Texto Diario miércoles, 3 de julio de 2019
He atesorado los dichos de su boca más de lo que para mí está prescrito (Job 23:12).
Job comprendía muy bien los principios divinos. Conocía de verdad a Jehová, y este conocimiento lo motivó a hacer lo correcto. Por ejemplo, sabía que no podía decir que amaba a Dios y, al mismo tiempo, tratar mal a los demás (Job 6:14). No pensaba que era superior a su prójimo, fuera rico o pobre, sino que lo trataba como si fuera su familia. Dijo: “¿Acaso Aquel que me hizo en el vientre no lo hizo a él [...]?” (Job 31:13-22). Está claro que Job no permitió que la fama o las riquezas influyeran en su opinión de sí mismo y de los demás. Su actitud es muy diferente de la de muchos ricos y poderosos del mundo actual. Job no dejó que nada, ni las cosas materiales ni ninguna otra cosa, se volviera más importante para él que Jehová, ni siquiera en su corazón. Sabía que, si hubiera pasado eso, habría cometido idolatría. Como él mismo dijo: “Habría negado al Dios verdadero” (Job 31:24-28). Además, veía el matrimonio como una unión sagrada entre un hombre y una mujer. Incluso hizo “un pacto” con sus ojos para no mirar con deseos inmorales a ninguna mujer (Job 31:1). w18.02 11 párr. 16; 12 párrs. 18, 19
(Job 23:12) [Del] mandamiento de sus labios no me alejo.He atesorado los dichos de su boca más de lo que para mí está prescrito.
(Job 6:14) En cuanto al que retiene de su propio prójimo la bondad amorosa,también dejará hasta el temor del Todopoderoso.
(Job 31:13-22) Si solía rehusar el juicio de mi esclavoo de mi esclava en su litigio conmigo,14 entonces, ¿qué podré hacer cuando Dios se levante?Y cuando pida cuentas, ¿qué podré responderle? 15 ¿Acaso Aquel que me hizo en el vientre no lo hizo a él,y no procedió Uno solo a prepararnos en la matriz? 16 Si yo solía retener de [su] deleite a los de condición humilde,y los ojos de la viuda hacía fallar,17 y solía comer mi bocado a solas,mientras el huérfano de padre no comía de él18 (porque desde mi juventud él se crió conmigo como con un padre,y desde el vientre de mi madre la seguí guiando);19 si solía ver a cualquiera pereciendo por no tener prenda de vestir,o que el pobre no tenía cobertura;20 si sus lomos no me bendijeron,ni de la lana esquilada de mis carneros jóvenes se calentaba;21 si yo agitaba mi mano de acá para allá contra el huérfano de padre,cuando veía [que se necesitaba] mi auxilio en la puerta,22 que se caiga de su hombro mi propia espaldilla,y que mi propio brazo se quiebre desde su hueso superior.
(Job 31:24-28) Si he puesto el oro como mi seguridad,o al oro he dicho: ‘¡Tú eres mi confianza!’,25 si solía regocijarme porque fuera mucha mi propiedad,y porque mi mano hubiera hallado muchas cosas;26 si solía ver la luz cuando fulguraba,o la preciosa luna que iba caminando,27 y mi corazón empezó a ser seducido en secreto,y mi mano procedió a besar mi boca,28 eso también sería un error para [la atención de] los jueces,porque habría negado al Dios [verdadero] que está arriba.
(Job 31:1) ”Un pacto he celebrado con mis ojos.Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?
16, 17. ¿Cómo llegó Job a conocer bien a Jehová?
16 Cómo llegó a conocer a Jehová. Job no era israelita, pero era pariente lejano de Abrahán, Isaac y Jacob. A estos Jehová les había revelado información sobre sí mismo y sobre su propósito para la humanidad. De alguna manera que desconocemos, Job aprendió muchas de esas valiosas verdades (Job 23:12). Él le dijo a Jehová: “De oídas he sabido de ti” (Job 42:5). Y Dios mismo afirmó que las cosas que Job había dicho de él eran verdad (Job 42:7, 8).
