Texto Diario martes, 30 de abril de 2019
Cualquiera que retiene sus dichos posee conocimiento, y un hombre de discernimiento es sereno de espíritu (Prov. 17:27).
Si tenemos un pariente expulsado, quizás debamos controlarnos para no tener trato innecesario con él. Hacer esto será más fácil si recordamos que así copiamos el ejemplo de Jehová y obedecemos sus consejos. Un ejemplo útil es el del rey David. Cuando Saúl lo persiguió y cuando Simeí lo provocó, David no se enojó ni usó su poder contra ellos (1 Sam. 26:9-11; 2 Sam. 16:5-10). Claro, sabemos que David no siempre se controló. Recordamos su reacción inicial ante la actitud egoísta de Nabal y su pecado con Bat-seba (1 Sam. 25:10-13; 2 Sam. 11:2-4). ¿Qué aprendemos de la vida de David? Primero, que los superintendentes deben controlarse y tener muchísimo cuidado para no abusar de su autoridad. Y, segundo, que nadie debe confiarse demasiado y pensar que puede resistir cualquier tentación (1 Cor. 10:12). w17.09 5, 6 párrs. 12, 13
(Proverbios 17:27) Cualquiera que retiene sus dichos posee conocimiento, y un hombre de discernimiento es sereno de espíritu.
(1 Samuel 26:9-11) Sin embargo, David dijo a Abisai: “No lo arruines, pues, ¿quién ha alargado la mano contra el ungido de Jehová y ha quedado inocente?”. 10 Y David siguió diciendo: “Tan ciertamente como que Jehová vive, Jehová mismo le asestará un golpe; o vendrá su día y tendrá que morir, o a la batalla bajará, y ciertamente será barrido. 11 ¡Es inconcebible, por mi parte, desde el punto de vista de Jehová, alargar la mano contra el ungido de Jehová! Por eso toma ahora, por favor, la lanza que está junto a su cabeza, y la jarra del agua, y vámonos”.
(2 Samuel 16:5-10) Y el rey David llegó hasta Bahurim, y, ¡mire!, de allí venía saliendo un hombre de la familia de la casa de Saúl, y su nombre era Simeí, hijo de Guerá, saliendo e invocando el mal al salir. 6 Y se puso a tirar piedras a David y a todos los siervos del rey David; y toda la gente y todos los hombres poderosos estaban a su derecha y a su izquierda. 7 Y esto era lo que decía Simeí al invocar el mal: “¡Sal, sal, oh hombre culpable de sangre y hombre que no sirve para nada! 8 Jehová ha hecho volver sobre ti toda la culpa de sangre por la casa de Saúl en lugar de quien has reinado; y Jehová da la gobernación real en mano de Absalón tu hijo. ¡Y aquí estás tú en tu calamidad, porque eres un hombre culpable de sangre!”. 9 Por fin Abisai hijo de Zeruyá dijo al rey: “¿Por qué debe este perro muerto invocar el mal contra mi señor el rey? Déjame pasar, por favor, y quitarle la cabeza”. 10 Pero el rey dijo: “¿Qué tengo yo que ver con ustedes, hijos de Zeruyá? Así, pues, que invoque él el mal, porque Jehová mismo le ha dicho: ‘¡Invoca el mal contra David!’. Por lo tanto, ¿quién debe decir: ‘¿Por qué hiciste así?’”.
(1 Samuel 25:10-13) Ante esto, Nabal contestó a los siervos de David y dijo: “¿Quién es David, y quién es el hijo de Jesé? Hoy día los siervos que se escapan, cada cual de delante de su amo, han llegado a ser muchos. 11 ¿Y acaso tengo yo que tomar mi pan y mi agua y mi carne degollada que yo he descuartizado para mis esquiladores y dar esto a hombres de quienes ni siquiera sé de dónde son?”. 12 Ante esto, los jóvenes de David dieron la vuelta en su camino y regresaron y llegaron y se lo informaron conforme a todas estas palabras. 13 Al instante David dijo a sus hombres: “¡Cíñase cada uno su espada!”. De modo que se ciñeron cada cual su espada, y David también se ciñó su propia espada; y empezaron a subir tras David, como cuatrocientos hombres, mientras doscientos se quedaron junto al bagaje.
