viernes, 10 de mayo de 2019

TESTAMENTO DE MOISES


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domingo, 17 de junio de 2012

TESTAMENTO DE MOISES


Testamento de Moisés
(fragmento)(1) 

Por Antonio Piñero





Esta obra, llamada también Asunción de Moisés, contiene una parte que es un apocalipsis. El escrito en su conjunto recoge las palabras de adiós de este personaje, antes de morir, a su sucesor Josué, que sirven como su testamento. En esta alocución Moisés predice la historia de Israel desde la entrada en el país de Canaán hasta el final de los tiempos. El texto se nos ha transmitido incompleto, y hace una insistencia especial en los hechos que van desde el rey Herodes el Grande hasta la quema de una parte del Templo de Jerusalén en la primera revuelta de los judíos (tras la muerte de Herodes en el 4 a. de C.), que acabó trágicamente con la muerte de muchos israelitas a manos de los romanos. Según el autor, tras estos hechos vendrá pronto el fin del mundo.
El análisis del contenido de la obra lleva a la conclusión de que su autor pertenecía a un medio sectario judío con una mentalidad afín  a los esenios, aunque no necesariamente vinculada a la ideología especial de los esenios de Qumrán, que formaron probablemente un grupo aparte dentro de la secta. Este autor está convencido de vive al final de los tiempos.
La obra se debió componer en Israel poco después de los últimos acontecimientos recogidos por ella –hechos presentados como una profecía, naturalmente-. Por tanto, entre los años 7 y 30 de nuestra era.
Aunque se nos ha conservado solo en latín y en un único manuscrito, el texto es una traducción del griego, el cual, a su vez, se remonta a un material semítico en hebreo o arameo.
Lo más original de este “testamento” es que presenta una doctrina escatológica sin mesías. El enviado celestial, que introduce los últimos tiempos, es una figura angélica, y el misterioso personaje que con su recto proceder hace que Dios apresure el final del mundo es un levita, llamado Taxo, que tiene una función mesiánica: es simplemente la figura ideal de un judío piadoso, que cree que en la retribución final divina y que está dispuesto a sufrir incluso el martirio por ser fiel a la Ley y a la alianza con el Dios de Israel.


(1) Lamentablemente por el momento me es imposible publicar el texto completo como siempre fue mi proceder, pero dado la importancia de esta obra, juzgue conveniente hacerlo así. 
Espero que el lector sepa comprender y valorizar el texto ofrecido. – Sergio (Nuestros Antepasados)

La guerra anterior al fin de los tiempos.
Entonces se alzarán contra los justos reyes poderosos que serán llamados sacerdotes del Altísimo, pero realmente obrarán la impiedad desde el santuario santo. Y les sucederá un rey insolente que no será del linaje de los sacerdotes, hombre audaz y descarado que los juzgará como se merezcan. A espada eliminará a los principales de entre ellos y en lugares desconocidos hará desaparecer sus cuerpos, para que nadie sepa dónde están. A ancianos y jóvenes matará sin miramiento. Entonces habrá entre ellos, en el país, un intenso miedo hacia él. Durante treinta y cuatro años los sojuzgará como los habían sojuzgado los egipcios y les impondrá penalidades. Y engendrará hijos que al sucederle dominarán por espacios de tiempos más breves.
A sus regiones llegarán cohortes y un poderoso rey de occidente que los someterá, los llevará cautivos y una parte de su templo a fuego quemará. A algunos crucificará en torno a su colonia.

El final de los tiempos
Tras lo cual llegarán a su fin los tiempos. En un momento terminará el segundo curso, las cuatro horas llegarán […]. Entonces reinarán entre ellos hombres malsanos e impíos, aparentado ser justos. Estos excitarán la cólera del corazón divino, pues serán hombres falsos, contentos de sí mismos, hipócritas en todos sus asuntos y amantes  de banquetes a cualquier hora del día, glotones insaciables. Dicen obrar así por justicia, pero son devoradores de los bienes  de os pobres, que como cazadores reclaman; falaces, que se ocultan para no ser reconocidos; impíos, llenos de iniquidad desde la aurora hasta la puesta del sol; gentes que dicen: “Tendremos festines y abundancia en el comer y beber, nos trataremos como si fuéramos príncipes”. Y aunque sus manos y sus mentes se ocupen de cosas impuras, su boca será grandilocuente, llegando a decir: “No me toques, no sea que me manches en la posición que ocupo”.

La persecución final por el rey de reyes terreno
Y vendrá sobre ellos un segundo castigo y una cólera como no les había sucedido desde el comienzo del mundo hasta aquel momento, en el que se suscitará contra ellos el rey de reyes de la tierra y soberano de gran poderío, que crucificará a quienes confiesen su circuncisión. Y a quienes la nieguen torturará y entregará para que aherrojados sean conducidos a prisión. Y sus mujeres serán ofrecidas a los dioses de los gentiles, y sus hijos pequeños serán operados por puericultores para que les rehagan el prepucio. Y otros entre ellos serán castigados con torturas, fuego y espada, y eran forzados a llevar en público sus ídolos, impuros como son, al igual que quienes los guardan. Y por quienes los torturan serán igualmente forzados a entrar en el lugar secreto para ellos, y con aguijones serán obligados a blasfemar injuriosamente contra la Palabra y, finalmente, contra las leyes y cuanto tengan sobre su altar.

