domingo, 27 de octubre de 2019

Texto Diario domingo, 27 de octubre de 2019 Si yo no entiendo al que está hablando, el que está hablando será extranjero para mí (1 Cor. 14:11).

Texto Diario domingo, 27 de octubre de 2019

Si yo no entiendo al que está hablando, el que está hablando será extranjero para mí (1 Cor. 14:11).
Si un hijo no se identifica con la cultura de sus padres, es posible que no quiera aprender ni su idioma ni su fe. Los padres cristianos anteponen el bienestar espiritual de sus hijos a las preferencias personales (1 Cor. 10:24). Un hermano llamado Samuel relata: “Mi esposa y yo nos fijamos en qué idioma se desarrollaban mejor espiritualmente nuestros hijos y le pedimos a Jehová sabiduría. Cuando vimos que no sacaban mucho provecho de las reuniones en nuestro idioma, decidimos cambiar de congregación. Íbamos juntos a las reuniones y solíamos predicar con ellos. Además, invitábamos a los hermanos a comer y a ir de excursión. Todo esto contribuyó a que nuestros hijos conocieran mejor a los hermanos y vieran a Jehová no solo como su Dios, sino como su Padre y Amigo. Nos parecía que eso era mucho más importante que el que dominaran nuestro idioma”. w17.05 10 párrs. 11-13

(1 Corintios 14:11)  Pero, si yo no entiendo el sentido de lo que se dice, seré como un extranjero para el que está hablando y el que está hablando será como un extranjero para mí.
(1 Corintios 10:24)  Que nadie busque su propio beneficio, sino el de los demás.


11, 12. a) ¿Cómo influye el idioma en lo que aprenden los niños en las reuniones? b) ¿Por qué no quieren aprender algunos niños el idioma de sus padres?
11 Los padres deben evaluar con realismo las necesidades de sus hijos. Por supuesto, estos necesitan más que las pocas horas de educación espiritual que reciben en las reuniones cada semana para entender bien la verdad, sin importar qué idioma hablen. Pero los padres deben tener en cuenta lo siguiente: cuando los niños asisten a las reuniones en el idioma que entienden mejor, pueden asimilar algo de la enseñanza simplemente estando presentes y hasta aprender más de lo que sus padres creen. No ocurre lo mismo si no entienden bien lo que se dice (lea1 Corintios 14:9, 11). Y el idioma materno de un niño no siempre será el de su mente o el de su corazón. De hecho, algunos niños aprenden a hacer comentarios y asignaciones en el idioma de sus padres sin que las palabras les salgan en realidad del corazón.
12 Además, al corazón del niño no solo le influye el idioma. Así le ocurrió a Joshua, citado al principio. Esther, su hermana mayor, dice: “Para los niños, el idioma, la cultura y la religión de sus padres son inseparables”. Si un hijo no se identifica con la cultura de sus padres, es posible que no quiera aprender ni su idioma ni su fe. ¿Qué pueden hacer los padres?
13, 14. a) ¿Por qué se cambió de congregación una familia de inmigrantes? b) ¿Qué hizo el matrimonio para seguir fuerte espiritualmente?
13 Los padres cristianos anteponen el bienestar espiritual de sus hijos a las preferencias personales (1 Cor. 10:24). Samuel, el padre de Joshua y Esther, relata: “Mi esposa y yo nos fijamos en qué idioma se desarrollaban mejor espiritualmente nuestros hijos y le pedimos a Jehová sabiduría. La respuesta no fue la que más nos convenía a nosotros. Pero, cuando vimos que no sacaban mucho provecho de las reuniones en nuestro idioma, decidimos cambiar de congregación. Íbamos juntos a las reuniones y solíamos predicar con ellos. Además, invitábamos a los hermanos a comer y a ir de excursión. Todo esto contribuyó a que nuestros hijos conocieran mejor a los hermanos y vieran a Jehová no solo como su Dios, sino como su Padre y Amigo. Nos parecía que eso era mucho más importante que el que dominaran nuestro idioma”.

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