(2 Samuel 11:2-4) Y al tiempo del atardecer aconteció que David procedió a levantarse de su cama y a pasearse sobre la azotea de la casa del rey; y desde la azotea alcanzó a ver a una mujer que estaba bañándose, y la mujer era de muy buena apariencia. 3 Entonces envió David y preguntó acerca de la mujer, y alguien dijo: “¿No es esta Bat-seba hija de Eliam la esposa de Urías el hitita?”. 4 Después de aquello David envió mensajeros para poder tomarla. De modo que ella entró a donde él, y él se acostó con ella, mientras ella estaba santificándose de su inmundicia. Más tarde ella regresó a su casa.
(1 Corintios 10:12) Por consiguiente, el que piensa que está en pie, cuídese de no caer.
12. a) ¿Cómo contuvo José sus sentimientos ante sus hermanos? b) ¿En qué situaciones tenemos que saber controlarnos?
12 Veamos otra ocasión en la que José dio un ejemplo excelente de autodominio. Sucedió cuando sus hermanos fueron a Egipto a comprar alimentos. José quería averiguar lo que de verdad pensaban, así que ocultó su identidad cuando se presentaron ante él. Y, cuando ya no pudo contener más sus sentimientos, se fue a otro lugar para llorar en privado (Gén. 43:30, 31; 45:1). Si un familiar o un hermano nos ofende, el ejemplo de José puede ayudarnos a no reaccionar de manera impulsiva (Prov. 16:32; 17:27). Además, si tenemos un pariente expulsado, quizás debamos controlarnos para no tener trato innecesario con él. Hacer esto puede ser difícil, pero resultará más fácil si recordamos que así copiamos el ejemplo de Jehová y obedecemos sus consejos.
13. ¿Qué dos valiosas lecciones aprendemos de la vida del rey David?
13 Otro ejemplo útil que encontramos en la Biblia es el del rey David. Cuando Saúl lo persiguió y cuando Simeí lo provocó, David no se enojó ni usó su poder contra ellos (1 Sam. 26:9-11; 2 Sam. 16:5-10). Claro, sabemos que David no siempre se controló. Recordamos su reacción inicial ante la actitud egoísta de Nabal y su pecado con Bat-seba (1 Sam. 25:10-13; 2 Sam. 11:2-4). ¿Qué aprendemos de la vida de David? Primero, que los superintendentes deben controlarse y tener muchísimo cuidado para no abusar de su autoridad. Y, segundo, que nadie debe confiarse demasiado y pensar que puede resistir cualquier tentación (1 Cor. 10:12).
Si tenemos un pariente expulsado, quizás debamos controlarnos para no tener trato innecesario con él. Hacer esto será más fácil si recordamos que así copiamos el ejemplo de Jehová y obedecemos sus consejos. Un ejemplo útil es el del rey David. Cuando Saúl lo persiguió y cuando Simeí lo provocó, David no se enojó ni usó su poder contra ellos (1 Sam. 26:9-11; 2 Sam. 16:5-10). Claro, sabemos que David no siempre se controló. Recordamos su reacción inicial ante la actitud egoísta de Nabal y su pecado con Bat-seba (1 Sam. 25:10-13; 2 Sam. 11:2-4). ¿Qué aprendemos de la vida de David? Primero, que los superintendentes deben controlarse y tener muchísimo cuidado para no abusar de su autoridad. Y, segundo, que nadie debe confiarse demasiado y pensar que puede resistir cualquier tentación (1 Cor. 10:12). w17.09 5, 6 párrs. 12, 13
(Proverbios 17:27) Cualquiera que retiene sus dichos posee conocimiento, y un hombre de discernimiento es sereno de espíritu.
(1 Samuel 26:9-11) Sin embargo, David dijo a Abisai: “No lo arruines, pues, ¿quién ha alargado la mano contra el ungido de Jehová y ha quedado inocente?”. 10 Y David siguió diciendo: “Tan ciertamente como que Jehová vive, Jehová mismo le asestará un golpe; o vendrá su día y tendrá que morir, o a la batalla bajará, y ciertamente será barrido. 11 ¡Es inconcebible, por mi parte, desde el punto de vista de Jehová, alargar la mano contra el ungido de Jehová! Por eso toma ahora, por favor, la lanza que está junto a su cabeza, y la jarra del agua, y vámonos”.