18, 19. ¿Cómo demostró Job que de verdad conocía a Jehová?
18 Cómo le benefició a Job conocer bien a Dios. Job comprendía muy bien los principios divinos. Conocía de verdad a Jehová, y este conocimiento lo motivó a hacer lo correcto. Por ejemplo, sabía que no podía decir que amaba a Dios y, al mismo tiempo, tratar mal a los demás (Job 6:14). No pensaba que era superior a su prójimo, fuera rico o pobre, sino que lo trataba como si fuera su familia. Dijo: “¿Acaso Aquel que me hizo en el vientre no lo hizo a él [...]?” (Job 31:13-22). Está claro que Job no permitió que la fama o las riquezas influyeran en su opinión de sí mismo y de los demás. Su actitud es muy diferente de la de muchos ricos y poderosos del mundo actual.
19 Job no dejó que nada, ni las cosas materiales ni ninguna otra cosa, se volviera más importante para él que Jehová, ni siquiera en su corazón. Sabía que, si hubiera pasado eso, habría cometido idolatría. Como él mismo dijo: “Habría negado al Dios verdadero” (lea Job 31:24-28). Además, veía el matrimonio como una unión sagrada entre un hombre y una mujer. Incluso hizo “un pacto” con sus ojos para no mirar con deseos inmorales a ninguna mujer (Job 31:1). Recordemos que, en aquel tiempo, Jehová toleraba que los hombres tuvieran más de una esposa. Por tanto, si Job hubiera querido, habría podido tener una segunda esposa. Pero, al parecer, decidió seguir el modelo que Jehová estableció en el jardín de Edén al unir como esposos a un solo hombre y una sola mujer (Gén. 2:18, 24). Unos mil seiscientos años después, Jesús enseñó que debemos obedecer los mismos principios justos sobre el sexo y el matrimonio (Mat. 5:28; 19:4, 5).
Job comprendía muy bien los principios divinos. Conocía de verdad a Jehová, y este conocimiento lo motivó a hacer lo correcto. Por ejemplo, sabía que no podía decir que amaba a Dios y, al mismo tiempo, tratar mal a los demás (Job 6:14). No pensaba que era superior a su prójimo, fuera rico o pobre, sino que lo trataba como si fuera su familia. Dijo: “¿Acaso Aquel que me hizo en el vientre no lo hizo a él [...]?” (Job 31:13-22). Está claro que Job no permitió que la fama o las riquezas influyeran en su opinión de sí mismo y de los demás. Su actitud es muy diferente de la de muchos ricos y poderosos del mundo actual. Job no dejó que nada, ni las cosas materiales ni ninguna otra cosa, se volviera más importante para él que Jehová, ni siquiera en su corazón. Sabía que, si hubiera pasado eso, habría cometido idolatría. Como él mismo dijo: “Habría negado al Dios verdadero” (Job 31:24-28). Además, veía el matrimonio como una unión sagrada entre un hombre y una mujer. Incluso hizo “un pacto” con sus ojos para no mirar con deseos inmorales a ninguna mujer (Job 31:1). w18.02 11 párr. 16; 12 párrs. 18, 19
(Job 23:12) [Del] mandamiento de sus labios no me alejo.He atesorado los dichos de su boca más de lo que para mí está prescrito.
(Job 6:14) En cuanto al que retiene de su propio prójimo la bondad amorosa,también dejará hasta el temor del Todopoderoso.
