sábado, 3 de octubre de 2020

¿CÓMO ERAN LAS ESCUELAS EN LA ANTIGUA SUMER?

¿CÓMO ERAN LAS ESCUELAS EN LA ANTIGUA SUMER?
De los estratos arqueológicos correspondientes al segundo milenio a.C. en la zona sur de Mesopotamia aparecieron centenares de tablillas que conformaban los "deberes" escolares como parte de la tarea escolar cotidiana.
Hacia el 3000 a.C. los templos sumerios son dotados con escuelas, llamadas edubba o "Casa de las tablillas", en las que recibían instrucción los sacerdotes. Con el paso del tiempo, estas escuelas restringidas para el personal del templo fueron abriéndose y haciéndose más seculares, cualquier persona que cumpliese los requisitos solicitados podía acceder a ella y la instrucción que se daba no era sólo religiosa y administrativa sino general. La enseñanza en Sumer y Acad se estructuraba en dos escalones, elemental y superior. El primero de ellos tenía a su vez dos niveles: uno primario, en el que se enseñaban al alumno rudimentos básicos -lectura, escritura, vocabulario, principios de aritmética y geometría-, y otro secundario -en el que se estudiaban textos religiosos, redacción, matemáticas, botánica y medicina-. Los alumnos aprendían estas materias mediante unos textos redactados por los profesores en tablillas de barro. Éstas se almacenaban en jarras de arcilla o estanterías. La enseñanza primaria duraba hasta la adolescencia. La enseñanza superior se impartía en centros especializados y se prolongaba hasta la madurez. Las materias que se enseñaban eran más complejas, como ciencias, astrología, matemáticas, cirugía y farmacia. Desconocemos si a la escuela acudían las mujeres, (probablemente no en principio) aunque sí se sabe que en Sumer y Acad nacieron las primeras poetisas de la historia. En las escuelas existía personal especializado. El profesor era llamado ummia o adda edubba -"experto" o "padre de la Casa de las tablillas", respectivamente. Había profesores auxiliares, de dibujo, vigilantes y hasta un encargado del látigo, con la misión de imponer disciplina. Los alumnos -dumu edubba, "hijos de la Casa de las tablillas"- debían hacer deberes y comportarse con rectitud para no recibir el castigo correspondiente, generalmente corporal.
Una reproducción de un texto escrito en tablillas hacia el 2000 a.C. por un maestro de escuela dice: "Alumno: ¿dónde has ido desde tu más tierna infancia? He ido a la escuela. ¿Qué has hecho en la escuela? He recitado mi tablilla, he desayunado, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado de escritura, la he terminado; después me han indicado mi recitación y, por la tarde me han indicado mi ejercicio de escritura. Al terminar la clase he ido a mi casa, entrado en ella y me he encontrado a mi padre allí sentado. He hablado a mi padre de mi ejercicio de escritura, después le he recitado mi tablilla, y mi padre ha quedado muy contento. Cuando me he despertado al día siguiente por la mañana, muy temprano, me he vuelto hacia mi madre le he dicho: "dame mi almuerzo, que tengo que ir a la escuela", mi madre me ha dado dos panecillos yo me he puesto en camino, mi madre me ha dado dos panecillos y yo me he ido a la escuela. En la escuela, el vigilante de turno me ha dicho ¿por qué has llegado tarde?. Asustado y con el corazón palpitante, he ido al encuentro de mi maestro y le he hecho una respetuosa reverencia".
Por lo que parece el estudiante tuvo un mal día en la escuela, pues fue castigado varias veces. Cuando el maestro le dijo "Tu mano (escritura) no es satisfactoria" le azotó. De vuelta en su casa el estudiante habló con su padre, quien decidió ponerse manos a la obra y sobornar al maestro. "A lo que dijo el alumno, su padre prestó atención. Hicieron venir al maestro de escuela y, ya en la casa, le hicieron sentar en el sitio de honor. El alumno le sirvió y le colmó de atenciones, e hizo ostentación ante su padre de todo cuanto había aprendido en el arte de escribir en tablillas". Tras ofrecer el padre vino y comida al maestro: "le vistió con un traje nuevo, le ofreció un obsequio y le colocó un anillo en el dedo".
Tras estos agasajos el maestro se dirige al alumno Muchacho: "puesto que no has desdeñado mi palabra, ni la has echado en olvido, te deseo que puedas alcanzar el pináculo del arte de escriba y que puedas alcanzarlo plenamente… que puedas ser el guía de tus hermanos y el jefe de tus amigos; que puedas conseguir el más alto rango entre los alumnos… has cumplido bien con tus tareas escolares, y hete aquí que te has transformado en un hombre de saber".
Lo curioso de esta obra es que se han encontrado veintiuna copias de esta tablilla, por lo que quizás era un clásico en las escuelas. Actualmente están repartidas entre el Museo de la Universidad de Pensilvania, el Louvre y el Museo de Antigüedades Orientales de Estambul.
Fuente: sitio web Artehistoria
Bibliografía: Samuel Noah Kramer. La historia empieza en Sumer.



carlos adrian gomez burgara
carlosadrian@inbox.ru

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