De modo que la promesa que se extiende por Abraham a todas las naciones
lleva mandamiento, uno que para los hombres es imposible de cumplir : Yo
soy el Dios todopoderoso, anda delante de mí y sé perfecto.
El Judío y el Griego
1. Quién es el judío y quién es el griego, no son acaso todos llamados a una
misma mesa, pues todos tienen a un mismo Señor, el pueblo que Dios
escogió para un propósito lo hizo, pero también el que rechazó. Porque
la profecía dice : por cuanto mis escogidos me provocaron a celos con lo
que no es Dios, yo también les provocaré a celos con un pueblo que no
es pueblo. De modo que la promesa al rechazarla Israel pasa al resto de
las naciones, por cuanto los que creyeron a la palabra del Señor forman
parte de este pueblo, el que él escogió, de modo que no hay diferencia
entre griego y judío, por cuanto todos fallaron y están destituidos de la
gloria de Dios, y los que en él esperan, no por la ley muerta si no más
bien por la ley viva, a ellos se les da el distintivo de hijos como por
adopción, llegan a ser parte del pueblo de Dios, el Israel no de
descendencia en cuanto a la carne, si no por don espiritual.
2. Pero a la descendencia es la promesa, por linaje de David, el que es
judío de la tribu de Judá. Pero a Abraham es la promesa en un principio,
porque por medio de él serían bendecidas todas las naciones de la tierra,
vida eterna del cielo a los hombres, a judíos como a griegos, y esto es
promesa y regalo del Señor.
3. Pero por cuanto escogidos, sobremanera probados, y miren, yo soy
quien les pongo por delante la prueba, y están siendo probados en la
tierra, la que está completamente bajo mi poder, pues tengo millares de
servidores a los que envío para que el hombre sea engañado, de manera
que no halle el camino para volver a Dios, ni se convierta, ni sea salvo.
Como propósito para el Señor pues ninguno que sea inmundo entrará en
los cielos, y todo hombre es mentiroso y hacedor de mentiras, asesinos,
transgresores. El judío tanto como el griego.
4. Quién de los hombres traspasará el cielo, por alguna de sus doce
puertas. He aquí que no conozco ni uno. Porque ninguno es digno, por
mucho que sea limpiado. Porque ninguno lo merece, por mucho que se
haya esforzado. Porque los hombres son basura inmunda, por mucho
que hayan ayunado. Porque de piadosos solo tienen la apariencia, y
ninguno ayuda a su prójimo si no es por interés, y ninguno busca a Dios
si no por sus regalos, y ninguno cumple la ley. Porque la ley muerta la
matan aun más, y de la viva, le buscan para matarle. Porque todos son
duros de mente y de corazón, porque los judíos piden señales y los
griegos piden sabiduría, pero ninguno mira al cordero que fue degollado,
porque para los judíos es vergüenza, y para los griegos es locura o
estupidez. Porque lo débil de Dios es más fuerte que cualquier hombre.
El cielo está cerrado.
carlos adrian gomez burgara
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