La ultima defensa de la soberanía e independencia de México ante España ocurrió en el mes de septiembre de 1829, en un paraje en la rivera del Panuco, entre los actuales estados de Tamaulipas y Veracruz, llamado Pueblo Viejo, entre las fuerzas nacionales al mando del general Antonio López de Santa Anna y las fuerzas expedicionarias del brigadier Isidro Barradas.
El primero en enterarse de las intenciones españolas de reconquista fue precisamente Santa Anna que se hallaba en Veracruz, esto gracias a la excelente comunicación que existía entre la ciudad de La Habana y el puerto jarocho, gracias a eso el general mexicano supo sobre los movimientos de reconcentración de tropas en la isla y la llegada de Barradas a Cabo Rojo, a finales de Julio, donde las tropas españolas iniciaron a tomar posiciones en las plazas de Tampico, Doña Cecilia y La Barra. Aunque siempre se le ha tachado de inepto en el campo de batalla, en respuesta al desembarco, Santa Anna se mostró en esa época como uno de los más hábiles estrategas al momento de disponer de la organización de un ejército, salido de la nada, algo en lo que siempre fue un experto y sobre todo en la movilización de sus tropas de la manera más veloz, del puerto de Veracruz a Tampico. Santa Anna conocía los terribles caminos del estado, esto gracias a sus campañas contra los insurgentes en la Guerra de Independencia, es así que confisco todos los buques mercantes a su disposición, incluso los extranjeros, para transportar sus tropas al norte del país, esto para evitar los caminos inundados por las lluvias, que retrasarían el avance, mientras esto ocurría, envió a la caballería por tierra para que se moviera sobre la laguna de Tamiahua, ambas fuerzas confluyeron en la región y sobre Tampico el 19 de agosto de 1829, solo días antes, el presidente Vicente Guerrero había nombrado al xalapeño, general en jefe del Ejército de Operaciones contra los españoles.
Las tropas mexicanas inmediatamente ocuparon la rivera veracruzana del Panuco y emplazaron dos baterías sobre Paso de Humo y en Las Piedras. Santa Anna aprovechando la salida de Barradas con rumbo a Altamira, en busca de comida y ordeno al general Mier y Terán que se aprestara a fortificar aquella plaza, posteriormente el lanzo en la oscuridad del 20 al 21 de agosto a sus tropas, alrededor de mil, entre soldados, milicianos y guardacostas a que capturaran Tampico, esta fuerza a pesar del sigilo fue descubierta por el disparo descuidado de un miliciano que alerto a la guarnición que defendía la plaza, al frente del general Miguel Salomón, el estruendo de la batalla también alerto a Barradas, haciéndolo volver y golpeando a las tropas mexicanas, causándoles algunas bajas. Esto frustro la captura de la ciudad, pero Santa Anna, que ahora se hallaba en desventaja, engaño a Barradas, haciéndolo creer que una fuerza de 20 000 soldados habían arribado al escenario, razón por la que Barradas acepto un cese al fuego y conservar Tampico, mientras Santa Anna regresaba a Pueblo Viejo, donde fortifico sus antiguas posiciones y dispuso el avance de las tropas acantonadas en Altamira bajo las órdenes del general Miguel Mier, sobre Doña Cecilia, cortando la comunicación que había entre estas tropas y las de La Barra, con Tampico. En la noche del 3 y el 4 de septiembre Santa Anna ordeno la captura de una balandra, fondeada cerca de Doña Cecilia y que servía de comunicación entre las tropas de Barradas y el exterior, la acción se logró por las tropas del general Carlos Beneski, casi sin perdida, solo con dos soldados heridos. Capturada la Balandra, Santa Anna lograba aislar completamente a Barradas. Esta acción provoco que las tropas españolas en Doña Cecilia abandonaran el puesto y se concentraran sobre el fortín de La Barra, sobre ella Santa Anna envió al general Mier y Terán, para que tomara la posición, luego de que la intimación a la rendición fuera rechazada. El ataque se inició con violencia el día 10 de septiembre, la humedad había casi inutilizado la pólvora de ambas fuerzas, teniendo que recurrir a ataque a la bayoneta y a espada sobre las trincheras y fortificaciones españolas, la brutalidad fue tal, que Barradas viendo herido a una parte de su ejército y enfermo a otro por los males tropicales, solicito al comandante mexicano el alto al fuego la mañana del 11 de septiembre de 1829. Por la tarde Santa Anna y Barradas firmaron en Pueblo Viejo la rendición de las fuerzas expedicionarias, cerrando así las aspiraciones de reconquista española sobre sus antiguas posiciones en ultramar.
Esta victoria acarrearía para Santa Anna la gloria nacional e iniciaría a sí su muy prolifera vida política y militar en México y aunque después seria repudiado, en 1929 Santa Anna seria para todos Benemerito de la Patria en Grado Heroico.
Sedecias.
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