viernes, 10 de mayo de 2019

LIBRO DE LOS JUBILEOS (Parte IV de IV)

LIBRO
DE LOS JUBILEOS (Parte IV de IV)
Traducción de la versión etiópica

-Caps. XXXVII al L-

Apéndice: Fragmentos Hebreos 

(Libro de Noé y Midras Wayyisau)


Esaú guerrea contra J acob
37 I El día en que murió Isaac, padre de Jacob y Esaú, oyeron los hijos de éste que Isaac había otorgado la primogenitura a su hijo menor, Jacob, y se enojaron mucho. 2 Discutieron con su padre y le dijeron:
-¿Para qué eres el mayor y Jacob el menor? Tu padre ha otorgado la primogenitura a Jacob y te ha abandonado a ti.
3 Les respondió Esaú:
-Yo vendí mi primogenitura a Jacob por un simple plato de lentejas. El día en que mi padre me mandó cazarle una presa para que comiera y me bendijese, llegó él con astucia, llevó a mi padre comida y bebida, y mi padre lo bendijo, poniéndome a mí bajo su mano. 4 Y ahora nuestro padre
nos ha hecho jurar a ambos que no nos procuraremos mal el uno al otro, que nos mantendremos en paz y amor mutuamente y no arruinaremos nuestros caminos.
5 Le respondieron:
-No te obedeceremos en lo de hacer la paz con él, pues nuestra fuerza es mayor que la suya. Somos más fuertes que él, iremos contra él, lo mataremos y haremos perecer a sus hijos. Y si no vienes con nosotros, te ultrajaremos. 6 Oyenos, pues: enviemos recado a Aram, a los filisteos, a Moab y Amón; escojámonos hombres selectos, ardorosos en el combate, y vayamos contra él, a luchar con él y extirparlo de la tierra, antes de que adquiera fuerza.
7 Les replicó:
-No vayáis, no le hagáis guerra, no caigáis ante él.
8 Respondieron:
-Esto es lo único que has hecho desde tu juventud hasta ahora: poner el cuello bajo el yugo, pero nosotros no obedeceremos estas órdenes.
9 Enviaron recado a Aram, a Adoram, amigo de su padre, y se alistaron a sueldo con ellos mil guerreros, hombres escogidos de combate.
10 Les llegaron, de Moab y los hijos de Amón, mil mercenarios escogidos; de los filisteos, mil combatientes selectos; de Edom y de los carios, mil combatientes escogidos, y de los heteos, recios hombres de combate. 11 Le instaban a su padre:
-Sal con ellos y guíalos; si no, te mataremos.
12 Entonces se llenó de ira e indignación, al ver que sus hijos lo obligaban a ir delante, guiándolos contra su hermano Jacob. 13 Pero recordó entonces todo el mal que estaba oculto en su corazón contra su hermano Jacob y no se acordó del juramento que había hecho a su padre y su madre de no procurar nunca ningún mal a Jacob, su hermano. 14 Este, entre tanto, no sabía que iban contra él a combatirle, sino que hacía duelo por su mujer, Lía, hasta que se acercaron a la torre con cuatro mil combatientes y guerreros escogidos. 15 Los hombres de Hebrón habían mandado
decirle: «Tu hermano ha venido contra ti a combatirte con cuatro mil hombres que ciñen espada y llevan escudo y armas», pues preferían Jacob a Esaú; por eso se lo dijeron, porque era hombre más generoso y clemente que Esaú. 16 Pero Jacob no lo creyó hasta que se acercaron junto a la torre.

Reprensión de Jacob a Esaú
17 Entonces cerró las puertas de la torre, se subió a su parte alta y habló así con su hermano Esaú:
-¡Buen consuelo has venido a traerme por mi mujer que ha muerto!
¿Es éste el juramento que hiciste a tu padre y a tu madre por dos veces antes de que murieran? Has transgredido el juramento y, en el momento en que juraste a tu padre, te condenaste.
18 Respondió entonces Esaú:
-Ni los hijos de los hombres ni las bestias del campo tienen juramentos verdaderos, que sean eternos una vez hechos: a diario se procuran mal unos a otros para matar cada uno a su enemigo y adversario. 19 Tú me odias a mí y a mis hijos perpetuamente, y no cabe hacer hermandad
contigo. 20 Oye estas palabras que te digo: cuando el puerco cambie su piel y sus cerdas, haciéndose suaves como la lana, cuando críe en su cabeza cuernos como los del ciervo y los carneros, entonces practicaré contigo la hermandad, pues desde que nos destetaron de nuestra madre no has sido mi hermano. 21 Cuando los lobos hagan paz con los corderos, no devorándolos
ni dañándolos, cuando pongan su corazón en hacerles bien, entonces habrá paz en mi corazón para ti. 22 Cuando el león se haga amigo del buey, sea uncido con él al mismo yugo, are con él y haga con él la paz, entonces la haré yo contigo. 23 Cuando los cuervos se hagan blancos como la cigüeña, sabrás entonces que te amo y haré contigo la paz. Que te erradiquen de la tierra a ti y a tus hijos: no tengas paz.
24 Cuando Jacob vio que lo quería mal de corazón y con toda su alma, que deseaba matarlo y que había venido palpitante como llega el jabalí a la lanza que lo punza y mata, pero sin apartarse de ella, ordenó a los suyosy a sus siervos que atacaran a Esaú y a todos sus compañeros.

Muerte de Esaú
38 1 Entonces habló Judá a su padre, Jacob:
-Tiende tu arco, padre, lanza tus flechas, hiere al enemigo, mata al adversario, y sea tuya la fuerza. Nosotros no podemos matar a tu hermano estando en tu casa y contigo, pues hemos de honrarlo.
2 Entonces Jacob tendió su arco, disparó una flecha, hirió a su hermano Esaú en la tetilla derecha y lo mató. 3 Volvió a disparar una flecha y alcanzó a Adoram, el arameo, en la tetilla izquierda y lo derribó muerto.
4 Entonces salieron los hijos de Jacob con sus siervos, en grupos, por los cuatro lados de la torre. 5 Judá salió por delante, por la parte sur de la torre, con Neftalí, Gad y cincuenta siervos, y mataron a cuantos hallaron ante ellos, sin que escapara uno solo. 6 Leví, Dan y Aser salieron por el lado oriental de la torre con cincuenta y mataron a los guerreros de Moab y Amón. 7 Rubén, Isacar y Zabulón salieron por la parte norte de la torre con cincuenta y mataron a los guerreros filisteos, 8 y Simeón, Benjamín y Henoc, hijo de Rubén, salieron por el lado occidental de la torre con cincuenta hombres. Mataron a cuatrocientos de los edomitas y carios, recios combatientes, huyendo seiscientos, entre ellos los cuatro hijos de Esaú, que abandonaron a su padre muerto, tal como había caído, en la colina que hay en Adoram.
9 Los hijos de Jacob los persiguieron hasta el monte Seír. Jacob enterró a su hermano en la colina que hay en Adoram y volvió a casa. 10 Sus hijos rodearon a los hijos de Esaú en el monte Seír y humillaron su cerviz hasta convertirlos en sus siervos. 11 Mandaron recado a su padre preguntando si hacian la paz con ellos o los mataban. 12 Jacob respondió a sus hijos que hicieran la paz, y la hicieron, colocando sobre ellos el yugo del servicio: darían tributo a Jacob y sus hijos perpetuamente. 13 Estuvieron pagando tributo a Jacob hasta el día en que bajó a Egipto: 14 hasta ese día los hijos de Edom no se sustrajeron al yugo de servicio que les habían impuesto los doce hijos de Jacob.

Caudillos de Edom
15 Estos son los reyes que reinaron en Edom, antes de que reinase rey entre los hijos de Israel: [hasta este día, en el país de Edom]. 16 Reinó en Edom Bela, hijo de Beor, el nombre de cuya ciudad es Denaba; 17 al morir Bela, reinó en su lugar Jobab, hijo de Zara, de Bosrá; 18 al morir
Jobab, reinó en su lugar Husam, del monte Temán; 19 al morir Husam, reinó en su lugar Adad, hijo de Badad, que mató a Madián en el campo de Moab, siendo el nombre de su ciudad Avit; 20 al morir Adad, reinó en su lugar Sem1a, de Masreca; 21 al morir Semla, reinó en su lugar Saúl de
Rohobot, del río; 22 al morir Saúl, reinó en su lugar Ba1anán, hijo de Acabar, 23 y al morir Ba1anán, reinó en su lugar Adad, cuya mujer se llamaba Metabeel, hija de Matred, hija de Mezaab. 24 Estos fueron los reyes que reinaron en la tierra de Edom.

José y Putifar
39 1 Jacob vivió en la tierra adoptiva de su padre, la tierra de Canaán.
2 Este es el linaje de Jacob. José tenía diecisiete años cuando lo llevaron a Egipto, y lo compró Putifar, eunuco del faraón y jefe de la guardia.
3 Este puso a José a cargo de toda su casa, y la bendición del Señor estaba en casa del egipcio a causa de José, pues el Señor hacía prosperar cuanto obraba. 4 El egipcio dejó todo en manos de José, pues vio que el Señor estaba con él y hacía prosperar todo lo que obraba.

La seductora
5 Era José de hermoso aspecto y muy apuesto, y la mujer de su señor puso los ojos en él. José le agradó y le pidió que yaciera con ella. 6 Pero él no se entregó, recordando al Señor y los mandamientos que recitaba su padre, Jacob, de entre los de Abrahán: «Si algún hombre fornica con mujer que tenga marido, tenga castigo capital, asignado en los cielos ante el Señor Altísimo, y regístresele el pecado perennemente ante el Señor en los libros eternos». 7 José recordó estas palabras y no quiso yacer con ella.
8 Ella le suplicó durante un año, pero él se negó a oírla. 9 Entonces lo agarró estrechándolo entre sus brazos en su casa para forzarlo a yacer con ella, cerrando las puertas de la casa y sujetándolo, pero él dejó el vestido en sus manos, rompió la puerta y huyó fuera.

José en la cárcel
10 Al ver aquella mujer que no yacía con ella, lo calumnió ante su señor:
-Tu siervo hebreo, al que amas, ha querido forzarme a yacer con él.
Cuando levanté la voz y lo sujeté, huyó dejando el vestido en mis manos y rompiendo la puerta.
11 El egipcio vio el vestido de José y la puerta rota y, creyendo a su mujer, arrojó a José a la prisión, el lugar donde estaban los presos de la cárcel real. 12 Allí estuvo en la cárcel, pero el Señor concedió gracia y clemencia a José ante el alcaide, pues vió que el Señor estaba con él y que hacía prosperar cuanto obraba. 13 Dejó todo en sus manos, sin que el alcaide tuvíera mas que ver con ello, porque José hacía todo y el Señor le otorgaba la perfección. 14 Allí permaneció dos años, en el curso de los cuales el faraón, rey de Egipto, se enojó contra dos de sus eunucos: el
copero mayor y el panadero mayor. Los arrojó a prisión, a la del alcaide donde estaba preso José. 15 Este fue encargado por el alcaide que los sirviera: él así lo hacía. 16 Tuvieron un sueño ambos, el copero mayor y el panadero mayor, y se lo contaron a José. 17 Y tal como se lo interpretó, así les ocurrió, pues el faraón restituyó al copero mayor a su puesto e hizo morir al panadero, como les había explicado José. 18 Pero el copero olvidó a José en la prisión, aunque le había hecho saber lo que le ocurriría, y no se acordó de contar al faraón cómo le había hablado José, pues se olvidó.

Los sueños del faraón
40 1 En aquellos días, el faraón tuvo dos sueños en una noche, acerca de un hambre que habría en todo el país. Al despertarse, convocó a todos los intérpretes de sueños que había en Egipto y a los encantadores y les contó sus dos sueños, pero no pudieron interpretarlos. 2 El copero se acordó entonces de José y habló de él al rey, que lo sacó de prisión y le contó sus dos sueños. 3 Dijo ante el faraón que los dos sueños eran el mismo. Habló así:
-Vendrán siete años de abundancia en toda la tierra de Egipto, y luego siete años de hambre tal como nunca hubo en toda la tierra. 4 Instituya, pues, el faraón, en toda la tierra de Egipto, un comisario que almacene alimentos ciudad por ciudad durante los siete años de abundancia.
Sirvan de provisión éstos durante los siete años de escasez para que no perezca el país de hambre, pues va a ser muy fuerte.

Prosperidad y matrimonio de José
5 El Señor dio gracia y clemencia a José ante los ojos del faraón, que dijo a sus oficiales:
-A nadie encontraremos tan prudente y sabio como este hombre, pues el espíritu de Dios está con él.
6 Y lo hizo su virrey, dándole poder sobre todo Egipto, haciéndole montar en el carro segundo del faraón. 7 Le puso ropas de lino, le colocó un collar de oro al cuello, y pregonaron voceando ante él: «Habirel». Le puso un anillo en la mano, le encargó de toda su casa y le hizo grande, afirmando: «Mayor que tú no hay más que el trono». 8 José quedó a cargo de toda la tierra de Egipto, y lo amaron todos los gobernantes del faraón, todos sus oficiales y todos los que trabajaban para el rey, pues se comportaba rectamente, sin soberbia, altanería, acepción de personas o cohecho, pues gobernaba rectamente a todos los pueblos de Egipto. 9 La tierra de Egipto se mantuvo en paz ante el faraón a causa de José, pues el Señor estaba con él y le dio gracia y estima ante todos sus linajes, los que lo conocían y los que oían hablar de él. El reino del faraón se enderezó y no tuvo demonio ni maldad.
10 El rey dio a José el nombre de Sefantifanes y le dio por esposa a la hija de Putifare, sacrificador de Heliópolis e intendente. 11 Tenía José treinta años el día que compareció ante el faraón: aquel año murió Isaac. 12 Y ocurrió lo que José había dicho al interpretar los dos sueños. Tal como dijo, hubo siete años de abundancia en toda la tierra de Egipto, que fue ferocísima, dando cada medida cien. 13 José recogió el grano por las ciudades, hasta llenarse de trigo y no poderse contar ni medir de tanta abundancia.

Historia de Tamar
41 1 En el jubileo cuadragésimo quinto, en el segundo septenario, en el año segundo, tomó Judá para su primogénito Her una mujer de las hijas de Aram, de nombre Tamar. 2 Pero él la aborreció y no yació con ella, pues su madre era cananea. Quiso tomar una mujer de la nación de
su madre, pero no se lo permitió su padre. 3 Fue perverso este Her, primogénito de Judá, y el Señor lo hizo morir. 4 Dijo entonces Judá a su hermano Onán:
-Ve a la mujer de tu hermano, hazla esposa por levirato y da descendencia a tu hermano.
5 Pero sabiendo Onán que la descendencia no seria suya, sino de su hermano, iba a casa de la mujer de su hermano, pero eyaculaba en tierra, lo cual fue malo ante los ojos del Señor, que lo hizo morir.
6 Dijo entonces Judá a su nuera Tamar:
-Quédate en casa de tu padre, guardando viudedad, hasta que crezca mi hijo Sela y te dé a él por esposa.
7 Creció Sela, pero Batsua, mujer de Judá, no permitía que su hijo se casase con ella. Y murió Batsua, mujer de Judá, el año quinto de este septenario. g Al año sexto subió Judá a esquilar sus ovejas a Tamna, y dijeron a Tamar: «Tu suegro sube a esquilar sus ovejas a Tamna».
9 Ella se quitó las ropas de viuda, se puso un tocado, se embelleció y se colocó a la puerta del camino de Tamna. 10 Judá pasaba por allí, la encontró, la creyó una prostituta y le dijo:
-Me voy contigo.
Ella respondió:
-Ven.
y se fue. 11 Díjole ella:
-Dame mi pago.
El le respondió:
-No llevo más que el anillo de mi dedo, mi brazalete y el báculo de mi mano.
12 Díjole ella:
-Déjamelos, hasta que me mandes mi pago.
El aseguró:
-Te mandaré un cabrito.
Se los dejó, la conoció y ella concibió de él. 13 Judá se fue a sus ovejas, y ella, a casa de su padre. 14 Luego, Judá le mandó el cabrito por mano de un pastor odolamita. Pero éste no la encontró y preguntó a los hombres
del lugar:
-¿Dónde está la prostituta que había aquí?
Le respondieron:
-Aquí no tenemos ninguna prostituta.
15 Volvió, pues, y se lo comunicó a Judá:
-No pude hallarla; incluso pregunté a los hombres del lugar, y me dijeron que allí no hay ninguna prostituta.
Dijo Judá:
-Que se los quede, no vayamos a servir de escarnio.
16 Al cumplir tres meses, se supo que estaba embarazada, y dijeron a Judá: «Tu nuera Tamar ha concebido por fornicación». 17 Judá fue entonces a casa de su padre y dijo a éste y sus hermanos:
-Sacadla y quemadla, pues ha cometido impureza en Israel.
18 Pero, cuando la sacaron para quemarla, mandó a su suegro el anillo, el brazalete y el báculo con estas palabras: «¿Sabes de quién es esto? Pues de él he concebido». 19 Judá los reconoció y dijo: «Lleva más razón Tamar que yo; que no la quemen». 20 Por eso no fue dada a Sela, ni él
volvió a acercarse a ella. 21 Parió luego Tamar dos hijos, Fares y Zara, en el año séptimo de este segundo septenario, 22 cuando se cumplieron los siete años de abundancia que había pronosticado José al faraón. 23 Judá supo que había obrado mal, pues había yacido con su nuera. Se avergonzó ante sus propios ojos, admitió que había pecado y errado al franquear la intimidad de su hijo y comenzó a hacer duelo y a rogar al Señor por su falta. 24 Le comunicamos en sueños que le sería perdonada, pues había rogado mucho y hecho duelo, y no lo hizo más. 25 Obtuvo perdón por arrepentirse de su pecado y a causa de su ignorancia, aunque había cometido gran culpa ante Dios. A todo el que hace tal, yacer con su nuera, quémenlo con fuego ardiente, pues impureza y abominación hubo en ellos; con fuego quémenlos. 2ó Y tú ordena a los hijos de Israel que no haya impureza entre ellos, pues todo el que yazca con su nuera o su suegra ha cometido impureza. Con fuego quemen al hombre que haya yacido con ellas, y a la mujer también, y se apartará la indignación y la plaga de Israel. 27 A Judá le dijimos que sus dos hijos no habían yacido con ella y que por eso había permanecido la semilla para otra prole y no fue desarraigada.
28 Con integridad de sus ojos había ido Tamar y procurado sentencia, pues a causa de la ley dictada por Abrahán a sus hijos quiso Judá quemarla con fuego.

