domingo, 29 de diciembre de 2019

nos ayuda la arqueología como estudiantes de la Biblia

Arqueología bíblica

 
 
 
 
 
 
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Arqueología es recobrar el pasado de pueblos y culturas anteriores a nosotros por medio del descubrimiento, registro, estudio sistemático e interpretación de los materiales existentes que dejaron. Estos materiales consisten en variados tipos de documentos escritos, objetos de la vida cotidiana y testimonios no escritos de distintas épocas y culturas.
Abarca, por lo tanto, dos actividades: descubrimiento e interpretación. La meta de ambas es comprender la vida y tiempo de los individuos y comunidades de un lugar particular. En este trabajo de descubrimiento e interpretación, la arqueología nos ofrece, por un lado, una corroboración general del contexto histórico y cultural de la Biblia; por el otro, ofrece una corroboración particular de elementos específicos narrados en la Biblia.
Casi todos los principales arqueólogos bíblicos coinciden en señalar que el propósito principal de la arqueología no es ni demostrar, ni probar, ni defender la Biblia y sus enseñanzas. El objetivo es entenderla mejor. “El aporte de la arqueología al estudio de la Biblia es que arroja luz sobre el escenario histórico y cultural en que tienen lugar los sucesos que indican la intervención de Dios al desenvolverse sus planes para la redención del hombre”. [Báez-Camargo, pp. 18-19.] De modo que el propósito principal de la arqueología, en los estudios bíblicos, no es confirmación sino iluminación. El objetivo es entender la Biblia, no defenderla. La arqueología cumple en realidad su propósito cuando amplía nuestro conocimiento del contexto histórico y cultural en el cual un acontecimiento o relato bíblico se coloca. [Hahn, p. 187.] “La arqueología nos ha dado, ante todo, un fuerte sentido de la realidad histórica de los sucesos y los personajes de la Biblia”. La historia, con la ayuda de la arqueología, planta sus pies en el suelo. [Báez-Camargo, p. 12.]
¿En qué nos ayuda la arqueología como estudiantes de la Biblia?1. La Biblia no es un libro de mitos y leyendas. No se centra en una serie de enseñanzas morales, espirituales y litúrgicas. Es el relato de un pueblo y personas concretas que vivieron en momentos históricos concretos. Con relación a esto, es importante señalar cómo la arqueología no solo corrobora el dato bíblico, sino que lo completa y aclara más. Una crónica babilónica del British Museum no solo confirma el relato bíblico de que Nabucodonosor tomó por primera vez Jerusalén en el 597 a.C. (2 R 24.8 17), sino que da el día de la conquista: 16 de marzo de ese año. [Haag, p. 200.]
Por lo tanto, una de las grandes ayudas de la arqueología ha sido el ayudar a colocar los relatos de la historia del pueblo de Dios en los distintos contextos históricos a los que pertenecen. Nos ayuda a ver la historia bíblica como parte de la historia universal.
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1. EDAD DE PIEDRA
1.1 Paleolítico
1.2 Mesolítico (10.000 7000 a.C.)
1.3 Neolítico (7000 4000 a.C.)
1.4 Calcolítico (4000 3200 a.C)
2. EDAD DE BRONCE
2.1 Bronce antiguo (3200 2500 a.C.)
2.2 Bronce medio (2500 1550 a.C.)
2.3 Bronce tardío (1550 1200 a.C.)
3. EDAD DE HIERRO
3.1 Hierro antiguo (1200 900 a.C.)
3.2 Hierro tardío (900 586 a.C.)
4. DE LA CAÍDA DE JERUSALÉN HASTA HERODES
4.1 Babilonia y Persa (586 300 a.C.)
4.2 Griegos y asmoneos (300 1 a.C)
5. ÉPOCA DEL NUEVO TESTAMENTO.
2.  En relación con lo anterior, la arqueología nos ayuda a ser más cuidadosos con nuestras afirmaciones y conclusiones al estudiar el texto bíblico. Es ya muy conocido el ejemplo de los dos primeros capítulos del Génesis. Hasta mediados del siglo pasado la opinión común era que el mundo fue creado en 6000 o 4000 años a.C. El arzobispo inglés Usher llegó a tal grado de certidumbre que fechó la creación del hombre en el 4004 a.C. En la actualidad, prácticamente nadie apoya esas fechas. Los estudios contemporáneos han encontrado fósiles humanos de hace un millón de años. Las excavaciones arqueológicas comprueban la existencia de Jericó desde 7000 a.C.
