Lunes 9 de marzo
El esposo no debe dejar a su esposa (1 Cor. 7:11).
Todos los cristianos debemos esforzarnos por honrar el matrimonio, tal como Jehová y Jesús. Pero a veces algunos no lo hacen, pues somos imperfectos (Rom. 7:18-23). Por eso, no debe sorprendernos que algunos matrimonios cristianos del siglo primero tuvieran problemas. Pablo escribió que “la esposa no debe irse de su esposo”, pero hubo casos en los que ocurrió (1 Cor. 7:10). Pablo no dijo por qué se produjeron esas separaciones. El problema no era que el esposo, por ejemplo, hubiera sido inmoral, pues en ese caso la esposa tendría base para divorciarse y casarse de nuevo. Pablo escribió que la esposa que estaba separada debía o bien permanecer sin casarse, o bien reconciliarse con su marido. Los dos seguían unidos para Dios. El apóstol aconsejó a los cónyuges que, si no había habido inmoralidad sexual, trataran de reconciliarse, no importa cuáles fueran los problemas. La pareja podía pedir ayuda a los ancianos. w18.1213 párrs. 14, 15
Martes 10 de marzo
Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios (Mat. 6:33).
Hoy día, Jehová desea que seamos sus amigos y hagamos lo máximo posible en su obra (Mat. 28:19, 20; Sant. 4:8). Puede que alguien con buenas intenciones trate de desviarnos. Por ejemplo, imaginemos que nuestro jefe nos ofrece un ascenso en el trabajo con un sueldo mucho mayor. El problema es que el nuevo puesto va a interferir con nuestro servicio a Jehová. O, si eres un joven, supón que te dan la oportunidad de seguir tus estudios, pero para ello tienes que irte de casa. ¿Sería ese el momento de pedir la guía de Jehová, investigar en las publicaciones y hablar con otros a fin de tomar una decisión? ¿No sería mejor investigar ahora lo que piensa Jehová y esforzarnos por hacer nuestros sus pensamientos? De ese modo, si alguna vez se nos presentan este tipo de ofertas, no serán para nosotros una tentación. Tendremos claras nuestras metas espirituales y estaremos resueltos a seguir tras ellas. Solo nos quedará hacer lo que sabemos que es correcto. w18.11 27 párr. 18
Miércoles 11 de marzo
Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón (Prov. 4:23).
Salomón era muy joven cuando llegó a ser rey de Israel. Al principio de su reinado, Jehová se le apareció en un sueño y le dijo: “Solicita lo que debo darte”. Salomón le respondió que solo era un joven inexperto, así que le pidió “un corazón obediente” (1 Rey. 3:5-10). Esa petición demostró que era muy modesto. No es de extrañar que Jehová lo amara tanto (2 Sam. 12:24). Como le agradó mucho lo que Salomón le pidió, le concedió “un corazón sabio y entendido” (1 Rey. 3:12). Mientras fue fiel, Salomón recibió muchas bendiciones. Tuvo el honor de construir un templo para el “nombre de Jehová el Dios de Israel” (1 Rey. 8:20). Fue famoso por la sabiduría que Dios le concedió. Y hasta escribió por inspiración divina tres libros de la Biblia, entre ellos el de Proverbios. w19.01 14 párrs. 1, 2
Jueves 12 de marzo
Cesen de amoldarse a este sistema (Rom. 12:2).
Algunas personas rechazan la idea de que alguien moldee su forma de pensar o influya en ella. Dicen: “No quiero que nadie piense por mí”. Probablemente, lo que quieren decir es que toman sus propias decisiones, y eso no tiene nada de malo. No quieren sentir que se las controla ni que se les roba lo que las diferencia del resto de la gente. Sin embargo, podemos tener la seguridad de que aprender a pensar como Jehová no significa renunciar a nuestras opiniones o a nuestro modo de ser. Como dice 2 Corintios 3:17, “donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”. Somos libres para desarrollar nuestra propia personalidad y para tener nuestros intereses y preferencias. Así nos hizo Dios. Lo que no podemos hacer es actuar como si nuestra libertad no tuviera límites (1 Ped. 2:16). Cuando debemos decidir si algo está bien o mal, Jehová quiere que sigamos la guía que nos da en su Palabra. w18.11 19 párrs. 5, 6
Viernes 13 de marzo
Demas me ha abandonado porque ha amado el presente sistema (2 Tim. 4:10).
Cuando aprendimos de Jehová, nuestro interés por lo material pasó a un segundo lugar, por detrás de los asuntos espirituales. Hicimos con gusto sacrificios a fin de andar en la verdad. Pero, al pasar el tiempo, tal vez veamos que otros se compran los últimos aparatos electrónicos o disfrutan de otras ventajas materiales, y quizás sintamos que nos estamos perdiendo algo. Si ya no estamos satisfechos con las cosas básicas, podemos dejar a un lado los asuntos espirituales a fin de acumular más cosas. Esto nos recuerda el caso de Demas. Su amor por “el presente sistema de cosas” lo llevó a abandonar una vida de servicio junto al apóstol Pablo. La Biblia no aclara si es que Demas amó las cosas materiales más que su servicio a Dios, o si es que ya no quiso sacrificarse para servir con Pablo. En cualquier caso, esto nos enseña que no debemos reavivar el amor por las cosas materiales, pues eso puede enfriar nuestro amor por la verdad. w18.11 10 párr. 9
Sábado 14 de marzo
Positivamente no morirán (Gén. 3:4).
La mentira de Satanás era malévola, pues él sabía muy bien que Eva moriría si le creía y comía el fruto prohibido. Tanto ella como su esposo desobedecieron a Jehová y con el tiempo murieron (Gén. 3:6; 5:5). Lo que es peor, “la muerte se extendió a todos los hombres” mediante el pecado y “reinó [...] aun sobre los que no habían pecado a la semejanza de la transgresión de Adán” (Rom. 5:12, 14). Los seres humanos no pueden vivir perfectos para siempre, como Dios quería en un principio, sino que tienen que contentarse con alcanzar los 70 años o llegar a los 80 si tienen una fortaleza especial. Y aun en ese caso la vida está llena de “penoso afán y cosas perjudiciales” (Sal. 90:10). ¡Qué tragedia! Y todo como consecuencia de la mentira del Diablo. Al explicar cómo actúa Satanás, Jesús dijo: “No permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él” (Juan 8:44). Y sigue siendo así. El Diablo continúa engañando “a toda la tierra habitada” con sus mentiras (Rev. 12:9). Pero nosotros no queremos caer en sus garras. w18.10 6, 7 párrs. 1-4
Domingo 15 de marzo
Felices son los pacíficos, puesto que a ellos se les llamará “hijos de Dios” (Mat. 5:9).
Los que fomentan la paz tienen buenos motivos para ser felices, pues el discípulo Santiago escribió: “En cuanto al fruto de la justicia, su semilla se siembra en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz” (Sant. 3:18). Si tenemos algún conflicto con alguien de la congregación o de nuestra familia, podemos rogarle a Jehová que nos ayude a hacer las paces. Él nos dará su espíritu santo y nos ayudará a mostrar cualidades cristianas y a ser más felices. Jesús recalcó la importancia de ser los primeros en buscar la paz cuando dijo: “Si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva” (Mat. 5:23, 24). w18.09 21 párr. 17
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