Lunes 9 de diciembre
No te muestres acalorado solo para hacer mal (Sal. 37:8).
Habrá ocasiones en las que otros hermanos hagan o digan cosas que nos irriten, y ocasiones en las que nosotros los molestemos a ellos. Esto puede llegar a ser una auténtica prueba. Como en otros casos, Jehová permite que demostremos nuestra lealtad y aprendamos a trabajar en unidad con siervos suyos dedicados a los que ama a pesar de sus imperfecciones. Jehová no impide que sus siervos sufran pruebas, como nos enseña la vida de José. Cuando era joven, lo llevaron a Egipto porque sus medio hermanos lo vendieron como esclavo por envidia (Gén. 37:28). A Dios sin duda le dolió ver el maltrato que sufría su amigo José, un hombre justo. Pero no intervino. Y tampoco lo hizo cuando más tarde lo acusaron de intentar violar a la esposa de Potifar y lo metieron en prisión. Pero ¿abandonó Dios a José? Claro que no. La Biblia dice que “Jehová hacía que tuviera éxito” en todo (Gén. 39:21-23). w18.01 9, 10 párrs. 12-14
Martes 10 de diciembre
Realmente, si no hay resurrección de los muertos, tampoco ha sido levantado Cristo (1 Cor. 15:13).
¿Cuáles son nuestras principales creencias? Seguro que diríamos que Jehová es el Creador y que nos ha dado la vida. También diríamos que creemos en Jesucristo, que murió por nuestros pecados. Y tal vez añadiríamos que en el futuro viviremos para siempre en el Paraíso. Pero ¿mencionaríamos la resurrección? Aun si nosotros confiamos en sobrevivir a la gran tribulación y vivir para siempre en la Tierra, tenemos buenas razones para considerar que la resurrección es una de nuestras principales creencias. Si Jesús no hubiera resucitado, ahora mismo no estaría reinando y no tendría ningún sentido lo que enseñamos sobre su gobierno (1 Cor. 15:12-19). Pero estamos seguros de que Jesús resucitó y defendemos esta enseñanza (Mar. 12:18; Hech. 4:2, 3; 17:32;23:6-8). w17.12 8 párrs. 1, 2
Miércoles 11 de diciembre
Han desatendido los asuntos de más peso de la Ley, a saber: la justicia y la misericordia (Mat. 23:23).
Los fariseos solo se centraban en lo que el pecador había hecho y no en lo que había en su corazón, es decir, en el tipo de persona que era en realidad. Veamos lo que ocurrió cuando Jesús fue a un banquete en la casa de Mateo. Los fariseos les preguntaron a los discípulos de Jesús: “¿Por qué come su maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?”. Él respondió: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores” (Mat. 9:9-13). ¿Estaba Jesús excusando a los pecadores? Claro que no. Él quería que se arrepintieran. De hecho, esa era una parte importante del mensaje que predicaba (Mat. 4:17). Pero Jesús tenía perspicacia y se daba cuenta de que al menos algunos de estos “recaudadores de impuestos y pecadores” querían cambiar. No habían ido a la casa de Mateo solo para comer. Más bien, muchos de ellos eran seguidores de Jesús (Mar. 2:15). Por desgracia, la mayoría de los fariseos no veían a los demás como los veía Jesús.w17.11 13 párr. 2; 16 párr. 15
Jueves 12 de diciembre
Vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión (Col. 3:14).
Todos estamos de acuerdo en que es una bendición ser parte de la congregación cristiana. El estudio de la Palabra de Dios en las reuniones y el apoyo que nos damos unos a otros con amor y bondad nos ayudan a no perder de vista el premio. Sin embargo, los malentendidos en ocasiones pueden producir tensión entre los hermanos. Si no resolvemos estos problemas, podemos llegar a sentir resentimiento (1 Ped. 3:8, 9). ¿Qué haremos para que el resentimiento no nos impida conseguir el premio? Pablo dio esta exhortación a los colosenses: “Como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes (Col. 3:12, 13). w17.11 27 párrs. 7, 8
Viernes 13 de diciembre
Él tendrá que huir a una de estas ciudades (Jos. 20:4).
Cuando un israelita mataba a alguien por accidente, debía huir a una ciudad de refugio y presentar su caso en la puerta de la ciudad “a oídos de los ancianos”. Ellos debían ser hospitalarios con él. Algún tiempo después, tenían que enviarlo de vuelta al lugar donde había ocurrido la muerte para que lo juzgaran los ancianos de esa ciudad (Núm. 35:24, 25). Si estos llegaban a la conclusión de que había sido un homicidio involuntario, le permitían regresar a la ciudad de refugio. ¿Por qué tenía que hablar el homicida con los ancianos? Porque ellos debían mantener limpia la congregación de Israel y ayudar al homicida a beneficiarse de la misericordia de Jehová. Un estudioso de la Biblia explicó que, si el fugitivo no hablaba con los ancianos, se arriesgaba a ser ejecutado, “porque no había aprovechado lo que Dios había hecho para ofrecerle seguridad”. Si no se refugiaba en una de estas ciudades, el vengador de la sangre podía darle muerte. w17.11 9 párrs. 6, 7
Sábado 14 de diciembre
¿No son todos ellos espíritus para servicio público, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación? (Heb. 1:14).
Jehová de los ejércitos sigue usando hoy a sus ángeles para proteger y fortalecer a su pueblo (Mal. 3:6; Heb. 1:7). Desde que en el año 1919 el Israel espiritual dejó de estar bajo el cautiverio simbólico de Babilonia la Grande, la religión verdadera ha seguido creciendo a pesar de la cruel persecución de sus enemigos (Rev. 18:4). Gracias a la protección de los ángeles, no tenemos por qué temer que el pueblo de Dios vuelva a ser prisionero de la religión falsa (Sal. 34:7). Al contrario, estamos seguros de que los siervos de Jehová de todo el mundo seguiremos sirviendo con entusiasmo a nuestro Dios. El ejército de Jehová estará de nuestro lado. En ese momento decisivo de la gran tribulación, los siervos de Dios estarán protegidos por el ejército de ángeles, que aniquilará a los que se oponen a la soberanía de Jehová (2 Tes. 1:7, 8). ¡Qué emocionante será ese día!w17.10 28 párrs. 10, 11
Domingo 15 de diciembre
Edifíquense sobre su santísima fe, y oren con espíritu santo (Jud. 20).
Si un familiar es expulsado o renuncia a ser testigo de Jehová, sentimos mucho dolor, como si una espada nos atravesara el corazón. ¿Qué podemos hacer en ese caso? Es importante que mantengamos buenos hábitos espirituales. Para seguir teniendo una fe fuerte, debemos leer regularmente la Biblia, prepararnos para las reuniones y asistir a ellas, salir a predicar y pedirle a Dios fuerzas para aguantar (Jud. 21). Pero ¿qué podemos hacer si caemos en la rutina debido al dolor? No nos rindamos. Concentrémonos en el servicio a Jehová, pues eso nos ayudará a controlar nuestros pensamientos y emociones. Fijémonos en lo que le ocurrió al escritor del Salmo 73. Comenzó a ver las cosas de manera negativa, lo que le produjo mucha ansiedad. Pero centrarse en servir fielmente a Jehová lo ayudó a corregir su forma de pensar (Sal. 73:16, 17). Hacer esto nos ayudará a nosotros también. w17.10 16 párrs. 17, 18
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