Hambre en Egipto y Canaán
42 1 En el año primero del tercer septenario del jubileo cuadragésimo quinto empezó a enseñorearse el hambre sobre el país: a la tierra no se le otorgaba la lluvia, pues no había ninguna que cayera. 2 La tierra quedó estéril, y sólo en Egipto había alimento, pues José había almacenado grano del país en los siete años de abundancia y lo había guardado.
3 Fueron los egipcios a José, a que les diera alimento; él abrió los depósitos donde estaba el trigo del primer año y lo vendió a los pueblos de la tierra por oro.
4 En la tierra de Canaán el hambre fue grandísima y, oyendo Jacob que había alimento en Egipto, mandó a diez de sus hijos a traerle alímento de allí: sólo a Benjamín no lo envió. Llegaron los diez hijos de Jacob a Egipto con otros que allí iban. 5 José los reconoció, pero no ellos a él, y
les habló duramente:
-¿No seréis espías, que venís a explorar los caminos del país? y los encerró, 6 pero luego volvió a soltarlos. Retuvo únícamente a Simeón y dejó partir a sus nueve hermanos. 7 Les llenó sus costales de trigo y metió su dinero en ellos, sin que lo supieran. 8 Les ordenó traer a su hermano menor, pues le habían dicho que tenían a su padre vivo y un hermano menor. 9 Subieron desde la tierra de Egipto, llegaron al país de Canaán y contaron a su padre todo lo que les había sucedido, cómo les había hablado duramente el señor del país y retenido a Simeón hasta que
le llevasen a Benjamín. 10 Dijo Jacob:
-Me habéis dejado sin hijos: José ya no existe, Simeón tampoco y os vais a llevar también a Benjamín; contra mí, pues, ha sido vuestra maldad. 11 No irá con vosotros mi hijo, porque su madre parió dos: pereció uno, ¿y también a éste os vais a llevar? Si ocurriera que le diera la fiebre en el camino, haríais descender mi vejez tristemente a la tumba. 12 Había visto además que el dinero de todos había vuelto en sus bolsas, y temió por esto mandarlo. 13 Pero el hambre aumentó y se intensificó en el país de Canaán y en toda la tierra, salvo en Egipto. Muchos egipcios
habían almacenado su grano para alimento cuando vieron a José acopiar grano, ponerlo en graneros y guardarlo para años de escasez, 14 de modo que los hombres de Egipto se alimentaron en su primer año de escasez.

Marcha de Benjamín a Egipto
15 Cuando vio Israel que el hambre arreciaba en el país y no había salvación, dijo a sus hijos:
-Id, volved, traednos alimento para que no muramos.
16 Respondieron:
-No iremos; si no viene nuestro hermano menor con nosotros, no iremos.
17 Vio Israel que, si no lo mandaba con ellos, perecerían todos de hambre. 18 Dijo Rubén:
-Ponlo en mis manos, y si no te lo traigo, mata a mis dos hijos por su vida.
Le replicó Jacob:
-No irá contigo.
19 Se acercó Judá y dijo:
-Mándalo conmigo, y si no te lo traigo, sea yo réprobo ante ti todos los días de mi vida.
20 Y lo mandó con ellos, el año segundo de este septenario, a primeros de mes. Llegaron a tierras de Egipto con otros que alli iban, llevando dones de mirra, almendras, terebinto y miel pura.
21 Llegaron y se presentaron ante José, que vio y reconoció a su hermano Benjamín. Les dijo:
-¿Es éste vuestro hermano menor?
Le respondieron:
-El es.
Añadió:
-El Señor te sea clemente, hijo mío.
22 Lo mandó a su casa, liberó a Simeón y les preparó un convite; ellos le ofrecieron los dones que habían traído consigo. 23 Comieron ante él, y dio porciones a todos, pero la de Benjamín era siete veces mayor que la de los demás. 24 Comieron, bebieron, se levantaron y se quedaron donde
estaban sus asnos. 25 José tuvo una idea para conocer si sus pensamientos eran de paz entre sí. Dijo al hombre que estaba a cargo de su casa:
-Llénales todos sus sacos de grano y vuelve a poner su oro en sus recipientes, pon también la copa de plata, mi copa con la que bebo, en el saco del menor y despídelos.

Estratagema de José
43 1 El hombre hizo como lo ordenó José: les llenó totalmente los sacos de alimento, les puso también su oro en ellos y ocultó la copa en el saco de Benjamín. 2 Despertándose de mañana, partieron y, cuando salieron de allí, dijo José a su mayordomo:
-Persíguelos, corre y préndelos. Diles: «Hacéis mal por bien: habéis robado la copa de plata con que bebe mi señor», y hazme volver a su hermano menor, trayéndolo rápidamente, antes de que vaya a mi tribunal.
3 Corrió, pues, tras ellos y les habló según esta orden. 4 Le respondieron:
-Lejos de tus siervos hacer tal cosa: ningún efecto hemos robado de casa de tu señor, e incluso el oro que encontramos la primera vez en nuestros sacos lo devolvimos desde la tierra de Canaán. 5 ¿Cómo, pues, íbamos a robar efecto alguno? Aquí estamos, registra nuestros sacos, muera aquel de nosotros en cuyo saco encuentres la copa, y nosotros y nuestros asnos sirvamos a tu señor.
6 Les replicó:
-No será así: tomaré como esclavo únicamente a quien se la encuentre, y los demás podréis ir en paz a vuestra casa. 7 Registró sus enseres empezando por el mayor y acabando por el menor, hallando la copa en el saco de Benjamín. 8 Rasgaron entonces sus vestiduras, cargaron sus asnos, volvieron a la ciudad, llegaron a casa de José y se prosternaron todos ante él con el rostro por tierra. 9 Díjoles
José:
-Habéis obrado mal.
Respondieron:
-¿Qué hemos de decir, qué hemos de replicar? Nuestro señor ha hallado la culpa de sus siervos: aquí estamos, somos siervos de nuestro señor, así como nuestros asnos.
10 Añadió José:
-Yo soy temeroso de Dios: id vosotros a vuestras casas, y quede vuestro hermano como esclavo, puesto que habéis obrado mal. ¿No sabéis que nadie adivina con su copa como yo con ésta, y me la habéis robado?
11 Dijo Judá:
-Señor, tengo que decir algo al oído de mi señor. Su madre parió dos hermanos a tu siervo, nuestro padre. Uno de ellos salió, se perdió y no fue hallado; de su madre queda él solo, y tu siervo, nuestro padre, lo ama hasta el punto de que su espíritu está pendiente de él. 12 Si regresáramos a tu siervo, nuestro padre, y no viniera el muchacho con nosotros, moriría: abatiríamos a nuestro padre de tristeza hasta morir. 13 Quede yo solo, tu siervo, en lugar del joven, como siervo de mi señor, y vaya el muchacho con sus hermanos, pues yo lo garanticé a tu siervo, nuestro padre, y si no lo hago volver, tu siervo será culpable ante nuestro padre por siempre.

José se da a conocer a sus hermanos
14 Vio José que los corazones de todos eran buenos por igual, unos con otros. No pudo entonces contenerse y les dijo que era José. 15 Habló con ellos en lengua hebrea, los abrazó y lloró. Ellos no lo reconocían, y empezaron a llorar. 16 Díjoles:
-No lloréis por mi causa, traedme pronto a mi padre junto a mí: ya veis lo que dice mi boca, y lo ven los ojos de mi hermano Benjamín. 17 Este es el segundo año de escasez, y quedan todavía cinco en que no habrá cosechas, ni fruto de árbol, ni labranza. 18 Bajad pronto vosotros con vuestras familias, para que no perezcáis de hambre; no os preocupe vuestra propiedad, pues con todo propósito me envió el Señor delante de vosotros, para que vivieran muchos pueblos. 19 Contad a mi padre que aún vivo. Ya veis también que el Señor me ha hecho casi padre del faraón,
y que administro su casa y toda la tierra de Egipto. 20 Contad a mi padre toda mi grandeza y cuánta riqueza y honor me ha dado el Señor.
21 Les regaló, por orden directa del faraón, carros y provisiones de viaje y dio a todos vestidos multicolores y plata. 22 También para su padre envió vestidos y plata más diez asnos cargados de trigo y los despidió.
23 Regresaron y contaron a su padre que José vivía, que distribuía trigo a todos los pueblos de la tierra y que administraba toda la tierra deEgipto. 24 Su padre no lo creía, pues estaba turbado su pensamiento, pero luego vio los carros que había mandado José y, vivificándose su espíritu, dijo: «Cosa grande es para mí: si José vive, bajaré a verlo antes de morir».

Viaje de Jacob a Egipto
44 1 Israel partió de Canaán, de su casa, a primeros del tercer mes. Fue por el camino de Bersabee y ofreció un sacrificio al Dios de su padre, Isaac, el siete de este mes. 2 Recordó Jacob el sueño que había tenido en Betel y temió bajar a Egipto. 3 Pensando mandar recado a José de que
viniese para no bajar él, estuvo allí siete días, por si tenía una visión para quedarse o bajar. 4 Celebró entonces la fiesta de la cosecha de primicias con trigo viejo, ya que no había en toda la tierra de Canaán un puñado de ninguna semilla en el suelo, pues aquella escasez fue para todos, bestias, animales, aves y personas.
5 El dieciséis se le apareció el Señor y le dijo:
-Jacob, Jacob.
El respondió:
-Heme aquí.
Continuó Dios:
-Yo soy el Dios de tus padres, Abrahán e Isaac: no temas bajar a Egipto, pues allí te haré un gran pueblo. 6 Yo bajaré contigo y te llevaré, pero serás sepultado en esta tierra, y José pondrá sus manos sobre tus ojos. No temas, baja a Egipto.
7 Poniéndose en marcha sus hijos y nietos, cargaron a su padre y sus efectos en los carros: 8 el dieciséis de este mes tercero partió Israel de Bersabee y fue a tierra de Egipto. 9 Mandó por delante a Judá hacia donde estaba su hijo José, para reconocer el país de Gosén, pues allí había
dicho José a sus hermanos que irían a asentarse para estar cerca de él. 10 Y, efectivamente, era un lugar bueno en la tierra de Egipto para ellos y sus ganados y cercano a José.

Descendientes de Jacob que viajaron a Egipto
11 Estos son los nombres de los hijos de Jacob que fueron con él a Egipto: 12 Rubén, primogénito de Israel, y los nombres de sus hijos son:
Henoc, Falú, Hesrón y Carmí, cinco personas; 13 Simeón y sus hijos, cuyos nombres son Jamuel, Jamín, Ahod, Jaquín, Sohar y Saúl, hijo de la cananea, siete personas; 14 Leví y sus hijos, cuyos nombres son Gersán, Caat y Merarí, cuatro personas; 15 Judá y sus hijos, cuyos nombres son
Sela, Fares y Zara, cuatro personas; 16 Isacar y sus hijos, cuyos nombres son Tolá, Fuá, Job y Semrón, cinco personas; 17 Zabulón y sus hijos, cuyos nombres son Sáred, Elón y Jalel, cuatro. 18 Estos son los descendientes de Jacob, con sus respectivos hijos, paridos por Lía a Jacob en Mesopotamia, seis y una hermana de ellos, Dina; todas las personas, hijos y nietos de Lía, que entraron con su padre Jacob en Egipto eran veintinueve, que con su padre, Jacob, hacían treinta. 19 Los hijos de Zelfa, sirvienta de Lía y mujer de Jacob, paridos a éste, son Gad y Aser. 20 Estos son los nombres de sus hijos que entraron con él a Egipto: hijos de Gad: Sefión, Haggi, Suní, Esebón, (Herí), Arodí y Arelí, ocho personas; 21 hijos de Aser: Jamné, Jesuá, Jesuí, Baria y su única hermana, Sara, seis personas;
22 total: catorce personas, siendo el total de Lía cuarenta y cuatro. 23 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob, fueron José y Benjamín; 24 nacieron a José en Egipto, antes de llegar su padre allí -paridos a él por Asenet, hija de Putifare, sacrificador de Heliópolis-, Manasés y Efraín, tres personas.
25 Hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Gerá, Naamán, Equí, Ros, Mofim, Ofim y Ared, once personas; 26 el total de descendientes de Raquel es de catorce. 27 Y los hijos de Bala, sirvienta de Raquel y mujer de Jacob, que le parió a éste, son Dan y Neftalí; 28 éstos son los nombres de sus hijos, que entraron con ellos a Egipto: hijos de Dan: Husim, (Samón, Asudi, Iyaka y Salomón), seis personas; 29 pero murieron en el año en que entraron a Egipto, y no quedó a Dan más que Husim. 30 Estos son los nombres de los hijos de Neftalí: Jesiel, Guní, Jeser, Selem e Iw; 31 pero Iw, nacido después de los años de escasez, murió en Egipto. 32 El total de personas de Raquel es de veintiséis. 33 Todos los descendientes de Jacob que entraron en Egipto fueron setenta personas: todos hijos y nietos suyos, setenta en total. Pero hubo cinco que murieron en Egipto,
antes que José, sin tener hijos. 34 En la tierra de Canaán se le murieron a Judá dos hijos, Her y Onán, sin prole. Y los hijos de Israel sepultaron a los que perecieron, y quedaron constituidos en setenta estirpes.

Asentamiento de los israelitas en Gosén
45 1 Israel entró en Egipto, en la tierra de Gosén, a primeros del mes cuarto del año segundo del tercer septenario del jubileo cuadragésimo quinto. 2 José fue a recibir a su padre, Jacob, a la tierra de Gosén, lo abrazó y lloró. 3 Dijo Israel a José:
-Muera yo ahora que te he visto. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, que no ha negado su misericordia y clemencia a su siervo Jacob. 4 Gran cosa es para mí haber visto tu rostro estando aún en vida, pues cierta fue la visión que tuve en Betel. Bendito
sea el Señor, mi Dios, por los siglos de los siglos, y bendito su nombre.
5 Comieron pan José y sus hermanos ante su padre y bebieron vino, y Jacob se regocijó sobremanera, pues vio a José comer con sus hermanos y beber ante él. Bendijo al Creador de todo, que lo había guardado y le había conservado sus doce hijos. 6 José dio a su padre y hermanos un don para que se establecieran en la tierra de Gosén y en Ramesés y todos sus
contornos, que él regía ante el faraón. Israel y sus hijos moraron en la tierra de Gosén, la mejor de Egipto, contando Israel ciento treinta años cuando entró a Egipto.

