miércoles, 10 de julio de 2019

Texto Diario miércoles, 10 de julio de 2019 Tu hermano se levantará (Juan 11:23)

Texto Diario


Texto Diario miércoles, 10 de julio de 2019

Tu hermano se levantará (Juan 11:23).
¿Por qué estaba Marta tan segura de que su hermano resucitaría? Porque, cuando era una jovencita, antes de que comenzara el ministerio de Jesús, es probable que oyera hablar de este tipo de milagros en su casa y en la sinagoga. Quizá nos vengan a la memoria tres relatos de las Escrituras. La primera resurrección de la que habla la Biblia la efectuó el profeta Elías. Fue en una época en la que Jehová le dio el poder para hacer milagros. En una ciudad costera de Fenicia llamada Sarepta, una viuda pobre fue hospitalaria con el profeta. Entonces, Dios hizo que no se le acabaran el aceite y la harina, por lo que tanto ella como su hijo pudieron sobrevivir (1 Rey. 17:8-16). Tiempo después, el niño se enfermó y murió. Pero Elías tocó el cadáver y suplicó: “Dios, por favor, haz que el alma de este niño vuelva dentro de él”. Jehová escuchó la oración de Elías y le devolvió el alma, es decir, la vida (1 Rey. 17:17-24). No hay duda de que Marta conocía este extraordinario milagro. w17.12 3 párr. 1; 4 párrs. 3, 5, 6

(Juan 11:23)  Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará”.
(1 Reyes 17:8-16)  La palabra de Jehová ahora le vino, diciendo: 9 “Levántate, ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y tienes que morar allí. ¡Mira! Ciertamente daré orden allí a una mujer, una viuda, para que te suministre alimento”. 10 Por lo tanto, él se levantó y se fue a Sarepta, y entró por la entrada de la ciudad; y, ¡mire!, allí estaba una mujer, una viuda, recogiendo pedazos de leña. De modo que la llamó y dijo: “Por favor, consígueme un sorbo de agua en una vasija para beber”. 11 Cuando ella empezó a ir para conseguirlo, él pasó a llamarla y a decir: “Por favor, consígueme un pedacito de pan en tu mano”. 12 Por lo cual ella dijo: “Tan ciertamente como que vive Jehová tu Dios, no tengo torta redonda, sino un puñado de harina en el jarro grande y un poco de aceite en el jarro pequeño; y aquí estoy recogiendo unos cuantos pedazos de leña, y tengo que entrar y hacer algo para mí y mi hijo, y tendremos que comerlo y morir”. 13 Entonces le dijo Elías: “No tengas miedo. Entra, haz conforme a tu palabra. Solo que de lo que hay allí, hazme primero una pequeña torta redonda, y tienes que traérmela acá fuera, y para ti y tu hijo puedes hacer algo después. 14 Porque esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel: ‘El jarro grande de harina mismo no se agotará, y el jarro pequeño de aceite mismo no fallará hasta el día en que Jehová dé un aguacero sobre la superficie del suelo’”. 15 Por lo tanto, ella se fue e hizo conforme a la palabra de Elías; y continuó comiendo, ella junto con él y con su casa, por días. 16 El jarro grande de harina mismo no se agotó, y el jarro pequeño de aceite mismo no falló, conforme a la palabra de Jehová que él había hablado por medio de Elías.
(1 Reyes 17:17-24)  Y después de estas cosas aconteció que el hijo de la mujer, el ama de la casa, enfermó, y su enfermedad llegó a ser tan grave que no quedó aliento en él. 18 Ante esto, ella dijo a Elías: “¿Qué tengo yo que ver contigo, oh hombre del Dios [verdadero]? Has venido a mí para que se recuerde mi error y para dar muerte a mi hijo”. 19 Pero él le dijo: “Dame tu hijo”. Entonces lo tomó del seno de ella y lo llevó arriba a la cámara en el techo, donde él moraba, y lo acostó sobre su propio lecho. 20 Y empezó a clamar a Jehová y a decir: “Oh Jehová mi Dios, ¿también sobre la viuda con quien estoy residiendo como forastero tienes que traer perjuicio, dando muerte a su hijo?”. 21 Y procedió a estirarse sobre el niño tres veces y a clamar a Jehová y a decir: “Oh Jehová mi Dios, por favor, haz que el alma de este niño vuelva dentro de él”. 22 Finalmente Jehová escuchó la voz de Elías, de modo que el alma del niño volvió dentro de él, y llegó a vivir. 23 Elías ahora tomó al niño y lo bajó desde la cámara en el techo hasta dentro de la casa, y se lo dio a su madre; y entonces dijo Elías: “Mira, tu hijo está vivo”. 24 Ante esto, la mujer dijo a Elías: “Ahora, de veras, sí sé que eres un hombre de Dios, y que la palabra de Jehová en tu boca es verdadera”.


