Lunes 23 de diciembre
Jehová llama a todas las estrellas por sus nombres (Sal. 147:4).
Tal como Dios sabe dónde está cada estrella en todo momento, también sabe exactamente dónde estamos, cómo nos sentimos y qué necesitamos cada uno de nosotros en todo momento. Jehová comprende los problemas que enfrenta cada uno de nosotros y tiene el poder necesario para ayudarnos (Sal. 147:5). A veces, quizá nos parezca que nuestra situación es tan difícil que no podemos seguir adelante. Pero Dios conoce nuestras limitaciones y “se acuerda de que somos polvo” (Sal. 103:14). Como somos imperfectos, cometemos los mismos errores una y otra vez. Seguro que todos nos arrepentimos de algo que dijimos, de algún mal deseo que tenemos de vez en cuando y de la envidia que sentimos en ocasiones. Aunque Jehová no tiene ninguno de estos problemas, nos entiende a la perfección (Is. 40:28). Tal vez hemos visto en alguna ocasión cómo ha usado Jehová su poder para ayudarnos a vencer las dificultades (Is. 41:10, 13). w17.07 18 párrs. 6-8
Martes 24 de diciembre
El que es bondadoso de ojo será bendecido (Prov. 22:9).
Veamos lo que hace un hermano de Sri Lanka que vive en otro lugar. Como en su país tiene una casa y un terreno, permite que los hermanos celebren allí reuniones y asambleas, y alojen a siervos de tiempo completo. Aunque esto le cuesta dinero, así ayuda mucho a los hermanos que son pobres. En un lugar donde no podemos predicar con libertad, los hermanos usan sus casas como Salones del Reino. Gracias a esto, muchos precursores y publicadores con pocos recursos tienen donde reunirse sin pagar un alquiler. Una hermana que acostumbra hacer donaciones para la obra del Reino siente que a lo largo de los años ha recibido una bendición especial por su generosidad. Dice: “He visto que, mientras más generosa soy en sentido material, más generosa soy con los demás a la hora de perdonar, de ser paciente y de aceptar decepciones y consejos”. w17.07 9 párrs. 9, 10
Miércoles 25 de diciembre
Jehová dijo a Satanás: “¡Mira! Todo lo que tiene está en tu mano” (Job 1:12).
Incluso si Job llegó a entender el motivo de sus pruebas, quizás se preguntó de vez en cuando por qué había sido necesario tanto sufrimiento. Sea como sea, podía meditar en lo que Dios le había dicho. Eso lo ayudaría a conservar el punto de vista adecuado y lo consolaría (Sal. 94:19). A nosotros, el relato de Job también puede ayudarnos a tener el punto de vista adecuado y darnos consuelo. Después de todo, Jehová lo conservó “para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Rom. 15:4). La lección principal es que no debemos centrarnos tanto en lo que nos ocurre a nosotros que perdamos de vista esta cuestión tan importante: la vindicación de la soberanía de Jehová. Y recordemos que mostramos nuestro apoyo a la gobernación de Dios permaneciendo fieles incluso en las circunstancias más difíciles, igual que Job. w17.06 24 párr. 9; 25 párrs. 13, 14
Jueves 26 de diciembre
Vengan, ustedes mismos, en privado, a un lugar solitario, y descansen un poco (Mar. 6:31).
Jesús reconoció que a veces hay que descansar. Después de una campaña de predicación especialmente intensa, les dijo a sus discípulos las palabras mencionadas anteriormente. Desde luego, el entretenimiento tiene un papel importante. Sin embargo, existe el peligro de que pasar un buen rato se convierta en lo principal para nosotros. En el siglo primero, la manera de vivir de muchas personas se resumía con la frase “comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir” (1 Cor. 15:32). Esa misma actitud ante la vida predomina hoy en muchos lugares del mundo. ¿Cómo saber si el tiempo que dedicamos al entretenimiento es equilibrado? Durante una semana, podemos anotar las horas que pasamos en actividades espirituales. Luego, comparemos esas horas con las que dedicamos, por ejemplo, a deportes, pasatiempos, la televisión o los videojuegos. El resultado nos dirá si hace falta que dediquemos menos tiempo al entretenimiento (Efes. 5:15, 16). w17.05 24, 25 párrs. 11-13
Viernes 27 de diciembre
El reino de los cielos es semejante a un comerciante viajero que buscaba perlas excelentes (Mat. 13:45).
