sábado, 14 de mayo de 2022

JERICO,.-Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

JERICO

Jos 2:1 andad, reconoced la tierra, y a J
Jos 6:2 he entregado en tu mano a J y a su rey
1Ki 16:34 en su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a J
2Ki 2:5 hijos de los profetas que estaban en J
Mat 20:29; Mar 10:46 al salir ellos de J, le seguía
Luk 18:35 acercándose Jesús a J, un ciego estaba
Luk 19:1 habiendo entrado Jesús en J, iba pasando
Heb 11:30 por la fe cayeron los muros de J después

Jericó (heb. Yer îjô, "ciudad de la [diosa] Luna" o "lugar de fragancia [fragante]"; gr. lerijo). Ciudad importante en el valle del Jordán, a veces llamada "Ciudad de las Palmeras"* (Deu 34:3; Jdg 1:16; 3:13; 2Ch 28:15). Está situada a unos 8 km al oeste del rí­o, a unos 13 km al norte del Mar Muerto, y a unos 24 km en lí­nea recta al noreste partiendo de Jerusalén (fig 161), al pie de los montes de Judá, en la cresta superior del valle del Jordán. Está a unos 250 m b.n.m., pero a unos 140 m sobre el lecho del rí­o. Tiene un clima casi tropical, de modo que las palmeras y, en tiempos modernos, los bananos crecen sin dificultad (fig 393). Mapa VI, E-3. Aunque las excavaciones muestran que Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo, no se la menciona en ningún registro ancestral fuera de la Biblia. Cuando los israelitas invadieron Canaán, como estaba sobre el camino principal este-oeste, fue el primer objetivo de conquista en la Palestina occidental, la tierra prometida, y Josué indicó que debí­a ser dedicada a Dios como una ofrenda (Jos 6:17-19). El relato de la caí­da de Jericó es bien conocido. Algunos hombres fueron enviados desde el campamento al este del Jordán para espiar la ciudad. Recibieron hospitalidad en casa de Rahab, que los protegió y les ayudó a escapar cuando los habitantes de Jericó los buscaban. Como recompensa por su ayuda y por su fe en el Dios de Israel, los espí­as le prometieron salvar su vida y su propiedad, promesa que después cumplieron fielmente (2:1-22; 6:22, 23, 25). Luego del cruce del Jordán, los israelitas acamparon en Gilgal, cerca de Jericó (5:10), y marcharon alrededor de la ciudad una vez por dí­a durante 6 dí­as. El 7º dí­a la rodearon 7 veces y luego, a una señal de las trompetas, todos gritaron. Cuando los muros de esa gran fortaleza cayeron (6:8-21), los israelitas entraron en la ciudad, mataron a todos sus habitantes (excepto a Rahab y a su familia) y quemaron todo (excepto algunos objetos preciosos para uso del santuario; vs 1-21, 24). Después, Josué pronunció una maldición sobre cualquiera que la reconstruyera (v 26). Aunque la ciudad no fue reconstruida hasta el tiempo de Acab, la gente debió haber vivivo en la vecindad, porque se siguió usando el nombre Jericó (2Sa 0:5). En la división del territorio, Jericó estaba en el lí­mite entre Efraí­n y Benjamí­n, y fue asignada a Benjamí­n (Jos 16:1,7; 18:12, 21). Cuando Eglón, rey de Moab, oprimió a los israelitas al principio del tiempo de los jueces, tomó Jericó de ellos (Jdg 3:13). Los enviados de David, al regresar de su visita al rey de los amonitas (quien los insultó afeitándoles la mitad de la barba), quedaron en Jericó hasta que la barba les creció otra vez (2Sa 0:5; 1Ch 19:5). En el tiempo de Elí­as, Hiel reconstruyó la ciudad, cayendo así­ bajo la maldición de Josué y perdiendo 2 de sus hijos (1Ki 16:34). En tiempos de Elí­as una comunidad de profetas viví­a allí­ (2Ki 2:4, 5, 15, 18), y más tarde Eliseo sanó su manantial (vs 19-22; fig 187). Un siglo más tarde, Jericó fue el escenario de la liberación de los cautivos de Judá tomados por el ejército del rey Peka de Israel (2Ch 28:15). En los últimos dí­as del reino de Judá, el ejército babilónico capturó a Sedequí­as cerca de esta ciudad (2Ki 25:5; Jer 39:5; 52:8). La gente de Jericó también habrí­a sido llevada cautiva, porque 345 descendientes de sus anteriores habitantes volvieron del exilio con Zorobabel (Ezr 2:34; Neh 7:36). Algunas personas de Jericó ayudaron a Nehemí­as a reconstruir el muro de Jerusalén (3:2). Se menciona otra vez a Jericó en el perí­odo de los macabeos, cuando Báquides, el general sirio, reparó sus fortificaciones (1 Mac. 9:49-50). Antonio la dio a Cleopatra como ciudad de invierno. Cuando Herodes el Grande la recibió más tarde como regalo de Augusto, la hermoseó, construyó en ella un palacio y una fortaleza llamada Cipros detrás de ella; Herodes el Grande murió allí­. 