lunes, 12 de agosto de 2019

Texto Diario lunes, 12 de agosto de 2019 Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres (Luc. 18:11).

Texto Diario lunes, 12 de agosto de 2019

Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres (Luc. 18:11).
Los fariseos pensaban que no tenían que mostrar misericordia, pues “consideraban como nada a los demás” (Luc. 18:9-14). Nunca seamos como los fariseos. Más bien, imitemos a Jehová y mostremos compasión (Col. 3:13). Una manera de hacerlo es asegurándonos de que a los demás les resulte fácil pedirnos perdón (Luc. 17:3, 4). Preguntémonos: “¿Les demuestro a otros que estoy dispuesto a perdonarlos las veces que sea necesario? ¿Estoy deseando hacer las paces con los que me ofenden?”. Para perdonar, tenemos que ser humildes. Los fariseos se negaban a perdonar a otras personas porque se creían mejores que ellas. Pero los cristianos debemos considerar con humildad “que los demás son superiores” a nosotros y perdonarlos con generosidad (Filip. 2:3). Podemos preguntarnos: “¿Estoy imitando a Jehová y mostrando humildad?”. En tal caso, a los demás les resultará más fácil pedirnos perdón y a nosotros nos resultará más fácil perdonarlos. Estemos siempre dispuestos a mostrar misericordia y no nos ofendamos con facilidad (Ecl. 7:8, 9). w17.11 14, 15 párrs. 6-8

(Lucas 18:11)  El fariseo se levantó y se puso a orar en su interior. Decía: ‘Oh, Dios, te doy las gracias porque no soy como todos los demás: extorsionadores, injustos, adúlteros..., ni tampoco soy como este cobrador de impuestos.
(Lucas 18:9-14)  También les planteó la siguiente comparación a algunos que confiaban en su propia justicia y pensaban que los demás no eran nada. 10 “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro cobrador de impuestos. 11 El fariseo se levantó y se puso a orar en su interior. Decía: ‘Oh, Dios, te doy las gracias porque no soy como todos los demás: extorsionadores, injustos, adúlteros..., ni tampoco soy como este cobrador de impuestos. 12 Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que obtengo’. 13 Pero el cobrador de impuestos, de pie a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a levantar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: ‘Oh, Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador’. 14 Les digo que este hombre bajó a su casa resultando ser más justo que el fariseo. Porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que actúa con humildad será engrandecido”.
(Colosenses 3:13)  Sigan soportándose unos a otros y perdonándose con generosidad incluso si alguno tiene una razón para quejarse de otro. Jehová los perdonó con generosidad a ustedes, así que hagan ustedes igual.
(Lucas 17:3, 4)  Vigílense a ustedes mismos. Si tu hermano comete un pecado, repréndelo. Y, si se arrepiente, perdónalo. 4 Aun si siete veces al día peca contra ti y siete veces vuelve a ti diciendo ‘Me arrepiento’, tienes que perdonarlo”.
(Filipenses 2:3)  No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes,
(Eclesiastés 7:8, 9)  Es mejor el final de un asunto que su principio. Es mejor ser paciente que ser arrogante. 9 No te enojes fácilmente, porque enojarse está en el corazón de los tontos.


6. ¿Qué diferencia había entre la actitud de Dios y la de los fariseos?
A diferencia de Jehová, los fariseos no les tenían misericordia a los demás. Por ejemplo, según la tradición judía, se negaban a perdonar la misma ofensa más de tres veces. Para mostrar lo mala que era su actitud, Jesús relató la historia de un fariseo y un recaudador de impuestos que estaban orando uno al lado del otro. El recaudador le pedía misericordia a Dios. Pero el fariseo decía: “Oh Dios, te doy gracias de que no soy como los demás hombres, dados a extorsión, injustos, adúlteros, ni siquiera como este recaudador de impuestos”. Los fariseos pensaban que no tenían que mostrar misericordia, pues “consideraban como nada a los demás” (Luc. 18:9-14).
Si somos humildes, a los demás les resultará más fácil pedirnos perdón. (Vea los párrafos 4 a 8).
7, 8. a) Cuando alguien nos ofende, ¿cómo podemos imitar a Jehová? b) ¿Por qué tenemos que ser humildes para perdonar a los demás?
Nunca seamos como los fariseos. Más bien, imitemos a Jehová y mostremos compasión (leaColosenses 3:13). Una manera de hacerlo es asegurándonos de que a los demás les resulte fácil pedirnos perdón (Luc. 17:3, 4). Preguntémonos: “¿Les demuestro a otros que estoy dispuesto a perdonarlos las veces que sea necesario? ¿Estoy deseando hacer las paces con los que me ofenden?”.
Para perdonar, tenemos que ser humildes. Los fariseos se negaban a perdonar a otras personas porque se creían mejores que ellas. Pero los cristianos debemos considerar con humildad “que los demás son superiores” a nosotros y perdonarlos con generosidad (Filip. 2:3). Podemos preguntarnos: “¿Estoy imitando a Jehová y mostrando humildad?”. En tal caso, a los demás les resultará más fácil pedirnos perdón y a nosotros nos resultará más fácil perdonarlos. Estemos siempre dispuestos a mostrar misericordia y no nos ofendamos con facilidad (Ecl. 7:8, 9).

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