José adquiere todo Egipto para el faraón
7 José alimentó a su padre, hermanos y propiedades con pan que les bastó los siete años de escasez. 8 Egipto padeció hambre, y José acaparó toda la tierra de Egipto para el faraón cambiándola por alimento, adquiriéndole hombres, animales y todo. 9 Concluyeron los años de escasez, y José dio a los pueblos del país semilla y alimentos para sembrar la tierra en el año octavo, pues el Nilo se había desbordado por toda la tierra de Egipto. 10 En los siete años de escasez no había crecido el Nilo ni regado, salvo unos pocos lugares de la ribera; pero ahora había crecido, y los egipcios plantaron la tierra y cosecharon mucho trigo aquel año. 11 Era el primer
año del cuarto septenario del jubileo cuadragésimo quinto; 12 José tomó el quinto de todo lo producido para el rey y les dejó cuatro partes para alimento y sementera. Así lo estableció José como ley para Egipto hasta este día.

Muerte de Jacob. Transmisión de sus escritos
13 Israel vivió en Egipto diecisiete años, siendo todos los días de su vida tres jubileos: ciento cuarenta y siete años. Murió en el año cuarto del quinto septenario del jubileo cuadragésimo quinto. 14 Israel bendijo a sus hijos antes de morir, les dijo todo lo que había de sucederles en la
tierra de Egipto y les hizo saber lo que en días posteriores les ocurriría.
Los bendijo y dio a José dos porciones sobre la tierra. 15 Se durmió con sus padres y fue sepultado en la cueva de Macfela, en tierra de Canaán, cerca de su padre Abrahán, en la tumba que había cavado para sí en la cueva de Macfela, en tierra de Hebrón. 16 Entregó todos sus escritos y losde sus padres a su hijo Leví, para que los guardara y renovara para sus hijos hasta este día.

Prosperidad de Israel en Egipto. Muerte de José
46 1 Tras la muerte de Jacob se multiplicaron los hijos de Israel en tierra de Egipto. Se convirtieron en un pueblo numeroso, en el que todos se amaban y ayudaban mutuamente. Se multiplicaron mucho durante diez septenarios, todos los días que vivió José. 2 No hubo demonio ni ningún mal en todos los días de la vida de José tras la muerte de su padre, pues todos los egipcios honraban a los hijos de Israel mientras vivió José.
3 Este murió a los ciento diez años: diecisiete años moró en la tierra de Canaán, diez estuvo sirviendo, tres en la cárcel y ochenta a las órdenes del rey, gobernando toda la tierra de Egipto. 4 Murieron él, todos sus hermanos y toda aquella generación. 5 Ordenó antes de morir a los hijos de Israel que se llevasen sus huesos cuando salieran de Egipto. 6 Los conjuró a ellos, pues sabía que los egipcios ya no dejarían sacarlo a enterrar en tierra de Canaán, ya que Makamaron, rey de Canaán, residente en Asur, había combatido en el valle con el rey de Egipto, matándolo allí y persiguiendo a los egipcios hasta las puertas de Hermón. 7 Pero no pudo entrar, pues reinó en Egipto otro rey nuevo, más fuerte que él, y volvió a tierra de Canaán, quedando cerradas las puertas de Egipto, no habiendo quien saliera ni entrara. 8 Había muerto José en el jubileo cuadragésimo sexto, en el sexto septenario, en el segundo año, y lo sepultaron en tierra de Egipto, y tras él murieron todos sus hermanos.

Odio de los egipcios contra los israelitas
9 Salió el rey de Egipto a combatir con el rey de Canaán en el jubileo cuadragésimo séptimo, en el segundo septenario, en el segundo año, y los hijos de Israel sacaron los huesos de todos los hijos de Jacob, menos José, y los enterraron en despoblado, en la cueva de Macfela, en el monte.
10 Muchos volvieron a Egipto, pero unos pocos se quedaron en el monte Hebrón, y con ellos tu padre Amrán. 11 El rey de Canaán venció al de Egipto, el cual volvió a cerrar las puertas del país. 12 Concibió luego perversas ideas contra los hijos de Israel para atormentarlos. Decía a la gente
de Egipto:
13 -El pueblo de los hijos de Israel ha crecido y se ha multiplicado más que nosotros. ¡Ea!, ingeniémonoslas antes de que se multipliquen aún más, y aflijámoslos con esclavitud antes de que tengamos una guerra, no sea que también ellos nos combatan o se unan a nuestro enemigo y
salgan de nuestra tierra, pues su corazón y su mirada están en la tierra de Canaán.
14 Les puso unos capataces que los atormentaron con trabajo, y construyeron para el faraón las plazas fuertes de Fitom y Ramesés y reconstruyeron todo el muro y contramuro que había caído en la ciudad de Egipto. 15 Los esclavizaban violentamente; pero cuanto más los humillaban, más aumentaban y se multiplicaban. 16 Y los egipcios consideraban inmundos a los hijos de Israel.

Nacimiento y ¡uventud de Moisés
47 1 En el séptimo septenario, año séptimo, del jubileo cuadragésimo séptimo llegó tu padre de la tierra de Canaán. Tú naciste en el cuarto septenario, año sexto, del jubileo cuadragésimo octavo, días que fueron de tribulación para los hijos de Israel. 2 El rey de Egipto, el faraón, había
dado una orden contra ellos de que arrojasen al río a los hijos varones.
3 Los estuvieron tirando siete meses, hasta el día en que naciste y te escondió tu madre tres meses; pero murmuraron de ella. 4 Entonces te hizo un arca y la untó de brea y asfalto. La dejó entre las hierbas de la orilla del río y te puso en ella durante siete días: por la noche iba ella a amamantarte, y de día tu hermana María te preservaba de las aves. 5 En aquellos días llegó Termot, hija del faraón, a bañarse en el río. Oyó tu llanto y dijo a su muchacha que te trajera. Así lo hizo: 6 te sacó del arca y tuvo piedad de ti. 7 Le dijo tu hermana:
-¿Vaya llamarte a alguna hebrea que te críe y amamante este niño?
Le respondió:
-Ve.
8 Fue y llamó a tu madre, Jocábed, a la que puso sueldo para que te criara. 9 Luego que creciste, te enviaron a la hija del faraón, y fuiste su hijo. Tu padre, Amrán, te enseñó a escribir y, cuando cumpliste tres septenarios, te llevaron a la corte real. 10 Estuviste en la corte tres septenarios,
hasta el momento en que, saliendo de ella, viste a un egipcio que golpeaba a un compañero tuyo, hijo de Israel, lo mataste y lo ocultaste en la arena. 11 Al día siguiente encontraste a dos israelitas que peleaban, y dijiste al que incurría en violencia:
-¿Por qué pegas a tu hermano?
12 Se enojó muchísimo y respondió:
-¿Quién te ha erigido en señor y juez entre nosotros? ¿O es que quieres matarme como mataste ayer al egipcio?
Te asaltó el temor y huiste a causa de estas palabras.

Moisés vuelve a Egipto
48 1 En el año sexto del tercer septenario del jubileo cuadragésimo noveno fuiste a morar a la tierra de Madián durante cinco septenarios y un año. Volviste a Egipto en el segundo septenario, año segundo, del jubileo quincuagésimo. 2 Tú sabes lo que Dios te habló en el monte Sinaí y lo que quiso hacer contigo el príncipe Mastema, cuando volvías a Egipto, en el camino, donde lo encontraste en la posada. 3 ¿No quiso matarte con toda su fuerza y salvar a los egipcios de tu mano, cuando vio que habías sido enviado a hacer justicia y tomar venganza de ellos? 4 Pero te salvé de su mano, y en Egipto hiciste las señales y prodigios contra el faraón, su casa, sus siervos y su pueblo, para los que fuiste enviado.

Las diez plagas
5 El Señor tomó de ellos gran venganza por Israel. Los hirió con sangre, ranas, mosquitos, tábanos y llagas malignas supurantes, y a sus animales con muerte. Lanzó pedrisco, con el que destruyó todo brote; con langosta, que devoró el resto que dejó el granizo; con tinieblas y con la muerte de los primogénitos de hombres y animales; en todos. sus. dioses tomó el Señor venganza, quemándolos con fuego. Todo fue dirigido por tu mano para que pudieras anunciarlos antes de que se cumpliera hablando con el rey de Egipto ante todos sus oficiales y su pueblo. 7 Todo ocurrió según tu palabra: diez grandes y malignas plagas alcanzaron toda la tierra de Egipto para cumplir con ellas la venganza de Israel. 8 El Señor hizo todo por Israel, según la norma que había pactado con Abrahán, de vengarse de ellos por haberlos esclavizado con violencia. 9 El príncipe Mastema resistía ante ti y quería hacerte caer en manos del faraón. Ayudaba en los encantamientos que los egipcios hacían comparándose contigo. 10 Les permitimos cometer maldad, pero no les toleramos que se hiciera medicina por sus manos; 11 el Señor los hirió con llagas malignas, y no pudieron combatirlas, pues les vedamos obrar un solo prodigio.

El diablo incita a los egipcios. Su derrota
12 El príncipe Mastema quedó confundido en todas las señales y prodigios. Cuando arreció gritando a los egipcios que te persiguieran con toda la potencia de Egipto, con sus carros y caballos y con toda la multitud de los pueblos de Egipto, 13 me interpuse entre ellos e Israel. Libramos entonces a éste de sus manos y de las de su pueblo, y el Señor los sacó por entre el mar como por lo seco. 14 A todo el pueblo que había salido a perseguir a Israel lo arrojó el Señor, nuestro Dios, en el mar, en las profundidades del abismo, bajo los hijos de Israel, al modo como los egipcios habían arrojado a sus hijos al río. En un millón se vengó, y mil paladines esforzados perecieron por cada infante de los hijos de tu pueblo arrojado al río.
15 Los días catorce, quince, dieciséis, diecisiete y dieciocho estuvo el príncipe Mastema atado y encerrado, lejos de los hijos de Israel, para que no pudiera calumniarlos. 16 El día diecinueve los soltamos para que ayudaran a los egipcios y persiguieran a los israelitas: 17 endureció sus corazones y los fortaleció. Pero el Señor, nuestro Dios, lo concibió así para golpear a los egipcios y arrojarlos al mar. 18 Y el catorce lo atamos, para que no calumniase a los hijos de Israel el día en que iban a pedir a los egipcios enseres Y vestidos, objetos de plata, oro y bronce, para despojar a los egipcios por la esclavitud que violentamente les habían impuesto, pues no sacamos a los hijos de Israel de Egipto desnudos.

La Pascua. Prescripciones para su celebración
49 1 Recuerda el mandato que te ha dado el Señor acerca de la Pascua.
Celébrala en su momento, el catorce del primer mes, sacrificando antes del atardecer y comiendo de noche, al atardecer del quince, desde el momento en que se pone el sol. 2 Porque en esa noche -principio de la festividad y del regocijo- vosotros os sentabais a comer la pascua en Egipto, y las fuerzas del príncipe Mastema habían sido enviadas a matar a todos los primogénitos en la tierra egipcia, desde el del faraón hasta el de la esclava cautiva que está en el molino, así como de los animales.
3 Esta es la señal que les dio el Señor: en toda casa en cuya puerta vean sangre de cordero añal no entren a matar, sino pasen de largo, para que se salven todos los que estén en la casa, pues la señal de sangre está a la puerta.
4 Las fuerzas del Señor hicieron cuanto él les ordenó, pasando de largo a todos los hijos de Israel, sin alcanzarles la, plaga de la destrucción de toda vida de animal persona o perro. 5 Grandísima fue la plaga en Egipto no habiendo casa donde no hubiera muerto, llanto y griterío. 6 Mientras
tanto todo Israel estaba comiendo carne de pascua, bebiendo vino y alabando, bendiciendo y loando al Señor, Dios de sus padres, dispuesto a salir del yugo de Egipto y de la mala esclavitud.
7 Recuerda tú esta jornada todos los días de tu vida, celébrala cada año toda tu vida, una vez al año en su día, según su ley, sin retrasar un día de su fecha, ni de mes a mes. 8 Pues es norma eterna, grabada en las tablas celestiales para todos los hijos de Israel, que la celebración cada año en su día, una vez al año, en todas sus generaciones sin límite, pues esta fijada para siempre. 9 El hombre que, estando puro, no vaya a celebrarla en el momento de su fecha, llevando ofrenda grata al Señor, comiendo y bebiendo ante él en el día de su festividad, ese hombre, puro y próximo, será exterminado porque no ofreció la ofrenda del Señor en su momento: ese hombre llevará sobre sí su pecado.
10 Vayan los hijos de Israel a celebrar la pascua en el día de su fecha, el catorce del primer mes, en vísperas: desde la hora tercera del día a la hora tercera de la noche, pues dos partes han sido dadas al día y un tercio a la tarde. 11 Esto es lo que el Señor te ha mandado hacer en la tarde:
12 No haya sacrificio en ninguna hora de luz antes del momento límite de la tarde, y coman en hora vespertina hasta la hora tercera de la noche. Lo que sobre de la carne después de la hora tercera de la noche, quémenlo allí mismo al fuego. 13 No se cueza con agua, ni se coma cosa cruda, sino asada al fuego. Cómanla deprisa, asen la cabeza con sus partes interiores y con pies: no haya fractura de ningún hueso, pues no se quebrará ningún hueso de los hijos de Israel 14 Por eso ordenó el Señor a los hijos de Israel que celebraran la pascua en el día de su fecha. No habrá quebradura de ningún hueso, pues es día fijo de fiesta y no cabe retrasarlo de día a día o de mes a mes, sino que se celebrará en el día de su festividad.
15 Ordena tú a los hijos de Israel que celebren la pascua en su día cada año, una vez al año, el día de su fecha. Será como un recordatorio grato al Señor, y no les alcanzará azote mortal ni golpe en ese año, si celebran la pascua en su momento, todo según su mandamiento. 16 No se comerá fuera del templo del Señor, sino frente a él, y todo el pueblo de la comunidad de Israel la celebrará a su tiempo. 17 Todo hombre que llegue en su día, cómala en el templo de nuestro Dios, ante el Señor, desde los veinte años en adelante, pues así se ha escrito y establecido que la coman en el templo del Señor. 18 Cuando entren los hijos de Israel al país del que tomarán posesión, la tierra de Canaán, y planten el tabernáculo del Señor en la tierra de una de sus tribus, vengan a celebrar la pascua en el tabernáculo del Señor hasta que se construya su templo, y a sacrificarla ante el Señor de año en año. 19 Pero cuando esté ya construido el templo en nombre del Señor,
en la tierra de su herencia, irán allí y degollarán la víctima pascual por la tarde, al ponerse el sol, a la hora tercera del día. 20 Ofrecerán su sangre en la base del altar y pondrán la grasa al fuego sobre el altar; comerán la carne asada al fuego en el atrio de la casa consagrada, en el nombre
del Señor. 21 No podrán celebrar la pascua en sus ciudades, ni por todas las tierras, sino ante el tabernáculo del Señor y ante su casa en la que mora su nombre: no yerren separándose del Señor.
22 Tú, Moisés, ordena a los hijos de Israel que guarden la norma de la pascua. Como te fue ordenado, señálales ese día, la festividad de los ázimos, cada año, para que coman los ázimos durante siete días, al celebrar esta festividad. Que hagan su ofrenda cada día las siete jornadas de regocijo ante el Señor, en el altar de vuestro Dios. 23 Esta fiesta la celebrasteis con precipitación cuando salíais de Egipto, en el camino hasta el desierto de Sur, pues a la orilla del mar la completasteis.