El levita Taxo y sus siete hijos
Entonces en aquel día habrá un hombre de la tribu de Leví, cuyo nombre será Taxo, quien, teniendo siete hijos, les dirá, exhortándolos:
-Mirad, hijos míos, he aquí que ha sobrevenido al pueblo una segunda venganza cruel e impura, repetición inmisericorde y superior a la primera. Pues ¿Qué nación, qué país, o qué pueblo de los impíos respecto al Señor, que cometieron muchas abominaciones, ha sufrido tantos males como los que nos han alcanzado? Ahora, por tanto, hijos míos, escuchadme; ved, pues, y sabed que ni nuestros padres ni sus antepasados tentaron nunca a Dios de suerte que llegaran a transgredir sus mandamientos. Sabéis ciertamente que estos constituyen nuestra fuerza. Esto haremos: ayunemos durante tres días y al cuarto entraremos en una cueva que hay en el campo y muramos antes que transgredir los mandamientos del Señor de los Señores, del Dios de nuestros padres. Pues si hacemos esto y morimos, nuestra sangre será vengada ante el Señor.

Intervención celeste y fin del mundo
Entonces se manifestará su reino sobre toda su creación, entonces el diablo tendrá su fin y la tristeza se alejará con ella. Entonces será investido el Enviado, que en lo más alto se encuentra establecido, y al punto los vengará de sus enemigos. Pues se levantará el Celeste de su trono real y saldrá de su santa morada, inflamado de cólera a favor de sus hijos. Temblará la tierra, hasta sus confines será sacudida, y las altas montañas serán abatidas […]. El sol no dará luz y en tinieblas se tornarán los cuernos de la luna, se romperá y se convertirá toda en sangre, y la órbita de las estrellas se alterará. El mar hasta el abismo se retirará, las fuentes de las aguas cesarán, y los ríos quedarán eternamente secos. Pues el Altísimo eterno se alzará solo, aparecerá para tomar venganza de las naciones y destruirá todos sus ídolos.
Entonces, tu, Israel, serás feliz, montarás sobre cuello y alas de águila, y se consumarán tus días. Te exaltará Dios y te establecerá en el cielo de las estrellas, en el lugar de su morada. Contemplarás desde lo alto y verás a tus enemigos sobre la tierra; al reconocerlos te alegrarás y, dándole gracias, confesarás a tu Creador.
Y tú, Josué, hijo de Nave, guarda estas palabras  y este libro. Pues desde mi muerte y acogida hasta su llegada serán doscientos cincuenta tiempos los que habrán de producirse. Y este es el curso de los tiempos al que se adaptarán hasta que sean consumados. Yo, por mi parte, iré a dormir con mis padres. Así pues, tú, Josué, hijo de Nave, cobra ánimo, pues te ha elegido Dios para ser mi sucesor en la misma alianza.

Traducción del griego de Luis Vega Montaner.

domingo, 12 de julio de 2009

EL APOCALIPSIS DE MOISES - (apócrifo pseudoepigráfico)

EL APOCALIPSIS DE MOISES
(apócrifo pseudoepigráfico)
CAPITULO I
1 Esta es la historia de Adán y Eva después de que salieron del Paraíso. Y Adán conoció a su
esposa Eva.
2 Entonces se dirigieron hacia donde sale el sol y pusieron su residencia allí por dieciocho
años y dos meses.
3 Y concibió Eva y dio a luz dos hijos: Adiaphotos, que se llama Caín y Amilabes que se llama
Abel.

CAPITULO II
1 Y después de esto, mientras dormían, Eva despierta del sueño y dice a Adán su señor:
2 Mi señor Adán, he aquí , que he visto en un sueño esta noche la sangre de mi hijo Amilabes
( Abel) que se vierte en la boca de su hermano Caín, el que la bebe sin piedad. Pero él le
suplicó que le deje un poco para que viva, sin embargo él no lo escuchó,
3 y dio golpes, tantos, que no se detuvo, si no que salió toda su ira por su boca. Y Adán dijo:
4 Salgamos a ver lo que les ha sucedido a ellos. Temo que el adversario pueda atacarlos en
alguna parte y deseo evitarlo.

CAPITULO III
1 Y ambos fueron encontrados y Abel había sido asesinado por la mano de su hermano Caín.
2 Entonces El Señor Dios envió al arcángel Miguel para que le diga a Adán: Tu sabes lo que
hizo tu hijo Caín y no es secreto que él es hijo de ira. Pero no te duelas tanto por la muerte de
Abel, porque yo te voy a dar otro hijo en su lugar y él será alegría para ti en todo lo que haga
Así habló el arcángel a Adán.
3 Mas Adán guardó estas palabras en su corazón, y con él también la esperanza, a pesar de
que sentía un inmenso dolor por su hijo Abel.