Por otro lado, los descubrimientos arqueológicos impiden que saquemos conclusiones precipitadas en la lectura de algunos datos históricos. Por ejemplo, en Génesis 21.34 y 26.1 la referencia a los filisteos es sin duda una alusión anacrónica de esta gente que se estableció en la costa sur de Palestina cinco o seis siglos más tarde. En la época patriarcal, los filisteos no habían emigrado de su lugar de origen: la isla de Creta. [Wright, p. 58.]
La arqueología también nos ayuda a conocer el significado de palabras y expresiones que hasta ahora habían permanecido oscuras o mal traducidas en nuestras traducciones y versiones. Por ejemplo, la RVR en 1 Reyes 10.28 dice: “Y traían caballos y lienzos a Salomón”. Sin embargo, dice Edwin Yamauchi: El comercio de Salomón con otras regiones ha estado oscurecido por una mala traducción en la mayoría de las versiones. La palabra que se tradujo en nuestras versiones por “lienzos”, realmente significa “de Cilicia”. [Yamauchi, p. 72.] Una versión más contemporánea dice así: “Los caballos de Salomón provenían de Cilicia” (NBE).
3. La arqueología también nos ayuda a colocar a Israel (por ejemplo) en el mundo cultural y religioso de su época. El descubrimiento de escritos de pueblos y países vecinos y contemporáneos del Antiguo Testamento nos permiten ver cuánto compartió o no Israel con la cultura, creencias, modos de vida y literatura de otros pueblos.
Es muy revelador considerar los varios datos ofrecidos por los descubrimientos de escritos procedentes de la época patriarcal con relación a la adopción, al matrimonio y a ciertas prácticas religiosas. Por ejemplo, en Génesis 31.19,30,34,35, según las tablas de Nuzí, poseer los dioses domésticos o terafim era de gran importancia, porque no solo garantizaban una vida próspera, sino que aseguraban, a quien los tuviera en su poder, la posesión de la herencia. Eso explica por qué Raquel decidió apropiarse de los ídolos de su padre. [Wright, p. 63.]
En 2 Reyes 20.7 se habla del cataplasma de higos usado para curar la llaga del rey Ezequías. Entre los textos de Ugarit se ha hallado un manual para veterinarios y uno de los medicamentos mencionados en él es la “cataplasma de higos viejos”. [Báez-Camargo, p. 138.]
4. La arqueología no solo ayuda a recobrar el contexto histórico general de Israel (o de la iglesia en el Nuevo Testamento), sino también a colocar a Israel en el contexto de su historia religiosa. Es sorprendente ver cómo hasta relatos de milagros pueden ser iluminados por los descubrimientos arqueológicos (por ejemplo, las diez plagas de Egipto). [Wright, pp. 78-79.]
5. Los descubrimientos arqueológicos apoyan, en un buen número de casos, los datos que ofrecen los textos bíblicos. Por ejemplo, 1 Samuel 13.19 22 dice que los israelitas dependían de los filisteos para el uso de herramientas de hierro. Una cuidadosa comprobación de los yacimientos de hierro y de su entorno ha demostrado que los primeros que utilizaron el hierro en los siglos 11 y 10 a.C. fueron los filisteos. [Haag, p. 201.] En 1 Reyes 6.36 se describe cómo se construyó el atrio interior del templo. Este tipo de construcción que pone una hilera de vigas de madera por cada tres hileras de piedras labradas se empleó también en el segundo templo (Esd 6.4); las excavaciones arqueológicas lo han encontrado en otros lugares del Próximo Oriente Antiguo. Probablemente se trata de una forma de proteger el edificio contra los terremotos. [Haag, p. 202.]
6. Descubrimientos como los de Ras Shamra, Qumrán y Ebla, ofrecen no solo información sobre el contexto histórico, político, cultural y religioso, sino que, por la gran cantidad de documentos escritos, se han convertido en fuente importante para estudios literarios y lingüísticos. Los estudios del ugarítico han demostrado ser importantes para entender el hebreo bíblico en asuntos de estructura lingüística, sintaxis, problemas textuales y poesía. Qumrán ha hecho un gran aporte al ofrecernos escritos bíblicos cuya antigüedad es mil años anterior a la de los usados para el texto hebreo del Antiguo Testamento. Esto es esencial para la crítica textual. Los descubrimientos de Ebla nos permiten hacer estudios comparativos de nombres personales que hasta ahora solo se encontraban en la Biblia. Esto permitirá refinar más el conocimiento de la historia del Antiguo Testamento en tiempos patriarcales. El eblita (un idioma semítico familiar del hebreo) será de gran ayuda para acercarse mejor al significado de 1700 palabras que solo aparecen una vez en hebreo y que se usan en Ebla en profusión.
