sábado, 14 de mayo de 2022

Jericó era una ciudad amurallada

Jericó era una ciudad amurallada como a 8 Kms. al oeste del Jordán y 9 Kms. al norte del mar Muerto, y 30 Kms. al noreste de Jerusalén. No estaba muy lejos el lugar donde Israel acampó antes de que cruzaran el Jordán, cerca del monte Nebo, desde donde se podí­a ver la "ciudad de las Palmeras" (Deuteronomio 32:49;
34:3). Estaba situada en el llano, pero al oeste estaba cerca del pie de las montañas, de tal manera que los espí­as protegidos por Rahab, pudieron alcanzarlas muy fácilmente. Josefo describe a Jericó como un llano fértil. Parece que la mayorí­a está de acuerdo en que la antigua ciudad estaba situada como a 2 Kms. al noroeste del Jericó moderno donde hay un montí­culo de 365 ms. de largo por 15 ms. de alto, el cual sostiene cuatro montí­culos más pequeños. Estaba en la porción dada a Benjamí­n y era un lugar donde se juntaban los peregrinos que no querí­an pasar por Samaria al ir o volver de Jerusalén.
La ciudad romana estaba sobre la base de las montañas occidentales en un plano más alto que la antigua Jericó. En el tiempo de Cristo era un lugar muy importante, que pagaba grandes tributos a la familia real. Ahora es una pequeña y sucia aldea, en donde viven unas cuantas familias en chozas miserables, quizá esto se debe al clima tórrido que hay alrededor del mar Muerto. Todaví­a se pueden ver ruinas de albañilerí­a romana, especialmente los restos de doce acueductos que anteriormente llevaban el agua de las montañas de Judea y la distribuí­an sobre el llano de Jericó. Algo de esta albañilerí­a fue reparada en la edad media e hizo posible que pudieran obtener productos tales como trigo, cebada, mijo, higos, uvas y caña de azúcar.
En el sitio de Jericó antiguo hay una gran fuente de donde brota agua cristalina, actualmente hay un estanque bien construido y un hotel donde los visitantes pueden
pasar la noche. No hay muchos visitantes que se hospeden allí­, pero miles de peregrinos van de Jerusalén a Jericó y al Jordán cercano, muchos de ellos con el propósito de bañarse en el Jordán. El camino de Jerusalén a Jericó todaví­a está infestado de ladrones quienes se esconden en las cavernas y aparecen de repente como hací­an en el tiempo de Cristo y el buen samaritano.
Israel fue contado aquí­, Números 26:3, 63. Dios habló a Moisés, Números 31:1.
La ciudad amurallada gobernada por un rey, Josué 2:5,15. Fueron enviados espí­as, Josué 2.
Fue tomada por Josué, y maldijo a la persona que la reedificara, Josué 5:13-6:27.
El pecado de Acán, Josué 7.
La forma como fue tomada la ciudad hizo que otros reyes temieran, Josué 10:1-
Pertenecí­a a Benjamí­n y a Manasés, Josué 16:1-7; 18:12-21.
Reedificada por Hiel de Bet-el, 1 Reyes 16:34 (a pesar de la maldición de
Josué, Josué 6:26).
Elí­as y Eliseo y la escuela de profetas, 2 Reyes 2:4-18.
Indignidades a los mensajeros de David, 2 Samuel 10:1-5; 1 Crónicas 19:1-5.
Eliseo purificó las aguas, 2 Reyes 2:19-22.
Aquí­ aprehendieron a Sedequí­as, 2 Reyes 25:5; Jeremí­as 39:5; 52:8. Israel devolvió los cautivos y el botí­n de Judá por la ví­a de Jericó, 2 Crónicas 28:1-15 (versí­culo 15).
La conversión de Zaqueo, Lucas 19:1-27.
Cristo devuelve la vista a Bartimeo y a su compañero, Mateo 20:29-34;
Marcos 10:46-52.

carlos adrian gomez burgara
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