Lunes 8 de junio
Busquen mansedumbre (Sof. 2:3).
Para pintar un cuadro, hay que combinar varios colores atractivos. De manera parecida, para ser mansos, debemos combinar varias cualidades atractivas. Entre estas, se destacan la humildad, la obediencia, la apacibilidad y la valentía. Solo las personas humildes son obedientes a Dios y hacen su voluntad. Y parte de su voluntad es que seamos apacibles (Mat. 5:5; Gál. 5:23). Pero Satanás se enfurece cuando hacemos lo que Jehová quiere. Por eso, aunque seamos humildes y apacibles, muchas personas que forman parte del mundo de Satanás nos odian (Juan 15:18, 19). Por todo esto, debemos ser valientes. Lo contrario de ser mansos es ser arrogantes, coléricos y desobedientes a Jehová. Así mismo es Satanás. Con razón odia a las personas mansas, pues ponen al descubierto con sus buenas cualidades lo malvado que es. Y, lo que es peor para él, demuestran que es un mentiroso, porque sin importar lo que diga o haga no puede impedir que los mansos sirvan a Jehová (Job 2:3-5). w19.02 8, 9 párrs. 3-5
Martes 9 de junio
No mires por todos lados, porque soy tu Dios (Is. 41:10).
Jehová sabía que los habitantes de Babilonia sentirían miedo debido a que el poderoso ejército medopersa los atacaría. Jehová usaría a este ejército para liberar a su pueblo (Is. 41:2-4). Cuando los babilonios y la gente de otras naciones se dieron cuenta de que se acercaba el enemigo, intentaron no caer presa del pánico diciéndose unos a otros: “Sé fuerte”. También hicieron más dioses con la esperanza de que estos los protegieran (Is. 41:5-7). Mientras tanto, estas palabras que Jehová había dicho tranquilizaron a su pueblo: “Tú, oh Israel, [a diferencia de las otras naciones,] eres mi siervo”. Y, para que sus siervos no se angustiaran, les había dicho: “Soy tu Dios” (Is. 41:8-10). Al decir “soy tu Dios”, en presente, Jehová les aseguró a los judíos leales que no los había olvidado y que ellos seguían siendo su pueblo. Además, les dijo que los llevaría y los ayudaría a escapar. Sin duda, las palabras de Jehová fortalecieron a los judíos cautivos (Is. 46:3, 4). w19.01 4 párr. 8
Miércoles 10 de junio
De los cielos salió una voz: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado” (Mar. 1:11).
En Marcos 1:9-11 se registra la primera de tres ocasiones en las que Jehová habló desde el cielo. Dijo: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado”. Cuánto debió conmover a Jesús escuchar a su Padre expresarle de viva voz su amor y confianza. Las palabras de Jehová confirmaron tres cosas muy importantes: que Jesús es su Hijo, que lo ama y que le ha dado su aprobación. Al decir “Tú eres mi Hijo”, Jehová indicó que su querido Hijo, Jesús, ahora tenía una nueva relación con él. Mientras Jesús era un espíritu en el cielo, ya era uno de los hijos de Dios. Pero, al bautizarse, fue ungido con espíritu santo. En ese momento, Dios indicó que Jesús ahora era su Hijo ungido y tenía la esperanza de regresar al cielo para ser el Rey y Sumo Sacerdote nombrado por Dios (Luc. 1:31-33; Heb. 1:8, 9;2:17). Así que, cuando Jesús se bautizó, su Padre tenía buenas razones para decir: “Tú eres mi Hijo” (Luc. 3:22). w19.03 8 párrs. 3, 4
Jueves 11 de junio
No hay sabiduría en oposición a Jehová (Prov. 21:30).