7. Los descubrimientos y los estudios continuos de ellos abren nuevas posibilidades que refutan o apoyan viejas teorías. Tal es el caso de la ocupación de la tierra de Canaán por parte de los israelitas. Los relatos bíblicos no permiten obtener un cuadro uniforme. Y los resultados obtenidos de la arqueología y otras ciencias auxiliares han dado pie a tres teorías para explicarla:
1. La ocupación pacífica de la tierra (escuela de Alt y Noth).
2. La conquista violenta (Albright).
3. Revolución interna (Mendenhal, Gottwald, Bright).
Hoy por hoy la arqueología parece considerar más coherente la tesis de Mendenhal.
Junto con los métodos científicos desarrollados para los estudios arqueológicos, tenemos que tomar en consideración los límites de la arqueología.
Por más avance que haya en las técnicas de fijación de fechas, siempre es grande el margen de error. Hay muchas eventualidades que el arqueólogo no puede controlar.
Por ejemplo, en la excavación de los montículos (tells), un nivel completo de establecimiento humano se pudo haber perdido por causa de la erosión, o porque un pueblo se movió del lugar donde existieron otros pueblos, y siglos después los descendientes retornaron.
Además, la información recabada por el arqueólogo siempre será incompleta porque ningún sitio se excava en forma total. Razones: excavar un sitio en su totalidad exige costos astronómicos; el arqueólogo sabe que debe dejar partes no tocadas para la posteridad (en espera de mejores métodos); no se excava todo para evitar gastos económicos y de tiempo para que al final solo se recabe información repetitiva.
Dentro de los límites de la arqueología tenemos que considerar los diferentes períodos que toca el relato bíblico. Los descubrimientos arqueológicos han dado y pueden dar información y luz sobre ciertos elementos dentro de la narración bíblica; sin embargo, el estudioso de la Biblia se contentará con los datos humanamente alcanzables.
Esto se torna más problemático si se considera que mientras que la arqueología provee información objetiva y concreta sobre un hecho o un pueblo, ésta no puede ayudarnos mucho en aquellas afirmaciones bíblicas que se hicieron, no para referirse en forma objetiva y directa sobre un suceso, sino que son interpretaciones o declaraciones doctrinales sobre tal suceso. Sobre esto, el estudioso de la Biblia debe saber hacer una clara diferencia entre una información que refiere a un dato corroborable por la arqueología y una declaración cuya intención no es el dato científico, sino la alabanza, la confesión de fe o la reflexión teológica.
Todo esto señala que para recobrar o encontrar la verdad bíblica, la arqueología no está sola. El estudiante de la Biblia necesita echar mano de otras ciencias auxiliares. En el estudio de la Biblia es casi indispensable estar familiarizado con los diversos géneros y formas literarias. Estos, junto con otros elementos, ayudan a descubrir cuál fue la intención del autor. Así, de antemano, el estudiante no se acercará a la Biblia y a la arqueología temeroso de que una contradiga a la otra. Ningún arqueólogo bíblico responsable y serio hace sus investigaciones tratando de probar o desaprobar el mensaje bíblico.
Descubrimientos que han hecho hito en los estudios bíblicos
1. La inscripción de Behistún (1835). Tallada en la roca, en tres idiomas, con caracteres cuneiformes. Abrió las posibilidades para el desciframiento de escritos cuneiformes: se le conoce como “la clave para otras claves”.
2. La estela moabita (1868). La estela contiene el relato del triunfo de Mesa, rey de Moab, contra Ahab y Joram, reyes de Israel. La inscripción proviene de la edad del Hierro Tardío (c. 840 a.C.). Su importancia en los estudios bíblicos es triple: (1) Ayuda para los estudios de escritura antigua (paleografía). El idioma moabita es pariente cercano del hebreo bíblico. Una comparación de ambos ayuda a entender el estilo de escritura hebrea en aquella época. Ayuda a fijar la fecha de otras inscripciones y escritos al comparar el estilo de las letras. (2) La estela de Moab ofrece también ayuda en el campo religioso al darnos una perspectiva particular sobre el dios Molec. (3) El valor histórico se da al corroborar un acontecimiento histórico narrado en la Biblia (2 R 3.1 27).