Leyes sobre los jubileos y el sábado
50 1 Después de esta ley, te di a conocer los sábados en el desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí 2 También te indiqué en el monte Sinaí los sábados de la tierra, y asimismo los años de jubileo en las semanas de años, pero no te he indicado el año, hasta que entréis en la tierra de la
que tomaréis posesión. 3 También la tierra tendrá sus sábados, cuando moréis en ella, y conocerá el año de jubileo. 4 Por eso te he establecido septenarios, años y jubileos. Cuarenta y nueve jubileos desde los días de Adán hasta este día, un septenario y dos años, y aún tienen cuarenta años para conocer las órdenes del Señor antes de pasar a la otra orilla de la tierra de Canaán, cruzando el Jordán hacia occidente. 5 Pasarán jubileos hasta que se purifique Israel de toda culpa de fornicación, impureza, abominación, pecado y error, y habite todo el país en seguridad, sin que tenga ningún demonio ni mal, y se purifique la tierra desde entonces hasta siempre.
6 He aquí que te he escrito el mandamiento del sábado y todas las normas de sus leyes. 7 Durante seis días trabajarás, y en el séptimo, día de sábado del Señor nuestro Dios, no haréis ningún trabajo vosotros, ni vuestros hijos, siervos, siervas, ni ninguno de vuestros animales, ni el extranjero que esté con vosotros. 8 Muera el hombre que haga cualquier trabajo en él, el hombre que profane este día, el que yazca con mujer, el que ordene que se haga alguna cosa en él después de amanecer acerca de venta o compra, el que saque agua que no haya sido preparada el viernes, el que levante cualquier cosa para sacarla de su tabernáculo o casa: muera. 9 No hagáis en sábado ningún trabajo, sino lo que se haya preparado el viernes.
Comed, bebed, descansad y reposad de todo trabajo en este día, bendiciendo al Señor, nuestro Dios, que os concedió perpetuamente día de festividad, día santo y día de santo reinado para todo Israel. 10 Gran honor es el que dio el Señor a Israel: comer, beber y quedar saciados en este día de fiesta y descanso de todo trabajo para el género humano, salvo exhalar aroma y ofrecer hostia y sacrificio ante el Señor de los días y los sábados. 11 Sólo esto puede hacerse en sábado, en el templo del Señor, nuestro Dios, como expiación por Israel en ofrenda sempiterna, día a día, como recordatorio grato al Señor que les será aceptado eternamente, día tras día, según te fue ordenado. 12 Todo hombre que haga trabajo en él, ande camino, cultive campo, tanto en su casa como en cualquier lugar, encienda fuego, cabalgue en cualquier animal, viaje en barca, hiera o mate cualquier ser, degüelle animal o ave, o capture bestia, ave o pez, el que ayune, el que haga guerra en sábado, 13 todo hombre que hiciere cualquiera de estas cosas en sábado, muera. Así guardarán los hijos de Israel el sábado según los mandamientos de los sábados de la tierra, como está escrito en las tablas que puso él en mis manos para que te escribiera las leyes, momento por momento, según la distribución de sus días.
Aquí terminan las palabras de la distribución de días.


APENDICE
FRAGMENTOS HEBREOS

INTRODUCCION
Los textos hebreos conservados pertenecientes al libro de los jubileos son extraordinariamente fragmentarios. La mayor parte de ellos ha aparecido en las cuevas 1, 2, .3 Y 11 de Qurnrán. Su identificación ha reforzado la opinión que defiende la existencia de un original hebreo de la obra.
Ofrecemos aquí la traducción de dos pequeños documentos que recogen algunas citas o pasajes paralelos del libro de los Jubileos.
El primero es un fragmento del libro de Noé. La mitad del mismo repite las ideas de Jub 7,1; 10,1.2.8-14. 
El segundo es el Midras Wayyisau, en este caso se recogen textos de Jub .37,14.17; 38,2-3.5-10.12-25.


LIBRO DE NOE
Este es el libro de los remedios que copiaron los sabios antiguos a partir del libro de Sem, hijo de Noé, que había sido entregado a Noé en Lubar, el monte de la región de Ararat, después del diluvio.
Por aquel tiempo comenzaron los espíritus bastardos a provocar a los hijos de Noé, a burlarse, ofender, engañar y herir con enfermedades, dolores y toda clase de plagas de asesinos y exterminadores de seres humanos.
Vinieron a una todos los hijos de Noé y sus hijos y relataron sus desgracias a Noé, su padre, y le informaron de las circunstancias dolorosas vistas por sus hijos. Noé se espantó cuando supo que por culpa del hombre y por su conducta pecaminosa eran afligidos con toda clase de enfermedades y dolencias, y santificó a sus hijos y a los hijos de su casa y a toda su casa. Se acercó al altar y ofreció holocaustos y suplicó a Dios y le rogó.
Y Dios envió del lugar de los santos a uno de los ángeles de la Presencia, cuyo nombre era Rafael, para acabar con los espíritus bastardos de debajo de los cielos, para que no se exterminara ya a los hijos del hombre.
Así lo hizo el ángel y los encadenó en el lugar de condenación. Sólo una décima parte (de los espíritus bastardos) quedó para vagar por la tierra delante del príncipe Mastema (1), para oprimir (a los hombres) por medio de malhechores y golpearlos y devolverles toda clase de dolencia y enfermedad y para producir dolores. Pero el ángel comunicó los remedios para las calamidades de los seres humanos y todo tipo de medicinas para curar por medio de los árboles de la tierra y los vegetales del suelo y las raíces.
y envió Dios al resto de los jefes de los espíritus para mostrar a Noé e informarle de los árboles medicinales con todas sus hierbas, sus plantas, sus raíces y sus semillas y del fin para que fueron creados y para enseñarle todo lo referente a sus medicamentos para la curación y la vida.
y Noé escribió estas cosas en un libro que entregó a Sem, su hijo mayor, y de aquel libro copiaron los sabios antiguos y escribieron muchos libros, cada uno en su lengua...
Los sabios de Macedonia comenzaron los primeros a curar en la tierra, y los sabios de Egipto fueron los primeros en hacer conjuros y adivinaciones por medio de las constelaciones y de las estrellas y en aprender el libro de la ciencia de los caldeos, que copió Qengar ben Ur ben Kesed, referente a todas las acciones de los adivinos.

(1) Mastema: O Mastemah (Os 9,7-8), sustantivo de la raíz stm, «odiar, enemistarse»; está emparentado con stn, «Satán, demonio». Aparece aquí personificando al
jefe de los ángeles caídos. 


MIDRAS WAYYISAU
Está escrito: Y se marchó a un país lejos de la presencia de Jacob, su hermano , por causa del compromiso de venta, y hay quien dice (que se fue) por causa de la vergüenza a la que se refieren nuestros rabinos; lo cierto es que se dirigió todo Esaú lejos de la presencia de Jacob y se marchó.
No es que se apartara el odio de su corazón, sino que su ira se revolvió todavía más y conservó por siempre su pecado. A pesar de que en aquel momento se marchó, más tarde vino a guerrear
contra él. Fue el año en que Lía murió. Jacob y sus hijos se encontraban en el duelo por ella y sus otros hijos los consolaban. Vino (Esaú) contra ellos con un gran ejército de hombres preparados para la guerra equipados con coraza de hierro y de bronce, y todos ellos armados con escudos, arcos y dardos. Eran cuatro mil guerreros que rodearon una torre donde estaban acampados Jacob y sus hijos y sus criados con sus hijos y con todas sus pertenencias, pues se habían reunido todos allí para consolar a Jacob en el luto por Lía.
Reposaban allí con tranquilidad, y no se les ocurrió pensar que pudiera venir contra ellos nadie para combatirlos, y no se dieron cuenta hasta tanto que llegó todo el ejército a aquella torre. Sólo estaban allí Jacob y sus hijos y doscientos siervos suyos.
Cuando Jacob vio que Esaú se insolentaba viniendo contra él en son de guerra con la intención de matarlos en el interior de la torre, y que lanzaba contra ellos dardos, se puso en pie sobre la muralla de la torre y comenzó a hablar con su hermano Esaú palabras de paz, de amistad v fraternidad; pero Esaú no las aceptó. .
Al punto dijo Judá a Jacob, su padre: «¿Hasta cuándo vas a prolongar con él las palabras buenas y cariñosas, mientras que él viene contra nosotros como enemigo vestido de coraza para matarnos?».
Tan pronto como Jacob oyó esto tensó su arco y mató a Adoram , el edomita, y volvió a tensar su arco e hirió a Esaú en el peto derecho quien se debilitó a causa de la flecha. Lo levantaron sus hijos y lo condujeron en carro hasta la ciudad y allí murió, en Arudín . Pero hay quien dice que no murió allí.
Entonces salió Judá en primer lugar y Neftalí y Gad con él por el flanco sur de la torre y con ellos cincuenta siervos de los de su padre, Jacob. Leví, Dan y Aser salieron hacia el este de la torre y cincuenta siervos con ellos. Salieron Rubén, Isacar y Zabulón hacia el flanco norte de la torre
y con ellos cincuenta siervos. Simeón, Benjamín y Hanok ben Rubén salieron hacia el oeste de la torre y con ellos cincuenta siervos. José no estaba allí porque ya había sido vendido.
Entonces se fortaleció Judá para la guerra. El, Neftalí y Gad se introdujeron en el ejército y lo empujaron hacia la fortaleza de hierro, y recibieron en sus escudos los cascotes que lanzaban contra ellos. Hasta el sol se oscureció sobre ellos por las piedras lanzadas y las flechas disparadas y las catapultas que lanzaban contra ellos.
Judá se introdujo el primero en medio del ejército y mató a seis guerreros. Neftalí y Gad fueron con él, uno a la derecha y otro a la izquierda, mientras lo guardaban para que no lo matara el ejército. También ellos mataron a cuatro guerreros, dos cada uno, y los cincuenta siervos que estaban con ellos les ayudaron y se aprestaron a combatir, y mató cada uno un hombre, un total de cincuenta guerreros.
Y, a pesar de esto, no consiguieron Judá, Neftalí y Gad expulsar al ejército del flanco sur de la torre ni alejarlos de donde estaban. Entonces se reforzaron para el combate y se reunieron todos ellos y combatieron, y cada uno mató un hombre. A pesar de todo no los obligaron a huir del
lugar que ocupaban, sino que se mantuvo el ejército frente a ellos, dispuesto para la batalla en sus posiciones. Se confortaron entonces Judá y sus hermanos y sus siervos, se apiñaron y combatieron contra ellos, y cada uno mató dos hombres del ejército. Pero comprendió Judá que, si medían al ejército quedándose donde estaban, no conseguirían alejarlos, se armaron de valor y de resolución para avergonzarlo. Judá, Neftalí y Gad se esforzaron a una y se introdujeron entre los guerreros. Judá mató a diez de ellos, y Neftalí y Gad mataron a ocho guerreros.
Cuando vieron los siervos que Judá y sus hermanos se esforzaban y que se habían introducido en el mismísimo centro de la batalla, se esforzaron también ellos para estar a su lado combatiendo. Judá hirió a su derecha y a su izquierda cien guerreros, y Neftalí y Gad los iban matando tras él, hasta que expulsaron a todo el ejército del flanco sur de la torre, aproximadamente la medida de un estadio.
Al ver el ejército que estaba frente a Judá que se desmoronaba ante Judá y sus hermanos, se asustó y reagrupó todas sus fuerzas para la lucha y preparó la batalla contra Judá y sus hermanos y se aseguró en sus posiciones para combatir contra ellos con gritos de guerra. Tanto Leví y los que con él estaban, Rubén y los suyos, y Simeón y los que le acompañaban, como los que estaban frente a ellos, tomaron posiciones para la batalla y se entregaron de corazón a luchar con gran fuerza.
Cuando vio Judá que todo el ejército se reforzaba y se agrupaba aprestándose para la lucha, que tomaban un solo camino para combatir contra ellos y que se aseguraban en sus posiciones preparando la batalla levantó sus ojos al Santo, bendito sea, para que les ayudara cuando estuvieran cansados por la dureza de la batalla y para que no pudieran vencerlos.
Aceptó entonces el Santo, bendito sea, la súplica y se fijó en su angustia y los ayudó. Hizo salir de sus reservas un viento tempestuoso que sopló frente a ellos y llenó sus ojos de oscuridad y de tiniebla, de forma que no veían para combatir. Pero los ojos de Judá y sus hermanos estaban daros porque el viento venía por detrás de ellos. Comenzaron Judá y sus hermanos a matarlos, e Iban cayendo los muertos en tierra tal como tira el segador la mies y las gavillas de su recolección. Se formaron montones, porque mataron a todo el ejército que venía hacia ellos por el flanco sur de la torre.
Rubén y Simeón, y Leví con ellos, se aprestaron a la batalla al encuentro del ejército que estaba ante ellos. Judá y sus hermanos, después que mataron a todos los soldados que estaban por su lado, se dirigieron hacia sus otros hermanos para ayudarlos. El viento tempestuoso llenó de
tinieblas los ojos de sus enemigos.
Rubén, Simeón, Leví y todos los que los acompañaban cayeron sobre ellos y los mataron y derribaron en tierra montones y montones, hasta que mataron a todos los soldados que había frente a Judá. Rubén y Leví, que estaban delante de Simeon, mataron cuatrocientos guerreros avezados a guerrear, y los seiscientos restantes huyeron junto con los cuatro hijos de Esaú: Reuel, Yeus, Yalam y Qorah. Elifaz no corrió huyendo con ellos, porque Jacob, nuestro padre, era su señor.
Siguieron los hijos de Jacob tras ellos hasta Arudín, y dejaron a su padre Esaú muerto, tendido en Arudín. Ellos huyeron a la montaña de Seír, al alto de los escorpiones. Los hijos de Jacob entraron y descansaron allí aquella noche y encontraron a Esaú muerto, tendido, y lo enterraron por respeto a su padre. Hay quien dice que Esaú no murió allí, sino que salió de Arudín herido y huyó con sus hijos a la montaña de Seír.
Al día siguiente despojaron sus cadáveres los hijos de Jacob y los persiguieron y los cercaron en la montaña de Seír, en el alto de los escorpiones.
Salieron los hijos de Esaú y todos aquellos hombres que habían huido y, cayendo ante los hijos de Jacob, se prosternaron ante ellos y les suplicaron hasta que les concedieron la paz. Y les impusieron un tributo de sumisión.

EL LIBRO DE LOS JUBILEOS -Parte III de IV-

LIBRO
DE LOS JUBILEOS (Parte III de IV)
Traducción de la versión etiópica

-Caps. XXIV al XXXVI-


Esaú vende su primogenitura
24 1 Tras la muerte de Abrahán, el Señor bendijo a su hijo Isaac, que partió de Hebr6n y fue a morar junto al pozo de Agar durante siete años, en el año primero del tercer septenario de este jubileo. 2 En el primer año del cuarto septenario comenzó a extenderse un hambre por el país distinta de aquella primera que hubo en época de Abrahán. 3 Jacob había preparado un plato de lentejas. Llegó Esaú hambriento del campo
y le dijo:
-Hermano, dame de ese plato rojizo.
Jacob le respondió:
-Entrégame tu primogenitura, y te daré pan y este plato de lentejas.
4 Esaú pensó para sus adentros: «Muriendo estoy: ¿de qué me sirve esta primogenitura?». Dijo a Jacob:
-Te la doy.
s Añadió Jacob:
-Júramelo.
Se lo juró, 6 y Jacob dio a su hermano Esaú pan y el plato. Comió hasta hartarse, renunciando Esaú a su primogenitura, por lo cual recibió el nombre de Edom, a causa del plato rojizo que Jacob le dio por su primogenitura.
7 Y Jacob crecía mientras Esaú menguaba en grandeza.

