SABEN, pues, hijos míos, que en los últimos tiempos vuestros hijos abandonarán la soltería y se unirán al deseo insaciable.
2 Y dejando la inocencia, se acercará a la malicia; y dejando los mandamientos del Señor, se unirán a Beliar.
3 Y dejando la agricultura, seguirán sus propias iniquidades, y se dispersarán entre los gentiles, y servirán a sus enemigos.
4 Y vosotros, pues, dad estos mandamientos a vuestros hijos, para que, si pecaren, se vuelvan más pronto al Señor; Porque El es misericordioso, y los librará, aun para hacerlos volver a su tierra.
5 He aquí, pues, como veis, tengo ciento veintiséis años y no tengo conciencia de haber cometido ningún pecado.
6 Fuera de mi mujer, no he conocido mujer alguna. Nunca cometí fornicación por la elevación de mis ojos.
7 No bebí vino para ser descarriado por él;
8 No codicié ninguna cosa deseable de mi prójimo.
9 El engaño no surgió en mi corazón;
10 No pasó por mis labios una mentira.
11 Si alguno estaba en aflicción, unía mis suspiros a los suyos,
12 Y repartí mi pan con los pobres.
13 Hice la piedad, todos mis días guardé la verdad.
14 Amé al Señor; asimismo cada uno con todo mi corazón.
15 Así también vosotros, hijos míos, haced estas cosas, y todo espíritu de Beliar huirá de vosotros, y ninguna obra de maldad se enseñoreará de vosotros;
16 Y toda bestia salvaje tendréis que someter, puesto que tenéis con vosotros al Dios del cielo y de la tierra y andáis con los hombres con sencillez de corazón.
17 Y habiendo dicho estas cosas, mandó a sus hijos que lo llevaran a Hebrón, y lo enterraran allí en la cueva con sus padres.
18 Y él extendió sus pies y murió, en buena vejez; con cada sonido de sus miembros, y con una fuerza sin cesar, durmió el sueño eterno.
carlos adrian gomez burgara
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