jueves, 23 de marzo de 2023

EL TESTAMENTO DE JOSÉ El undécimo hijo de Jacob y Raquel . CAP. I.

EL TESTAMENTO DE JOSÉ

El undécimo hijo de Jacob y Raquel .

CAP. I.

José, el undécimo hijo de Jacob y Raquel, la hermosa y amada. Su lucha contra la tentadora egipcia .

LA copia del Testamento de José.

2 Cuando estaba a punto de morir, reunió a sus hijos y a sus hermanos y les dijo:

3 Hermanos míos e hijos míos, oíd a José, el amado de Israel; escuchad, hijos míos, a vuestro padre.

4 He visto en mi vida envidia y muerte, pero no me desvié, sino que perseveré en la verdad del Señor.

5 Estos mis hermanos me odiaron, pero el Señor me amó:

6 Quisieron matarme, pero el Dios de mis padres me guardó:

7 Me echaron en un hoyo, y el Altísimo me hizo volver a subir.

8 Fui vendido como esclavo, y el Señor de todo me hizo libre:

9 Fui llevado en cautiverio, y su mano fuerte me socorrió.

10 Me acosaba el hambre, y el Señor mismo me alimentaba.

11 Estaba solo, y Dios me consoló:

12 Estuve enfermo, y el Señor me visitó.

13 Estuve en la cárcel, y mi Dios me mostró favor;

pag. 260

14 En cadenas, y me soltó;

15 calumniado, y defendió mi causa;

16 Amargamente fustigado por los egipcios, y El me libró;

17 Envidiado por mis consiervos, Y me exaltó.

18 Y este capitán principal de Faraón me confió su casa.

19 Y luché contra una mujer desvergonzada, instándome a transgredir con ella; pero el Dios de Israel mi padre me libró de la llama ardiente.

20 Fui encarcelado, fui golpeado, fui burlado; mas el Señor me concedió hallar misericordia, ante los ojos del carcelero.

21 Porque el Señor no desampara a los que le temen, ni en tinieblas, ni en prisiones, ni en tribulaciones, ni en necesidades.

22 Porque Dios no se avergüenza como un hombre, ni como un hijo de hombre tiene miedo, ni como un nacido en la tierra es débil o tiene miedo.

23 Pero en todas esas cosas Él da protección, y de diversas maneras Él consuela, aunque por un breve espacio de tiempo se aparta para probar la inclinación del alma.

24 En diez tentaciones me mostró aprobado, y en todas ellas soporté; porque la paciencia es un gran encanto, y la paciencia da muchos bienes.

25 ¡Cuántas veces me amenazó de muerte la egipcia!

26 ¡Cuántas veces me entregó al castigo, y luego me llamó y me amenazó, y cuando yo no estaba dispuesto a acompañarla, me dijo:

27 Tú serás señor mío y de todo lo que está en mi casa, si te entregares a mí, y serás como nuestro señor.

28 Pero me acordé de las palabras de mi padre, y entrando en mi cámara, lloré y oré al Señor.

29 Y ayuné en esos siete años, y me aparecí a los egipcios como alguien que vive delicadamente, porque los que ayunan por causa de Dios reciben hermosura en el rostro.

30 Y si mi señor estaba fuera de casa, no bebía vino; ni durante tres días tomé mi comida, sino que la di a los pobres y enfermos.

31 Y busqué al Señor temprano, y lloré por la mujer egipcia de Menfis, porque ella me inquietaba sin cesar, porque también de noche venía a mí con el pretexto de visitarme.

32 Y como no tenía hijo varón, pretendía considerarme como un hijo.

33 Y por un tiempo ella me abrazó como a un hijo, y yo no lo sabía; pero más tarde, ella trató de atraerme a la fornicación.

34 Y cuando lo vi, me entristecí hasta la muerte; y cuando ella hubo salido, volví en mí, y lloré por ella muchos días, porque reconocí su engaño y su engaño.

35 Y le declaré las palabras del Altísimo, por si acaso ella se apartaba de sus malos deseos.

36 A menudo, por lo tanto, ella me halagaba con palabras como un hombre santo, y engañosamente en su discurso alababa mi castidad delante de su esposo, mientras deseaba tenderme una trampa cuando estábamos solos.

37 Porque ella me elogió abiertamente como casta, y en secreto me dijo: No temas a mi esposo; porque él está persuadido de tu castidad; pues aun si alguien le hablara de nosotros, no creería.

38 A causa de todas estas cosas me postré en tierra, y rogué a Dios que el Señor me librara de su engaño.

39 Y cuando ella hubo vencido

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nada por ello, volvió a mí con el pretexto de que la instruyera, para aprender la palabra de Dios.

40 Y ella me dijo: Si quieres que deje mis ídolos, acuéstate conmigo, y persuadiré a mi marido a que se aparte de sus ídolos, y andaremos en la ley de tu Señor.

41 Y le dije: El Señor no quiere. que los que le temen sean inmundos, ni se complace en los que cometen adulterio, sino en los que se acercan a él con corazón puro y labios inmaculados.

42 Pero ella se preocupa por su paz, deseando cumplir su mal deseo.

43 Y me entregué aún más al ayuno ya la oración, para que el Señor me librara de ella.

44 Y otra vez, en otra ocasión me dijo: Si no cometes adulterio, mataré a mi marido con veneno; y tomarte para que seas mi marido.