Isaac y los filisteos
8 Hubo hambre en el país, e Isaac se aprestó a bajar a Egipto en el segundo año de este septenario, y llegó a Gerara, junto a Abimelec, rey de los filisteos. 9 Pero el Señor se le apareció y le dijo:
-No bajes a Egipto, quédate en la tierra que te digo, emigra a esa tierra, y yo estaré contigo bendiciéndote. 10 A ti y a tu descendencia daré toda esta tierra y mantendré el juramento que hice a tu padre, Abrahán, multiplicando tu descendencia como los astros del cielo y dándole toda
esta tierra. 11 En tu descendencia serán benditos todos los pueblos de la tierra, por cuanto tu padre escuchó mis palabras y guardó mi observancia, mis mandamientos, leyes, norma y alianza. Escúchame, pues: permanece en esta tierra. 12 y moró en Gerara tres septenarios de años. 13 Abimelec ordenó respecto a él y todo lo suyo que cualquier persona que lo tocara a él y a lo
suyo muriera sin remedio.
14 Isaac creció entre los filisteos y adquirió grandes posesiones de ganado vacuno y lanar, camellos, asnos y otras propiedades. 15 Sembró en el país de los filisteos y cosechó cien espigas [por grano], haciéndose tan poderoso que le tuvieron envidia los filisteos. 16 Estos ordenaron que todos los pozos que habían perforado los siervos de Abrahán en vida de éste fueran cegados con tierra tras su muerte. 17 Dijo Abimelec a Isaac:
-Vete de nuestro lado, pues te has hecho mayor que nosotros.
Isaac se fue de allí en el año primero del séptimo septenario y emigró a los valles de Gerara. 18 Volvieron a excavar los pozos que habían perforado los siervos de su padre, Abrahán, y que los filisteos habían cegado tras su muerte, dándoles los mismos nombres que él les había dado. 19 Los siervos de Isaac cavaron pozos en el valle y encontraron agua viva. Pero disputaron los pastores de Gerara con los de Isaac, diciendo: «Nuestra es el agua», e Isaac dio a este pozo el nombre de Dificultad, pues «fueron difíciles con nosotros». 20 Cavaron luego otro pozo, y también por él pelearon, por lo que le dio el nombre de Enemistad. Se fue de allí y cavaron otro pozo, por el cual no disputaron, al que dio el nombre de Holgura, pues dijo Isaac: «Ahora nos ha dado el Señor holgura, y hemos crecido sobre la tierra».
21 De allí subió a Bersabee en el año primero del primer septenario del jubileo cuadragésimo cuarto, 22 y el Señor se le apareció aquella noche, a primeros del primer mes. Le dijo:
-Yo soy el Dios de tu padre, Abrahán; no temas, pues estoy contigo, te bendeciré y multiplicaré ciertamente tu descendencia como la arena de la tierra, a causa de mi siervo Abrahán.
23 Volvió a levantar allí el altar que primeramente había erigido su padre, Abrahán, invocó el nombre del Señor e hizo un sacrificio al Dios de su padre, Abrahán. 24 Cavaron un pozo y hallaron agua viva. 25 Los siervos de Isaac cavaron otro pozo, pero no hallaron agua. Fueron y contaron a Isaac que no habían encontrado agua, e Isaac dijo: «En este día juré a los filisteos, y nos ha ocurrido esto». 26 Y dio a aquel lugar el nombre de Pozo del Juramento, pues allí había jurado a Abimelec, a su compañero Ocozat y a Ficol, jefe de su ejército. 27 En aquel día se dio cuenta Isaac de que había jurado bajo presión hacer con ellos la paz.

Maldición sobre los filisteos
28 En aquel día maldijo Isaac a los filisteos:
-¡Maldito sea el filisteo en el día de ira e indignación entre todas las naciones! ¡Entréguela el Señor a escarnio, maldición, ira e indignación en manos de pecadores gentiles y en manos del heteo! 29 Y quien escape de la espada del enemigo y de los heteos sea desarraigado de bajo el cielo en juicio por el pueblo justo, pues serán enemigos y rivales de mis hijos en sus generaciones sobre la tierra. 30 No les quede posteridad ni superviviente en el día del airado juicio; a destrucción, exterminio y erradicación de la tierra sea destinada toda la semilla de los filisteos; no tengan, pues, los de Caftor ningún nombre de posteridad, ni semilla sobre la tierra. 31 Aunque suba hasta el cielo, de allí bajará; aunque huya bajo tierra, de allí será sacada; aunque se oculte entre las naciones, también de allí será extirpada, y aunque baje al seol, también allí se multiplicará su castigo y no tendrá tampoco paz. 32 Aun cuando partan en cautiverio, a manos de los que desean sus vidas serán muertos por el camino, sin dejarles nombre ni descendencia en toda la tierra, pues desaparecerán en maldición eterna.
33 Así está escrito y grabado en las tablas celestiales que se les haga en el día de castigo, para que sean desarraigados de la tierra.

Prohibición de matrimonios con gentiles
25 1 En el año segundo de este septenario, en este jubileo, llamó Rebeca a su hijo Jacob, y le dijo:
-Hijo mío, no tomes mujer de las hijas de Canaán, como tu hermano Esaú, que ha tomado dos mujeres cananeas que han amargado mi espíritu con sus actos impuros. Todas sus acciones son fornicación y lascivia; no hay en los cananeos ninguna justicia, pues son malos. 2 Yo, hijo mío, te
amo muchísimo; mi corazón y mis entrañas te bendicen a cada momento del día y en cada vigilia de la noche. 3 Así, pues, hijo mío, obedéceme y haz la voluntad de tu madre: no tomes mujer de las hijas de esta tierra, sino de la casa de mi padre, y el Dios Altísimo te bendecirá, y tus hijos
serán generación justa y santa semilla.
4 Respondió Jacob a su madre, Rebeca:
-Aquí me tienes, madre, con nueve septenarios, y no conozco ni he tocado ninguna mujer, ni me he desposado, ni pienso tomar mujer de las hijas de Canaán. 5 Recuerdo, madre, las palabras de nuestro padre, Abrahán, que me ordenó no tomar mujer de las hijas de Canaán, ya que de la
descendencia de la casa de mi padre y de mi linaje debo tomar mujer. 6 Hace tiempo he oído que tu hermano Labán había tenido hijas, y en ellas he puesto mi corazón para tomar mujer. 7 Por eso me he guardado en mi espíritu de pecar y corromperme en mi conducta todos los días de mi vida, pues mi padre, Abrahán, me dio muchos mandamientos acerca de la lascivia y la fornicación. 8 Y, con todo lo que me mandó, hace veintidós años que mi hermano discute conmigo e insiste en decirme: «Hermano, toma una mujer, hermana de mis dos mujeres», pero yo no quiero actuar como él. 9 Te juro, madre, no tomar en todos los días de mi vida mujer del linaje de Canaán, ni obrar mal como ha hecho mi hermano.
10 No temas, madre, confía en que haré tu voluntad y procederé rectamente, sin corromper nunca mi conducta.

Rebeca bendice a Jacob
11 Alzó ella entonces el rostro al cielo, extendió los dedos de las manos, abrió la boca y bendijo al Dios Altísimo, que ha creado el cielo y la tierra, dándole gracias y alabándole:
12 -Bendito sea el Señor Dios, bendito sea su santo nombre por los siglos de los siglos, que me ha dado a Jacob, hijo puro y santa semilla, pues tuyo es y tuya será su descendencia, por todos los días y todas las generaciones hasta la eternidad. 13 Bendícelo, Señor, y pon en mi boca
bendición justa para que lo bendiga.
15 -Bendito eres, Señor justo y Dios eterno; y a ti, hijo mío, te bendiga él entre todos los linajes humanos, dándote recto proceder y revelando justicia a tu descendencia. 16 Multiplique tus hijos en tu vida, surgiendo en el número de los meses del año; multiplíquense y engrandézcanse sus hijos, y sea su número mayor que el de los astros del cielo y las arenas del mar. 17 El les conceda esta tierra amena, según dijo que la daría a Abrahán y su descendencia por siempre, en posesión perpetua. 18 Pueda yo ver en vida, hijo mío, tus hijos benditos y tu descendencia bendita, y sea toda tu descendencia santa. 19 Así como has dado reposo al espíritu de tu madre en vida, así también te bendicen mis entrañas y mis pechos; y mi boca y mi lengua te alaban sobremanera. 20 Crece y extiéndete por la tierra, sea tu semilla perfecta por siempre con el gozo de cielos y tierra: alégrese tu simiente y tenga salvación en el día de la gran salvación. 21 Alcense por toda la eternidad tu nombre y descendencia; que el Dios Altísimo sea tu Dios, more con ellos el Dios justo, y con ellos sea construido su templo para toda la eternidad. 22 Quien te bendiga, sea bendito, y todo mortal que falsamente te maldiga, sea maldito.
23 Y lo besó, añadiendo:
-Amete el Señor eterno como el corazón y las entrañas de tu madre se regocijan contigo y te bendicen. y calló tras bendecirlo.

Jacob suplanta a Esaú
26 1 En el año séptimo de este septenario llamó Isaac a su hijo mayor, Esaú, y le dijo:
-Hijo mío, ya estoy viejo, me falla la vista, y no sé cuándo moriré.
2 Coge tus armas de caza, tu aljaba y tu arco; sal al campo, cázame alguna presa, hijo mío, hazme una comida como me gusta y traémela, para que coma y te bendiga antes de morir.
3 Y Rebeca estaba oyendo lo que decía Isaac a Esaú, 4 quien salió de mañana al campo para cazar una presa y traerla a su padre. 5 Entonces Rebeca llamó a su hijo Jacob y le dijo:
-He oído a tu padre, Isaac, hablar así con tu hermano Esaú: «Cázame algo, prepárame una comida y tráemela, para que coma y te bendiga ante el Señor antes de morir». 6 Ahora, pues, escucha mis palabras, hijo mío, y mis órdenes: ve a tu rebaño, cógeme dos buenos cabritos, y yo los prepararé en guiso para tu padre, como le gusta, y se lo llevarás; que coma y te bendiga ante el Señor antes de morir, y quedes bendito.
7 Respondió Jacob a su madre, Rebeca:
-Madre, no he de escatimar cualquier cosa que coma mi padre y le agrade; pero temo, madre, que reconozca mi voz y quiera tocarme. 8 Tú sabes que soy lampiño, mientras que mi hermano Esaú es velludo: quedaré ante sus ojos como malvado y desobediente, se indignará conmigo,
y me atraeré maldición en vez de bendición.
9 Pero su madre, Rebeca, le replicó:
-Sea sobre mí tu maldición, hijo mío; pero hazme caso. 10 Jacob escuchó a su madre, Rebeca. Fue, tomó dos buenos cabritos gordos y los llevó a su madre, que los preparó en guiso al modo que le gustaba a Isaac. II Rebeca tomó los vestidos preferidos de su hijo mayor, Esaú, que tenía consigo en casa, se los puso a su hijo menor, Jacob, y le colocó la piel de los cabritos sobre las manos y el cuello desnudo. 12 Puso el plato y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob, 13 quien fue a su padre y le habló así:
-Soy tu hijo, que he hecho según me ordenaste: levántate, siéntate y come de lo que te he cazado, padre, para que tu alma me bendiga.
14 Respondió Isaac a su hijo:
-¿Cómo lo hallaste tan pronto, hijo mío?
15 Dijo Jacob:
-Tu Dios dirigió mis pasos.
16 Añadió Isaac:
-Acércate que te toque, hijo mío, a ver si eres o no mi hijo Esaú.
17 Se acercó Jacob a su padre, Isaac, que lo tocó y dijo:
18 -La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú. y no lo conoció, pues la alteración venía del cielo, para distraer su espíritu; Isaac no advirtió que lo bendecía, pues sus manos eran como las
de su velludo hermano Esaú.
19 Volvió a decir:
-¿Eres tú mi hijo Esaú?
Replicó:
-Soy tu hijo.
Continuó:
-Acércame, que coma de tu caza, hijo mío, para que mi alma te
bendiga.
:20 Le acercó, y comió; le trajo vino, y bebió. 21 Dijo su padre, Isaac:
-Acércate y bésame, hijo mío.
Se acercó y lo besó, 22 y olió el olor de sus vestidos. Lo bendijo con estas palabras:
-Es el olor de mi hijo, olor de campo repleto que ha bendecido el Señor. 23 El Señor te dé rocío del cielo y bendición de la tierra; multiplíquete abundancia de trigo y aceite, sírvante las naciones y prostérnense ante ti los pueblos. 24 Sé señor de tus hermanos, prostérnense ante ti los hijos de tu madre; cuantas bendiciones me concedió el Señor a mí y a mi padre, Abrahán, sean tuyas y de tu descendencia perpetuamente; quien te maldiga, sea maldito, y quien te bendiga, bendito.

Bendición de Jacob
25 Al terminar de bendecir Isaac a su hijo Jacob, salió éste de la presencia de su padre y se ocultó, mientras llegaba su hermano Esaú de la cacería. 26 También él preparó un guiso, lo llevó a su padre y le dijo:
-Levántate, padre mío, y come mi caza, para que tu alma me
bendiga.
27 Díjole su padre, Isaac:
-¿Quién eres?
Respondió:
-Soy tu hijo primogénito, Esaú: he hecho como me ordenaste.
28 Isaac se quedó atónito en extremo y añadió:
-¿Quién era, pues, el que cazó una presa, me la trajo y comí antes de llegar tú? A ése le he bendecido, de manera que él y su descendencia serán eternamente benditos.
29 Al oír Esaú las palabras de su padre, Isaac, gritó con voz tremenda y amarguísima y suplicó a su padre:
-¡Bendíceme a mí también, padre!
30 Le replicó:
-Tu hermano vino con fraude, y se ha llevado tus bendiciones.
Dijo:
-Ahora sé por qué se le llamó Jacob, pues dos veces me ha suplantado:
primero me quitó la primogenitura y ahora me ha quitado mi bendición.
31 ¿Es que no te queda una bendición para mí, padre?
Isaac replicó a Esaú:
-Lo he instituido señor tuyo y de todos sus hermanos, dándoos a él para ser sus siervos, y lo he confirmado con abundancia de trigo, vino y aceite: ¿qué puedo hacerte ahora, hijo mío?
32 Dijo Esaú a su padre, Isaac:
-¿Sólo tienes una bendición, padre? Bendíceme también a mí, padre.
Esaú levantó la voz llorando, 33 pero Isaac le respondió:
-Del rocío de la tierra será tu morada, y del rocío del cielo por arriba. 34 Vivirás de tu espada, sirviendo a tu hermano, y si te niegas y apartas su yugo de tu cuello, cometerás entonces una falta capital, y será desarraigada tu semilla bajo el cielo.
35 Esaú amenazaba a Jacob a causa de la bendición que su padre le había dado, pensando en su corazón: «Ya vienen los días de luto por mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob».

Jacob enviado a casa de Labán
27 1 Le fueron reveladas a Rebeca en sueños las palabras de su hijo mayor, Esaú. Mandó entonces llamar a su hijo menor, Jacob, y le dijo:
2 -Esaú proyecta vengarse matándote. 3 Así, pues, hijo mío, escucha mis palabras: ponte en marcha, huye a casa de mi hermano Labán, en Harrán, y quédate con él algún tiempo, hasta que ceda la cólera de tu hermano, deje su ira contigo y olvide cuanto le hiciste. 4 Entonces mandaré
a buscarte allí.
Respondió Jacob:
-No tengo miedo: si quiere matarme, lo mataré yo.
5 Ella replicó:
-No quiero perder mis dos hijos en un día.
6 Objetó entonces Jacob a su madre, Rebeca:
-Ya sabes que mi padre ha envejecido y no ve, pues sus ojos están embotados. Si lo dejo, le parecerá mal que lo abandone y me marche de vuestro lado; se enojará y me maldecirá. No he de ir: sólo si él me manda, entonces iré.
7 Dijo Rebeca a Jacob:
-Yo entraré a hablarle, y te mandará.
8 Entró Rebeca y dijo a Isaac:
-Estoy harta de vivir a causa de las dos heteas que Esaú tomó por mujeres. Si Jacob toma mujer de entre las hijas del país, que son como ésas, entonces ¿para qué he de vivir? Pues son malas las hijas de Canaán.
9 Isaac llamó entonces a Jacob, lo bendijo y lo amonestó:
10-No tomes por mujer ninguna hija de Canaán: ponte en camino y ve a Mesopotamia, a casa de Batuel, tu abuelo materno, y toma mujer allí de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre. 11 Dios Todopoderoso te bendiga, acreciente y multiplique; congréguense en torno a ti los pueblos, y él te dé, a ti y a tu descendencia, las bendiciones de mi padre, Abrahán, para que heredes la tierra a que emigres y toda la tierra que dio el Señor a Abrahán. Ve, hijo mío, en paz.
12 Isaac, pues, envió a Jacob, que fue a Mesopotamia, a casa de Labán, hijo del sirio Batuel y hermano de Rebeca, madre de Jacob. 13 Al disponerse Jacob a ir a Mesopotamia, se contristó el ánimo de Rebeca por su hijo y lloró. 14 Dijo entonces Isaac a Rebeca:
-Hermana, no llores por mi hijo Jacob, pues en paz va y en paz volverá.
15 El Dios Altísimo lo guardará de todo mal y estará con él, pues no lo dejará nunca. 16 Sé que sus caminos serán prósperos adondequiera que vaya, hasta que en paz vuelva a nosotros y lo veamos con bien. 17 No temas por él, hermana, pues recto es en su proceder, hombre perfecto y
fiel, que no se perderá: no llores.
18 E Isaac consolaba a Rebeca por su hijo Jacob y lo bendijo.

