sábado, 23 de septiembre de 2023

sabias que,.-la invasion El 14 de septiembre de 1847. El día se tornaba triste, el ejército norteamericano hacía su entrada triunfal en la capital de México, ¡Marchaban directamente al Palacio Nacional! No había ya quien pudiera detenerlos, la invasión era un hecho. La mayoría de los capitalinos se encerraban en sus casas, cerraban puertas y ventanas con miedo al futuro. Otros salían a las calles y veían con los ojos curiosos y tristes la avanzada del ejército invasor. Un murmullo general se escuchaba en las calles ¿Qué irá a pasar? ¿Cuánto tiempo se van a quedar? ¿Dónde está Santa Anna? Un pelotón del ejército invasor entró al Palacio Nacional, algunos de ellos subieron a la azotea para colocar la bandera norteamericana en el asta bandera, los murmullos se dejaron de escuchar, un doloroso silencio era interrumpido por las órdenes de los generales al ejército norteamericano que se encontraba en la plancha del Zócalo, violando con su presencia el nuestra tierra sagrada. Los gritos de un hombre llenado de insultos a los gringos, despertaron del letargo a la multitud de mexicanos que se encontraban ahí. Después de esto, una lluvia de piedras, palos, lodo, basura fue arrojada al ejército invasor, desde los balcones se escucharon algunos disparos de arma de fuego, un soldado norteamericano cayó muerto. La respuesta de los estadounidenses no se hizo esperar, rápidamente desplegaron su artillería y destruyeron las casas desde las que los mexicanos disparaban sus armas o arrojaban piedras, apuntaron la artillería contra los civiles. El pueblo corrió a guarecerse en sus casas y a esconderse donde pudieron. Los soldados americanos forzaron las casas con el pretexto de buscar a los que se habían atrevido a dispararles, capturando o matando ahí mismo a los patriotas que intentaron defender su tierra. La bandera del águila y la serpiente volvería a ondear en el Palacio Nacional hasta el 12 de junio de 1848.

El 14 de septiembre de 1847.
El día se tornaba triste, el ejército norteamericano hacía su entrada triunfal en la capital de México, ¡Marchaban directamente al Palacio Nacional! No había ya quien pudiera detenerlos, la invasión era un hecho.
La mayoría de los capitalinos se encerraban en sus casas, cerraban puertas y ventanas con miedo al futuro. Otros salían a las calles y veían con los ojos curiosos y tristes la avanzada del ejército invasor.
Un murmullo general se escuchaba en las calles ¿Qué irá a pasar? ¿Cuánto tiempo se van a quedar? ¿Dónde está Santa Anna?
Un pelotón del ejército invasor entró al Palacio Nacional, algunos de ellos subieron a la azotea para colocar la bandera norteamericana en el asta bandera, los murmullos se dejaron de escuchar, un doloroso silencio era interrumpido por las órdenes de los generales al ejército norteamericano que se encontraba en la plancha del Zócalo, violando con su presencia el nuestra tierra sagrada.
Los gritos de un hombre llenado de insultos a los gringos, despertaron del letargo a la multitud de mexicanos que se encontraban ahí. Después de esto, una lluvia de piedras, palos, lodo, basura fue arrojada al ejército invasor, desde los balcones se escucharon algunos disparos de arma de fuego, un soldado norteamericano cayó muerto.
La respuesta de los estadounidenses no se hizo esperar, rápidamente desplegaron su artillería y destruyeron las casas desde las que los mexicanos disparaban sus armas o arrojaban piedras, apuntaron la artillería contra los civiles. El pueblo corrió a guarecerse en sus casas y a esconderse donde pudieron.
Los soldados americanos forzaron las casas con el pretexto de buscar a los que se habían atrevido a dispararles, capturando o matando ahí mismo a los patriotas que intentaron defender su tierra.
La bandera del águila y la serpiente volvería a ondear en el Palacio Nacional hasta el 12 de junio de 1848.


carlos adrian gomez burgara
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