3. El imperio hitita (1871, 1906). Lo más importante es el descubrimiento en 1906 del archivo estatal hitita con más de 20.000 textos cuneiformes, parte acadio y parte hitita. La interpretación de los textos hititas se inició en 1915. Lo más importante del descubrimiento de estos textos son los tratados de vasallaje o de soberanía. El modelo que siguen aparece de una u otra manera en varias partes del Antiguo Testamento. Desde los estudios de Mendenhal, estos tratados han ayudado a comprender mejor el importante tema de la alianza (pacto) en el Antiguo Testamento. Varios elementos culturales de la época de los patriarcas han sido iluminados por estos descubrimientos.
4. El código de Hamurabi (1901). La estela que contiene el código de leyes fue descubierta en 1901 por arqueólogos franceses. Lo escribió Hamurabi, rey de Babilonia. Este rey vivió unos cuatrocientos a quinientos años antes de Moisés. Hay mucha similitud entre las leyes de Hamurabi y Moisés. En el texto de Hamurabi aparece la ley del talión. Este descubrimiento ayuda a los estudios bíblicos a ubicar las leyes mosaicas en un contexto más amplio y a abrir los ojos a muchos escépticos que no aceptan la antigüedad de las leyes mosaicas. Por otro lado, las leyes de Hamurabi permiten reconocer la diferencia entre leyes de carácter general y universal, y aquéllas propias del pueblo de Dios.
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5. Nuzi y Mari (1925 y 1936). En Nuzi se descubrieron más de 20.000 tablillas provenientes del siglo 15 a.C. De la misma época son las de Mari (más de 20.000). Ambos descubrimientos han arrojado luz sobre el contexto histórico y cultural de los patriarcas; los relatos sobre la relación de Abraham y Hagar (Gn 16); la de Jacob y Bilah (Gn 30); la adopción de un esclavo como heredero (Gn 15.2). Todos estos casos son corroborados por las costumbres de los contemporáneos de Abraham, narradas en las tablillas de Nuzi.
6. Ras Shamra (Ugarit) (1929). El descubrimiento de innumerable cantidad de tablillas escritas en ugarítico ayudó a tener un cuadro bien completo y claro de la cultura y religión cananita. Con los relatos mitológicos de Ras Shamra y el cuadro que describe la Biblia, ahora podemos comprender mejor por qué la Israel del Antiguo Testamento dejó tantas veces a Yavé por seguir a “otros dioses”. Los estudios de Frank M. Cross y otros son apenas un botón de muestra de lo imprescindible de este descubrimiento para comprender el fondo religioso teológico del Antiguo Testamento. Además, el ugarítico, al ser un idioma similar al hebreo, ha ayudado a comprender palabras incomprensibles del hebreo bíblico. Una de las más grandes ayudas se ha dado en el estudio de la estructura literaria y gramatical de muchos salmos. Se sabe ahora que los salmos reflejan la idiosincrasia del lenguaje poético y la estructura de los pueblos asentados en Canaán.
7. Las cartas de Laquish (1935). El cuarto del centinela del antiguo fuerte de Laquish proveyó 21 fragmentos de tiestos. En ellos se describe, con lujo de detalles, los últimos días de Judá. Estos escritos se hicieron en la premura y peligro de ataque. Se acercaban los ejércitos babilónicos. El centinela garabateó la mala noticia en pedazos de barro. Este descubrimiento es importante para los estudios bíblicos porque habla de un profeta que proclamó un mensaje de advertencia. Este profeta es, sin duda, Jeremías. Varias de las expresiones en los escritos de Laquish aparecen en los escritos de este profeta (Jer 6.1; 38.4; cf. 34.7). Las cartas de Laquish ofrecen fuerte evidencia que corrobora la historicidad del cautiverio y el exilio. Son también importantes para la paleografía porque muestran cómo se escribía el hebreo en aquel tiempo.
8. Los rollos del mar Muerto (1947). Este es el descubrimiento arqueológico más conocido de los tiempos modernos. Las excavaciones en el sitio (Qumrán) han dado información sobre la vida y costumbre de la secta judía conocida como esenios. Lo más importante de todo ha sido el descubrimiento de gran cantidad de rollos o fragmentos de ellos (más de 600). Estos rollos habían sido guardados en once cuevas. La secta judía esenia vivió entre el siglo 2 a.C y el siglo 1 d.C.