CAPITULO IV
1 Y después de esto, Adán conoció a su esposa Eva, y ella concibió y dio a luz a su hijo Set. Y
Adán dijo a Eva,
2 “Mira nos ha nacido un hijo en lugar de Abel, a quien Caín mató, vamos a adorar y dar gloria
a Dios y presentemos un sacrificio ante El.

CAPITULO V
1 Y engendró Adán, treinta hijos y treinta hijas y vivió novecientos treinta años, y cayendo
enfermo, exclamó a gran voz diciendo:
2 'Que todos mis hijos vengan a mí, deseo verlos antes de morir. "
3 Y todos reunidos, pues vinieron de La tierra que fue dividida en tres partes. Y Set y su hijo le
dijo:
4 'Padre Adán, ¿cuál es tu queja?
5 Y Adán dijo, «mis hijos, me siento sumamente entristecido y cargado de problemas”. Y Set
le preguntó, '¿Cuál es el problema? "

CAPITULO VI
1 ¿Acaso has traído a tu mente el fruto del paraíso que solías comer y tu anhelo te ha
entristecido y cargado de problemas? Ahora, si esto es así, dime, e iré y te traeré para ti esa
fruta.
2 Y estando a las puertas del paraíso me tenderé a tierra y echaré estiércol sobre mi cabeza y
clamaré al Señor con gran llanto, a ver si me escucha y envía su ángel y me da de la planta del
paraíso que tanto anhelas, y así calmes tu tristeza. Adán le dice: 'No, mi hijo Set,
3 Lo que tengo es mucho dolor y la presencia de enfermedad, esto es lo que me trae
problemas. Entonces Set dice a su padre: ¿Y qué es exactamente lo que te acontece?

CAPITULO VII
1 Y Adán le dijo: Cuando Dios nos hizo, a mi y tu madre, Él nos dio el poder de comer de todo
árbol que está en el paraíso, pero había un árbol del cual no deberíamos comer, porque si
comíamos de él, moriríamos.
2 Mas un día, los ángeles que nos cuidaban en el huerto tuvieron que subir al cielo para adorar
y hacer culto al Señor, como era costumbre, ese día, yo estaba lejos de ella y el enemigo al
saber esto se acercó y le dio a comer aquel fruto prohibido.
3 Luego, ella me lo dio a comer a mi.

CAPITULO VIII
1 Y Dios se airó con nosotros, y entró en el paraíso y me llamó con una terrible voz y me dijo:
"Adán, ¿dónde estás? ¿por qué te escondes de mi presencia? Crees que te puedes ocultar de
quien te formó? Y añadió diciendo: "Puesto que has abandonado mi pacto, he traído sobre tu
cuerpo, setenta y dos males; primero, los problemas cerebro vasculares, dolor de ojos, el
segundo, un defecto en la audición, a su vez todos los problemas cerebro vasculares serán
sobre ti.”

CAPITULO IX
1 Luego de hablar con sus hijos, Adán se aflige grandemente y dice: ¿Qué debo hacer? Estoy
en gran angustia.
2 Y Eva llorando dice: Mi señor Adán, levántate y dame la mitad de tus dolores, los soportaré,
ya que es por mi culpa que esto te haya sucedido y es por mi culpa que tengas tanto dolor y
aflicción.
3 Adán, al escucharla, le dice:, "Alístate y ve con mi hijo Set, cerca del paraíso, échense tierra
sobre sus cabezas, lloren y oren a Dios para que tenga misericordia de mí y envíe su ángel al
paraíso, y me traigan la flor del árbol de la salud, y tráiganlo a mi para ungirme y así dejar mi
angustia.

CAPITULO X
1 Entonces Set y Eva fueron hacia el paraíso, y Eva vio que a su hijo lo atacaba una bestia
salvaje, y llorando dijo:
2 Oh! Pobre de mi cuando en la resurrección todos los que lleven la maldición del pecado
digan “Eva no retuvo el mandamiento del Señor”
3 Y Eva le dijo a la bestia: «Tú bestia malvada, ¿Cómo te atreves a luchar con la imagen de
Dios? ¿Cómo se abrió tu boca, para clavar tus dientes? ¿Cómo no recordaste que estás
sometida? Porque hace mucho tiempo te sometiste a la imagen de Dios'.
4 Entonces la bestia gritó y dijo:

CAPITULO XI
1 No nos importa Eva que te aflijas, y que te llenes de gemidos, pues nuestra ira va contra tí.
2 ¿No te acuerdas como tu boca se abrió para comer del árbol que Dios te mandó no comer?
Con esto, nuestra naturaleza también a sido transformada y eso ahora no puedes soportar
3 Y así empezó a reprocharle.