Jacob en Betel: sueño y voto
19 Jacob salió de Bersabee para ir a Harrán el año primero del segundo septenario del jubileo cuadragésimo cuarto y llegó a Lidia, en el monte que es Betel, a primeros del primer mes de este septenario. Llegó allí al atardecer, se apartó del camino aquella noche a poniente del sendero y
durmió allí, pues se había puesto el sol. 20 Tomó una piedra de aquel lugar, la puso (bajo su cabeza), bajo un árbol, y se durmió, solo como iba.
Aquella noche tuvo un sueño. Había una escalera puesta en el suelo, cuyo extremo tocaba el cielo, y los ángeles del Señor subían y bajaban por ella, y en ella se alzaba el Señor, 22 quien habló a Jacob:
-Yo soy el Señor, Dios de tu padre Abrahán y Dios de Isaac. La tierra sobre la que duermes te la daré a ti y a tu descendencia. 23 Tu descendencia será como la arena de la tierra, extendiéndose a occidente, oriente, sur y norte. Por ti y tu descendencia serán benditas todas las naciones
de la tierra. 24 Yo estaré contigo, te guardaré adondequiera que vayas y te haré volver con bien a esta tierra, pues no te dejaré hasta cumplir cuanto te digo.
25 Despertándose Jacob de su sueño, se dijo: «De seguro que este lugar es casa del Señor, y yo no lo sabía». Y añadió temeroso: «Imponente es este lugar: es casa del Señor y puerta del cielo». 26 Levantándose de mañana, tomó la piedra que había puesto bajo su cabeza, la colocó erecta como señal y derramó aceite encima, dando a aquel lugar el nombre de Betel, aunque anteriormente esta tierra se llamaba Luza. 27 Y Jacob oró así al Señor:
-Si el Señor está conmigo y me guarda en este camino por el que voy, me da pan que comer y vestido que ponerme, y vuelvo con bien a casa de mi padre, sea el Señor mi Dios, y esta piedra que he colocado erecta como señal en este lugar sea casa del Señor y de cuanto me des Dios mío, te daré diezmo.

Jacob se casa con Lía y Raquel
28 1 Emprendió su viaje y llegó a tierra de oriente, donde estaba Labán, hermano de Rebeca. Se quedó con él y lo sirvió por Raquel, su hija, durante un septenario. 2 En el año primero del tercer septenario le dijo:
-Dame mi mujer, por la que te he servido siete años.
Respondió Labán a Jacob:
-Te daré tu mujer.
3 Labán preparó un convite, tomó a su hija mayor, Lía, y se la dio a Jacob por mujer, otorgando a Lía su esclava Zelfa como sirvienta -sin que Jacob lo advirtiera, pues imaginó que era Raquel-. 4 Jacob fue a ella, y resultó que era Lía. Jacob se enojó con Labán y le increpó:
-¿Por qué has obrado así conmigo? ¿Acaso no te serví por Raquel y no por Lía? ¿Por qué me has defraudado? Toma tu hija, que yo me voy, pues has obrado mal conmigo.
5 Jacob prefería Raquel a Lía, cuyos ojos estaban enfermos, aunque era muy hermosa, al tiempo que Raquel tenía bellos ojos, buen aspecto y era muy hermosa. 6 Respondió Labán a Jacob:
-No puede ser así en nuestra tierra, casar a la menor antes que a la mayor. No estaría bien hacerlo, pues está establecido y escrito en las tablas celestiales que «no se dará la hija menor antes que la mayor, sino a ésta primero y luego a la menor. Al hombre que hiciere tal, le anotarán
a su cuenta la falta en el cielo, no siendo justo el que hace tal cosa, pues es mala acción ante el Señor». 7 Y tú ordena a los hijos de Israel que no hagan eso, y no tomen ni den a la hija menor sin anteponer la mayor, pues es muy malo.
8 Dijo Labán a Jacob:
-Que pasen los siete días de la boda de ésta, y yo te daré a Raquel, para que me sirvas otros siete años apacentando mis ovejas como hiciste el primer septenario.
9 Cuando pasaron siete días de la boda de Lía, Labán dio a Raquel a Jacob, para que le sirviese otros siete años, otorgando a Raquel como sirvienta a Bala, hermana de Zelfa. 10 y sirvió de nuevo siete años por Raquel, pues Lía le fue dada sin más.

Hijos de Jacob
11 El Señor abrió el seno de Lía, que concibió y parió a Jacob un hijo, al que llamó Rubén, el catorce del mes noveno del tercer septenario.
12 Pero el seno de Raquel estaba cerrado, pues el Señor vio que aborrecía a Lía, mientras que ella era amada. 13 Jacob fue de nuevo a Lía que concibió y le parió otro hijo, al que puso de nombre Simeón, el veintiuno del mes décimo del año tercero de este septenario. 14 Jacob fue de nuevo a Lía, .que concibió y le parió un tercer hijo, al que puso por nombre Leví, a primeros del primer mes del año sexto de este septenario. 15 Volvió Jacob a ir a ella, y concibió y le parió un cuarto hijo, al que puso de nombre Judá, el quince del tercer mes del año primero del cuarto septenario.
15 A todo esto, Raquel tenía celos de Lía porque no paría, y decía a Jacob:
-Dame hijos.
Jacob le respondía:
-¿Soy yo quien te priva del fruto de tu vientre? ¿Soy yo quien te ha abandonado?
17 Cuando vio Raquel que Lía había parido cuatro hijos a Jacob: Rubén, Simeón, Leví y Judá, le dijo:
-Ve a mi esclava Bala, que conciba y me para un hijo. 18 (Y le dio a su esclava Bala como mujer). Fue a ella, concibió y le parió un hijo, al que llamó Dan, el nueve del mes sexto del año sexto del
tercer septenario. 19 Jacob volvió a ir a Bala, que concibió y parió otro hijo a Jacob, al que Raquel dio el nombre de Neftalí el cinco del mes séptimo del año segundo del cuarto septenario.
20 Cuando vio Lía que ya no paría, tomó a su esclava Zelfa y se la dio a Jacob por mujer. Esta concibió y parió un hijo, al que Lía puso el nombre de Gad, el doce del mes octavo del año tercero del cuarto septenario. 21 El volvió a Ze1fa, quien concibió y le parió un segundo hijo, al que Lia llamó Aser, el dos del mes once del quinto año del cuarto septenario.
22 Jacob fue a Lía, que concibió y le parió un hijo, al que llamó Isacar, el cuatro del mes quinto del año cuarto del cuarto septenario y lo dio a una nodriza. 23.Fue Jacob de nuevo a ella, que concibió y parió a dos, hijo. e hija, poniendo al hijo Zabulón y a la hija Dina, el siete del mes séptimo del año sexto del cuarto septenario. 24 Y el Señor se compadeció de Raquel y le abrió el seno. Concibió y parió un hijo, al que llamó José, a primeros del cuarto mes del año sexto de este cuarto septenario.
25 Por los días en que nació José, dijo Jacob a Labán:
-Dame mis mujeres e hijos para ir con mi padre, Isaac, a hacermeuna casa. He cumplido los años en que te he servido por tus dos hijas y me voy a casa de mi padre.
26 Respondió Labán a Jacob:
-Quédate conmigo por tu salario; sigue apacentando mi rebaño y toma tu salario.
27 Pactaron entre ellos que le daría como paga tanto los corderos como los cabritos moteados o manchados que nacieran, sirviéndole esto de recompensa. 28 Todas las ovejas parían crías moteadas, o con marcas o manchas abigarradas, y volvían a parir de la misma forma, siendo toda cría señalada de Jacob y las no señaladas de Labán. 29 Se multiplicó sobremanera la propiedad de Jacob, que adquirió vacas, ovejas, asnos, camellos, siervos y siervas. 30 Labán y sus hijos tuvieron envidia de Jacob y, quitando sus propias ovejas de su cuidado, lo acechaban con mal propósito.

Huida de Jacob
29 1 Cuando Raquel parió a José, Labán fue a esquilar sus ovejas, que estaban lejos de él, a una distancia de tres jornadas. 2 Viendo Jacob que Labán se iba a esquilar sus ovejas, llamó a Lía y Raquel y les dijo sinceramente que se fueran con él a la tierra de Canaán. 3 Les contó todo lo que había visto en sueños y todo lo que le había dicho el Señor de que volvería a casa de su padre. Ellas le dijeron:
-Iremos contigo adondequiera que vayas.
4 Entonces Jacob bendijo al Dios de su padre, Isaac, y de su abuelo
Abrahán y se puso en marcha llevando sus mujeres e hijos y toda su propiedad.
Cruzó el río y llegó a la tierra de Galaad, habiendo ocultado sus intenciones a Labán, a quien nada dijo. 5 Era el año séptimo del cuarto septenario cuando volvió Jacob a Galaad, el veintiuno del primer mes. Labán corrió tras él y lo encontró en el monte Galaad, el trece del tercer mes, 6 pero el Señor no permitió que ofendiera a Jacob, pues se le apareció de noche en sueños. Labán habló a Jacob, 7 y éste preparó el día quince un convite para Labán y todos los que habían venido con él. Jacob y Labán se juraron mutuamente aquel día no pasar ninguno de los dos con mal fin el monte Galaad. 8 Hicieron allí un monumento como testimonio, por lo que se dio a este lugar el nombre de Galaad, como este monumento.
9 Antiguamente llamaban Refaím al país de Galaad, pues es la tierra de los gigantes, que produjo titanes de diez, nueve, ocho y hasta siete codos de talla: 10 habitaban desde la tierra de los hijos de Amón hasta el monte Hermón, y su sede real era Carnaim, Astarot, Dara, Maser y Beón. 11 Pero el Señor los exterminó por la maldad de sus acciones, pues eran sobremanera perversos. Puso en su lugar a los amorreos, pecadores y malvados cual no hay ahora pueblo en la tierra que alcance todos sus pecados, por lo que no han de ser longevos sobre la tierra.

Reconciliación con Esaú. Piedad filial de Jacob
12 Jacob despidió a Labán, que se fue a Mesopotamia, la tierra de oriente, y él se volvió al país de Galaad, 13 pasando Jacob el once del mes noveno. En ese día llegó a él su hermano Esaú, que se reconcilió con él y partió de su lado hacia la tierra de Seír, mientras Jacob estuvo acampando en tiendas. 14 El año primero del quinto septenario de este jubileo pasó Jacob el Jordán y moró al otro lado, apacentando sus ovejas desde el Mar Muerto hasta Betsán, Dotaín y el bosque de Acrabim. 15 De todas sus propiedades enviaba a su padre, Isaac, vestido, alimento, carne, bebida, leche, manteca, queso y dátiles del valle, 16 así como a su madre, Rebeca.
Lo enviaba a la torre de Abrahán cuatro veces al año entre las estaciones: entre las épocas de arar y cosechar, el otoño y las lluvias, y el invierno y la primavera. 17 Isaac había vuelto de Bersabee y subió a la torre de su padre, morando allí, lejos de su hijo Esaú. 18 Cuando Jacob marchó a Mesopotamia, Esaú tomó por mujer a Maelet, hija de Ismael, recogió todo el ganado de su padre y sus mujeres y subió a morar al monte Seír dejando a su padre, Isaac, solo en Bersabee. 19 Este subió entonces de Bersabee y habitó en la torre de su padre, Abrahán en el monte Hebrón ~ 20 Allí enviaba Jacob cuanto mandaba a su padre y su madre, todo lo que
necesitaban según cada estación, y bendecían a Jacob con todo su corazón y toda su alma.

Rapto de Dina y venganza de sus hermanos
3O I En el año primero del sexto septenario subió Jacob pacíficamente a Salén, que está al oriente de Siquén, en el cuarto mes. 2 Allí raptaron a Dina, hija de Jacob. La llevaron a casa de Siquén, hijo de Emor, el heveo, señor del país, el cual yació con ella, profanándola, siendo ella una niña pequeña de doce años. 3 Suplicó Siquén a su padre y hermanos que le fuese dada por mujer, pero Jacob y sus hijos se indignaron con los hombres de Siquén, que habían profanado a su hermana Dina, y hablando con ellos con malicia, los engañaron y burlaron. 4 Entraron Simeón y Leví repentinamente en Siquén y castigaron a todos sus hombres. Mataron a todo varón que hallaron allí, sin dejar uno: ejecutaron a todos legítimamente, pues habían mancillado a su hermana Dina.

Prohibición de matrimonios con gentiles
5 Tal cosa no se hará ya a una hija de Israel, pues establecido está en el cielo el castigo de exterminio por la espada de todos los hombres de Siquén, porque hicieron oprobio a Israel. 6 El Señor los puso en manos de los hijos de Jacob, para aniquilarlos por la espada y hacer en ellos justicia, para que no ocurra en Israel que se viole a doncella israelita. 7 Sí algún hombre en Israel quisiera dar a su hija o hermana a otro hombre de linaje gentil, muera sin remisión apedreado, pues habrá traído oprobio a Israel; a la mujer quémenla con fuego, pues habrá mancillado el nombre de la casa de su padre: sea exterminada de Israel. 8 No haya nunca jamás fornicación ni impureza en Israel, pues santo es Israel para el Señor: todo hombre que lo profane muera apedreado sin remisión. 9 Así está establecido y escrito en las tablas celestiales acerca de la descendencia de Israel: quien la profane, muera apedreado. 10 Esta ley no tiene término de días, ni perdón ni remisión, sino que se extermine al hombre que hubiera profanado a su hija en Israel, pues dio su linaje a extranjero y pecó, contaminándolo. 11 Y tú, Moisés, ordena y exhorta a los hijos de Israel que no den sus hijas a los gentiles ni tomen para sus hijos las hijas de aquéllos, pues es algo abominable ante el Señor. 12 Por eso te escribí en las palabras de la ley toda la acción de Siquén cometida contra Dina y lo que dijeron los hijos de Jacob: «No daremos nuestra hija a hombre con prepucio, pues es vergüenza para nosotros».
13 Vergüenza son para Israel los que dan sus hijas a los gentiles o las toman de ellos, pues es cosa impura y abominable para Israel. 14 No será limpio de esta impureza si tiene mujer de las hijas de los gentiles o si hay quien dé una de sus hijas a un hombre de cualquier nación. 15 Plaga tras
plaga, maldición tras maldición, todo castigo, plaga y maldición alcanzaran al que haga .tal cosa. Si se tolerase a los que cometen impureza, profanan el santuario del Señor y manchan su santo nombre, será castigado todo el pueblo por esta impureza y abominación. 16 No se hará acepción
de su persona ni se aceptará de su mano fruto, sacrificio, holocausto, grasa ni sahumerio agradable. Así ocurrirá a todo hombre y mujer en Israel que mancille su santuario. 17 Por eso te ordené así: «Haz oír este testimonio a Israel, mira lo que ocurrió a Siquén y sus hijos, cómo fueron puestos. en manos de los dos hijos de Jacob, que los mataron legítimamente, acción Justa y que como talles fue inscrita».
18 La descendencia de Leví fue escogida para el sacerdocio, y los levitas para servir ante el Señor como nosotros perpetuamente. Sean benditos Leví y sus hijos eternamente, pues fue celoso de hacer justicia, castigo y venganza contra cuantos se alzaron frente a Israel. 19 Tal testimonio lo
asientan en las tablas celestiales: bendición y justicia ante el Dios de todo. 20 Nosotros recordamos la justicia que obró tal hombre en su vida, en todos los momentos del año: hasta mil generaciones la registran, alcanzándole a él y a su linaje tras él, pues inscrito fue como amigo y justo en las tablas del cielo. 21 Te escribí todas estas cosas y te ordené contarlas a los hijos de Israel para que no cometan culpa ni violen la ley ni rompan la alianza establecida con ellos, de manera que la cumplan y sean inscritos como amigos.22 Pero si la violaran, cometiendo impureza en todos sus caminos, seran inscritos en las tablas celestiales como enemigos. Quedarán, borrados del libro de la vida e inscritos en el de los que perecerán y seran desarraigados de la. tierra. 23 El día en que mataron los hijos de Jacob a Slquen, les fue registrado en el cielo el haber obrado justicia, rectitud y venganza contra los pecadores, siéndoles inscrito este acto como bendición. 24 Sacaron a su hermana Dina de casa de Siquén, hicieron cautivos a cuantos habla en Siquén, se apoderaron de sus ovejas, vacas, asnos, de todos sus rebaños y posesiones, y llevaron todo a su padre, Jacob:
Pero éste les reprocho haber exterminado a la ciudad, pues temió a los que moraban en, el país, cananeos y fereceos. 26 Sin embargo, el terror del Señor sobrecogió a todas las ciudades en torno a Siquén y no se levantaron para perseguir a los hijos de Jacob, pues quedaron turbados.