Los malos consejos no son algo nuevo. Satanás fue el primero en darles a los seres humanos un mal consejo. Tuvo el descaro de decirle a Eva que ella y su esposo decidieran por sí mismos lo que harían con sus vidas porque así serían más felices (Gén. 3:1-6). Satanás solo estaba pensando en sí mismo. Quería que tanto ellos como sus futuros descendientes lo obedecieran y lo adoraran a él en vez de a Jehová. Pero era Jehová quien les había dado todo lo que tenían: su matrimonio, el bonito jardín donde vivían y unos cuerpos perfectos capaces de vivir para siempre. Por desgracia, Adán y Eva desobedecieron a Dios y cortaron su relación con él. Como sabemos, las consecuencias fueron desastrosas. Empezaron a envejecer y morir, igual que una flor se marchita y muere cuando la cortamos. Sus descendientes también sufrieron por culpa del pecado (Rom. 5:12). Aun así, la mayoría de las personas siguen prefiriendo desobedecer a Dios. Quieren vivir la vida a su manera (Efes. 2:1-3). Pero los resultados dejan claro lo ciertas que son las palabras del texto de hoy. w18.12 20 párrs. 3, 4
Viernes 12 de junio
Hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el espíritu, al combinar nosotros asuntos espirituales con palabras espirituales (1 Cor. 2:13).
El apóstol Pablo era un hombre culto e inteligente que hablaba al menos dos idiomas (Hech. 5:34; 21:37, 39; 22:2, 3). Aun así, no basaba sus decisiones en la sabiduría del mundo, sino en la Palabra de Dios (Hech. 17:2; 1 Cor. 2:6, 7). Gracias a ello, le fue bien en su ministerio y esperaba recibir la vida eterna (2 Tim. 4:8). No hay duda de que el modo de pensar de Dios es superior al de este mundo. Hacer lo que él dice resultará en que seamos muy felices y nos vaya bien en la vida. Pero Jehová no nos obliga a pensar como él. Ni “el esclavo fiel y discreto” ni los ancianos controlan lo que pensamos (Mat. 24:45; 2 Cor. 1:24). Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de adaptar su forma de pensar a la de Dios. w18.11 20, 21 párrs. 12, 13
Sábado 13 de junio
El desconsuelo y el suspirar tendrán que huir (Is. 35:10).
Dios predijo mediante Isaías que habría paz en la tierra a la que regresarían los israelitas y que estos no tendrían que temer ataques de animales ni de personas violentas. Tanto niños como mayores estarían a salvo (Is. 11:6-9; 35:5-10; 51:3). Esa parte de la profecía se cumplió en aquella época. Pero la profecía también aseguraba que la tierra —es decir, toda la tierra, no solo la nación de Israel— estaría “llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. Isaías enfatizó que los que regresaran de Babilonia no se sentirían amenazados por seres humanos ni por animales. La tierra produciría mucho fruto gracias a un abundante suministro de agua, tal como sucedía en el jardín de Edén (Gén. 2:10-14; Jer. 31:12). ¿Sería este el único cumplimiento de la profecía? Fijémonos en que esta dice también que los ciegos, los cojos y los sordos serían curados milagrosamente. Pero esto no les sucedió a los israelitas, lo que indica que esas curaciones ocurrirían en el futuro. w18.12 5 párrs. 11, 12
Domingo 14 de junio
Sigamos andando en la verdad (3 Juan 3).
Esperamos andar en la verdad por toda la eternidad. ¿Cómo podemos fortalecer aún más nuestro deseo de continuar andando en ella? Sigamos apartando tiempo con regularidad para estudiar las valiosas verdades de la Palabra de Dios y meditemos en ellas. Mientras más estudiemos, más amaremos la verdad y fortaleceremos nuestro deseo de no venderla nunca. Pero no basta con tener conocimiento, también hay que actuar. Proverbios 23:23 dice que, además de comprar la verdad, debemos adquirir “sabiduría y disciplina y entendimiento”. Comprar sabiduría significa poner en práctica lo que aprendemos. Cuando tenemos entendimiento, relacionamos lo que aprendemos con lo que ya sabemos. Además, a veces la verdad nos disciplina, pues nos muestra los cambios que necesitamos hacer. Siempre debemos aceptar enseguida la disciplina, pues la Biblia enseña que es mucho más valiosa que la plata (Prov. 8:10). w18.11 9 párr. 3; 11 párrs. 13, 14
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