El segundo hijo de Jacob y Lea .
CAP. I.
Simeón, el segundo hijo de Jacob y Lea. El hombre fuerte. Se vuelve celoso de José y es un instigador del complot contra José .
LA copia de las palabras de Simeón, las cosas que habló a sus hijos antes de morir, en el año ciento veinte de su vida, en el cual murió José, su hermano.
2 Porque cuando Simeón estaba enfermo, sus hijos vinieron a visitarlo. y él se fortaleció y se sentó y los besó, y dijo:--
3 Oíd, hijos míos, a Simeón vuestro padre y os declararé las cosas que tengo en mi corazón.
4 Yo nací de Jacob como el segundo hijo de mi padre; y mi madre Lea me llamó Simeón, porque el Señor había oído su oración.
5 Además, me hice fuerte en gran manera; No me estremecí ante ningún logro ni tuve miedo del deber. Porque mi corazón estaba duro, y mi hígado inconmovible, y mis entrañas sin compasión.
6 Porque también el valor ha sido dado por el Altísimo a los hombres en alma y cuerpo.
7 Porque en el tiempo de mi juventud tuve celos de José en muchas cosas, porque mi padre lo amaba sobre todo.
8 Y puse mi mente contra él para destruirlo porque el príncipe del engaño envió el espíritu de celo y cegó mi mente, de modo que no lo consideré como un hermano, ni perdoné ni siquiera a Jacob mi padre.
9 Pero su Dios y el Dios de sus padres envió su ángel, y lo libró de mis manos.
10 Porque cuando fui a Siquem para traer ungüento para los rebaños, y Rubén a Dotán, donde estaban nuestras necesidades y todos nuestros provisiones, Judá mi hermano lo vendió a los ismaelitas.
11 Y cuando Rubén oyó estas cosas, se entristeció, porque deseaba devolverlo a su padre.
12 Pero al oír esto, me enojé mucho contra Judá, porque lo dejó ir vivo, y durante cinco meses continué airado contra él.
13 Pero el Señor me detuvo, y detuvo de mí el poder de mis manos; porque mi mano derecha estuvo medio seca durante siete días.
14 Y supe, hijos míos, que a causa de José me había sucedido esto, y me arrepentí y lloré; y rogué al Señor Dios que mi mano pudiera ser restaurada y que pudiera mantenerme alejado de toda contaminación y envidia y de toda insensatez.
15 Porque yo sabía que había planeado algo malo delante del Señor y de Jacob mi padre, a causa de José mi hermano, al que le tenía envidia.
16 Y ahora, hijos míos, escúchenme y cuídense del espíritu de engaño y envidia.
17 Porque la envidia domina toda la mente del hombre, y no le deja comer ni beber, ni hacer nada bueno. Pero siempre le sugiere que destruya al que envidia; y mientras el que es envidiado florece, el que tiene envidia se marchita.
18 Dos años, pues, afligí mi alma con ayuno en el temor del Señor, y aprendí que la liberación de la envidia viene por el temor de Dios.
19 Porque si alguno huye al
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Señor, el espíritu maligno huye de él y su mente se ilumina.
20 Y en adelante se compadece de aquel a quien envidia y perdona a los que le son hostiles, y así cesa su envidia.
carlos adrian gomez burgara
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