En la historia que contó Jesús, el comerciante encontró una perla extraordinaria. Para comprarla, estaba dispuesto a vender todo lo que tenía, así que podemos imaginarnos lo mucho que valía esa perla para él. La verdad del Reino de Dios es como aquella perla. Si es tan valiosa para nosotros como lo fue la perla para el comerciante, estaremos dispuestos a renunciar a cualquier cosa con tal de ser siempre súbditos del Reino (Mar. 10:28-30). Zaqueo, por ejemplo, se había hecho rico porque extorsionaba a la gente (Luc. 19:1-9). Pero, cuando escuchó a Jesús hablar sobre el Reino, se dio cuenta de que era algo muy valioso y actuó de inmediato. Dijo: “¡Mira! La mitad de mis bienes, Señor, la doy a los pobres, y todo cuanto extorsioné de persona alguna por acusación falsa, le devuelvo el cuádruplo”. Estuvo dispuesto a devolver lo que había robado y dejó de ser codicioso. w17.06 10 párrs. 3-5
Sábado 28 de diciembre
No tengo mayor causa de sentir agradecimiento que estas cosas: que oiga yo que mis hijos siguen andando en la verdad (3 Juan 4).
Los hermanos a los que los padres pidan que ayuden a sus hijos siempre deben fomentar respeto a los padres hablando bien de ellos y no tratando de ocupar su lugar. Además, no deben hacer nada que alguien de dentro o de fuera de la congregación pueda malinterpretar o considerar moralmente cuestionable (1 Ped. 2:12). Los padres no deben encargarle la educación espiritual de sus hijos a nadie. Tienen que estar al tanto de la ayuda que otros hermanos les dan a sus hijos y seguir enseñándoles la verdad. Padres, pídanle ayuda a Jehová y esfuércense al máximo (2 Crón. 15:7). Antepongan la amistad de sus hijos con Jehová a sus propios intereses. Hagan todo lo posible por lograr que les llegue al corazón la Palabra de Dios. Nunca dejen de creer que un día serán buenos siervos de Jehová. w17.05 12 párrs. 19, 20
Domingo 29 de diciembre
Es inconcebible por mi parte, desde el punto de vista de Jehová, que yo te dé la posesión hereditaria de mis antepasados (1 Rey. 21:3).
Visualicemos la escena. Acusan falsamente a un hombre de haber cometido un delito que se castiga con la muerte. Todo el mundo sabe que los testigos contra él son personas que no sirven para nada, pero sus mentiras bastan para condenarlo. Sus familiares y amigos están asombrados e indignados. A los que aman la justicia les repugna ver que se ejecuta a este hombre inocente y a sus hijos. Esta historia no es inventada. Es lo que le ocurrió a Nabot, un siervo fiel de Jehová que vivió cuando Acab era rey de Israel (1 Rey. 21:11-13; 2 Rey. 9:26). Cuando el rey Acab le pidió a Nabot que le vendiera su viña o que se la cambiara por otra mejor, este se negó. ¿Por qué? Nabot rechazó la oferta porque Jehová les había prohibido a los israelitas que vendieran para siempre la herencia familiar (Lev. 25:23; Núm. 36:7). Está claro que Nabot veía las cosas igual que Jehová. w17.04 23 párr. 1; 24 párr. 4
Lunes 30 de diciembre
Y solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será (Sal. 37:10).
¿Quién quedará cuando desaparezca la gente mala? Jehová hace esta alentadora promesa: “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Más adelante, el mismo salmo dice: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Sal. 37:11, 29). ¿Quiénes son “los mansos”? Son los que aceptan con humildad la enseñanza y la guía de Dios. ¿Y “los justos”? Los que hacen con gusto lo que Jehová considera recto. En este mundo, hay muchos más malvados que justos. Pero, en el nuevo mundo que esperamos, los mansos y los justos no serán ni la minoría ni la mayoría; serán los únicos que quedarán. Cuando toda la gente sea así, no cabe duda de que convertirán la Tierra en un paraíso. w17.04 10, 11 párrs. 5, 6
Martes 31 de diciembre
No retengas el bien cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo (Prov. 3:27).
“El amor de Dios” nos obliga a amarnos unos a otros, sobre todo en situaciones desesperadas (1 Juan 3:17, 18). Cuando el hambre amenazó a los cristianos de Judea del siglo primero, la congregación organizó el envío de ayuda (Hech. 11:28, 29). Los apóstoles Pablo y Pedro también animaron a los discípulos a ser hospitalarios (Rom. 12:13; 1 Ped. 4:9). Si los cristianos deben recibir bien a los hermanos que los visitan, cuánto más a los que están en peligro de muerte o son perseguidos por su fe. Hace poco, miles de testigos de Jehová tuvieron que huir de la guerra y la persecución en el este de Ucrania. Desgraciadamente, algunos fueron asesinados. Pero a la mayoría los acogieron sus hermanos de otros lugares de Ucrania y de Rusia. En los dos países, se mantienen neutrales en política, pues “no son parte del mundo”, y siguen “declarando las buenas nuevas de la palabra” (Juan 15:19; Hech. 8:4). w17.05 4 párrs. 6, 7
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.