275. Las zanjas de los excavadores en el montí­culo de la Jericó del AT (visto desde el oeste). Jesús pasó por la Jericó del NT (Luk 19:1), que estaba al sur y al este de la ciudad del AT, a la entrada del Wâd§ Qelt, por el cual ascendí­a el camino que llevaba a Jerusalén. Fue el hogar del publicano Zaqueo, de cuya hospitalidad gozó Jesús, y cuya conversión está registrada en los vs 1-10. En las proximidades de la Jericó del NT Jesús sanó al ciego Bartimeo y a su compañero (Mat 20:29-34; Mar_617 10:46-52; Luk 18:35-43). La ciudad moderna de Jericó, llamada Erîkh~, fue fundada en el tiempo de los cruzados, y está al este de la Jericó del NT y al sudeste de la del AT. Por causa de su gran importancia bí­blica e histórica, el lugar recibió la atención de varias expediciones arqueológicas. El sitio de la ciudad del AT ha sido identificado con Tell esSultân, en el borde norte de la Jericó moderna (figs 275, 276). En 1868, Charles Warren hizo exploraciones preliminares que no aumentaron materialmente nuestros conocimientos. Desde 1907 hasta 1909, Ernst Sellin y Carl Watzinger excavaron partes del montí­culo, pero encontraron que sus ruinas eran muy confusas y habí­an sido modificadas por edificaciones posteriores y por la erosión. Como la arqueologí­a palestina todaví­a viví­a su infancia, las conclusiones de estos eruditos fueron insatisfactorias, y más tarde tuvieron que ser modificadas cuando exploraciones en otros sitios mostraron que sus interpretaciones de ciertas evidencias no se podí­an sostener más. John Garstang, que excavó Jericó desde 1930 hasta 1936, descubrió un cementerio de la Edad Tardí­a del Bronce, lugar de entierro de los habitantes de Jericó hasta más o menos el 1350 a.C., como lo indican los sellos egipcios hallados en él. Los restos de las fortificaciones de la ciudad eran tan confusas que algunos de sus muros fueron identificados erróneamente, como lo aclararon excavaciones posteriores. La interpretación de la historia arqueológica de la ciudad que dio Garstang es ahora obsoleta y no necesita repetirse aquí­. Desde 1952 hasta 1957, Kathleen M. Kenyon excavó Jericó usando los métodos cientí­ficos más actuales. Descubrió otro cementerio, con tumbas de la Edad Media del Bronce, incluyendo equipos funerarios como mesas de madera, bancos, platos, alimentos en recipientes, telas, canastas, etc. (fig 458), todo en un sorprendente estado de conservación por causa de la filtración de gases venenosos que mataron las bacterias e impidieron que estos antiguos materiales se desintegraran, cosa que no ha ocurrido en otros lugares de Palestina. Las excavaciones del montí­culo mismo expusieron a la luz niveles de ocupación de tiempos muy tempranos. Mostraron que Jericó era una ciudad mucho tiempo antes que hubiera vasijas de cerámica. En realidad, parece ahora que sus muros y torres son los más antiguos descubiertos en el Cercano Oriente. La ciudad fue destruida varias veces, pero se descubrieron los restos de por lo menos 7 muros sucesivos del perí­odo de la Edad Temprana del Bronce (3er milenio a.C.): el último de ellos fue destruido por un terremoto. En ese tiempo la "ciudad" tení­a unos 230 m de largo y no más de 76 m de ancho. En la Edad Media del Bronce, el perí­odo de los hicsos, se habí­a ampliado a una longitud de unos 260 m y a un ancho de unos 130 m, y estaba rodeada por un enorme muro de piedra con un talud inclinado. Esta fue destruida por uno de los reyes egipcios de la dinastí­a 18ª (s XV a.C.). No se encontró nada de los muros de la Edad Tardí­a del Bronce, que serí­a el que cayó en tiempos de Josué. Desafortunadamente, las fuerzas del hombre y de la naturaleza parecen haber destruido los niveles superiores del montí­culo a tal grado que no queda prácticamente nada de esa época. La excavación de Kenyon desenterró sólo una olla pequeña de barro cocido, en una porción de un nivel de piso, que databa de la Jericó de Josué. Al pie del montí­culo aparecieron algunas de las últimas estructuras de Jericó, construidas durante la Edad del Hierro (después del 1200 a.C.). 276. Suburbios de la Jericó moderna, la "Ciudad de las palmeras", vistos desde el montí­culo de la Jericó antigua. Aunque los resultados de las excavaciones han sido muy interesantes para el arqueólogo, y han arrojado luz sobre la historia temprana de la ciudad, desafortunadamente han contribuido con muy poco que sea de interés directo para el estudiante de la Biblia. Sin embargo, los cementerios de Jericó han mostrado que dejaron de usarse como lugar de entierro en el s XIV a.C., lo que se puede considerar como evidencia de que la ciudad no pudo haber sido destruida mucho más tarde que entonces. Véase la fig 275. Una porción de la Jericó del NT, Tulûl Abã el-Alâyiq, fue excavada en 1951 y 1952 por la American School of Oriental Research [Escuela Norteamericana de Investigaciones 618 Orientales] de Jerusalén, bajo la dirección de J. L. Kelso y J. B. Pritchard, y otra vez por E. Netzer de la Universidad Hebrea de Jerusalén (1972-1974). Las excavaciones descubrieron partes del magní­fico palacio de invierno de Herodes, que tení­a una fachada de cerca de 100 m de largo, y un estanque, probablemente el que usó para ahogar a su cuñado, el sumo sacerdote Aristóbulo III. Bib.: John Garstang y J. B. E. Garstang, The Story of Jericho [La historia de Jericó], 2ª ed. (Londres, 1948); S. H. Horn, The Ministry, febrero de 1954, pp 29-31 (con referencias bibliográficas exhaustivas); Kathleen M. Kenyon, Digging Up Jericho [Excavando Jericó] (Nueva York, 1957); EAEHL II:550-564; FJ-AJ xvi.5.2; FJ-GJ i.2.4, 9. Sobre las excavaciones de la Jericó del NT véase J. L. Kelso et al., AASOR 29, 30 (1955); J. B. Pritchard, AASOR 32, 33 (1958); E. Netzer, IEJ 25 (1975):89-100; G. Foerster y G. Bacchi, EAEHL 11:551-575.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico


carlos adrian gomez burgara
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