Lunes 30 de marzo
Todos los que estaban correctamente dispuestos para vida eterna se hicieron creyentes (Hech. 13:48).
Si somos pacientes con las personas, no esperaremos que comprendan o acepten las verdades bíblicas la primera vez que las escuchan. Por ejemplo, pensemos en la promesa bíblica de vivir para siempre en un Paraíso en la Tierra. Muchos creen que la muerte es el fin de todo. Y otros piensan que todos los buenos van al cielo. Un hermano explica lo que hace él. Primero, lee Génesis 1:28 y pregunta dónde y cómo quería Dios que vivieran los seres humanos. La mayoría de las personas contestan que en la Tierra y felices. A continuación, el hermano lee Isaías 55:11 y pregunta si el propósito de Dios ha cambiado. Las personas suelen decir que no. Por último, lee Salmo 37:10, 11 y pregunta: “Según la Biblia, ¿cómo vivirán los seres humanos en el futuro?”. Con este razonamiento, ha logrado que varias personas entiendan que Dios sigue queriendo que la gente buena viva para siempre en un Paraíso en la Tierra.w19.03 24 párrs. 14, 15; 25 párr. 19
Martes 31 de marzo
Escúchenle (Mat. 17:5).
Jehová dejó claro que desea que escuchemos y obedezcamos las palabras de su Hijo. Jesús enseñó a sus seguidores a predicar las buenas noticias del Reino y les recordó vez tras vez que se mantuvieran alerta (Mat. 24:42; 28:19, 20). También les pidió con insistencia que se esforzaran al máximo y los animó a no rendirse (Luc. 13:24). Además, les recalcó la necesidad de que se amaran unos a otros, permanecieran unidos y obedecieran sus mandamientos (Juan 15:10, 12, 13). Los consejos que les dio eran muy prácticos entonces y lo siguen siendo hoy día. Jesús dijo: “Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz” (Juan 18:37). Demostramos que escuchamos su voz cuando seguimos este consejo: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros” (Col. 3:13; Luc. 17:3, 4). También lo demostramos cuando predicamos nuestro mensaje con entusiasmo en tiempos buenos y en tiempos difíciles (2 Tim. 4:2). w19.03 10 párrs. 9, 10
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