sábado, 13 de abril de 2019

Texto Diario sábado, 13 de abril de 2019 Él tendrá que huir a una de estas ciudades (Jos. 20:4).

Texto Diario sábado, 13 de abril de 2019

Él tendrá que huir a una de estas ciudades (Jos. 20:4).
Una vez que el homicida estaba dentro de la ciudad de refugio, se encontraba a salvo. Jehová dijo sobre estas ciudades: “Tienen que servirles como refugio” (Jos. 20:2, 3). Él no pedía que se volviera a juzgar al homicida por el mismo caso. Y al vengador de la sangre no se le permitía que entrara en la ciudad y lo matara. Mientras el homicida permaneciera dentro de la ciudad, estaba bajo la protección de Dios y no tenía nada que temer. No estaba en una cárcel, pues podía trabajar, ayudar a otras personas y servir a Jehová en paz. Podía tener una vida plena y feliz. Hay siervos de Dios que se han arrepentido de un pecado grave pero se siguen sintiendo culpables. Algunos incluso piensan que Jehová siempre seguirá viendo una mancha en ellos. Si usted se siente así, puede estar seguro de que Jehová le ha mostrado misericordia y lo ha perdonado por completo. Así que no tiene nada que temer. w17.11 9 párr. 6; 11 párrs. 13, 14

(Josué 20:4)  Y él tendrá que huir a una de estas ciudades y detenerse a la entrada de la puerta de la ciudad y hablar sus palabras a oídos de los ancianos de aquella ciudad; y ellos tienen que recibirlo a sí en la ciudad y darle un lugar, y él tiene que morar con ellos.
(Josué 20:2, 3)  “Habla a los hijos de Israel, y diles: ‘Den para ustedes las ciudades de refugio de que les hablé por medio de Moisés, 3 para que huya allí el homicida que sin intención hiera mortalmente sin saberlo a un alma; y estas tienen que servirles como refugio del vengador de la sangre.


6, 7. a) ¿Qué tenían que hacer los ancianos ante un caso de homicidio involuntario? (Vea el dibujo del principio). b) ¿Por qué le convenía al homicida hablar con los ancianos?
Cuando un israelita mataba a alguien por accidente, debía huir a una ciudad de refugio y presentar su caso en la puerta de la ciudad “a oídos de los ancianos”. Ellos debían ser hospitalarios con él (Jos. 20:4). Algún tiempo después, tenían que enviarlo de vuelta al lugar donde había ocurrido la muerte para que lo juzgaran los ancianos de esa ciudad (lea Números 35:24, 25).Si estos llegaban a la conclusión de que había sido un homicidio involuntario, le permitían regresar a la ciudad de refugio.


13. ¿Por qué podía el homicida sentirse seguro y ser feliz en la ciudad de refugio?
13 Una vez que el homicida estaba dentro de la ciudad de refugio, se encontraba a salvo. Jehová dijo sobre estas ciudades: “Tienen que servirles como refugio” (Jos. 20:2, 3). Él no pedía que se volviera a juzgar al homicida por el mismo caso. Y al vengador de la sangre no se le permitía que entrara en la ciudad y lo matara. Mientras el homicida permaneciera dentro de la ciudad, estaba bajo la protección de Dios y no tenía nada que temer. No estaba en una cárcel, pues podía trabajar, ayudar a otras personas y servir a Jehová en paz. Podía tener una vida plena y feliz.
Tenga la seguridad de que Jehová lo ha perdonado. (Vea los párrafos 14 a 16).
14. ¿De qué puede estar seguro el cristiano que se ha arrepentido de un pecado grave?
14 Hay siervos de Dios que se han arrepentido de un pecado grave pero se siguen sintiendo culpables. Algunos incluso piensan que Jehová siempre seguirá viendo una mancha en ellos. Si usted se siente así, puede estar seguro de que Jehová le ha mostrado misericordia y lo ha perdonado por completo. Así que no tiene nada que temer. Daniel, a quien citamos en el párrafo 9, comprobó que esto es cierto. Después de que los ancianos lo corrigieron y lo ayudaron a volver a tener una conciencia limpia, sintió que por fin podía respirar tranquilo. Dijo: “Ya no tenía que seguir sintiéndome culpable. Cuando el pecado se ha ido, se ha ido para siempre. Como Jehová dice, él se lleva nuestras cargas y las pone muy lejos de nosotros. No tendremos que volver a verlas”. Antes dijimos que, una vez que el homicida estaba dentro de la ciudad de refugio, ya no tenía que temer al vengador de la sangre. De igual modo, una vez que Jehová ha perdonado nuestro pecado, no debemos temer que vuelva a echárnoslo en cara o a juzgarnos por él (leaSalmo 103:8-12).

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