CAPITULO XII
1 Entonces Set le dijo a la bestia, Cierra tu boca y guarda silencio y aléjate de la presencia de
la imagen de Dios, hasta el día del juicio.
2 Luego la bestia le dice a Set: He aquí, yo estoy fuera de la imagen de Dios'. Y se fue a su
guarida.

CAPITULO XIII
Y Set siguió su camino con Eva, y llegaron cerca del paraíso, y llorando, oraron a Dios para
que envíe su ángel y les de, del aceite de la misericordia.
2 Y el Señor, enviando al arcángel Miguel, le habló a Set, diciendo: "Set, hombre de Dios, no
te canses con tantas oraciones y ruegos, para que se te entregue el aceite de la misericordia,
para ungir a tu padre Adán, pues no es el tiempo de que sea usado, este se usará en el tiempo
del fin.
3 Entonces todo hombre, empezando con Adán hasta ese gran día, -todos los que formen
parte del pueblo santo- gozarán de los placeres del paraíso que les dará Dios, y estarán en su
seno y su corazón será transformado en un corazón de buen entendimiento y servicio a Dios.
4 Pero anda, ve a donde tu padre pues el término de su vida a llegado y a partir de que
llegues, vivirá tres días y luego morirá. Luego de su muerte habrá una terrible escena por su
fallecimiento.

CAPITULO XIV
1 Habiéndoles dicho estas cosas, se alejó de ellos. Set y Eva llegaron a la choza donde Adán
estaba. Y Adán le dice a Eva:
2 Mira lo que has forjado para nosotros. Tú has traído sobre nosotros una gran ira que es la
muerte, y seguirá a lo largo de nuestras generaciones. Y le dice, "llama a todos
3 a nuestros hijos ya los hijos de nuestros hijos y diles de nuestra transgresión.

CAPITULO XV
1 Entonces debes decirles: "Escuchen todos mis hijos y los hijos de mis hijos, y les contaré
como
2 el enemigo nos engañó. Se nos dio la custodia por partes del paraíso, así lo asignó el Señor
3 A mi se me dio la custodia del lado oeste y sur, pero el diablo se dirigió a la zona de Adán,
donde las criaturas son de sexo masculino. (Pues Dios dividió también a las criaturas; todos
los machos se los dio a su padre y todas las hembras a mí.)

CAPITULO XVI
1 Y el diablo habló a la serpiente diciendo: levántate, ven a mí y te diré cosas de las cuales
sacarás provecho,
2 Y la serpiente se levantó y vino a él. Y el diablo le dijo:
3 "He oído decir que tú eres el más sabio entre todas las bestias, y he llegado para poder
consultarte algo. Tu sabes ¿Por qué has de comer la cizaña de Adán y no la del paraíso?
Levántate y busquemos echarlo del paraíso, y posiblemente salgamos nosotros también.
4 La serpiente le respondió: me temo que esto haga que el Señor se llene de ira conmigo
5 Y el diablo le respondió: No temas, sólo serás mi instrumento yo hablaré a través de tu boca
palabras para engañarlo.

CAPITULO XVII
1 Entonces se trepa de uno de los muros del paraíso y aprovechando que los ángeles fueron al
cielo a alabar y adorar a Dios.
Satanás se apareció en forma de un ángel y cantaban himnos como los ángeles, y yo estaba
apoyada en el muro y él me dice: ¿Tu eres Eva?
3 Y yo le respondí: ¡Sí! Soy yo; ¿Qué estás haciendo en el paraíso?" Y yo le respondí: "Dios
nos lo ha dado para que lo guardemos y comamos de lo que produce.
4 Y el diablo respondió a través de la boca de la serpiente: ¿Qué bien, pero, por qué no comen
5 de todas las plantas? Y le dije: ¡Sí podemos comer de todas las plantas menos de una que
está en medio del paraíso, pues el mismo Dios nos encargó que no la comamos, nos es
prohibida y nos dijo que si comíamos de esa fruta, moriríamos.

CAPITULO XVIII
1 Entonces la serpiente me dijo, ¡Qué Dios viva!, pero siento tristeza de ustedes de que ignoren
las cosas, por eso he venido acá para decirles que tengan el valor de comerla, escúchame.
2,3 Y yo le dije: Temo que Dios se llene de ira conmigo y que muramos como dijo. Y él me
respondió: "No temas, pues tan pronto como la coman, ustedes serán como Dios y sabrán lo
bueno y lo malo como él.
4 Entonces entró en mí el deseo de ser como Dios, y me dio envidia y él me dijo: Ve y come.
5,-6 Y ví lo maravilloso de la planta y su fruto, sin embargo tenía miedo de tomar el fruto. Y él
diablo me dijo:" Ven acá, yo voy a dártela, ¡Sígueme!

