Enero
Miércoles 1 de enero
Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo (Núm. 12:3).
Cuando Moisés pertenecía a la familia real de Egipto, no era un hombre manso. De hecho, tenía tan mal carácter que hasta mató a un hombre porque a su parecer estaba actuando de manera injusta. Dio por sentado que Dios aprobaría lo que había hecho. Jehová pasó cuarenta años ayudándolo a comprender que para liderar a Israel no bastaba con que fuera valiente, tenía que ser manso. Y para serlo también debía ser humilde, obediente y apacible. Aprendió bien la lección y llegó a ser un líder excelente (Éx. 2:11, 12; Hech. 7:21-30, 36). Hoy día, los cabezas de familia y los ancianos hacen bien en seguir el ejemplo de Moisés. Si usted es uno de ellos, no se ofenda con facilidad cuando lo traten con falta de respeto. Reconozca con humildad sus errores (Ecl. 7:9, 20). Muestre obediencia y maneje los problemas como Jehová manda, y reaccione siempre con apacibilidad (Prov. 15:1). Los cabezas de familia y los superintendentes que responden así complacen a Jehová, fomentan la paz y dan un buen ejemplo de lo que significa ser manso. w19.02 8 párr. 1; 10 párrs. 9, 10
Jueves 2 de enero
Se enterneció por ellos (Mar. 6:34).
¿Por qué se enterneció Jesús? Porque vio que aquellas personas “eran como ovejas sin pastor”. Quizá se dio cuenta de que algunas de ellas eran pobres y tenían que trabajar largas jornadas para poner el pan en la mesa. Puede que otras hubieran sufrido la pérdida de un ser querido. Es probable que Jesús comprendiera bien cómo se sentían porque él mismo tal vez pasó por alguna de esas situaciones. Su interés por los demás lo motivó a llevarles un mensaje consolador (Is. 61:1, 2). ¿Cómo podemos imitar el ejemplo de Jesús? Hoy las personas también son “como ovejas sin pastor” y están llenas de problemas. Pero nosotros tenemos lo que necesitan: el mensaje del Reino (Rev. 14:6). Así que hacemos lo mismo que nuestro Maestro y les llevamos las buenas noticias porque le tenemos “lástima al de condición humilde y al pobre” (Sal. 72:13). Nos compadecemos de la gente y queremos hacer algo para ayudarla. w19.03 21, 22 párrs. 6, 7
Viernes 3 de enero
Bendito sea Jehová, que diariamente nos lleva la carga (Sal. 68:19).
Tenemos muchas razones para amar a Jehová. Además de suministrarnos cosas buenas todos los días, nos enseña la verdad sobre él y su propósito (Juan 8:31, 32). Nos ha dado la congregación cristiana para guiarnos y apoyarnos. Nos ayuda con los problemas que nos cargan en la actualidad y nos ofrece la esperanza de vivir para siempre en condiciones perfectas en el futuro (Rev. 21:3, 4). Cuando meditamos en todo lo que ya ha hecho para demostrarnos su amor, llegamos a quererlo tanto que tememos herirlo. Ese es el tipo de temor que debemos tener. Si siempre recordamos cuánto nos beneficia la guía de Jehová, nuestro amor por él y por sus normas crecerá. Entonces, nada de lo que Satanás nos ofrezca hará que dejemos de servir a Dios. Dentro de mil años, cuando pensemos en nuestro bautismo, diremos: “Fue la mejor decisión de mi vida”. w19.03 6 párr. 14; 7 párr. 19
Sábado 4 de enero
Una esposa capaz, ¿quién la puede hallar? Su valor es mucho más que el de los corales (Prov. 31:10).
Toda la familia se beneficia cuando cada uno de sus miembros es agradecido. Cuantas más muestras de agradecimiento se dediquen los cónyuges, más unidos estarán y más fácil se les hará perdonarse sus errores. El esposo que valora a su esposa no solo se fija en las cosas buenas que ella dice y hace, sino que también “se levanta, y la alaba” (Prov. 31:28). Y la esposa sabia le dice a su esposo las cosas concretas que valora de él. Padres, ¿cómo pueden enseñar a sus hijos a ser agradecidos? Recuerden que ellos imitarán lo que ustedes digan y hagan. Por tanto, pónganles un buen ejemplo dándoles las gracias cuando hagan algo por ustedes. Además, enséñenles a dar las gracias cuando otros hagan algo por ellos. Ayúdenlos a comprender que la gratitud sale del corazón y que sus palabras pueden ayudar mucho a los demás. w19.02 17 párrs. 14, 15
Domingo 5 de enero
¡Hasta que expire no quitaré de mí mi integridad! (Job 27:5).
Con estas importantes palabras, Job dio a entender que estaba decidido a ser íntegro pasara lo que pasara. Se negó a darse por vencido ante el ataque de Satanás, y nosotros podemos hacer lo mismo. ¿Qué relación tiene con cada uno de nosotros la cuestión que hizo surgir Satanás sobre Job? Él alega que no amamos de verdad a Jehová, que dejaremos de servirle con tal de salvar nuestra vida y que en realidad no somos íntegros (Job 2:4, 5; Rev. 12:10). ¿Cómo nos hace sentir esto? ¿No es cierto que nos duele? Pero pensemos en lo siguiente: Jehová confía tanto en nosotros que deja que Satanás nos pruebe para darnos la maravillosa oportunidad de demostrar que somos íntegros y que él es un mentiroso. Además, Dios promete ayudarnos a lograrlo (Heb. 13:6). ¡Qué honor es contar con la confianza del Rey del universo! ¿Vemos por qué es tan importante ser íntegros? Porque así desmentimos las acusaciones de Satanás y defendemos el buen nombre y la forma de gobernar de nuestro Padre celestial.w19.02 5 párrs. 9, 10
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