Jacob en Betel
31 1 A primeros de mes ordenó Jacob a todos los hombres de su casa:
-Vestíos ropas limpias; poneos en marcha y subamos a Betel, donde hice al Señor voto cuando hui de Esaú, mi hermano: si estaba conmigo y me hacía regresar a esta tierra con bien. Suprimid los dioses extranjeros que hay entre vosotros. 2 Entregaron los dioses falsos, los que llevaban
en las orejas y al cuello, y los ídolos que había robado Raquel a su padre, Labán. Dieron todo a Jacob, que lo quemó, rompió, destruyó y enterróbajo la encina que había en la tierra de Siquén.
3 A primeros del mes séptimo subió a Betel, construyó un altar en el lugar donde había dormido y donde había erigido la piedra y mandó recado a su padre, Isaac, para que viniera adonde estaba él con su ofrenday a su madre, Rebeca. 4 Pero dijo Isaac:
-Venga aquí mi hijo Jacob, que yo lo vea antes de morir.
5 Jacob se encaminó adonde estaban su padre, Isaac, y su madre, Rebeca,hacia la casa de su abuelo Abrahán, llevando consigo a dos de sus hijos: Leví y Judá, y llegó a casa de su padre, Isaac, y su madre, Rebeca. 6 Esta salió a la puerta de la torre para besar y abrazar a Jacob, pues su espíritu revivió cuando oyó: «Mira, tu hijo Jacob ha llegado», y lo besó.
7 Vio a sus hijos, los conoció, y dijo a Jacob:
-¿Son éstos tus hijos, hijo mío?
Los abrazó, besó y bendijo:
-Con vosotros crecerá la semilla de Abrahán; vosotros seréis bendición sobre la tierra.

Isaac bendice a Leví y a ]udá
8 Jacob entró a ver a su padre, Isaac, a la cámara donde yacía, con sus dos hijos. Tomó la mano de su padre e, inclinándose, la besó. Isaac se colgó del cuello de su hijo Jacob y lloró sobre él. 9 Desapareció entonces la ceguera de los ojos de Isaac, vio a los dos hijos de Jacob: Leví y Judá,
y dijo:
-¿Son éstos tus hijos, hijo mío? Se te parecen.
10 Le respondió que, efectivamente, eran sus hijos:
-Bien has visto, que en verdad son mis hijos.
11 Se acercaron a él y, volviéndose, besó y abrazó a los dos juntos.
12 Descendió a su boca el espíritu profético y tomó a Leví en su mano diestra y a Judá en la siniestra. 13 Se dirigió primero a Leví y comenzó a bendecirle:
-El Dios de todos, Señor de toda la eternidad, te bendiga a ti y a tus hijos por toda la eternidad. 14 El Señor te dé, a ti y tu descendencia, gran inteligencia de su gloria y te acerque, a ti y a tu posteridad entre todos los mortales, para servir en su templo. Como los ángeles de la faz y como
los santos, tal será la descendencia de tus hijos, para gloria, grandeza y santidad; engrandézcalos por toda la eternidad. 15 Serán jueces príncipes y señores de toda la descendencia de los hijos de Jacob; dirán con justicia la palabra del Señor, juzgarán justamente todos sus juicios, expondrán
mis caminos a Jacob y mi senda a Israel; la bendición del Señor será puesta en su boca para bendecir a toda la descendencia del amado. 16 Tu madre te dio el nombre de Leví, y con verdad te puso este nombre, pues próximo al Señor estarás y serás socio de todos los hijos de Jacob. Su mesa sea la tuya. Comed de ella tú y tus hijos; por todas las generaciones esté tu mesa llena y no falte tu sustento eternamente. 17 Caigan ante ti cuantos te odien; sean desarraigados todos tus enemigos y perezcan: bendito sea quien te bendiga, y todo pueblo que te maldiga, maldito sea.
18 y a Judá le dijo:
-El Señor te dé fuerza y reciedumbre para hollar a cuantos te odien; sé tú soberano, y uno de tus descendientes de los hijos de Jacob. Que tu nombre y el de tus hijos se extienda por toda la tierra y sus ciudades.
Entonces temerán los gentiles ante tu faz, se turbarán todas las naciones, y todo pueblo se conmoverá. 19 Por ti será socorrido Jacob, y en ti se hallará la redención de Israel. 20 El día en que te sientes en tu trono justo y glorioso, tendrá gran salvación toda la descendencia de los hijos del amado. Bendito quien te bendiga, y todos los que te odien, atormenten y maldigan, sean desarraigados, perezcan de la tierra y sean malditos. 21 Volviéndose, lo besó nuevamente y abrazó, y se regocijó grandemente, pues había visto a los hijos de Jacob, sus hijos verdaderos. 22 Saliendo Judá de su regazo, cayó prosternándose ante él, y los bendijo otra vez. Su padre descansó allí aquella noche, cerca de Isaac, y comieron y bebieron con gozo. 23 Hizo dormir Isaac a los dos hijos de Jacob, uno a su diestra y otro a su siniestra, lo que le fue computado como acto justo.
24 Jacob contó a su padre por la noche cómo el Señor había obrado con él gran misericordia, cómo había hecho prosperar todos sus caminos y lo había protegido de todo mal, 25 e Isaac bendijo al Dios de su padre Abrahán, que no había apartado su clemencia y justicia del hijo de su
siervo Isaac. 26 Por la mañana, habló Jacob a su padre del voto que había hecho al Señor y de la visión que tuvo: cómo había construido un altar y estaba todo dispuesto para hacer la ofrenda ante el Señor, según el voto que había hecho, y que había venido a llevarlo sobre un asno. 27 Dijo
Isaac a su hijo Jacob:
-No puedo ir contigo, pues estoy viejo y no puedo soportar la marcha: ve en paz, hijo mío. Ya tengo ciento sesenta y cinco años y no puedo caminar; pero lleva a tu madre, que vaya contigo. 28 Sé, hijo mío, .que has venido por mi causa: sea bendito este día en que me has visto vivo y yo
también te he visto, hijo mío. 29 Que tengas éxito y cumple el voto que hiciste, no retrases tu voto, pues éste es reclamado. Apresúrate a cumplirlo y sea grato el voto que hiciste al Creador de todo.
30 Dijo a Rebeca:
-Ve con tu hijo Jacob.
Rebeca fue con su hijo Jacob junto con Débora, y llegaron a Betel.
31 Jacob recordó la bendición que su padre le había dado a él y a sus dos hijos: Leví y Judá; se alegró y bendijo al Dios de sus padres, Abrahán e Isaac. 32 Dijo así:
-Ahora he conocido que yo y mis hijos tenemos esperanza eterna ante el Dios de todo.
Y así está establecido para los dos y quedó anotado como testimonioeterno en las tablas celestiales, tal como los bendijo Isaac.

Leví escogido para el sacerdocio
32 1 Aquella noche se quedaron en Betel, y Leví soñó que lo habían instituido y hecho sacerdote del Dios Altísimo, a él y a sus hijos perpetuamente. Se despertó de su sueño y bendijo al Señor. 2 El catorce de este mes, Jacob se levantó de mañana, tomó el diezmo de cuanto había traído, desde hombres a animales, tanto oro como especie y vestidos: de todo hizo el diezmo.

La fiesta de los Tabernáculos
3 En aquellos días había concebido Raquel a su hijo Benjamín, con el que Jacob cerró el cómputo de sus hijos. Subió Jacob, y tocó a Leví la suerte del Señor: su padre lo invistió con la vestimenta del sacerdocio y le llenó las manos. 4 El quince de este mes llevó al altar catorce toros, veintiocho carneros, cuarenta y nueve ovejas, siete corderos y veimtiun cabritos como holocausto en el altar de sacrificios agradables a Dios por su buen aroma. 5 Este fue su cumplimiento del voto que había hecho de dar diezmo con su ofrenda de frutos y libación. 6 Cuando lo consumió el fuego, puso incienso en él por encima del fuego. Hizo .además una ofrenda pacífica de dos toros, cuatro carneros, cuatro ovejas, cuatro machos cabríos, dos corderos añojos y dos cabritos: así estuvo haciendo a diario siete días. 7 Comían él, todos sus hijos y sus hombres con gozo los siete días; bendecía y alababa al Señor al que había cumplido su voto, que lo había salvado de todas sus tribulaciones. 8 Tomó el diezmo de todos los animales puros e hizo un holocausto; animales impuros no dio a su hijo Leví, pero le dio todos los esclavos.

Los diezmos
9 Leví fue ordenado sacerdote en Betel ante su padre, Jacob, entre sus diez hermanos. Allí ofició como sacerdote, y Jacob cumplió su voto así:
nuevamente tomó los diezmos del Señor y lo santificó y fue santo. 10 Por eso está establecido en las tablas celestiales la ley de dar diezmos doblemente, para comer ante el Señor_en el lugar escogido a fin.de que permanezca allí su nombre año tras año; esta ley no tiene termino de días: es perpetua. 11 Está escrito de esta ley que se cumpla año tras año, comiendo los diezmos segundos ante el Señor, en el lugar elegido, sin dejar nada de este año para el próximo. 12 En su año debe comerse la semilla, hasta cumplir los días de la siguiente recolección, y el vino hasta los días del vino, y el aceite hasta los días de su época. 13 Lo que de ello qmede y se ponga viejo considérese contaminado y quémese al fuego, pues es impuro.
14 Coman así juntos en la casa santa y no lo dejen envejecer. 15 Todos los diezmos de vacuno y ovino sean santos para el Señor y sus sacerdotes; cómanlos ante él año tras año, pues así está establecido y grabado acerca de los diezmos en las tablas celestiales.

Visión de Jacob
16 A la noche siguiente, el veintidós de este mes, resolvió Jacob construir aquel lugar, vallar una finca y consagrarla, haciéndola perpetuamente santa para él y sus hijos. 17 Pero el Señor se le apareció de noche, lo bendijo y le dijo:
-No te llamarán Jacob, sino que te darán por nombre Israel.
18 Añadió luego:
-Yo soy el Señor que creó cielos y tierra; te haré crecer y multiplicarte muchísimo; de ti saldrán reyes que regirán cualquier lugar que haya hollado planta humana. 19 Daré a tu descendencia toda la tierra que hay bajo el cielo; gobernarán a todos los pueblos según su voluntad, y luego
reunirán toda la tierra y la heredarán perpetuamente.
20 Al terminar de hablar con él, ascendió desde su lado, y Jacob lo estuvo viendo hasta que subió al cielo. 21 Tuvo otra visión nocturna: un ángel descendía del cielo con siete tablas en la mano y se las dio a Jacob. Este las leyó y conoció cuanto está escrito en ellas: lo que le habría de ocurrir a él y a sus hijos por todos los siglos. Z2 Le enseñó todo lo que está escrito en las tablas y le dijo:
-No construyas este lugar, ni lo hagas templo eterno, ni mores aquí, pues no es éste el sitio; ve a la casa de tu padre, Abrahán, mora donde tu padre, Isaac, hasta el día de su muerte. 23 En Egipto morirás en paz, pero en esta tierra serás sepultado con honor, en las tumbas de tus padres, con Abrahán e Isaac. 24 No temas, pues tal como has visto y leído será todo; escribe tú todo como lo has visto y leído.
25 Dijo Jacob:
-Señor, ¿cómo recordaré todo lo que he leído y visto?
Le respondió:
-Yo te recordaré todo.
26 Ascendió el ángel de su lado, despertó Jacob de su sueño, recordó cuanto había leído y visto, y lo escribió todo.

Celebración del octavo día en la fiesta de los Tabernáculos
27 Pasó allí un día más, en el que sacrificó según lo había hecho en los días anteriores. Lo llamó «adición», pues este día había sido añadido, y a los anteriores los llamó «fiesta». 2S Así convenía que fuera y así está escrito en las tablas celestiales; por eso le fue revelado que lo hiciera y lo
añadiera a los siete días de fiesta. 29 Y se le dio el nombre de adición, porque se adscribe a los días de fiesta según el número de días del año.

Nacimiento de Benjamín
30 En la noche del veintitrés de este mes murió Débora, nodriza deRebeca, y la enterraron bajo la ciudad, al pie de la encina del río. Llamaron a aquel lugar «río de Débora», y a la encina, «encina del duelo de Débora». 31 Rebeca volvió a su casa, donde moraba Isaac, padre de Jacob,
y éste mandó con ella carneros, ovejas y machos cabríos para que hiciera a su padre comida, según le gustaba. 32 Fue tras su madre hasta acercarse a la tierra de Cabrata y se quedó allí. 33 Raquel parió de noche un hijo, al que dio el nombre de «hijo de mi dolor», pues tuvo dificultad de parto; pero su padre le dio el nombre de Benjamín, el once del mes octavo del primer año del sexto septenario de este jubileo. 34 Allí murió Raquel y fue sepultada en tierra de Efratá, que es Belén. Jacob construyó en latumba de Raquel un cipo en el camino, sobre tu tumba.

Incesto de Rubén
33 1 Jacob fue a morar al sur de Magdaléder, y fueron a ver a su padre, Isaac, él y su mujer Lía, a primeros del mes décimo. 2 Rubén vio a Bala, sirvienta de Raquel y concubina de su padre, mientras se bañaba en el agua en sitio oculto, y le gustó. 3 Escondiéndose de noche, entró en casa de Bala, la encontró durmiendo sola en su lecho, en su casa, 4 y yació con ella. Al despertarse, vio que Rubén yacía con ella en la cama; al advertir que era Rubén, levantó su orla, lo sujetó y gritó. 5 Avergonzándose de él, lo soltó de la mano, y él huyó. 6 Por esta causa estuvo muy apenada, pero no lo contó a nadie. 7 Cuando vino Jacob a buscarla, le dijo:
-No soy pura para ti. Estoy profanada, ya que me mancilló Rubén, yaciendo conmigo de noche, cuando dormía, sin que yo lo supiera: alzó mi orla y yació conmigo.
8 Entonces Jacob se enojó muchísimo con Rubén, pues había yacido con Bala, poniendo al descubierto la intimidad de su padre. 9 Y Jacob no se acercó a ella, pues Rubén la había mancillado. Todo hombre que franquee la intimidad de su padre, cosa malísima hace, pues es abominable ante el Señor.

Prescripciones sobre el incesto
10 Por eso está escrito y determinado en las tablas celestiales que no yazca hombre con mujer de su padre, ni franquee su intimidad, pues es impuro. Mueran sin remedio juntos el hombre que yazca con mujer de su padre y la mujer también, pues obraron impureza sobre la tierra. 11 No
haya impureza ante nuestro Dios en el pueblo que se eligió para reinar. 12 Escrito está también: «Maldito sea quien yazca con la mujer de su padre, pues franqueó la intimidad de su padre». Y dijeron todos los santos del Señor: «Amén, amén».
13 Y tú, Moisés, ordena a los hijos de Israel que guarden este mandato, pues es sentencia capital e impureza, y no hay remisión posible para el hombre que hiciere esto, sino muerte: mátenlo por lapidación y extírpenlo del pueblo de nuestro Dios. 14 No debe vivir ni un día en la tierra
cualquier hombre que lo hiciera en Israel, pues abominable e impuro es. 15 No digan: «Rubén tuvo vida y remisión tras yacer con la concubina de su padre cuando ésta tenía marido, cuando aún vivía su marido, su padre, Jacob», 16 pues no se había revelado hasta entonces la norma, sentencia y ley completa en todo. En tus días hay leyes de término y plazo y leyes eternas para siempre. 17 Esta ley no tiene término de días, ni hay remisión alguna de ella, sino que se extirpe a ambos del pueblo: en el mismo día en que lo hagan, que los maten.
18 Tú, Moisés, escribe a Israel que la guarden y no hagan semejante cosa, no caigan en culpa capital, pues el Señor, nuestro Dios, es juez que no hace acepción de persona ni acepta cohecho. 19 Diles estas palabras de su ley; que oigan y la guarden y observen, para que no perezcan y sean exterminados de la tierra, pues impureza, abominación, mancha y horror son todos los que hacen tal en la tierra ante nuestro Dios. 20 No hay pecado mayor que la fornicación que se comete sobre la tierra, pues pueblo santo es Israel para el Señor, su Dios, pueblo de su heredad, pueblo sacerdotal, real y de su posesión; no debe aparecer tal impureza entre el pueblo santo.

