Aconseja contra el vino y la lujuria como dos males gemelos. "Porque el que está borracho no teme a nadie". (Verso 13) .
Y ahora os mando, hijos míos, que escuchéis a Judá vuestro padre, y guardéis mis palabras para cumplir todas las ordenanzas del Señor, y obedecer los mandamientos de Dios.
2 Y no andéis según vuestras concupiscencias, ni en la imaginación de vuestros pensamientos con altivez de corazón; y no te gloríes en las obras y la fuerza de tu juventud, porque esto también es malo a los ojos del Señor.
3 Como también me gloriaba de que en las guerras ningún rostro de mujer hermosa me sedujera jamás, y reprendí a Rubén mi hermano acerca de Bilha, la esposa de mi padre, los espíritus de celo y de fornicación se alinearon contra mí, hasta que me acosté con Betsúa la cananea, y Tamar, que estaba desposada con mis hijos.
4 Porque dije a mi suegro: Consultaré a mi padre, y también tomaré a tu hija.
5 Y él no estaba dispuesto, pero me mostró una cantidad ilimitada de oro a favor de su hija; porque era un rey.
6 Y la adornó con oro y perlas, y la hizo derramar vino para nosotros en la fiesta con hermosura de mujer.
7 Y el vino desvió mis ojos, y el placer cegó mi corazón.
8 Y me enamoré y me acosté con ella, y transgredí el mandamiento del Señor y el mandamiento de mis padres, y la tomé por esposa.
9 Y el Señor me recompensó conforme a la imaginación de mi corazón, ya que no tuve alegría en sus hijos.
10 Y ahora, hijos míos, os digo, no os embriaguéis con vino; porque el vino aparta la mente de la verdad, e inspira la pasión de la lujuria, y lleva los ojos al error.
11 Porque el espíritu de fornicación tiene vino como ministro para deleitar la mente; porque estos dos también quitan la mente del hombre.
12 Porque si alguno bebe vino hasta la embriaguez, esto turba la mente con pensamientos inmundos que conducen a la fornicación, y calienta el cuerpo para la unión carnal; y si está presente la ocasión de la lujuria, obra el pecado, y no se avergüenza.
13 Así es el ebrio, hijos míos; porque el que está borracho no teme a nadie.
14 Porque he aquí, a mí también me hizo errar, de modo que no me avergoncé de la multitud en la ciudad, porque delante de los ojos de todos me desvié a Tamar, y cometí un gran pecado, y descubrí la cubierta. de la vergüenza de mis hijos.
15 Después de haber bebido vino,
pag. 238
no respeté el mandamiento de Dios, y tomé por mujer a una cananea.
16 Porque mucha discreción necesita el hombre que bebe vino, hijos míos; y aquí está la discreción al beber vino, un hombre puede beber mientras conserve la modestia.
17 Pero si se pasa de este límite, el espíritu de engaño ataca su mente, y hace que el borracho hable cosas obscenas y transgreda, y no se avergüence, sino que hasta se gloríe en su vergüenza y se tenga por honroso.
18 El que comete fornicación no se da cuenta cuando sufre pérdida, y no se avergüenza cuando es afrentado.
19 Porque aunque un hombre sea rey y cometa fornicación, es despojado de su realeza haciéndose esclavo de la fornicación, como también yo mismo padecí.
20 Porque di mi cayado, es decir, el sostén de mi tribu; y mi cinto, esto es, mi poder; y mi diadema, es decir, la gloria de mi reino.
21 Y en verdad me arrepentí de estas cosas; vino y carne no comí hasta mi vejez, ni vi alegría alguna.
22 Y el ángel de Dios me mostró que para siempre las mujeres gobiernan tanto al rey como al mendigo.
23 Y al rey le quitan su gloria, y al valiente su poder, y al mendigo hasta lo poco que es el sostén de su pobreza.
24 Observad, pues, hijos míos, el límite justo en el vino; porque hay en él cuatro espíritus malignos: de lujuria, de deseo ardiente, de libertinaje, de ganancias indecentes.
