Texto Diario domingo, 15 de septiembre de 2019
Todo aquel cuyo espíritu el Dios verdadero había despertado, para subir y reedificar la casa de Jehová, la cual había estado en Jerusalén (Esd. 1:5).
Durante aquel largo viaje, los judíos sin duda pasaron muchas horas pensando en cómo sería Jerusalén, su nuevo hogar. Habían oído que la ciudad había sido muy hermosa. Y los mayores habían visto lo impresionante que había sido el templo (Esd. 3:12). Si hubiéramos viajado con ellos, ¿cómo nos habríamos sentido al ver por primera vez Jerusalén? ¿Nos habría entristecido ver las construcciones en ruinas y cubiertas de maleza? ¿Habríamos comparado las inmensas murallas dobles de Babilonia con las murallas de Jerusalén, que estaban destruidas y tenían enormes huecos en vez de puertas y torres? Pero los judíos no se desanimaron, pues habían visto la protección y la ayuda de Jehová durante su largo viaje. Lo primero que hicieron al llegar fue construir un altar en el lugar donde había estado el templo. Allí comenzaron a ofrecerle sacrificios a Jehová todos los días (Esd. 3:1, 2). w17.10 26, 27 párrs. 2, 3
(Esdras 1:5) Entonces, los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas —todos aquellos a los que el Dios verdadero había motivado— se prepararon para subir y reconstruir la casa de Jehová, que estaba en Jerusalén.
(Esdras 3:12) Muchos de los sacerdotes, los levitas y los jefes de las casas paternas —aquellos que ya eran ancianos y que habían visto la casa anterior— se pusieron a llorar a gritos cuando vieron que se colocaban los cimientos de esta casa. Pero muchos otros se pusieron a gritar de alegría con todas sus fuerzas.
(Esdras 3:1, 2) Cuando llegó el séptimo mes y los israelitas ya estaban en sus ciudades, todos se reunieron en Jerusalén con un mismo propósito. 2 Jesúa hijo de Jehozadac y sus compañeros sacerdotes, así como Zorobabel hijo de Sealtiel y sus hermanos, se pusieron a reconstruir el altar del Dios de Israel para presentar en él sacrificios quemados, tal como está escrito en la Ley de Moisés, el hombre del Dios verdadero.
2 Zacarías sabía que los judíos que habían vuelto a Jerusalén tenían fe en Jehová. La Biblia dice que el Dios verdadero había despertado el espíritu de estos judíos para dejar atrás la seguridad de sus casas y negocios (Esd. 1:2, 3, 5). Habían abandonado una tierra que conocían muy bien para irse a un lugar que la mayoría no había visto jamás. Como la reconstrucción del templo de Dios era tan importante para ellos, estuvieron dispuestos a hacer un peligroso viaje de 1.600 kilómetros (1.000 millas) a través de una tierra muy accidentada.
3, 4. ¿A qué obstáculos se enfrentaron los judíos que regresaron a Jerusalén?
3 Durante aquel largo viaje, los judíos sin duda pasaron muchas horas pensando en cómo sería Jerusalén, su nuevo hogar. Habían oído que la ciudad había sido muy hermosa. Y los mayores habían visto lo impresionante que había sido el templo (Esd. 3:12). Si hubiéramos viajado con ellos, ¿cómo nos habríamos sentido al ver por primera vez Jerusalén? ¿Nos habría entristecido ver las construcciones en ruinas y cubiertas de maleza? ¿Habríamos comparado las inmensas murallas dobles de Babilonia con las murallas de Jerusalén, que estaban destruidas y tenían enormes huecos en vez de puertas y torres? Pero los judíos no se desanimaron, pues habían visto la protección y la ayuda de Jehová durante su largo viaje. Lo primero que hicieron al llegar fue construir un altar en el lugar donde había estado el templo. Allí comenzaron a ofrecerle sacrificios a Jehová todos los días (Esd. 3:1, 2). Estaban tan entusiasmados que parecía que nada podía desanimarlos.
