablar con ella. Pero, cuando lo hice, descubrí que tenía tanto interés por la Biblia que algunos de sus tatuajes eran fragmentos de los Salmos”. La joven empezó a estudiar la Biblia y a asistir a las reuniones.*
18. ¿Por qué no debemos juzgar a las personas?
18 ¿Dijo Jesús que los campos estaban listos para la cosecha porque esperaba que la mayoría de las personas lo siguieran? No, para nada. Las Escrituras habían predicho que relativamente pocos pondrían su fe en él (Juan 12:37, 38). Y Jesús tenía el poder de leer los corazones (Mat. 9:4). Aun así, les predicó con entusiasmo a todos, pero se centró en los pocos que creyeron en él. En nuestro caso, como no podemos leer los corazones, luchemos contra la tendencia a juzgar a una persona o el territorio. Más bien, veamos a las personas como futuros discípulos. Un misionero de Burkina Faso llamado Marc lo explica así: “Las personas que creo que progresarán a menudo dejan de estudiar. Pero las que creo que no llegarán muy lejos progresan muy bien. He aprendido que es mejor dejar que nos dirija el espíritu de Jehová”.
19. ¿Cómo debemos ver a las personas de nuestro territorio?
19 A primera vista, podría parecer que pocas personas del territorio son como el grano que está listo para la cosecha. Pero recordemos lo que Jesús les dijo a sus discípulos. Los campos están blancos, es decir, listos para la cosecha. Las personas pueden cambiar y llegar a ser discípulos de Cristo. Para Jehová son “cosas valiosas” (Ageo 2:7). Si las vemos como Jehová y como Jesús, trataremos de comprender sus circunstancias y lo que les interesa. Y no las veremos como desconocidos, sino como nuestros futuros hermanos.
CANCIÓN 57 Predicamos a toda clase de personas
Lo que pensamos de las personas de nuestro territorio influirá en nuestra manera de predicar y enseñar. Este artículo analiza cómo veían Jesús y el apóstol Pablo a quienes los escuchaban. También muestra cómo podemos seguir su ejemplo al tomar en cuenta lo que creen las personas y lo que les interesa, y al verlas como futuros discípulos.
En la serie de artículos “La Biblia les cambió la vida”, encontrará más ejemplos de los cambios que puede hacer una persona. Esta serie se publicó en La Atalayahasta el 2017. Ahora se publica en jw.org®. Vaya a SOBRE NOSOTROS > EXPERIENCIAS.
DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN: Un matrimonio va de casa en casa y observa 1) una casa bien cuidada y adornada con flores; 2) una casa en la que vive una familia con niños; 3) una casa descuidada por dentro y por fuera, y 4) una casa donde vive gente religiosa. ¿Dónde hay más probabilidades de encontrar a un futuro discípulo?

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