domingo, 9 de julio de 2023

sabias que,.-Los primeros granjeros Hace unos 9.000 años, comenzó a producirse un gran cambio en la humanidad.

Los primeros granjeros
Hace unos 9.000 años, comenzó a producirse un gran cambio en la humanidad.
Hasta entonces, y durante miles de años, los hombres recolectaban frutos o cazaban animales para alimentarse, allí donde podían; perseguían animales salvajes y recogían frutas y bayas. Habían roído raíces y buscado nueces. Los hombres debían contentarse con sobrevivir.
Una franja de tierra no podía sustentar a muchas familias, y los seres humanos se dispersaban sobre la superficie del planeta.
Más tarde, por un proceso gradual, aprendieron a almacenar alimentos para usarlos en el futuro. En vez de cazar animales, mantenían algunos vivos y los cuidaban. Los dejaban crecer y multiplicarse, y solamente unos pocos de vez en cuando. De este modo, no solo tenían carne, sino también leche o lana o huevos. Hasta podían hacer trabajar a algunos para ellos.
De igual manera, en vez de recolectar los alimentos vegetales, aprendieron a plantarlos y cuidarlos. Además, podían plantar mucha mayor cantidad de plantas útiles que las que podían encontrar en estado natural.
De cazadores recolectores, los grupos humanos se convirtieron en pastores y agricultores.
La siembra debía realizarse en fecha apropiada y recibir cuidados. Era menester quitar malas yerbas y mantener alejados los animales salvajes. Debían trabajar en cooperación y permanecer durante la estación de crecimiento.
Los agricultores se agruparon y construyeron viviendas permanentes cerca de los campos. Debían defenderse de animales salvajes y de las incursiones de los nómadas. Así surgieron los poblados. El alimento producido alcanzaba para alimentar a personas que no eran agricultores, pero proporcionaban cosas que los agricultores necesitaban, como la alfarería, fabricar herramientas o hacer adornos de piedra o metal. Algunos podían ser sacerdotes; otros, soldados; y todos eran alimentados por los agricultores.
Es difícil saber ahora dónde, exactamente, surgió la agricultura. Pero los arqueólogos están seguros que fue, muy probablemente en lo que llamamos el Oriente Próximo, muy probablemente en la zona limítrofe de las modernas naciones de Irak e Irán.
La cebada y el trigo crecían en forma silvestre. Sus espigas podían ser molidas y convertirlas en harina, que podía conservarse por meses.
En Irak Septentrional hay un lugar llamado Jarmo. Es un montículo bajo que, desde 1948, fue excavado cuidadosamente por el arqueólogo norteamericano Robert J. Braidwood. Halló los restos de un antiquísimo poblado, en el que se veían los cimientos de casas de delgadas paredes de barro apisonado y divididas en pequeñas habitaciones. Solamente puede haber albergado de 100 a 300 personas.
Allí se descubrieron inicios de una agricultura muy primitiva. En la más baja y primitiva de las capas, que data del 8.000 aC., se usaron herramientas de piedra para cortar el trigo y la cebada, y ollas de piedra para almacenar agua. Sólo en niveles superiores se halló una alfarería de barro cocido. También había animales domesticados. Los primeros granjeros de Jarmo tenían cabras, y también perros. Estaba ubicado en el borde de una cadena montañosa, donde el suelo es delgado y poco fértil. Sin embargo, al oeste y al sur de Jarmo había buenos terrenos, profundos y llanos, excelentes para la siembra, una región realmente fértil.
Jarmo se halla a unos 200 kilómetros al Este del río Tigris, de modo que podemos considerar que se halla en el borde nordeste de Mesopotamia. Podemos considerar que las técnicas de la agricultura se difundieron al oeste hacia el 5.000 aC. y que se comenzó a practicar en los tramos superiores de los dos ríos y sus tributarios. Los ríos eran una fuente de agua mejor que las lluvias, y los poblados que crecieron en sus márgenes fueron más grandes y avanzados que Jarmo.
De tanto en tanto, las tormentas o las inundaciones destruían las casas de barro seco. A veces, un poblado entero quedaba devastado. Los sobrevivientes o recién llegados reconstruían la ciudad sobre sus ruinas, llegando a formar montículos (llamados "Tell" en árabe), haciendo las ciudades más fáciles de defender y más seguras ante las inundaciones.


carlos adrian gomez burgara
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