CAPITULO XIX
1 Y me llevó por el camino, luego se volvió y me dijo: "He cambiado de idea…
2 No te daré a comer hasta que me jures que le darás también a tu marido. Y le respondí:
¿Qué clase de juramento quieres que te haga? Pero lo que puedo decirte te diré; que por el
trono de la majestad, de los querubines y el árbol de la vida, le daré a mi marido de comer esta
fruta.
Y cuando recibió mi juramento, fue y me dio del fruto vertida toda su maldad en él, que es el
deseo mal sano , la raíz y el principio del pecado; y doblando la rama hasta la tierra, la tomó yo
comí.

CAPITULO XX
1 Y en esa misma hora mis ojos se abrieron, y de inmediato supe que estaba desnuda de la
justicia con la que me había vestido,
2 y yo lloraba y le dije a la serpiente:
3 ¿Por qué has hecho esto conmigo?, ¿Por qué me has privado de la gloria con la que estaba
vestida? , pero a pesar de todo honraré el juramento que tengo contigo, aunque mi alma llora
de dolor; entonces él descendió del árbol y desapareció.
Y al mirar mi desnudez, comencé a buscar hojas con que ocultar mi vergüenza, pero no
encontré ninguna porque los árboles ocultaron sus hojas pues se pusieron en contra mía,
excepto el árbol de la higuera.
5 Entonces tomé unas cuantas hojas de él y me hice una faja con ellas, y estas hojas eran del
árbol del yo había comido.

CAPITULO XXI
1 Y lloré mucho en esa misma hora, y empecé a llamar "Adán, Adán, ¿dónde estás? sube
aquí y ven,
2 que te mostraré un gran secreto. Y cuando vino, le hablé las palabras que nos llevaron a la
transgresión y a perder la gloria que teníamos.
3 En efecto, cuando vino, abrí mi boca, pero era el diablo el que hablaba a través mío, y
empezó a convencer a su padre y le dijo: "Ven acá, mi señor Adán, escucha mi voz y come del
fruto del cual el Señor Dios nos prohibió, y serás igual a Dios
4 Y su padre respondió y dijo: Temo que Dios se llene de ira para conmigo. Y le dije:
5 No temas, pues tan pronto como comas del fruto, conocerás el bien y el mal. Y rápidamente,
fue convencido y él comió también, entonces sus ojos fueron abiertos y se dio cuenta que
estaba desnudo.
6 Y me dijo: ¡Oh, mujer malvada! ¿Qué te hice a ti para que me privaras de la gloria de Dios?

CAPITULO XXII
1 En ese momento escuchamos al arcángel Miguel tocando su trompeta, llamando a los
ángeles y diciendo:
2 "Así dice el Señor, Vengan conmigo al Paraíso y escuchen la sentencia que le voy a dar a
Adán".
3 Y cuando Dios apareció en el paraíso, montado en el carro de sus querubines, con ángeles
volando delante de él y cantando himnos de alabanzas, todas las plantas del paraíso, tanto del
lado de su padre
4 y del mío, irrumpieron en flores. Y el trono de Dios se fijó en el que fue el Árbol de la Vida

CAPITULO XXIII
1 Y llamó Dios a Adán diciendo: "Adán, ¿dónde estás? ¿Puede ser la casa escondida de la
presencia de su constructor?
2 Y su padre respondió, No es de ti, Señor, que nos escondemos, sino porque estamos
desnudos y nos sentimos avergonzados ante tu poderío, mi Gran Dios.
3 Dios le dijo: ¿Quién te hizo conocer que estaban desnudos? a menos que hallas
abandonado el mandamiento que te di, para que cumplieras.
4 Entonces Adán recordando las palabras que le dije, respondió, diciendo: La mujer que me
diste me dijo Tú serás como Dios " entonces el Señor se volvió y me dijo: ¿Por qué has hecho
esto? Y le dije:" La serpiente me engañó".

CAPITULO XXIV
1 Dios le dijo a Adán: Puesto que has hecho caso omiso a mi mandamiento y has escuchado la
voz tu esposa, maldita sea la tierra, Harás tu trabajo en vano, pues no tendrá fuerzas y te dará
cardos y espinas hasta la primavera, y con el sudor de tu rostro comerás tu pan.
2 Tendrás fatiga y te sentirás aplastado por la amargura y no gozarás de dulzura.
3 El cansancio te afligirá y no podrás descansar; el calor te cansará, por el frío todo quedará
estrecho y difícil de obtener y estarás muy ocupado, con dificultad harás riquezas y engordarás,
perdiendo tu hermosura; pero aún hay más.
4 En general, las bestias serán tus enemigas y huirán de ti, se levantarán en rebelión contra ti,
porque no has guardado mi mandamiento.

CAPITULO XXV
1 Luego el Señor se dirigió a mí y me dijo: Puesto que has escuchado a la serpiente
2 y prestaste oídos sordos a mi mandamiento, vivirás en medio de intolerable agonía y
tendrás a tus hijos con mucho dolor y tendrás a tus hijos con el riesgo de que pierdas tu propia
vida,
3 los tendrás con aflicción, en problemas y en angustia. Y me buscarás diciendo: ¡Señor,
Señor, guárdame!
4 no volveré a pecar. Y tomando en cuenta tus propias palabras yo te juzgaré, por la
enemistad que el enemigo sembró en ti.