Durante aquel largo viaje, los judíos sin duda pasaron muchas horas pensando en cómo sería Jerusalén, su nuevo hogar. Habían oído que la ciudad había sido muy hermosa. Y los mayores habían visto lo impresionante que había sido el templo (Esd. 3:12). Si hubiéramos viajado con ellos, ¿cómo nos habríamos sentido al ver por primera vez Jerusalén? ¿Nos habría entristecido ver las construcciones en ruinas y cubiertas de maleza? ¿Habríamos comparado las inmensas murallas dobles de Babilonia con las murallas de Jerusalén, que estaban destruidas y tenían enormes huecos en vez de puertas y torres? Pero los judíos no se desanimaron, pues habían visto la protección y la ayuda de Jehová durante su largo viaje. Lo primero que hicieron al llegar fue construir un altar en el lugar donde había estado el templo. Allí comenzaron a ofrecerle sacrificios a Jehová todos los días (Esd. 3:1, 2). w17.10 26, 27 párrs. 2, 3
(Esdras 1:5) Entonces, los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y los levitas —todos aquellos a los que el Dios verdadero había motivado— se prepararon para subir y reconstruir la casa de Jehová, que estaba en Jerusalén.
(Esdras 3:12) Muchos de los sacerdotes, los levitas y los jefes de las casas paternas —aquellos que ya eran ancianos y que habían visto la casa anterior— se pusieron a llorar a gritos cuando vieron que se colocaban los cimientos de esta casa. Pero muchos otros se pusieron a gritar de alegría con todas sus fuerzas.
(Esdras 3:1, 2) Cuando llegó el séptimo mes y los israelitas ya estaban en sus ciudades, todos se reunieron en Jerusalén con un mismo propósito. 2 Jesúa hijo de Jehozadac y sus compañeros sacerdotes, así como Zorobabel hijo de Sealtiel y sus hermanos, se pusieron a reconstruir el altar del Dios de Israel para presentar en él sacrificios quemados, tal como está escrito en la Ley de Moisés, el hombre del Dios verdadero.
2 Zacarías sabía que los judíos que habían vuelto a Jerusalén tenían fe en Jehová. La Biblia dice que el Dios verdadero había despertado el espíritu de estos judíos para dejar atrás la seguridad de sus casas y negocios (Esd. 1:2, 3, 5). Habían abandonado una tierra que conocían muy bien para irse a un lugar que la mayoría no había visto jamás. Como la reconstrucción del templo de Dios era tan importante para ellos, estuvieron dispuestos a hacer un peligroso viaje de 1.600 kilómetros (1.000 millas) a través de una tierra muy accidentada.
3, 4. ¿A qué obstáculos se enfrentaron los judíos que regresaron a Jerusalén?
3 Durante aquel largo viaje, los judíos sin duda pasaron muchas horas pensando en cómo sería Jerusalén, su nuevo hogar. Habían oído que la ciudad había sido muy hermosa. Y los mayores habían visto lo impresionante que había sido el templo (Esd. 3:12). Si hubiéramos viajado con ellos, ¿cómo nos habríamos sentido al ver por primera vez Jerusalén? ¿Nos habría entristecido ver las construcciones en ruinas y cubiertas de maleza? ¿Habríamos comparado las inmensas murallas dobles de Babilonia con las murallas de Jerusalén, que estaban destruidas y tenían enormes huecos en vez de puertas y torres? Pero los judíos no se desanimaron, pues habían visto la protección y la ayuda de Jehová durante su largo viaje. Lo primero que hicieron al llegar fue construir un altar en el lugar donde había estado el templo. Allí comenzaron a ofrecerle sacrificios a Jehová todos los días (Esd. 3:1, 2). Estaban tan entusiasmados que parecía que nada podía desanimarlos.
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