1. ¿De qué estaba convencida Marta? (Vea el dibujo del principio).
MARTA era una buena amiga de Jesús y una de sus discípulos. Estaba desolada porque su hermano, Lázaro, había muerto. ¿Qué podría aliviar su dolor? Jesús le aseguró: “Tu hermano se levantará”. Aunque estas palabras tal vez no eliminaron toda su tristeza, Marta concordó con lo que Jesús dijo. Ella afirmó: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día” (Juan 11:20-24). Estaba convencida de que Lázaro resucitaría en el futuro. Sin embargo, Jesús le devolvió la vida ese mismo día.


3, 4. ¿Qué efecto tal vez tuvieron en Marta las resurrecciones que Jesús había efectuado recientemente?
Marta vivía cerca de Jerusalén. Así que no es probable que estuviera presente cuando Jesús resucitó al hijo de una viuda cerca de la ciudad de Naín, en Galilea, aunque debió oír hablar de aquel milagro. Ocurrió algo parecido cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo, probablemente en Capernaum. Los que estaban allí “sabían que ella había muerto”. Pero Jesús la tomó de la mano y le dijo: “Muchacha, ¡levántate!”. Y de inmediato lo hizo (Luc. 7:11-17; 8:41, 42, 49-55). Tanto Marta como su hermana, María, sabían que Jesús podía curar a los enfermos. Por eso creían que, si él hubiera llegado a tiempo, Lázaro no habría fallecido. Pero ¿qué ocurriría ahora que este querido amigo de Jesús estaba muerto? Fijémonos en que Marta dijo que Lázaro volvería a la vidaen el futuro, “en el último día”. ¿Por qué estaba tan convencida? Y ¿por qué podemos estar nosotros seguros de que habrá una resurrección en el futuro y de que nuestros seres queridos pueden volver a vivir?


5. ¿Por qué estaba tan segura Marta de que Lázaro sería resucitado?
Fijémonos en que Marta no dijo que esperaba que su hermano se levantara, sino que sabía que se levantaría. ¿Por qué estaba tan segura? Porque, cuando era una jovencita, antes de que comenzara el ministerio de Jesús, es probable que oyera hablar de este tipo de milagros en su casa y en la sinagoga. Quizá nos vengan a la memoria tres relatos de las Escrituras.
6. ¿Qué milagro conocía sin duda Marta?
La primera resurrección de la que habla la Biblia la efectuó el profeta Elías. Fue en una época en la que Jehová le dio el poder para hacer milagros. En una ciudad costera de Fenicia llamada Sarepta, una viuda pobre fue hospitalaria con el profeta. Entonces, Dios hizo que no se le acabaran el aceite y la harina, por lo que tanto ella como su hijo pudieron sobrevivir (1 Rey. 17:8-16). Tiempo después, el niño se enfermó y murió. Pero Elías tocó el cadáver y suplicó: “Dios, por favor, haz que el alma de este niño vuelva dentro de él”. Jehová escuchó la oración de Elías y le devolvió el alma, es decir, la vida (lea 1 Reyes 17:17-24). No hay duda de que Marta conocía este extraordinario milagro.

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