CAPITULO XXVI
Luego el Señor se dirigió a la serpiente con gran ira y le dijo: por cuanto fuiste instrumento
para engañar a inocentes corazones, maldita serás entre todas las bestias.
2 Serás privado del alimento agradable y tendrás que comer polvo todos los días de tu vida.
3 Sobre tu pecho y tu vientre andarás, pues tus pies y tus manos te serán quitadas, ni oreja, ni
ala, ni nada que te ayude a atrapar tu alimento.
Tu maldad fue la causa por la cual se les echó del paraíso, y pondré enemistad entre tu y la
descendencia de ellos: el te pisarán tu cabeza y tu magullarás su talón hasta el día del Juicio.

CAPITULO XXVII
1,2 Todo ocurrió tal como se los he dicho; Luego habló a los ángeles, diciéndoles que nos
echen fuera del paraíso, y cuando estábamos siendo expulsados, elevamos ruegos delante del
Señor, y su padre Adán pidió a los ángeles diciendo: "Denme un poco de tiempo y permítanme
acercarme al Señor, a ver si tiene compasión de mí , por mi pecado.
3 Lo condujeron hasta el Señor y Adán gritó y lloró en voz alta diciendo: “Perdóname ¡Oh!
Señor, por mi pecado.” Entonces el Señor dijo a los ángeles, ¿Por qué han dejado que Adán
regrese al paraíso?¿Por qué no me han entendido? ¿Es que ustedes creen que he actuado
mal? o ¿Creen que mi sentencia ha sido mal dada?
4 Entonces los ángeles cayeron a tierra y adoraron al Señor diciendo: Tú eres justo, Señor, y
tu juzgas con justo juicio”

CAPITULO XXVIII
1 Entonces el Señor se dirigió a Adán y le dijo: “No voy a soportar que estés en el paraíso."
2 Y Adán respondió y dijo: "Entonces dame, Señor, del Árbol de la Vida y permíteme comer de
él, antes de salir del paraíso.
3 El Señor respondiéndole a Adán le dijo: Tú no lo puedes tomar, porque he mandado a los
querubines con la espada flameante para evitar que te acerques y gustes de ella.
4 Ahora la guerra te la ha declarado el adversario, y estará contra ti, aún cuando estés fuera
del paraíso, y estará sobre ti trayendo todo mal hasta la muerte, pero cuando la resurrección
venga, yo te levantaré y luego te daré a comer del árbol de la vida.

CAPITULO XXIX
1,2 Así habló el Señor y ordenó que nos echarán fuera del paraíso. Y su padre Adán lloró
delante de los ángeles, salido ya del paraíso y los ángeles le dicen: "¿Qué quisieras que
hagamos Adán?
3,4 Y su padre les dice, ya que nos están conduciendo fuera del paraíso, les ruego, que me
permitan quitar hierbas fragantes, para poder ofrecer una ofrenda a Dios después de que
hayamos salido del paraíso para que El me escuche. Y los ángeles se acercaron a Dios y le
dijeron: “JA’El, Rey Eterno, Dios, manda que demos a Adán plantas de olor dulce del paraíso y
semillas para su alimentación.”
5 "Y Dios permitió que se le diera a Adán, dulces especias y hierbas fragantes del paraíso
6 y semillas para su alimentación. Y los ángeles le permitieron ir y él tomó cuatro tipos:
azafrán, nardo, cálamo y canela, además semillas para su alimentación, y después de tomarla,
7 salimos del Paraíso y nos fuimos a la tierra.

CAPITULO XXX
1 Ahora bien mis hijos, les he contado la forma como fuimos engañados, para que se cuiden de
no transgredir los mandamientos de Dios

CAPITULO XXXI
1 Eva decía esto en medio de sus hijos, mientras que Adán yacía enfermo y obligado a morir
2 Pasado un solo día de la enfermedad que ataba a Adán, ella le dice: ¿Cómo es posible que
3 tú mueras y yo siga viviendo? o ¿cuánto tiempo he de vivir después de que mueras? Dime
Y Adán le dijo: no estés temerosa de lo que ahora sucede, tú no te quedarás después de
mí, porque también en la muerte estamos juntos. Y me encontrarás en mi lugar, y cuando yo
muera deben ungirme y no dejarás que nadie me toque hasta que el ángel del Señor diga algo
referente a mí.
4 Y así Dios no me olvide, sino que busque a su criatura. Ahora piensen en orar al Señor hasta
que entregue el espíritu que me dio, pues no sabemos si seremos de agrado o no ante El y nos
tenga misericordia y nos acoja.

