jueves, 23 de marzo de 2023

EL TESTAMENTO DE ZABULUN El sexto hijo de Jacob y Lea . CAP. I.

EL TESTAMENTO DE ZABULUN

El sexto hijo de Jacob y Lea .

CAP. I.

Zabulón, el sexto hijo de Jacob y Lea. El inventor y filántropo., Lo que aprendió como resultado del complot contra José .

LA copia de las palabras de Zabulón, que ordenó a sus hijos antes de morir en el año ciento catorce de su vida, dos años después de la muerte de José.

2 Y les dijo: Oídme, hijos de Zabulón, estad atentos a las palabras de vuestro padre.

3 Yo, Zabulón, nací como un buen regalo para mis padres.

4 Porque cuando yo nací, mi padre se había multiplicado mucho, tanto en ovejas como en vacas, cuando con las varas azotadas tenía su parte.

5 No soy consciente de que he pecado todos mis días, excepto en el pensamiento.

6 Ni aun me acuerdo de haber hecho alguna iniquidad, excepto el pecado de ignorancia que cometí contra José; porque hice convenio con mis hermanos de no decirle a mi padre lo que había sucedido.

7 Pero lloré en secreto muchos días a causa de José, porque tenía miedo de mis hermanos, porque todos habían acordado que si alguno declaraba el secreto, sería asesinado.

8 Pero cuando quisieron matarlo, les conjuré mucho con lágrimas para que no fueran culpables de este pecado.

9 Porque Simeón y Gad vinieron contra José para matarlo, y él les dijo con lágrimas: Compadecedme, hermanos míos, tened piedad de las entrañas de nuestro padre Jacob; no expongáis sobre mí vuestras manos para derramar sangre inocente, porque he no pequé contra ti.

10 Y si en verdad he pecado, castíguenme con castigo, hermanos míos, pero no extiendan sobre mí su mano, por amor a nuestro padre Jacob,

11 Y mientras hablaba estas palabras, gimiendo mientras lo hacía, no pude soportar sus lamentaciones y comencé a llorar, y mi hígado se derramó, y toda la sustancia de mis entrañas se soltó.

12 Y lloré con Yosef y mi corazón sonaba, y las coyunturas de mi cuerpo temblaban, y no podía estar de pie.

13 Y cuando José me vio llorando con él, y ellos venían contra él para matarlo, él huyó detrás de mí, rogándoles.

14 Pero mientras tanto, Rubén se levantó y dijo: Vamos, hermanos míos, no lo matemos, sino arrojémoslo en uno de estos pozos secos, que nuestros padres cavaron y no encontraron agua.

15 Por esta causa el Señor prohibió que subiera agua en ellos para que José fuera preservado.

16 Y así lo hicieron, hasta que lo vendieron a los ismaelitas.

17 Porque de su precio no tuve parte, hijos míos.

18 Pero Simeón y Gad y otros seis de nuestros hermanos tomaron el precio de José y compraron sandalias para ellos, sus mujeres y sus hijos, diciendo:

19 No comeremos de él, porque es el precio de la sangre de nuestro hermano, pero ciertamente lo pisotearemos, porque él dijo que sería rey sobre nosotros, y así veamos qué será de sus sueños.

20 Por eso está escrito en

pag. 245

escrito de la ley de Moisés, que a cualquiera que no levantare simiente a su hermano, se le desatará la sandalia, y le escupirán en el rostro.

21 Y los hermanos de Yosef no quisieron que su hermano viviera, y el Señor desató de ellos la sandalia que usaban contra Yosef su hermano.

22 Porque cuando entraron en Mitzrayim, los siervos de Yosef los soltaron fuera de la puerta, y ellos se inclinaron a Yosef a la manera del rey Faraón.

23 Y no sólo se inclinaron ante él, sino que también fueron escupidos, cayendo ante él inmediatamente, y así fueron avergonzados delante. los egipcios.

24 Porque después de esto los egipcios oyeron todos los males que habían hecho a José.

25 Y después que fue vendido, mis hermanos se sentaron a comer y beber.

26 Pero yo, por lástima de José, no comí, sino que observé el pozo, ya que Judá temía que Simeón, Dan y Gad se precipitaran y lo mataran.

27 Pero cuando vieron que yo no comía, me pusieron a vigilarlo hasta que fue vendido a los ismaelitas.

28 Y cuando Rubén llegó y oyó que mientras él estaba fuera, José había sido vendido, rasgó sus vestidos, y de duelo, dijo:

29 ¿Cómo miraré el rostro de mi padre Jacob? Y tomó el dinero y corrió tras los mercaderes pero como no los encontró se volvió afligido.

30 Pero los mercaderes habían dejado el camino ancho y marcharon a través de los trogloditas por un atajo.

31 Pero Rubén se entristeció y no comió alimento aquel día.

32 Entonces Dan vino a él y le dijo: No llores, ni te entristezcas; porque hemos encontrado lo que podemos decir a nuestro padre Jacob.

33 Degollemos un cabrito de las cabras, y mojemos en él la túnica de José; y enviémosla a Jacob, diciendo: Sabes, ¿es esta la túnica de tu hijo?

34 Y así lo hicieron. Porque le quitaron la túnica a José cuando lo vendían, y le pusieron ropa de esclavo.

35 Ahora Simeón tomó la túnica y no la quiso dar, porque deseaba rasgarla con su espada, porque estaba enojado porque Yosef vivía y no lo había matado.

36 Entonces todos nos levantamos y le dijimos: Si no entregas la túnica, le diremos a nuestro padre que tú solo hiciste este mal en Israel.

37 Y así se lo dio, e hicieron tal como Dan había dicho.


carlos adrian gomez burgara
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