No Hay Tierra Prometida Sin Pasar Por el Desierto
Si usted quiere ser un cristiano fiel que disfrute de las bendiciones de Dios con un corazón humilde y agradecido, interprete el tiempo de desiertos que hoy está atravesando como un tiempo determinado por Dios para prepararlo para la buena tierra que El le ha prometido.
(2: Continuación)
Aquí aprendemos también que dentro del desierto existen diversos lugares, para nosotros hoy la lección es que durante el desierto debemos atravesar diferentes etapas de pruebas. Pareciera que cuando atravesamos tiempos de desiertos las pruebas se nos vinieran todas encima. Dios ha preparado eso para formarnos y capacitarnos para disfrutar sus bendiciones posteriormente. Si caminamos con fidelidad avanzaremos al siguiente paso hasta entrar en la tierra de bendición. Para muchos el desierto fue un final, para otros un comienzo (Números 14:29-35).
¿Para qué sirven los tiempos de desiertos en la vida del creyente hoy? Deuteronomio 8:2:“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”
Note que dice “todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios”. Quizás usted estuvo pensando que todo lo que le pasó en el desierto era del diablo, ha invertido tiempo reprendiendo y reprendiendo, ¡y la situación no cambió sino que empeoró! ¡Pensar que era la mano del Gran Alfarero trabajando sobre su vida para prepararla para llegar a la tierra de bendición, la tierra que El le había prometido y usted no se había dado cuenta!
¿Cuál es el propósito de los tiempos de desierto en nuestras vidas?
- “Para afligirte”. Es fácil alabar a Dios y serle fiel cuando todo sale de maravillas, pero ¿qué pasa en la adversidad y cuando todo sale mal? ¿Seguimos fieles en medio de los problemas? Allí Dios prueba la CALIDAD de la vida espiritual que tenemos. Muchas veces pensamos o decimos con un tono de orgullo y soberbia que somos los “invencibles” y Dios nos aflige para mostrar nuestra realidad carnal que debe ser tratada y quebrada por el Señor.
- “Para probarte” ¿Probar qué? El NIVEL de nuestra espiritualidad. Aquí el Señor mide nuestra madurez y crecimiento espiritual. Tener años de creyente no significa alcanzar madurez.
- “Para saber lo que había en tu corazón”. Aquí el Señor prueba nuestra INTENCION interior de obedecer o desobedecerle. Podemos engañar a todos los que nos rodean con una fachada de “fieles y llenos de obediencia” pero el Señor siempre mira la intención del corazón.
Los tiempos de desiertos siempre nos muestran LO QUE EN REALIDAD SOMOS ANTE DIOS. Por cierto él ya lo sabe de antemano pero quiere que nosotros los sepamos para que nos humillemos, arrepintamos y volvamos al sendero de la obediencia.
¿Qué fluye de su ser en los tiempos de desiertos? ¿Fluye la presencia de Dios o su naturaleza carnal no quebrada? Dios siempre mira nuestras actitudes pues ellas revelan lo que hay oculto en el corazón. El pueblo de Israel en el desierto reveló su rebeldía, queja, desobediencia, incredulidad, tibieza, murmuración e idolatría. A ellos no les interesaban las lecciones de Dios en el desierto sino que querían solamente la bendición de Dios en la tierra prometida. Muchos de nosotros también somos así, somos tan necios de corazón y egoístas que en vez de tomar los tiempos de desiertos como un tiempo necesario de formación y crecimiento espiritual para llegar posteriormente a la tierra bendecida, nos rebelamos y lo único que nos importa es tener en nuestros brazos lo que habíamos pedido. Debido a nuestra rebeldía y por no interpretar el obrar del Señor es posible que Dios nos dé lo que queremos pero SIN SU BENDICION. Esto mismo le sucedió al pueblo rebelde de Israel.
Números 11:19-20 dice: “No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis delante de él diciendo: ¿Por qué salimos acá de Egipto?”
Números 11:31-34 dice también: “Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento, y casi dos codos sobre la faz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquél día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices; el que menos, recogió diez montones; y las tendieron para sí a lo largo alrededor del campamento. Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso”
Allí no todos murieron en el desierto, solo perecieron los codiciosos. La palabra codicia significa: “Apetito desordenado por la riqueza, deseo desesperado por las cosas”. Hoy día hay mucho pueblo de Dios que en vez de desear más del Señor, desear ser enseñados y corregidos por El, lo único que les interesa es su bienestar material. Nunca lo olvide: La bendición sin la bendición de Dios se transforma en maldición. Si nosotros hoy somos tan desobedientes de no aceptar lo que Dios nos da en el desierto, es probable que recibamos lo que pedimos pero con maldición.
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