CAPITULO XXXII
1,2 Eva se levantó y salió de la presencia de Adán y cayendo sobre tierra, empezó a orar
diciendo: he pecado, oh Dios, he pecado, oh Dios de Todos, he pecado contra ti, He pecado
contra los elegidos ángeles, He pecado contra los querubines, He pecado contra tu
inquebrantable Trono, He pecado ante Ti y todo pecado se inició cuando fui creada.
3 Y así rezó toda la noche de rodillas, y he aquí, el ángel de la humanidad llegó a ella,
4 y le dijo: Levántate, Eva, de tu penitencia, porque he aquí, Adán, tu marido, acaba de morir.
Su espíritu a regresado a su Creador.

CAPITULO XXXIII
1 y Eva se levantó y secó sus lágrimas con su mano, entonces el ángel le dijo: ¡Mira hacia el
cielo!
2 Y ella miraba constantemente al cielo, entonces vio un carro de luz, elevado por cuatro
brillantes águilas, y era imposible para cualquier hombre nacido de mujer describir la gloria de
ellos.
3,4 Y vio la cara de los ángeles antes de ir al carro y cuando llegaron al lugar donde estaba
Adán, el carro se detuvo con los Serafines. Y yo vi incensarios de oro entre Adán y el carro, y
todos los ángeles tenían incensarios y con candor llegaron apresuradamente,
5 y ofrecieron incienso y volaron sobre ella y el humo del incienso subió al cielo. Y los
ángeles cayeron al suelo y adoraron a Dios, y mientras lloraban, decían en voz alta, JA'EL,
Santo, perdona, ten misericordia de Adán, porque es tu imagen, y la labor de tu santas manos

CAPITULO XXXIV
1 Y yo Eva vi dos grandes maravillas y tenía tremendo temor a la presencia de Dios y vi que mi
hijo Set lloraba también,
2 y llorando le dije a Set: Levántate, deja el cuerpo de tu padre Adán y ven a mi y observa el
espectáculo que nadie mas tiene el privilegio de ver

CAPITULO XXXV
1 Entonces Set salió y llegó a donde su madre y le dijo: ¿Cuál es tu problema? ¿Por qué me
haces venir hasta ti? (Y) ella le dice: «Mira
2 y ella le dice ven y mira con tus propios ojos los siete cielos abiertos, y mira como el alma de
tu padre se encuentra cara a cara con todos los santos ángeles que están orando por su
nombre, diciendo: ¡Perdónale, Padre de todos, porque él es Tu imagen!. Ora, mi hijo…
3 Set, ¿qué significa esto? Si él un día se entregó en las manos del Padre Invisible, nuestro
Dios,
4 ¿Qué son esas dos cosas negras que interponen las oraciones?

CAPITULO XXXVI
1 Y Set le dijo a su madre: son el sol y la luna, que también se duelen y oran intercediendo
por mi padre Adán.
2 Eva le dice: ¿Y dónde está su luz y por qué se han tornado de color negro?
3 Y Set le respondió: Es que su luz se opaca ante la luz del Santo Señor que es el Padre de la
luz.

CAPITULO XXXXVII
1 Mientras que Set estaba diciendo esto a su madre, un ángel sopló la trompeta, y allí se
pusieron de pie todos los ángeles y extendiendo sus rostros, exclamaron en voz alta, con
una terrible voz diciendo:
2 “Bienaventurado sea el Señor de la Gloria porque ha tenido piedad de Adán, su criatura, la
obra de sus manos.
3 Y cuando los ángeles hubieron dicho estas palabras, vino uno de los serafines con seis alas
y arrebató a Adán y lo llevó fuera, al lago Acherusia, y le lavó tres veces, en presencia de Dios.

CAPITULO XXXVIII
1 Y Dios le dice: Adán, ¿qué has hecho? Si tú hubieras mantenido mi mandamiento, ahora no
habría ningún regocijo entre los que te traen a este lugar. Sin embargo, te digo que hoy hay
alegría y dolor, al mismo tiempo
2 y tu dolor se convertirá en alegría, y te devolveré a tu antigua gloria y te estableceré en el
trono de tu engañador.
3 Y él vendrá a este lugar para verte por encima de él, entonces podrá ser condenado, y se le
agravará su llaga, cuando él te vea sentado en su trono de honor.

CAPITULO XXXIX
Y Adán quedó acostado por tres horas, luego el Padre de todos, sentado en su trono santo,
extendió su mano, tomó a Adán y se lo entregó al arcángel Miguel y le dijo: Llévalo al paraíso,
hasta el tercer cielo y déjalo allí hasta el Gran Día donde ya saben que juzgaré al mundo.
2 Luego Miguel tomando a Adán con su izquierda, como Dios le dijo.
3 El arcángel pregunta a Dios donde debía colocar los restos. Y Dios
4 ordenó que todos los ángeles se reúnan ante su presencia, cada uno en su orden; y todos los
ángeles se reunieron, algunos con incensarios en sus manos y otros con trompetas ante el
Señor de los Ejércitos
5 y llegaron los cuatro vientos con los querubines montados sobre ellos, su escolta y los
ángeles del cielo, vinieron a la tierra, donde estaba el cuerpo de Adán.
6 Llegaron al paraíso y todas las hojas se agitaron, de modo que todos los hombres nacidos de
Adán quedaron dormidos por la fragancia que despedían, excepto Set, porque él había nacido
de acuerdo a la palabra de Dios. A continuación, el cuerpo de Adam sentar allí en
7 Luego el cuerpo de Adán fue puesto en la tierra del paraíso y Set se emocionó grandemente
sobre él.