(2 Samuel 16:5-10) Y el rey David llegó hasta Bahurim, y, ¡mire!, de allí venía saliendo un hombre de la familia de la casa de Saúl, y su nombre era Simeí, hijo de Guerá, saliendo e invocando el mal al salir. 6 Y se puso a tirar piedras a David y a todos los siervos del rey David; y toda la gente y todos los hombres poderosos estaban a su derecha y a su izquierda. 7 Y esto era lo que decía Simeí al invocar el mal: “¡Sal, sal, oh hombre culpable de sangre y hombre que no sirve para nada! 8 Jehová ha hecho volver sobre ti toda la culpa de sangre por la casa de Saúl en lugar de quien has reinado; y Jehová da la gobernación real en mano de Absalón tu hijo. ¡Y aquí estás tú en tu calamidad, porque eres un hombre culpable de sangre!”. 9 Por fin Abisai hijo de Zeruyá dijo al rey: “¿Por qué debe este perro muerto invocar el mal contra mi señor el rey? Déjame pasar, por favor, y quitarle la cabeza”. 10 Pero el rey dijo: “¿Qué tengo yo que ver con ustedes, hijos de Zeruyá? Así, pues, que invoque él el mal, porque Jehová mismo le ha dicho: ‘¡Invoca el mal contra David!’. Por lo tanto, ¿quién debe decir: ‘¿Por qué hiciste así?’”.
(1 Samuel 25:10-13) Ante esto, Nabal contestó a los siervos de David y dijo: “¿Quién es David, y quién es el hijo de Jesé? Hoy día los siervos que se escapan, cada cual de delante de su amo, han llegado a ser muchos. 11 ¿Y acaso tengo yo que tomar mi pan y mi agua y mi carne degollada que yo he descuartizado para mis esquiladores y dar esto a hombres de quienes ni siquiera sé de dónde son?”. 12 Ante esto, los jóvenes de David dieron la vuelta en su camino y regresaron y llegaron y se lo informaron conforme a todas estas palabras. 13 Al instante David dijo a sus hombres: “¡Cíñase cada uno su espada!”. De modo que se ciñeron cada cual su espada, y David también se ciñó su propia espada; y empezaron a subir tras David, como cuatrocientos hombres, mientras doscientos se quedaron junto al bagaje.
(2 Samuel 11:2-4) Y al tiempo del atardecer aconteció que David procedió a levantarse de su cama y a pasearse sobre la azotea de la casa del rey; y desde la azotea alcanzó a ver a una mujer que estaba bañándose, y la mujer era de muy buena apariencia. 3 Entonces envió David y preguntó acerca de la mujer, y alguien dijo: “¿No es esta Bat-seba hija de Eliam la esposa de Urías el hitita?”. 4 Después de aquello David envió mensajeros para poder tomarla. De modo que ella entró a donde él, y él se acostó con ella, mientras ella estaba santificándose de su inmundicia. Más tarde ella regresó a su casa.
(1 Corintios 10:12) Por consiguiente, el que piensa que está en pie, cuídese de no caer.
12. a) ¿Cómo contuvo José sus sentimientos ante sus hermanos? b) ¿En qué situaciones tenemos que saber controlarnos?
12 Veamos otra ocasión en la que José dio un ejemplo excelente de autodominio. Sucedió cuando sus hermanos fueron a Egipto a comprar alimentos. José quería averiguar lo que de verdad pensaban, así que ocultó su identidad cuando se presentaron ante él. Y, cuando ya no pudo contener más sus sentimientos, se fue a otro lugar para llorar en privado (Gén. 43:30, 31; 45:1). Si un familiar o un hermano nos ofende, el ejemplo de José puede ayudarnos a no reaccionar de manera impulsiva (Prov. 16:32; 17:27). Además, si tenemos un pariente expulsado, quizás debamos controlarnos para no tener trato innecesario con él. Hacer esto puede ser difícil, pero resultará más fácil si recordamos que así copiamos el ejemplo de Jehová y obedecemos sus consejos.
13. ¿Qué dos valiosas lecciones aprendemos de la vida del rey David?
13 Otro ejemplo útil que encontramos en la Biblia es el del rey David. Cuando Saúl lo persiguió y cuando Simeí lo provocó, David no se enojó ni usó su poder contra ellos (1 Sam. 26:9-11; 2 Sam. 16:5-10). Claro, sabemos que David no siempre se controló. Recordamos su reacción inicial ante la actitud egoísta de Nabal y su pecado con Bat-seba (1 Sam. 25:10-13; 2 Sam. 11:2-4). ¿Qué aprendemos de la vida de David? Primero, que los superintendentes deben controlarse y tener muchísimo cuidado para no abusar de su autoridad. Y, segundo, que nadie debe confiarse demasiado y pensar que puede resistir cualquier tentación (1 Cor. 10:12).
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