martes, 29 de octubre de 2019

Texto Diario martes, 29 de octubre de 2019 Tampoco aquí he hecho cosa alguna para que me metieran en el hoyo carcelario (Gén. 40:15).

Texto Diario martes, 29 de octubre de 2019

Tampoco aquí he hecho cosa alguna para que me metieran en el hoyo carcelario (Gén. 40:15).
Aunque José no olvidó lo que había sufrido durante las pruebas que experimentó por trece años, tampoco se amargó (Gén. 45:5-8). Y, lo que es más importante, no permitió que las imperfecciones y los errores de los demás lo alejaran de Jehová. Su lealtad le dio la oportunidad de ver cómo corregía Dios las injusticias y cómo los bendecía a él y a su familia. De igual modo, debemos atesorar y proteger nuestra amistad con Jehová. Nunca dejemos que las imperfecciones de nuestros hermanos nos alejen del Dios al que amamos y adoramos (Rom. 8:38, 39). Más bien, si un hermano nos trata injustamente, hagamos lo mismo que hizo José y acerquémonos todavía más a Jehová, esforzándonos por ver las cosas como él las ve. Una vez que hayamos hecho todo lo posible para arreglar la situación siguiendo los principios de la Biblia, tenemos que dejar el asunto en manos de Dios y confiar en que él lo corregirá de la forma y en el momento que considere oportunos. w17.04 20 párr. 12; 22 párrs. 15, 16

(Génesis 40:15)  Resulta que me secuestraron de la tierra de los hebreos, y aquí no he hecho nada para que me metan en prisión”.
(Génesis 45:5-8)  Pero ahora no sufran por haberme vendido ni se lo echen en cara unos a otros, porque Dios me ha enviado aquí antes que a ustedes para salvar vidas. 6 Con este ya llevamos dos años de hambre en el país, y todavía quedan cinco años en que no se pasará el arado ni se cosechará. 7 Dios me envió aquí antes que a ustedes para mantenerlos vivos librándolos de forma extraordinaria y así conservar a un resto de ustedes en la tierra. 8 Por lo tanto, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino el Dios verdadero. Lo hizo para nombrarme consejero jefe del faraón y señor de toda su casa, y también gobernante de toda la tierra de Egipto.
(Romanos 8:38, 39)  Porque estoy convencido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni gobiernos, ni cosas presentes ni cosas futuras, ni poderes, 39 ni altura ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.


12, 13. a) ¿Cómo demostró José que no tenía una actitud pasiva ante las injusticias que había sufrido? b) ¿Qué cosas no quiso contarle al copero?
12 (Lea Génesis 40:14, 15). Observemos que José mencionó que había sido secuestrado. La palabra en el idioma original significa literalmente que había sido “robado”. Es evidente que sufrió una injusticia. Además, José dejó claro que no era culpable del delito por el que se le había encarcelado. Por eso, le encargó al copero que hablara de él a Faraón. ¿Por qué le pidió algo así? José le dijo: “Tienes que sacarme de esta casa”.


15. ¿Cómo benefició a José ser amigo de Jehová?
15 Aprendemos una lección aún más importante al pensar en la amistad que José tenía con Jehová. Durante las pruebas que experimentó por trece años, José demostró que veía las cosas igual que Dios (Gén. 45:5-8). Nunca le echó la culpa de su situación. Aunque no olvidó lo que había sufrido, tampoco se amargó. Y, lo que es más importante, no permitió que las imperfecciones y los errores de los demás lo alejaran de Jehová. Su lealtad le dio la oportunidad de ver cómo corregía Dios las injusticias y cómo los bendecía a él y a su familia.
16. ¿Por qué debemos acercarnos todavía más a Jehová cuando sufrimos una injusticia en la congregación?
16 De igual modo, debemos atesorar y proteger nuestra amistad con Jehová. Nunca dejemos que las imperfecciones de nuestros hermanos nos alejen del Dios al que amamos y adoramos (Rom. 8:38, 39). Más bien, si un hermano nos trata injustamente, hagamos lo mismo que hizo José y acerquémonos todavía más a Jehová, esforzándonos por ver las cosas como él las ve. Una vez que hayamos hecho todo lo posible para arreglar la situación siguiendo los principios de la Biblia, tenemos que dejar el asunto en manos de Dios y confiar en que él lo corregirá de la forma y en el momento que considere oportunos.

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