CAPITULO XL
1 Entonces habló Dios a Miguel y a los arcángeles, Gabriel, Uriel y Rafael: "Vayan al Paraíso
2 en el tercer cielo, y traigan ropa de lino para cubrir el cuerpo de Adán y traigan el aceite de la
fragancia y viértanla sobre él. Y de este modo hicieron los tres grandes ángeles y lo
prepararon para el entierro. Y Dios dijo: Traigan también el cuerpo de Abel.
3 Y trajeron otras prendas para vestirlo a él también. Porque él no fue enterrado desde el día
en que su hermano Caín lo mató, ya que el impío Caín tuvo grandes esfuerzos para ocultar el
cuerpo, pero no podía, porque la tierra no lo recibía y lo expulsaba constantemente.
4 y salió de la tierra una voz, diciendo:
5 No voy a recibir el cuerpo de tu compañero, hasta que el que fue tomado de la tierra regrese
a mí. En ese momento, los ángeles lo tomaron y lo pusieron sobre una roca, hasta que su
padre Adán fue enterrado.
6 Y ambos fueron enterrados, según el mandamiento de Dios, en el lugar donde Dios encontró
el polvo, y se hizo una excavación en aquel lugar, para dos. Y Dios envió a siete ángeles al
paraíso
7 para que traigan muchas fragantes especias y los pusieron en la tierra, y los enterraron.

CAPITULO XLI
1 Y Dios le llamó y le dijo: "Adán, Adán." Y el cuerpo respondió de la tierra y dijo: Aquí estoy,
Señor. Y Dios le dijo:
2 Yo te dije: “Tú eres del polvo de la tierra y a la tierra regresarás. Una vez más me
comprometo contigo e que te resucitaré el día de la Resurrección junto con todos los hombres
que vengan después de ti.

CAPITULO XLII
1 Después de estas palabras, Dios hizo un sello y selló la tumba y ordenó que nadie hiciera
nada durante seis días, hasta que su costilla regrese a él. Entonces el Señor y sus ángeles
regresaron a su lugar.
2 Y pasados seis días, Eva también durmió.
Pero mientras ella vivía, lloraba amargamente por la muerte de Adán, porque ella no sabía
donde estaba. Pero cuando el Señor enterró en el paraíso a Adán, todos sus hijos estaban
dormidos, a excepción de Set, hasta que Adán estuvo preparado para el entierro, y nadie
sabía en la tierra, donde estaba enterrado, excepto a su hijo Set.
Cuando Eva estaba por morir, Set y ella oraron, pidiendo si se le podría enterrar con su
marido, en el mismo lugar. Y después de haber terminado su oración, ella dice: Señor,
5 Maestro, Dios de toda regla, no me separes el cuerpo de tu sierva del cuerpo de Adán, pues
de sus miembros tu me formaste.
6 Y aunque soy indigna de entrar a tu tabernáculo, porque soy pecadora, te pido que no nos
separes, porque ni en el paraíso antes de la transgresión, ni durante ella estuvimos separados.
Aun así, Señor, no nos separes ahora.
8 Sin embargo, después de haber orado, ella miró el cielo custodiado y gimiendo en voz alta
saliendo de su pecho dijo: Dios de Todos recibe mi espíritu e inmediatamente entregó su
espíritu a Dios.

CAPITULO XLIII
1 Entonces Miguel se acercó y Set y le enseñó como preparar la víspera para el entierro. Y
vinieron tres ángeles y enterraron su cuerpo, donde estaba los cuerpos de Adán y de Abel .
2 Luego Miguel habló a Set y le dijo: A partir de ahora cada hombre sabio que muera esperará
hasta el día de la resurrección. Y después de haberle dado esta regla;
Le dice: “Llora hasta seis días, pero el séptimo es de descanso y regocíjate en él, porque en
ese mismo día, Dios se regocijó y los ángeles también por las almas de los justos que han
fallecido sobre la tierra.
4 Así habló el ángel y ascendió al cielo glorificando a Dios y diciendo: ¡Aleluya! Santo, Santo,
Santo, es el Señor, Dios de la Gloria,
5 A la Gloria de Dios se reunirán todos para parle el Honor y la adoración y otorgarles la vida
eterna ahora y para siempre, Amén
Santo, Santo es el Señor de los Ejércitos.
A continuación, el arcángel Joel salió glorificaron a Dios, diciendo, 'Santo, Santo, Santo, eres
Señor; el cielo y la tierra están llenos de tu gloria.

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