Nombres de los hijos de Jacob
21 En el año tercero de este sexto septenario sucedió que marcharon Jacob y todos sus hijos y moraron en la casa de Abrahán, cerca de su padre, Isaac, y su madre, Rebeca. 22 Estos son los nombres de los hijos de Jacob: Rubén, su primogénito, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zebulón, hijos
de Lía. Hijos de Raquel: José y Benjamín. Hijos de Bala: Dan y Neftalí.
Hijos de Zelfa: Gad y Aser; y Dina, hija de Lía, hija única de Jacob.
23 Cuando llegaron se prosternaron ante Rebeca e Isaac. Este, al verlos, bendijo a Jacob y a todos sus hijos. 24 Isaac se alegró mucho, pues vio a los hijos de su hijo menor Jacob, y los bendijo.

Guerras de los amorreos contra Jacob
34 1 En el año sexto de este septenario de este jubileo cuadragésimo cuarto, Jacob envió a sus hijos, con sus siervos, a apacentar sus rebaños a los pastos de Siquén. 2 Se reunieron contra ellos los siete reyes y se ocultaron en el bosque con la intención de matarlos y apoderarse de sus
animales. 3 Jacob, Leví, Judá y José estaban en casa con su padre, Isaac, pues se hallaba triste de ánimo y no podían dejarlo, así como Benjamín, que era menor, por lo que se quedaba con su padre. 4 Llegaron los reyes Tafo, Ares, Saragán, Silo, Gaas, Betorón, Manisacer, junto con los que
habitan en este monte y los que viven en los bosques de la tierra de Canaán. 5 A Jacob le informaron con estas palabras: «Los reyes amorreos han cercado a tus hijos y saqueado sus rebaños». 6 Saliendo de su casa él, sus tres hijos y todos los siervos de su padre y suyos fueron contra ellos con seis mil hombres armados con espadas. 7 Los mató en los pastos de
Siquén, persiguiendo a los fugitivos y exterminándolos a punta de espada: mató a Ares, Tafo, Saragán, Silo, Manisacer y Gaas. 8 Volvió a reunir Jacob sus ganados, prevaleciendo sobre ellos e imponiéndoles tributo, por el que darían un quinto del producto de sus tierras. Construyó Rabel y Tamnat Saré, 9 y volvió sano y salvo, habiendo hecho con ellos la paz.Y fueron sus siervos hasta el día en que bajaron él y sus hijos a Egipto.

José vendido a los egipcios
10 En el año séptimo de este septenario envió a José desde su casa a tierra de Siquén a averiguar cómo estaban sus hermanos, y los encontró en el país de Dotain. 11 Lo engañaron y tramaron contra él el designio de matarlo. Pero, cambiando de opinión, lo vendieron a unos nómadas ismaelitas, que lo llevaron a Egipto y lo vendieron a Putifar, eunuco del faraón, jefe de la guardia y sacrificador de la ciudad de Heliópolis. 12 Los hijos de Jacob degollaron un cabrito, mancharon la ropa de José con su sangre y la mandaron a su padre, Jacob, el diez del mes séptimo. 13 Hizo
duelo Jacob toda aquella noche, pues se la trajeron por la tarde. Le entró fiebre por el duelo de su muerte, pues se dijo: «Una alimaña ha devorado a José». Hicieron duelo con él todos los hombres de su casa aquel día y estuvieron lamentándose y haciendo duelo con él todo aquel día.
14 Sus hijos e hija iban a consolarlo, pero no se consoló por su hijo.
15 Aquel día oyó Bala que había perecido José y murió de pesar: vivía en Cafratef. También Dina, hija de Jacob, murió tras la pérdida de José, teniendo lugar en Israel estos tres duelos en un solo mes. 16 Sepultaron a Bala frente a la tumba de Raquel, y también a Dina, hija de Jacob, la sepultaron allí. 17 Estuvieron de luto por José un año, pero Jacob no se consoló, pues se decía: «Bajaré a la tumba guardando luto por mi hijo».

Institución del día de la Expiación
18 Por eso se estableció a los hijos de Israel que guardasen luto el diez del séptimo mes, día en que llegó la luctuosa nueva de José a Jacob, su padre, y que en él expíen por su pecado con un cabrito, el diez del mes séptimo, una vez al año, pues apenaron las entrañas de su padre a causa
de su hijo José. 19 Se estableció este día para que en él se entristezcan por su pecado, por todas sus culpas y errores, para que se purifiquen en este día, una vez al año.

Mujeres de los hijos de Jacob
20 Tras la pérdida de José, los hijos de Jacob tomaron para sí mujeres: la mujer de Rubén se llamaba Ada; la de Simeón, Adiba, la cananea; la de Leví, Melca, de las hijas de Arán, descendiente de los hijos de Tare; la de Judá, Betasuel, la cananea; la de Isacar, Hezaqa; la de Zabulón: Niimán; la de Dan, Egla; la de Neftalí, Rasuel, de Mesopotamia; la de Gad, Maka; la de Aser, Yoná; la de José, Asenet, la egipcia, y la de Benjamín, Jescá. 21 Simeón volvió a tomar una segunda mujer de Mesopotamia, como sus hermanos.

Recomendaciones de Rebeca a Jacob
35 1 En el año primero del primer septenario del jubileo cuadragésimo quinto llamó Rebeca a su hijo Jacob y le encomendó acerca de su padre y hermano que los honrase mientras viviese. 2 Dijo Jacob:
-Haré todo como me has mandado, pues honroso y grande es para mí este mandato y justo ante el Señor que los honre. 3 Tú conoces, madre, desde el día en que nací hasta hoy, todos mis actos y cuanto hay en mi corazón y que siempre procuro lo bueno a todos. 4 ¿Cómo no he de cumplir
este mandato que me ordenas de honrar a mi padre y hermano?
5 Dime, madre: ¿qué extravío has visto en mí, que me aparte de él y se me tenga misericordia?
6 Respondióle:
-Hijo mío, en todos mis días no he visto en ti ninguna acción torcida, sino recta. Pero te diré la verdad, hijo mío: yo moriré este año, no pasaré de este año de mi vida, pues he visto en sueños el día de mi muerte y que no viviré más de ciento cincuenta y cinco años: he cumplido ya todos los días de mi vida.
7 Jacob se rió de las palabras de su madre, pues le decía que iba a morir mientras estaba ante él con energía, sin haber perdido su fuerza, siendo que entraba y salía, veía bien, tenía dientes sanos, y no la había afligido ninguna enfermedad en todos los días de su vida. 8 Le replicó
Jacob:
-Bienaventurado sería yo si se aproximara el número de mis días a los tuyos y si tuviera energía tal como la tuya: no vas a morir, pues vano delirio es lo que me dices acerca de tu muerte.

Rebeca pide a Isaac que haga jurar a Esaú
9 Ella entró a ver a Isaac y le dijo:
-Una cosa te ruego: haz jurar a Esaú que no injurie a Jacob, ni lo persiga con saña. Tú sabes que los pensamientos de Esaú son malos desde su niñez y no hay en el bondad, pues quiere matarlo tras tu muerte.
10 Conoces todo lo que ha hecho desde el día en que su hermano Jacob fue a Harrán hasta este día, que con toda intención nos abandonó y obró mal con nosotros, recogió tus ganados y saqueó toda tu propiedad ante tu rostro. 11 Cuando le suplicamos y pedimos lo que era nuestro, hacía como que nos compadecía. 12 Te amargaba porque bendijiste a Jacob, tu hijo perfecto y recto, pues no tiene maldad, sino bondad. Desde que llegó de Harrán hasta hoy no deja que nos falte nada, pues nos trae todo en su momento a diario y se alegra de todo corazón cuando lo tomamos de su mano. Nos bendice y no se ha separado de nosotros desde que llegó de Harrán hasta hoy, y vive con nosotros permanentemente en casa, honrándonos.
13 Respondióle Isaac:
-Yo también conozco y veo las obras de Jacob con nosotros: cómo nos honra de todo corazón. Antaño amé más a Esaú que a Jacob, porque nació primero, pero ahora prefiero Jacob a Esaú. Este ha multiplicado sus malas acciones y no hay en él justicia, pues toda su conducta es iniquidad y violencia, no habiendo justicia a su alrededor. 14 Mi corazón se turba ahora por todas sus acciones, pues él y su linaje no van a salvarse. Desaparecerá de la tierra y serán exterminados de bajo el cielo, porque handejado él y sus hijos al Dios de Abrahán y han seguido a sus mujeres, su impureza y sus yerros. 15 Tú me dices que le haga jurar que no matará a su hermano Jacob: aunque jurara, no cumpliría su juramento, ni obrará bondad, sino mal. 16 Pero si quisiera matar a su hermano Jacob, será entregado en manos de éste y no escapará, pues en ellas caerá. 17 No temas tú por Jacob, pues su custodio es mayor, más fuerte, honorable y loable
que el de Esaú.

Juramento de Esaú
18 Entonces Rebeca mandó llamar a Esaú. Este vino a ella, y Rebeca
le dijo:
-Hijo mío, tengo que hacerte un ruego: dime que me lo concederás, hijo mío.
19 Respondió:
-Haré cuanto me digas y no rechazaré tu ruego.
20 Añadió Rebeca:
-Te pido que, el día en que muera, me lleves a enterrar junto a Sara, madre de tu padre. Que os améis tú y Jacob mutuamente, y no procure el uno mal al otro, sino sólo mutuo amor, para que prosperéis, hijosmíos, crezcáis sobre la tierra y no se regocije por vosotros ningún enemigo; seréis así bendición y misericordia ante los ojos de todos los que os aman.
21 Respondió Esaú:
-Haré cuanto me ordenas: te enterraré cuando mueras cerca de Sara, madre de mi padre; del mismo modo que amaste sus huesos, estarán cerca los tuyos. 22 En cuanto a mi hermano Jacob, lo amo más que a cualquier mortal, pues no tengo en toda la tierra otro hermano más que él. No es para mí gran cosa amarlo, pues es mi hermano: juntos fuimos sembrados en tu vientre y juntos salimos de tus entrañas; si no amo a mi hermano, ¿a quién he de amar? 23 Unicamente te ruego que amonestes a Jacob acerca de mí y mis hijos, pues sé que ha de reinar sobre nosotros: el día en que lo bendijo mi padre, lo hizo alto, y a mí, bajo. 24 Yo te juro que lo amo y que no le procuraré mal en todos los días de mi vida, sino sólo bien.
Y le juró todo esto. 25 Ella llamó a Jacob ante los ojos de Esaú y lemandó según lo que había hablado con éste. 216 Dijo Jacob:
-Yo haré tu gusto, y ten la certeza de que no saldrá de mí ni de mis hijos mal contra Esaú, ni emprenderé nada que no sea mutuo amor.

Muerte de Rebeca
27 Comieron y bebieron ella y sus hijos aquella noche. Murió Rebeca a la edad de tres jubileos, un septenario y un año aquella misma noche.
La sepultaron sus dos hijos, Esaú y Jacob, en la cueva de Macfe1a, junto a Sara, madre del padre de ambos.

Instrucciones de Isaac sobre su tumba
36 1 En el año sexto de este jubileo llamó Isaac a sus dos hijos, Esaú y Jacob. Se presentaron ante él, y les dijo:
-Hijos míos, voy a emprender el camino de mis padres, voy a la casa eterna donde están mis padres. 2 Enterradme cerca de mi padre, Abrahán, en la cueva de Macfela, en el campo del heteo Efrón, que adquirió Abrahán como panteón fúnebre: allí, en la tumba que excavé para mí, enterradme. tierra, para que el Señor os cumpla cuanto dijo que haría a Abrahán y su descendencia. 4 Hijos míos, sed entre vosotros tales que améis a vuestros hermanos como uno se ama a sí mismo, procurando el uno al otro lo que sea bueno para él, obrando juntos en la tierra y amándoos mutuamente cada uno como a sí mismo. 5 Acerca de los ídolos, os ordeno y os exhorto
a rechazarlos, combatirlos y no amarlos, pues están llenos de perdición para los que los adoran y los que se prosternan ante ellos. 6 Recordad, hijos míos, al Señor, Dios de vuestro padre Abrahán, al que también yo he adorado y servido justa y gozosamente, para que os multiplique y haga crecer vuestra descendencia como los astros del cielo en abundancia y os plante en la tierra como vástago justo que no será desarraigado en todas las generaciones futuras.
7 Yo ahora os conjuro con juramento tan grande que no lo hay mayor, en nombre del Glorioso, Honrado, Grande, Magnífico, Maravilloso y Fuerte, que hizo los cielos, la tierra y todo junto, a que os contéis entre los que lo temen y adoran. 8 Amad cada uno a su hermano con compasión
y justicia, no queriendo mal ninguno a su hermano desde ahora hasta siempre, todos los días de vuestra vida, para que prosperéis en todas vuestras acciones y no perezcáis. 9 Si de vosotros hubiera quien procurase mal a su hermano, sepa desde ahora que el que así obra con su hermano
caerá en su mano y será exterminado de la tierra de los vivos y perecerá su descendencia bajo el cielo. 10 En día de turbación, maldición, ira e indignación, con fuego ardiente devorador como el que quemó a Sodoma, así arderá su tierra, su ciudad y cuanto sea suyo. Será borrado del libro de
la disciplina de los hijos de los hombres y no será registrado en el libro de la vida, sino en el de la destrucción, perdición y maldición eterna, para que cada día se renueve su sentencia a injuria, maldición, ira, tormento, indignación, plaga y enfermedad eternas. 11 Yo digo y testifico, hijos
míos, que tal castigo será el que alcanzará a cualquiera que quiera hacer oprobio a su hermano.

Herencia de Jacob y Esaú
12 Aquel día dividió todas sus posesiones entre los dos, concediendo la mejor parte al que había nacido primero, con la torre, cuanto había a su alrededor y cuanto adquirió Abrahán en Bersabee. 13 Dijo Isaac:
-Esta parte mayor doy al que nació primero.
14 Respondió Esaú:
-Se la vendí a Jacob y le di mi primogenitura: séa1e concedida. No tengo nada que decir sobre eso, pues es suya.
15 Añadió Isaac:
-Repose en vosotros la bendición, hijos míos, y en vuestro linaje, en este día porque me habéis dado descanso, y no atormenta mi corazón el temor de que por la primogenitura tú cometas maldad. 16 El Señor Altísimo bendiga al que hace justicia, a él y a su linaje eternamente.
17 Y acabó de darles órdenes y bendecirles. Comieron y bebieron ante él juntos, y se alegró, pues había concordia entre ellos. Salieron de su lado, descansaron aquel día y durmieron allí.

Muerte de Isaac y de Lía
18 Isaac se durmió en su lecho aquel día, contento, y durmió el sueño eterno. Murió a los ciento ochenta años, habiendo cumplido veinticinco septenarios y cinco años, y lo sepultaron sus dos hijos, Esaú y Jacob.
19 Luego Esaú fue a la tierra de Edom, al monte Seír, y moró allí. 20 Jacob, por su parte, moró en el monte Hebrón, en la torre de la tierra a la que había emigrado su padre Abrahán, y adoró al Señor con todo su corazón, según los preceptos revelados, de acuerdo con la división de los días de su generación. 21 Murió su mujer, Lía, el año cuarto del segundo septenario del jubileo cuadragésimo quinto, y la sepultó en la cueva de Macfela, junto a su madre, Rebeca, a la izquierda de la tumba de Sara, madre de su padre. 22 Vinieron los hijos de ambos a llorar con él a Lía, su mujer, y a consolarlo, pues estaba en duelo por ella, 23 porque la amaba muchísimo desde que murió su hermana Raquel. Era perfecta y recta en toda su conducta y honraba a Jacob: en todos los días que vivió con él no oyó nunca de su boca palabra áspera, pues tenía mansedumbre, paz, rectitud y honradez. 24 Se acordaba Jacob de todas sus acciones que había hecho en vida, y hacia gran duelo por ella, pues la amaba con todo su corazón y con toda su alma.

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