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Son varias las contribuciones de este importante descubrimiento:
8.1. Todos los libros del canon hebreo se encontraron en Qumrán, excepto el libro de Ester. Esto no solo presenta ciertos datos interesantes sobre el canon, sino, sobre todo, ofrece para los eruditos un texto hebreo mil años más antiguo que el usado en las ediciones críticas (científicas) del hebreo bíblico. El estudio del texto de los rollos permite conocer la diversidad de tradiciones textuales y así poder evaluar mejor el Texto masorético (TM). Es importante saber que varios de los rollos y fragmentos están más cerca de la traducción griega conocida como Septuaginta (LXX) que del TM.
8.2. Qumrán ofrece ahora los escritos en idioma original de varios libros deuterocanónicos, solo conocidos en griego. Tobías en arameo y el Eclesiástico en hebreo.
8.3. Se han descubierto algunos Targumes (traducciones de libros bíblicos al arameo). Por ejemplo, el Targum de Job, escrito en el siglo 2 a.C. Con ellos el erudito puede reconstruir el hebreo que sirvió de base a la traducción aramea. Además, ayudan a entender la historia de la interpretación pues nos muestran cómo se entendió un pasaje específico en aquellos tiempos.
8.4. Se descubrieron una gran cantidad de libros conocidos como Pseudo epígrafos (Enoc, Jubileos, El Testamento de los doce patriarcas). Ahora tenemos, en arameo y hebreo, libros que antes solo se conocían en traducciones etíopes del griego. Estos libros son de suma importancia para reconstruir la diversidad del pensamiento teológico del judaísmo intertestamentario y del primer siglo. Mucha de esta teología se refleja en varios libros del Nuevo Testamento.
8.5. Por último, muchos de esos rollos son documentos escritos por los esenios mismos (Manual de Disciplina o Regla de la comunidad, Regla de la congregación, Documento de Damasco, comentarios bíblicos, salmos, entre otros). Ahora tenemos la oportunidad de conocer en detalle los rasgos teológicos de una de las sectas principales del judaísmo. Los estudiosos han encontrado una enorme cantidad de rasgos comunes entre los esenios y el Nuevo Testamento.
Libros recomendados
Arqueología
-William F. Albright. Arqueología de Palestina. Trad. de la quinta edición inglesa por David Romano. Barcelona: Ediciones Garriga, 1962, 270 pp.
-Gonzalo Báez Camargo. Comentario arqueológico de la Biblia. Miami: Editorial Caribe, 1979, 339 pp.
-Moisés Chavez. Enfoque arqueológico del mundo de la Biblia. Miami: Editorial Caribe, 1976, 138 pp.
-Herbert Haag, El país de la Biblia. Barcelona: Herder, 1992, 242 pp.
-Herbert F. Hahn, The Old Testament in Modern Research. Philadelphia: Fortress Press, 1970, 340 pp.
-Antonio González Lamadrid. Los descubrimientos del mar muerto. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1973, 340 pp.
-Robert North. “Arqueología bíblica” en Comentario bíblico “San Jerónimo”. Tomo quinto, editado por Raymon E. Brown. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1972, pp. 397 443.
-James I. Packer; Merrill C. Tenney; William White, Jr. El mundo del Antiguo Testamento. Trad. del inglés por Elsa Romanenghi de Powell. Miami: Editorial Vida, 1985, 192 pp.
-George Ernest Wright. Arqueología Bíblica. Trad. del inglés por J. Valiente Malla. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1975, 401 pp.
-Edwin Yamauchi, Las excavaciones y las escrituras. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1977, 224 pp.
Entorno histórico cultural y textos extrabíblicos
-M. Jiménez; F. Bonhomme. Los documentos de Qumrán. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1976, 257 pp.
-Jacques Briend. Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente Antiguo. Trad. del francés por Nicolás Darrícal. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 1982, 104 pp.
-Maximiliano García Cordero. Biblia y legado del Antiguo Oriente. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1977, 707 pp.
-Gregorio Del Olmo Lete. Mitos y leyendas de Canaán. Según la tradición de Ugarit. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1981, 699 pp.
-James B. Pritchard (compilador). La sabiduría del Antiguo Oriente. Antología de textos e ilustraciones. Trad. del inglés por J.A. G. Larraya. Barcelona: Ediciones Garriga, 1966, 432 pp.

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