25 Si bebéis vino con alegría, sed modestos en el temor de Dios.
26 Porque si en vuestra alegría se aparta el temor de Dios, entonces surge la embriaguez, y se infiltra la desvergüenza.
27 Pero si queréis vivir sobriamente, no toquéis vino en absoluto, no sea que pequéis con palabras de ultraje, y con peleas y calumnias, y transgresiones de los mandamientos de Dios, y perezcáis antes de tiempo.
28 Además, el vino revela los misterios de Dios y de los hombres, así como yo también revelé los mandamientos de Dios y los misterios de mi padre Jacob a la mujer cananea Betsúa, que Dios me ordenó que no revelara.
29 Y el vino es causa de guerra y de confusión.
30 Y ahora os mando, hijos míos, que no améis el dinero, ni miréis la hermosura de las mujeres; porque por causa del dinero y la belleza fui descarriado a Betsúa la cananea.
31 Porque yo sé que por estas dos cosas mi raza caerá en la maldad.
32 Porque aun los sabios de entre mis hijos ellos estropearán, y harán disminuir el reino de Judá, que el Señor me dio a causa de mi obediencia a mi padre.
33 Porque nunca causé aflicción a mi padre Jacob; porque todas las cosas que él mandó, yo las hice.
34 Y Isaac, el padre de mi padre, me bendijo para ser rey en Israel, y Jacob me bendijo aún más de la misma manera.
35 Y sé que de mí será establecido el reino.
36 Y yo sé los males que haréis en los postreros días.
37 Guardaos, pues, hijos míos, de la fornicación y del amor al dinero, y escuchad a Judá vuestro padre.
38 Porque estas cosas apartan de la ley de Dios, y ciegan la inclinación del alma, y enseñan la arrogancia, y no permiten que el hombre tenga compasión de su prójimo.
39 Le roban el alma de todo
pag. 239
bondad, y lo oprimáis con trabajos y aflicciones, y ahuyentéis de él el sueño, y devorad su carne.
40 Y estorba los sacrificios de Dios; y no se acuerda de la bendición de Dios, no escucha al profeta cuando habla, y se ofende por las palabras de la piedad.
41 Porque es esclavo de dos pasiones contrarias, y no puede obedecer a Dios, porque han cegado su alma, y anda de día como de noche.
42 Hijitos, el amor al dinero lleva a la idolatría; porque, cuando se extravían por el dinero, los hombres llaman dioses a los que no lo son, y hace que el que lo tiene caiga en la locura.
43 Por causa del dinero perdí a mis hijos, y si mi arrepentimiento, mi humillación y las oraciones de mi padre no hubieran sido aceptadas, habría muerto sin hijos.
44 Pero el Dios de mis padres tuvo misericordia de mí, porque lo hice por ignorancia.
45 Y el príncipe del engaño me cegó, y pequé como hombre y como carne, siendo corrompido por los pecados; y aprendí mi propia debilidad mientras me creía invencible.
46 Sabed, pues, hijos míos, que dos espíritus acechan al hombre: el espíritu de verdad y el espíritu de engaño.
47 Y en medio está el espíritu de entendimiento de la mente, al que pertenece volverse a donde quiera.
Y las obras de verdad y las obras de engaño están escritas en el corazón de los hombres, y el Señor conoce cada una de ellas.
49 Y no hay tiempo en que las obras de los hombres puedan ocultarse; porque en el corazón mismo han sido escritas delante del Señor.
50 Y el espíritu de verdad da testimonio de todas las cosas y todo lo acusa; y el pecador es quemado por su propio corazón, y no puede levantar su rostro al juez.
carlos adrian gomez burgara
carlosadrian@inbox.ru
Telegram
http://t.me/gomezburgara61
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.