Según el diccionario está palabra es de origen árabe que significa "exterior", y es toda subdivisión con identidad propia.
El barrio de mi niñez fue maravilloso, teníamos un gran estacionamiento al aire libre donde podíamos jugar y andar en bicicleta todos los niños sin la preocupación de que nos robaran. En mi barrio Resortes Resortín de la Resortera, ese guapo actor cómico que brillaba en la pantalla grande nos organizaba en navidad todas las posadas, nos regalaba dulces y por supuesto la piñata llena de fruta.
El mercado de mi barrio estaba lleno de colores y olores, ahí conocí a un hombre ya mayor con la cara destrozada que caminaba sin comprar nada, como si estuviera extraviado, todos lo saludaban, algunos se acercaban y lo abrazaban o tan sólo le daban palmadas en la espalda llamándolo ¡Campeón! Mi madre me dijo que se llamaba Ultiminio Ramos, que había sido un gran boxeador, pero que en una pelea había matado a un hombre, que después de eso no volvió a ser el mismo y que los golpes que recibió en la cabeza lo habían dejado "mal". A mí me daba pena verlo con tanta cicatriz en la cara y con la mirada medio extraviada, pero me gustaba ver cómo sonreía cuando le decían que había sido ¡el mejor boxeador de sus tiempos!
En mi barrio, por supuesto había leyendas de fantasmas como cualquier barrio antiguo digno; ahí se aparecía un hombre muy alto pero muy alto, que iba vestido con ropa del tiempo de la colonia. También decían que en el Colegio de las Vizcaínas las monjas enterraban en las paredes el fruto de su amor prohibido con los curas, que un día que tiraron una pared los encontraron. Y que en el colegio Cuitláhuac ubicado al lado de el de las Vizcaínas había túneles secretos con mazmorras donde metían a la gente, ¡eso sí que daba miedo!
Mi barrio estaba justo atrás del cine Politeama que ya estaba abandonado, ahi vivían los vagabundos (así les llamábamos en ese tiempo) y muchos gatos, cuando pasabas por ahí olía a rayos.
Los centr os nocturnos no podían faltar en mi barrio y eran tan famosos que dicen que en uno de ellos hizo su debut Tongolele.
El cine de mi barrio se llamaba Teresa, ahí ví grandes producciones cinematográficas, lo que más me gustaba de ese cine eran las musas que estaban arriba de la enorme pantalla. Fue afuera de ese cine donde un día vi ponerse de pie y bailar a un enorme oso mientras el hombre que lo traía encadenado tocaba el pandero. En mi barrio había una señora que en las noches vendía los panuchos más ricos que he probado en mi vida y también vivía la persona que hizo latir mi corazón por primera vez.
Yo viví en las casas que estaban atrás del Colegio de las Vizcaínas que pertenecían al mismo edificio, eran casas que fueron construidas en el siglo XVIII junto con el colegio, esas casas se rentaban para obtener dinero y solventar así algunos gastos de la institución. Lamentablemente un día el patronato encargado de las finanzas decidió que tenía que hacer más salones de clases y para ello necesitaban nuestras casas; así que decidieron no rentarlas más, todos tuvimos que mudarnos.
Tuvimos que irnos del barrio, dejando atrás a los amigos, a los compadres y hasta a las novias. Lo dejé solo físicamente porque siempre lo llevo en mi mente.
Hace poco fui a visitarlo y encontré el maravilloso edificio virreinal horriblemente grafiteado, ví las calles sucias, ya no está el cine Politeama ni las loncherías donde vendían unas deliciosas tortas de huevo y milanesa.
El diccionario dice que barrio significa exterior, yo sé que barrio significa un pedazo de esta tierra sagrada que llevas en el corazón por ¡siempre!
carlos adrian gomez burgara
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