Acusaciones
1. Viste lo que hicieron los reyes de Israel, no cumplieron con su parte del
pacto, escogieron el mal y la muerte, habiéndoles tú puesto en frente la
bendición o maldición. Y escogieron las tinieblas a la luz, pues su corazón
malo necesita de la oscuridad para poder obrar el mal, por tanto
prefirieron hacer el mal en lo secreto, pero el bien en público.
2. Ya ves cómo te llevaban animales enfermos o cojos como ofrenda santa,
ya ves cómo tus sacerdotes se saciaban de la carne de sacrificios
mientras el pueblo moría de hambre, ya ves cómo los ricos adquirían
más y más tierras, no dejando al hermano lugar donde vivir, al huérfano
desampararon y le robaron a la viuda hasta la última moneda de ínfimo
valor.
3. Fuiste testigo de su osadía, pues prefirieron hervir en agua a sus hijos, a
recién nacidos de sus entrañas para comerlos, así saciando su hambre.
Pues eso les deparaste si elegían mal, y en la hora que les diste para
escoger, prefirieron a los dioses, con todo el ejército del cielo, con toda
su maldad.
4. Y consultaron adivinos que les dijeran el futuro, en lugar de esperar por
tu salvación. Y eligieron brujos para que les ayudasen en lugar de
esperar tu providencia, no confiaron en ti para nada, se desviaron del
camino que les fijaste, fueron torpes y de dura cabeza, no entienden. Tu
pueblo es falto de conocimiento y no se sienta a razonar, mas sus pies se
apresuran a la maldad, con sus manos llenas de sangre, pues por mirar
con ojos de deseo a la mujer de su prójimo asesinaron a su marido, para
poder allegarse a ella. Así con ley rompen la ley, y por la ley trataron de
salvarse, pero la ley misma los condena. Porque muerto su marido se
podía volver a casar, pero el matar estaba prohibido.
5. Y de esa clase de hombres tú tuviste piedad, de David. Y otro rey cambió
todo cuanto le habías dado, pues a ningún otro le has dado tanto como a
aquel, riquezas y sabiduría, pero prefirió a las mujeres, al igual que tus
santos ángeles, y se allegó a ellas, y a sus dioses, y levantó altar a cada
imagen del ejército del cielo, a todos los demonios, sin faltar ninguno.
6. Y te airaste, les quitaste el reino, dividiste a su pueblo en dos como por
espada, y los dispersaste por las naciones, enviaste al Rey de Babilonia
para exterminarlos, acabaron con ellos, se llevaron a sus hijas e hijos a
tierra lejana, para servir a otros dioses, se inclinan ante palos y piedras,
dioses que no son más fuertes que tú, que no salvan de tus manos.
7. Pero Ezequiel te vio levantar tu trono, con todo tu poder y esplendor, con
tus siete espíritus, los animales sagrados, y te fuiste de las tierras de
Israel a las tierras de Babilonia, y no abandonaste al pueblo que te
abandonó, les seguiste para estar con ellos, les seguiste pues les
amabas, como cuando sigues baboso a una prostituta. Y permaneciste
con ellos hasta el día señalado, esperando el día, hasta cuando se
arrepintiesen de su mal.
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8. Y les seguiste a Babilonia, y Ezequiel te vio descender con tu trono, y
posarte sobre las tierras en donde exiliaste a tus elegidos, y no los
abandonaste pese a todo el mal que hicieron, aun te volvieron la espalda
y adoraron al sol.
9. Pero dejaste un remanente, pueblo pequeño, pues no todos adoraron a
otros dioses, no todos hicieron el mal, y por amor a esos cuantos,
preservas la semilla de Jacob, mantienes tus promesas.
Aunque pocos
10. Y aunque pocos, me son tropiezo, pues tu palabra no se invalida,
hay esperanzas de que alguno de ellos haga enteramente lo que es
bueno, y tu esperanza se mantiene, y la de ellos, aun la mía, pues la
maldad de los hombres se manifiesta, y aumenta el mal a cada minuto
en lugar de aumentar el bien.
11. Y es cosa preciosa, pues estoy seguro de que todos los hombres te
fallarán, ninguno respetará tu ley, y me seguirás enviando a golpearles y
castigarles, continuamente, porque no entienden, son generación de
avestruces, que no piensan ni al caminar, pues hasta sus propios huevos
pisan estúpidamente.
12. Y por el amor a esos pocos que no doblaron su rodilla ante Baal, te
vas con ellos al cautiverio, como prisionero en Babilonia, como
encubierto, pues tus planes son robar su tesoro.
carlos adrian gomez burgara
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