La Epopeya de Gilgamesh es una de las obras literarias más antiguas de la humanidad, y se cree que fue escrita alrededor del 2000 a.C. en sumerio. Esta epopeya cuenta la historia del rey Gilgamesh, el gobernante tiránico de la ciudad de Uruk, que busca la inmortalidad.
Se divide en doce tablillas, y cada una cuenta una parte de la historia de Gilgamesh. En la primera tablilla, conocemos a Gilgamesh, un rey fuerte y poderoso, pero también cruel y abusivo con su pueblo. Los habitantes de Uruk se quejan del comportamiento de Gilgamesh, y los dioses crean un hombre salvaje llamado Enkidu para enfrentarse a él.
En la segunda tablilla, Enkidu y Gilgamesh se enfrentan en una lucha épica, pero pronto se hacen amigos y deciden unir sus fuerzas para enfrentarse a los peligros que se presentan en su camino. Juntos, emprenden una misión para matar al monstruo Humbaba, el terror de los bosques.
La tercera tablilla narra la aventura de Gilgamesh y Enkidu para llegar hasta el bosque donde se encuentra Humbaba. En el camino, se encuentran con una mujer llamada Siduri, que les advierte sobre los peligros de enfrentarse al monstruo. La cuarta tablilla cuenta la batalla entre Gilgamesh y Humbaba, que termina con la victoria de los dos amigos.
En la quinta tablilla, los dioses deciden castigar a Gilgamesh por la muerte de Humbaba, y envían al toro divino para acabar con él. Enkidu y Gilgamesh se enfrentan al toro juntos, y logran matarlo, pero el dios Enlil decide que Enkidu debe morir como castigo por haber matado a Humbaba.
En la sexta tablilla, Gilgamesh está devastado por la pérdida de su amigo. Emprende un viaje para buscar la inmortalidad, y se encuentra con Utnapishtim, el único humano que ha logrado vencer a la muerte. En la séptima tablilla, Utnapishtim cuenta a Gilgamesh la historia del Diluvio Universal y le explica que la única forma de conseguir la inmortalidad es encontrar una planta mágica que crece en el fondo del mar.
En la octava tablilla, Gilgamesh encuentra la planta y se la lleva a su ciudad de Uruk. Sin embargo, en la novena tablilla, un serpiente se come la planta, y Gilgamesh se da cuenta de que nunca podrá alcanzar la inmortalidad. En la décima tablilla, Gilgamesh regresa a su ciudad y reflexiona sobre la mortalidad y la importancia de vivir una vida buena y honorable.
Las últimas dos tablillas cuentan las hazañas de Gilgamesh en su ciudad de Uruk, donde es recordado como un gran rey y fundador de la civilización. La Epopeya de Gilgamesh es una historia fascinante que nos habla de la mortalidad, la amistad, la búsqueda de la inmortalidad y la importancia de vivir una vida buena y honorable.
HISTORIA:
La historia comienza presentando al rey Gilgamesh, quien gobernaba la ciudad de Uruk. Gilgamesh era conocido por su enorme fortaleza física y mental, pero también por su tiranía y crueldad. El pueblo de Uruk se quejaba de su gobierno opresivo, y los dioses decidieron intervenir.
Los dioses crearon a Enkidu, un hombre primitivo hecho de barro y arcilla, que era tan fuerte como Gilgamesh. Su propósito era conectarse con él y luchar para enseñarle humildad y compasión. Enkidu fue llevado a Uruk, donde conoció a Gilgamesh y desafió su poder. Después de una intensa pelea, los dos se hicieron amigos.
Desde entonces, Gilgamesh y Enkidu se embarcan en numerosas aventuras juntos. Se decidieron a enfrentar juntos a la bestia Humbaba, quien guardaba el Bosque del Cedro en el Líbano. Cuando llegaron allí, Humbaba se quita el casco y comienza a suplicar por su vida, pero Gilgamesh corta su cabeza y se apodera de la madera del bosque.
Los dioses, furiosos por lo que habían hecho, decidieron castigarlos. Enkidu, que se había hecho demasiado humano por estar junto a Gilgamesh, enfermó y murió. Gilgamesh dirigió su angustia hacia la búsqueda de la inmortalidad para escapar de la muerte.
Gilgamesh navegó hacia el fin del mundo, donde ganó un duelo con un anciano inmortal llamado Utnapishtim, el sobreviviente del diluvio universal. Utnapishtim le contó la historia del gran diluvio y le habló de una planta mágica que te daría la inmortalidad. Gilgamesh tomó la planta, pero un resbalón lo perdió en el fondo del río, y la serpiente que la había robado se la comió. Gilgamesh volvió a Uruk y aceptó su mortalidad, reconociendo la fragilidad humana y apreciando las cosas simples y cotidianas de la vida.
carlos adrian gomez burgara
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