miércoles, 1 de mayo de 2019

Texto Diario miércoles, 1 de mayo de 2019 Ásete de la disciplina; no la sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida (Prov. 4:13).

Texto Diario miércoles, 1 de mayo de 2019

Ásete de la disciplina; no la sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida (Prov. 4:13).
Es cierto que la disciplina puede ser dolorosa, pero rechazarla puede ser aún más doloroso (Heb. 12:11). Veamos el ejemplo de Caín. Cuando Dios vio que Caín sentía odio por su hermano y quería matarlo, le dijo: “¿Por qué estás enardecido de cólera, y por qué se te ha decaído el semblante? Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?” (Gén. 4:6, 7). Por desgracia, Caín no hizo caso a Jehová. Mató a su hermano y tuvo que sufrir las terribles consecuencias por el resto de su vida (Gén. 4:11, 12). Si Caín hubiera aceptado la corrección de Jehová, se habría evitado mucho dolor. Como vemos, Jehová quiere evitarnos ese sufrimiento innecesario (Is. 48:17, 18). Así que escuchemos la disciplina y hagámonos sabios (Prov. 8:33). w18.03 32 párrs. 18-20

(Proverbios 4:13)  Ásete de la disciplina; no [la] sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida.
(Hebreos 12:11)  Es cierto que ninguna disciplina parece por el presente ser cosa de gozo, sino penosa; sin embargo, después, a los que han sido entrenados por ella, da fruto pacífico, a saber, justicia.
(Génesis 4:6, 7)  Por lo cual Jehová dijo a Caín: “¿Por qué estás enardecido de cólera, y por qué se te ha decaído el semblante? 7 Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?”.
(Génesis 4:11, 12)  Y ahora se te maldice con destierro del suelo, que ha abierto su boca para recibir la sangre de tu hermano [derramada] por mano tuya. 12 Cuando cultives el suelo, no te devolverá su poder. Errante y fugitivo llegarás a ser en la tierra”.
(Isaías 48:17, 18)  Esto es lo que ha dicho Jehová, tu Recomprador, el Santo de Israel: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar. 18 ¡Oh, si realmente prestaras atención a mis mandamientos! Entonces tu paz llegaría a ser justamente como un río, y tu justicia como las olas del mar.
(Proverbios 8:33)  Escuchen la disciplina y háganse sabios, y no muestren ningún descuido.


18, 19. ¿Qué es más doloroso que la disciplina? Dé un ejemplo.
18 Es cierto que la disciplina puede ser dolorosa, pero rechazarla puede ser aún más doloroso (Heb. 12:11). Veamos dos ejemplos: el de Caín y el del rey Sedequías. Cuando Dios vio que Caín sentía odio por su hermano y quería matarlo, le dijo: “¿Por qué estás enardecido de cólera, y por qué se te ha decaído el semblante? Si te diriges a hacer lo bueno, ¿no habrá ensalzamiento? Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?” (Gén. 4:6, 7). Por desgracia, Caín no hizo caso a Jehová. Mató a su hermano y tuvo que sufrir las terribles consecuencias por el resto de su vida (Gén. 4:11, 12). Si Caín hubiera aceptado la corrección de Jehová, se habría evitado mucho dolor.
19 Sedequías fue un rey malo y cobarde. Reinó durante una época muy difícil en Jerusalén. El profeta Jeremías advirtió varias veces a Sedequías que dejara de hacer cosas malas, pero el rey rechazó la disciplina y tuvo que sufrir terribles consecuencias (Jer. 52:8-11). Como vemos, Jehová quiere evitarnos ese sufrimiento innecesario (lea Isaías 48:17, 18).
20. ¿Qué les ocurrirá a quienes desprecian la disciplina de Dios y a quienes la aceptan?
20 Hoy día, muchas personas desprecian la disciplina de Dios. Pero, muy pronto, quienes tienen esta actitud sufrirán dolorosas consecuencias (Prov. 1:24-31). Así que escuchemos la disciplina y hagámonos sabios. Proverbios 4:13 nos dice lo que debemos hacer con la disciplina: “No la sueltes. Salvaguárdala, pues ella misma es tu vida”.

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