45 Yo, pues, cuando oí esto, rasgué mis vestidos y le dije:

46 Mujer, teme a Dios, y no hagas esta mala obra, para que no seas destruida; pues sabe en verdad que declararé este tu designio a todos los hombres.

47 Ella, pues, teniendo miedo, me rogó que no declarara este dispositivo.

48 Y ella se fue consolándome con regalos, y enviándome toda delicia de los hijos de los hombres.

49 Y después me envió comida mezclada con encantamientos.

50 Y cuando vino el eunuco que lo trajo, miré hacia arriba y vi a un hombre terrible que me daba con el plato una espada, y percibí que su plan era engañarme.

51 Y cuando él hubo salido, lloré, y no probé esa ni ninguna otra comida de ella.

52 Entonces, después de un día ella vino a mí y observó la comida, y me dijo: ¿Por qué no has comido de la comida?

53 Y le dije: Es porque lo has llenado de encantamientos mortales; y cómo dijiste: No me acerco a los ídolos, sino solo al Señor.

54 Ahora, pues, sabe que el Dios de mi padre me ha revelado por medio de Su ángel tu maldad, y yo la he guardado para condenarte, si acaso puedes ver y arrepentirte.

55 Pero para que aprendas que la maldad de los impíos no tiene poder sobre los que adoran a Dios con castidad, he aquí, tomaré de él y comeré delante de ti.

56 Y habiendo dicho esto, oré así: El Dios de mis padres y el ángel de Abraham, sea conmigo; Y comí.

57, y cuando ella vio esto, cayó sobre su rostro a mis pies, llorando; y la levanté y la amonesté.

58 Y ella prometió no cometer más esta iniquidad.

59 Pero su corazón aún estaba puesto en el mal, y miraba a su alrededor para tenderme una trampa, y suspirando profundamente se abatió, aunque no estaba enferma.

60 Y cuando su marido la vio, le dijo: ¿Por qué está decaído tu semblante?

61 Y ella le dijo: Tengo dolor en mi corazón, y los gemidos de mi espíritu me oprimen; y así consoló a la que no estaba enferma.

62 Entonces, aprovechando una oportunidad, corrió hacia mí mientras su esposo aún no estaba, y me dijo: Me ahorcaré o me arrojaré por un precipicio, si no te acuestas conmigo.

63 Y cuando vi que el espíritu de Beliar la perturbaba, oré al Señor y le dije:

64 Por qué, desgraciada, arte

pag. 262

¿Estás turbado y perturbado, cegado por los pecados?

65 Recuerda que si te matas, Asteho, la concubina de tu marido, tu rival, golpeará a tus hijos, y tú destruirás tu memorial de sobre la tierra.

66 Y ella me dijo: He aquí, entonces me amas; básteme esto: sólo lucha por mi vida y por mis hijos, y espero gozar también de mi deseo.

67 Pero ella no sabía que por mi señor yo hablaba así, y no por ella.

68 Porque si un hombre ha caído ante la pasión de un deseo perverso y ha llegado a ser esclavo de él, incluso como ella, todo lo bueno que oiga con respecto a esa pasión, lo recibe con miras a su deseo perverso.

69 Os declaro, pues, hijos míos, que era como la hora sexta cuando ella se apartó de mí; y me arrodillé delante del Señor todo el día, y toda la noche; y al amanecer me levanté, llorando todo el tiempo y orando por una liberación de ella.

70 Por fin, entonces, se apoderó de mis ropas, arrastrándome a la fuerza para tener conexión con ella.

71 Cuando, por lo tanto, vi que en su locura se aferraba a mi vestido, lo dejé atrás y huí desnudo.

72 Y aferrándose a la ropa me acusó falsamente, y cuando vino su marido me echó en la cárcel en su casa; y al día siguiente me azotó y me envió a la cárcel de Faraón.

73 Y cuando yo estaba en cadenas, la mujer egipcia estaba oprimida por el dolor, y ella vino y escuchó cómo yo di gracias al Señor y canté alabanzas en la morada de la oscuridad, y con voz alegre se regocijó, glorificando a mi Dios porque fui liberado del deseo lujurioso de la mujer egipcia.

74 Y muchas veces ella me ha enviado diciendo: Consiente en cumplir mi deseo, y te liberaré de tus ataduras, y te liberaré de la oscuridad.

75 Y ni aun en pensamiento me incliné hacia ella.

76 Porque Dios ama al que en un antro de maldad combina el ayuno con la castidad, más que al hombre que en las cámaras de los reyes combina el lujo con la licencia.

77 Y si un hombre vive en la castidad y desea también la gloria, y el Altísimo sabe que le conviene, también me la concede a mí.

78 ¡Cuántas veces, aunque estaba enferma, descendía a mí en momentos inesperados y escuchaba mi voz mientras yo oraba!

79 Y cuando oí sus gemidos callé.

80 Porque cuando yo estaba en su casa, solía desnudar sus brazos, pechos y piernas, para que yo pudiera acostarme con ella; porque era muy hermosa, espléndidamente adornada para seducirme.

81 Y el Señor me guardó de sus maquinaciones.


carlos adrian gomez burgara
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