7 Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí.
8 Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.
9 Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.
10 Entonces, ¿con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios,
11 porque está escrito:
Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el Señor.
12 Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios.
13 Dejemos entonces de juzgarnos mutuamente; traten más bien de no poner delante de su hermano nada que lo haga tropezar o caer.
14 Estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que nada es impuro por sí mismo; pero si alguien estima que una cosa es impura, para él sí es impura.
15 Si por un alimento, afliges a tu hermano, ya no obras de acuerdo con el amor. ¡No permitas que por una cuestión de alimentos se pierda aquel por quien murió Cristo!
carlos adrian gomez burgara
carlosadrian@inbox.ru
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.