(Job 31:13-22) Si solía rehusar el juicio de mi esclavoo de mi esclava en su litigio conmigo,14 entonces, ¿qué podré hacer cuando Dios se levante?Y cuando pida cuentas, ¿qué podré responderle? 15 ¿Acaso Aquel que me hizo en el vientre no lo hizo a él,y no procedió Uno solo a prepararnos en la matriz? 16 Si yo solía retener de [su] deleite a los de condición humilde,y los ojos de la viuda hacía fallar,17 y solía comer mi bocado a solas,mientras el huérfano de padre no comía de él18 (porque desde mi juventud él se crió conmigo como con un padre,y desde el vientre de mi madre la seguí guiando);19 si solía ver a cualquiera pereciendo por no tener prenda de vestir,o que el pobre no tenía cobertura;20 si sus lomos no me bendijeron,ni de la lana esquilada de mis carneros jóvenes se calentaba;21 si yo agitaba mi mano de acá para allá contra el huérfano de padre,cuando veía [que se necesitaba] mi auxilio en la puerta,22 que se caiga de su hombro mi propia espaldilla,y que mi propio brazo se quiebre desde su hueso superior.
(Job 31:24-28) Si he puesto el oro como mi seguridad,o al oro he dicho: ‘¡Tú eres mi confianza!’,25 si solía regocijarme porque fuera mucha mi propiedad,y porque mi mano hubiera hallado muchas cosas;26 si solía ver la luz cuando fulguraba,o la preciosa luna que iba caminando,27 y mi corazón empezó a ser seducido en secreto,y mi mano procedió a besar mi boca,28 eso también sería un error para [la atención de] los jueces,porque habría negado al Dios [verdadero] que está arriba.
(Job 31:1) ”Un pacto he celebrado con mis ojos.Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?
16, 17. ¿Cómo llegó Job a conocer bien a Jehová?
16 Cómo llegó a conocer a Jehová. Job no era israelita, pero era pariente lejano de Abrahán, Isaac y Jacob. A estos Jehová les había revelado información sobre sí mismo y sobre su propósito para la humanidad. De alguna manera que desconocemos, Job aprendió muchas de esas valiosas verdades (Job 23:12). Él le dijo a Jehová: “De oídas he sabido de ti” (Job 42:5). Y Dios mismo afirmó que las cosas que Job había dicho de él eran verdad (Job 42:7, 8).
18, 19. ¿Cómo demostró Job que de verdad conocía a Jehová?
18 Cómo le benefició a Job conocer bien a Dios. Job comprendía muy bien los principios divinos. Conocía de verdad a Jehová, y este conocimiento lo motivó a hacer lo correcto. Por ejemplo, sabía que no podía decir que amaba a Dios y, al mismo tiempo, tratar mal a los demás (Job 6:14). No pensaba que era superior a su prójimo, fuera rico o pobre, sino que lo trataba como si fuera su familia. Dijo: “¿Acaso Aquel que me hizo en el vientre no lo hizo a él [...]?” (Job 31:13-22). Está claro que Job no permitió que la fama o las riquezas influyeran en su opinión de sí mismo y de los demás. Su actitud es muy diferente de la de muchos ricos y poderosos del mundo actual.
19 Job no dejó que nada, ni las cosas materiales ni ninguna otra cosa, se volviera más importante para él que Jehová, ni siquiera en su corazón. Sabía que, si hubiera pasado eso, habría cometido idolatría. Como él mismo dijo: “Habría negado al Dios verdadero” (lea Job 31:24-28). Además, veía el matrimonio como una unión sagrada entre un hombre y una mujer. Incluso hizo “un pacto” con sus ojos para no mirar con deseos inmorales a ninguna mujer (Job 31:1). Recordemos que, en aquel tiempo, Jehová toleraba que los hombres tuvieran más de una esposa. Por tanto, si Job hubiera querido, habría podido tener una segunda esposa. Pero, al parecer, decidió seguir el modelo que Jehová estableció en el jardín de Edén al unir como esposos a un solo hombre y una sola mujer (Gén. 2:18, 24). Unos mil seiscientos años después, Jesús enseñó que debemos obedecer los mismos principios justos sobre el sexo y el matrimonio (Mat. 5:28; 19:4, 5).
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